DEFINICION
La
"ludopatía", o "juego compulsivo", es reconocida como una enfermedad adictiva en la que las
personas son empujadas por un abrumador e incontrolable impulso a jugar (juegos
de azar: cartas, tragamonedas, bingo; videojuegos, internet).
La más extendida es
la provocada por las máquinas tragamonedas, debido a su fácil acceso. El
impulso persiste y progresa en intensidad y urgencia, consumiendo cada vez más
tiempo, energía y recursos emocionales y materiales de que dispone el individuo.
Esta afección actúa
sobre la voluntad y el raciocino del jugador, altera su percepción de la
realidad y su escala de valores; invade, socava y a menudo destruye todo lo que
es significativo en la vida de la persona.
Se considera que
una persona es ludópata cuando su juego le lleva a tener problemas a nivel
personal (deterioro de su higiene y salud física, privación del sueño),
familiar (abandono de la vida familiar, conflictos matrimoniales, sentimiento
de abandono a sus seres queridos), profesional (negligencia laboral) y social.
La persona piensa,
vive y actúa en función del juego. Organiza su vida en torno al mismo, dejando
a un lado cualquier otro tipo de actividad. Se convierte en un esclavo del
juego. El jugador busca una emoción fuerte, una emoción intensa, es una
búsqueda patológica. El jugador no juega para ganar, el jugador juega para
jugar, para sentir la emoción de la apuesta.
La ludopatía es un
problema tan grave como las drogas. Los ludópatas experimentan una necesidad de
jugar como la que tiene un heroinómano de pincharse. Es una enfermedad que
esclaviza.
CAUSAS,
INCIDENCIA Y FACTORES DE RIESGO
La ludopatía es un
fenómeno muy actual y, quizás, demasiado corriente. Se estima por ejemplo que
entre un 5 y un 10% de la población española la padece. No se sabe con
precisión cuántos jugadores patológicos hay en México; de acuerdo con una
encuesta de consulta el 16% de los mexicanos son adictos a los juegos de azar.
En los hombres
generalmente comienza en la adolescencia temprana. En las mujeres entre los 20
y los 40 años.
Los videojuegos
y los juegos online en los que los niños se inician a una edad cada vez más
temprana, son los principales peligros para estos jóvenes. Según un estudio
hecho en España, el inicio de la adicción, es a partir de estos juegos
infantiles. Un porcentaje estimado en un 3% de los menores pasa a juegos
de apuestas a través de las tragamonedas.
Existen niños adictos a las tragamonedas y el
vacío legal permite que los niños las usen.
En cualquier almacén o kiosco se pueden instalar este tipo de máquinas
de azar, donde los niños pueden jugar tranquilamente. No hay una ley, ni
decreto que lo impida. Básicamente si estas máquinas se encuentran en lugares
públicos donde el acceso a ellas es totalmente libre cualquiera puede jugar.
Es una enfermedad
que parece similar a otras alteraciones, como el alcoholismo y la drogadicción.
Es probable que involucren problemas con la región del cerebro denominada
“centro del placer” o vía dopaminergica de la gratificación. Para el ludópata
el juego no es un vicio sino una necesidad, ha establecido una dependencia con
el juego como otros individuos con el tabaco, el alcohol o las drogas.
Como en toda
adicción la víctima es el último en darse cuenta, o mejor dicho en reconocer
que tiene un problema. Se empieza como una distracción echando una moneda, sin
darte cuenta. Habitualmente el jugador se inicia en una situación social
determinada, sea con amigos, familiares o compañeros de trabajo.
Igualmente, es fácil
que quienes a menudo entran en contacto, en los bares, con las tragamonedas, se
puedan iniciar solos en la dinámica de juego, ver como otros sacan el premio,
intentar distraerse si están aburridos o haciendo tiempo para hacer otras
actividades, sobretodo porque no interpretan que lo que hagan sea tan
peligroso.
Puede gustarte y
juegas de vez en cuando. Es casi insignificante. Después juegas casi a diario y
empiezas a creer que todo es ganar. La mayoría de las veces se pierde y se
llega a un punto en el que cuanto más juegas más pierdes y más quieres
recuperar lo perdido, pero no puedes. En este punto lo peor que se pierde no es
el dinero, es la razón humana.
En un plazo de
tiempo entre 2 meses y cinco años, estos jugadores que se inician en el juego
pasarán a ser jugadores habituales en un porcentaje muy grande. Aún siendo
pocos los premios que les hayan tocado, interpretando que no pierden mucho, o
que en el bar, bingo o casino, tienen un círculo de relaciones satisfactorias,
mantendrán el convencimiento de que la situación de juego no se les escapa de
las manos.
Se ha encontrado
que los sujetos más proclives a sufrir problemas de este tipo, son los que
presentan déficit específico en sus habilidades de relación y de comunicación.
Las situaciones estresantes pueden hacer que estos problemas se agraven.
ALGUNAS
CARACTERÍSTICAS DEL JUGADOR COMPULSIVO
1. No
poder ni querer aceptar la realidad. De ahí el escape hacia el mundo de los
sueños que representa el jugar.
2. Inseguridad
emocional. Un jugador compulsivo sólo se siente emocionalmente confortable
cuando está “en acción”.
3. Inmadurez. Un deseo de tener todas las cosas buenas de la vida sin ningún
esfuerzo de su parte, parece ser el patrón común del carácter de los jugadores
compulsivos. El jugador compulsivo, también parece tener una urgente necesidad
interior de ser “alguien importante” y necesita sentirse todopoderoso.
El jugador juega, y
a veces gana; esa posibilidad lo enlaza con un refuerzo de la conducta y lo
entrama con fantasías que le hacen pensar que en algún momento sacará la
lotería, o hará saltar la banca en el casino para compensar sus pérdidas. Esa
circunstancia lo hace entrar en un círculo vicioso que nunca termina.
Juega sin tener
control de si mismo; no puede controlar el impulso y aunque pierda sigue
apostando. Necesita jugar, no hay un límite porque no mide las consecuencias, y
en ese caso, la adicción se torna dañina.
SÍNTOMAS
En la adicción a
los juegos los principales síntomas son:
n Cuando juega más tiempo del que tenía planeado.
n Cuando se preocupa por la forma de obtener más dinero para poder volver
a jugar.
n Cuando siente la necesidad de jugar más cantidad de dinero.
n Cuando juega con la falsa ilusión de recuperar lo que ayer perdió.
n Cuando tiene que pedir dinero prestado para jugar.
n Cuando tiene remordimientos después de haber jugado.
n Cuando no puede controlarse, no puede dejar de jugar.
n Cuando juega por olvidar sus problemas.
n Cuando tiene problemas para dormir a causa del juego.
n Cuando empieza a mentir a causa o como consecuencia del juego.
n Cuando corre el peligro de perder su trabajo o una relación afectiva
por culpa del juego.
La Asociación Psiquiátrica Americana (APA)
en su manual señala los siguientes criterios para realizar el diagnóstico de
comportamiento de juego desadaptativo, persistente y recurrente, caracterizado
por lo menos por cinco (o más) de los siguientes síntomas:
n Preocupación por el juego (ej., preocupación por revivir experiencias
pasadas de juego, compensar ventajas entre competidores o planificar la próxima
aventura, o pensar formas de conseguir dinero con el que jugar).
n Necesidad de jugar con cantidades crecientes de dinero para conseguir
el grado de excitación deseado.
n Fracaso repetido de los esfuerzos para controlar, interrumpir o detener
el juego.
n Inquietud o irritabilidad cuando intenta interrumpir o detener el
juego.
n El juego se utiliza como estrategia para escapar de los problemas o
para aliviar la disforia (ej., sentimientos de desesperanza, culpa, ansiedad,
depresión).
n Después de perder dinero en el juego, se vuelve otro día para intentar
recuperarlo (tratando de 'cazar' las propias pérdidas).
n Se engaña a los miembros de la familia, terapeutas u otras personas
para ocultar el grado de implicación con el juego.
n Se comete actos ilegales, como falsificación, fraude, robo o abuso de
confianza para financiar el juego.
n Se ha arriesgado o perdido relaciones interpersonales significativas,
trabajo y oportunidades educativas o profesionales debido al juego.
n Se confía en que los demás proporcionen dinero que alivie la
desesperada situación financiera causada por el juego.
MORALIDAD
El Catecismo de la
Iglesia Católica enseña:
"Los
juegos de azar (de cartas, etc.) o las apuestas no son en sí mismos contrarios
a la justicia. No obstante, resultan moralmente inaceptables cuando privan a la
persona de lo que le es necesario para atender a sus necesidades o las de los
demás. La pasión del juego corre peligro de convertirse en una grave
servidumbre. Apostar injustamente o hacer trampas en los juegos constituye una
materia grave, a no ser que el daño infligido sea tan leve que quien lo padece
no pueda razonablemente considerarlo significativo." (CIC
n. 2413)
El catecismo reconoce que los juegos no son en
sí mismos contra la justicia ya que puede darse un juego entre familia o amigos
en donde no hay apuestas o donde las apuestas son insignificantes y de ningún
modo arriesgan el bienestar de la familia.
Pero el Catecismo enseguida aclara que es
inmoral el juego cuando se ponen en peligro los recursos necesarios para el
bienestar de la familia y para enfrentar los compromisos (deudas, etc.). Es muy
diferente jugar el dominó en casa apostando unas monedas que participar en el
juego en un casino donde se apuestan grandes cantidades de dinero.
El cristiano, debe ser consciente de que todo
lo suyo le pertenece a Dios a quien debe rendir cuentas como fiel
administrador. Es por tanto un agravio contra Dios jugar con dinero que debería
administrarse con caridad fraterna. El juego de azar se convierte con facilidad
en una adicción peligrosa. La industria de los juegos de azar, es
"una industria enteramente basada en la avaricia", que deja a gente
afectada a su alrededor.
El juego
patológico, al igual que el resto de conductas adictivas o dependientes, es un problema con consecuencias
personales, familiares y sociales muy graves. La capacidad
del jugador para el desenvolvimiento normal de su vida diaria se ve gravemente
afectada.
En mayor o menor
grado, la desestructuración familiar está presente en el entorno de los
jugadores patológicos, que se traducen en un deterioro progresivo de la
convivencia, no sólo conyugal, sino también paterno-filial.
Esto puede verse
agravado por problemas de índole económica que aparecen en no pocos casos. Sin
olvidar que un entorno conflictivo no es el lugar más adecuado para la
formación en los valores humanos y cristianos de los miembros más jóvenes de la
generación.
El ámbito
laboral es otro espacio social a considerar. Cuando el nivel de adicción al
juego es considerable, resulta fácil encontrar excusas para distraer parte del
tiempo que debería dedicarse al trabajo, o simplemente, el estado anímico del
sujeto le impide desarrollar su labor de manera satisfactoria y algo puede
empezar a fallar. La situación puede complicarse si se delinque, accediendo de
manera ilegal a bienes económicos de la empresa, o de clientes. Aparecen los
problemas legales e incluso el despido laboral.
No podemos olvidar
al ama de casa. La mujer jugadora que se dedica a las tareas domésticas
también tiene su ámbito laboral: el hogar. Normalmente, el ama de casa está
sola, los niños en el colegio, el marido en el trabajo... ¿quién le impide
entonces dar una escapadita al bingo o a las máquinas de azar? ¿o la
ciberadicción a jugar en la red?
Puede que no emplee
grandes sumas de dinero, pero tendrá que hacer verdaderas maravillas para tener
el trabajo a punto. El deterioro de la economía doméstica, las tensiones en el
seno de la familia, discusiones, etc., terminan por desestabilizar la
convivencia.
Respecto al ámbito
grupal-relacional, es factible que sea afectado en un sentido u otro. No es
raro que el jugador pida prestado dinero. Así es que los amigos pasan a ocupar
el status de acreedores, por lo que se procura evitarlos, sobre todo, si las
posibilidades de devolver el préstamo son escasas o nulas.
El jugador
patológico no es un jugador social. Generalmente juega siempre solo. Por
otra parte, cada vez emplea más tiempo en el juego, y consecuencia de ello es
un aislamiento social cada vez mayor.
En definitiva, la
vida del jugador patológico pierde calidad, abarcando un amplio espectro: desde
el grave deterioro de la convivencia familiar, hasta el desarraigo familiar,
laboral y social, que ya supone una verdadera marginación.
El juego en sí, no
es nocivo. Resulta evidente que la actividad lúdica es importante para el
equilibrio emocional del ser humano: el juego infantil, en su concepción
evolutiva, los juegos de pasatiempos que favorecen la interacción social.
La utilización de
los juegos de azar o de apuestas en sí misma, no es inmoral. Sí lo es, el uso
inadecuado de los mismos. Hay personas que se gastan en el bingo lo que
necesitan en su casa. Esto es una inmoralidad. Y si lo que gastan es lo que les
sobra, que lo den de limosna a personas que lo necesiten. Mientras se despilfarra el dinero
muchos no tienen lo esencial para una vida digna.
El jugador que no se arrepiente se expone al
juicio de Jesús. Entonces dirá también a los de su izquierda: "Apartaos de
mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. Porque
tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber"
(Mateo 25,41-42)
QUÉ HACER
ANTE LA LUDOPATÍA
El jugador
compulsivo necesita aceptar que se encuentra en las garras de una
enfermedad" progresiva y tener el deseo de recuperarse. Los especialistas
aseguran que los programas de recuperación funcionarán para cualquier persona
que tenga el deseo de dejar de jugar.Sin embargo, nunca serán efectivos
mientras los enfermos no se enfrenten honestamente y acepten que padecen esta
patología.
Es raro que el
jugador pida ayuda. Por lo general, es el familiar el que pide ayuda primero y
toma la iniciativa, pero a veces no alcanza ya que en el enfermo debe darse un
proceso. Por lo general, no hay un reconocimiento de la conducta. Es una
patología, una enfermedad crónica y siempre está la posibilidad de la recaída,
por lo que cuando se inicia el tratamiento es necesario explicar esta
circunstancia.
Para los
especialistas lo primero que debería hacer un jugador compulsivo para dejar de
jugar es requerir ayuda profesional. Hay que cambiar los pensamientos que
tiene, ya que eso se refleja en sus emociones y le puede provocar un cambio de
actitud.
La ludopatía rara
vez tiene una sola causa o circunstancia y por tanto requiere de la
intervención de especialistas de la psicología para diseñar el proceso de
deshabituación.
Es frecuente que el
ludópata tenga una personalidad inmadura, miedos, sentimientos de inferioridad
y falta de responsabilidad así como impulsividad, por tanto la intervención
consistirá en una reestructuración de la personalidad, que le permita afrontar
situaciones difíciles, tolerar la frustración y aprender a fijarse límites.
Además debe
intervenirse en el entorno familiar o social, como en cualquiera otra adicción.
Es importante trabajar sobre las relaciones. La familia debe entender que se
trata de una enfermedad y asumir la responsabilidad de acompañar y ayudar al
paciente en el proceso de deshabituación.
Siempre se
aconsejan los grupos de autoayuda; la tríada es siempre grupos de autoayuda,
psicoterapia individual y relaciones familiares. Además las familias de
jugadores patológicos pueden solicitar la prohibición de que entren a ciertos
lugares de juego, como bingos y casinos.
Es muy importante
la prevención. Sin ir más lejos, es importante que los hijos no oigan
frecuentemente que una lotería o un juego solucionarían nuestras vidas. Deben
saber desde muy pequeños que con los juegos de azar siempre se acaba perdiendo
y que en todo debe actuarse con moderación.
Los videojuegos
y los juegos online en los que los niños se inician a una edad cada vez más
temprana, son los principales peligros, debiendo los padres ser muy cautelosos
y vigilantes en esto.
Se trata de un importante problema de filosofía política. Está claro que las personas tienen el deber de cuidarse a sí mismas y sus familiares, pero, ¿hasta qué punto debe el Estado cuidar a los ciudadanos del daño que puedan hacerse a sí mismos?
ResponderEliminarLudos... Juego. Patía... Enfermedad. Una de las casas preferidas de satanás que te hace perder todo hasta la dignidad. Requiere oración y ayuno (pedir a Dios que nos libre de éste demonio) visitas al Santísimo, Rosario diario. Confesión y guía por parte de nuestro guía espiritual.
ResponderEliminarLudos... Juego. Patía... Enfermedad.
ResponderEliminarDe las casas preferidas de satanás - casinos - donde se llega a perder todo hasta la dignidad. Requiere oración y ayuno. Rosario diario, visitas al Santísimo, confesión y guía espiritual. Pedir a Dios fuerza de voluntad para liberarnos de esa tentación.