La proclamación y
explicación de la
Sagrada Escritura según los Padres, constituía la primera
fuente de su enseñanza moral. Los Santos Padres recurrían también a la
argumentación de tipo racional. En su reflexión moral, utilizan ambos recursos
de forma global, sin las divisiones hechas después entre fe y moral, moral y filosofía, moral y ascética y
mística.
En la época
patrística se armoniza la perspectiva cristológica con la racional en un todo
indivisible.
Los principales
preceptos de la teología moral y la disciplina de la Iglesia han permanecido
estables por siglos; la organización que los teólogos han dado a la moral ha
cambiado mucho.
EPOCA PATRISTICA
La expresión «Padres
de la Iglesia »
se aplica, a los grandes escritores cristianos anteriores al año 750,
que reúnen los tres rasgos característicos: ortodoxia de doctrina, santidad
de vida y la aprobación al menos tácita de la Iglesia.
Los tiempos de
oro de la Patrística
fueron los siglos IV y V, aunque la «edad de los
Padres» se extiende hasta el siglo VIII.
Los Padres occidentales escribieron todos en latín; en Oriente fueron en su mayoría griegos, aunque los hubo
que se expresaron en otras lenguas: sirio, copto, armenio, árabe, etc.
La época patrística
se caracteriza por el primado que se da a la Escritura ; para
ellos tenia un significado moral. Realizaban una lectura “real”
(interior) que permitía entrar en el núcleo de la Escritura para ponerla
en relación con la vida.
Los Padres utilizaban
también la razón para justificar la vida cristiana ante los paganos. Echan
mano del pensamiento platónico por su orientación espiritualista. La influencia
estoica de Séneca, Cicerón y del Derecho romano, ejercerán también un influjo
en el pensamiento de los Padres.
Ellos no
separaron nunca la moral de la espiritualidad; exaltan
así la virginidad como ideal cristiano de vida, la espiritualidad del martirio
y el valor de la vida contemplativa.
Padres Apostólicos
Autores de los
escritos más antiguos del cristianismo, de fines del siglo I y primera mitad
del siglo II (fuera de los del Nuevo Testamento) y que pertenecen a la generación
inmediata a la de los apóstoles. Los conocieron en vida, recibiendo de
ellos la enseñanza del Evangelio.
- Clemente de Roma: judío, obispo de
Roma entre el 92 al 101 d.c. y discípulo del apóstol Pablo. La iglesia lo
considera el tercer "Papa“.
- Ignacio de Antioquia: Obispo de Antioquia. Mártir en el circo romano en el 110 d.c. Discípulo de los apóstoles
Pedro y Pablo.
- Policarpo de Esmirna: Obispo de
Esmirna, discípulo del apóstol Juan y
maestro de Ireneo de Lyon. Quemado como Mártir en el 156 d.c.
- El desconocido
autor de la Didakhe
o Doctrina de los doce apóstoles
- El autor de la
llamada carta de Bernabé
- Papías de
Hierápolis y Hermas
En su mayor parte
son cartas, instrucciones o documentos de carácter concreto y ocasional. No hay
pretensión de exponer de manera ordenada o sistemática el mensaje cristiano.
Responden a exigencias concretas de las cristiandades en un determinado
momento.
Predominan los
temas morales, disciplinares o cultuales sobre los propiamente dogmáticos; su
contenido doctrinal no aparece como rico o profundo. Se insinúan algunas líneas
fundamentales del pensamiento cristiano: la Iglesia fundada sobre la tradición de los
apóstoles; el valor soteriológico de la Encarnación y muerte de Cristo, Hijo de Dios; el
Bautismo y la Eucaristía
como sacramentos fundamentales, etc.
Didache
(Enseñanza de los Doce Apóstoles):
“Dos caminos
hay, uno de la vida y otro de la muerte; pero grande es la diferencia que hay
entre estos dos caminos. El camino de la vida es este: en primer lugar amaras a
Dios que te ha creado; en segundo lugar a tu prójimo como a ti mismo. Y todo
aquello que no quieras que se haga contigo, no lo hagas tu tampoco a otro”.
Los Padres
apostólicos insisten a los creyentes en seguir las enseñanzas de Cristo y en
ser fieles a la vocación recibida.
Es de interés la
exposición del Pastor de Hermas de los doce mandamientos:
- Fe en Dios Creador
- Caridad y sencillez
- Amor a la verdad
- Castidad, matrimonio y segundas
nupcias
- Paciencia y cólera
- Los dos caminos
- El temor a Dios y no al demonio
- Acciones que hay que evitar y
buenas obras que hay que practicar
- Oración
- Tristeza y alegría
- Verdaderos y falsos profetas
- Malos deseos
San Ignacio
de Antioquia
Recuerda a los
cristianos la obligación de obedecer al obispo; les recuerda que son portadores
de Cristo.
Insiste en la
imitación de Cristo y en la estricta comunión del cristiano con su Señor. El
martirio es la corona a la que aspira.
Define al cristiano
como portador de Cristo (cristoforo), templo de Cristo.
Padres Apologetas
Desde la mitad del
siglo II hasta fines del siglo III.
Defensores de la
fe (apologetas): Padres y escritores eclesiásticos
que, pasado el tiempo cercano a los Apóstoles y a sus discípulos inmediatos,
recogieron la antorcha de la enseñanza evangélica y la transmitieron a los
grandes Padres de los siglos IV y V.
Tuvieron que
enfrentar graves peligros, que amenazaban la existencia misma de la Iglesia. Los escritos de los
padres apostólicos iban dirigidos a las comunidades cristianas; a partir del
siglo II aparecen escritos dirigidos a un público no cristiano.
El propósito era
deshacer las calumnias que se propalaban acerca del cristianismo e informar
acerca de la verdadera naturaleza de esta nueva religión. En muchos de estos
escritos hay una intención misionera y catequética, para ganar adeptos para el
cristianismo entre los que se interesaban por su modo de vida.
Los apologetas representan el primer intento de exposición escrita del
mensaje cristiano en forma inteligible para los no cristianos.
San Justino
(100-165)
Su obra responde a
la necesidad de explicar la fe y la praxis cristiana. Resalta contra los
paganos la ley natural y contra los judíos la ley del decálogo.
Explica como los
que una vez vivían indignamente, ahora siguen al mismo Dios y rezan para que
los enemigos lo conozcan. El amor a los enemigos es el distintivo del
cristiano.
El cristiano con la
ayuda de la gracia vive la ley nueva que ha sustituido a la antigua, de modo
que Cristo es la ley eterna y definitiva.
La nueva vida se
resume en el amor a Dios y al prójimo. “Después de creer en el Verbo, nos
apartamos de los demonios y seguimos por medio de su Hijo al solo Dios
ingénito”.
San Irineo
(125-203)
Frente al
gnosticismo de Marción que separaba al Dios bueno del Nuevo Testamento del Dios
malo del Antiguo, subraya la unidad del plan de Dios en Cristo, presente ya en
la creación.
Cristo ha venido a
restituir al hombre la imagen y la semejanza con Dios que había perdido por el
pecado.
La vida cristiana
es por tanto la vida en Cristo que permite al hombre recuperar lo perdido en el
pecado.
Es también un claro
defensor de la ley natural.
Padres Alejandrinos
Clemente de
Alejandría (150-215)
Planteamiento
sistemático de la teología moral. El tema central en su “Pedagogo” es el problema del verdadero cristiano en
el mundo, que aun en las mas difíciles situaciones puede y debe seguir a
Cristo.
En su obra “Quis
dives salvetur” habla de los
peligros de la riqueza y de la forma adecuada de usar los bienes de este mundo.
En “Stromata” presenta bosquejos sobre diferentes problemas
morales.
La vida cristiana
es una imitación de Cristo. Donde se da una autentica moral no se puede
explicar sino como resultado de las semillas esparcidas por el Logos. Cristo,
el Logos de Dios, es el Pedagogo que enseña al bautizado un nuevo
comportamiento. Clemente afirma la existencia de la ley natural puesta por
Dios.
Defiende la santidad
del matrimonio, afirma la supremacía de la virginidad, exhorta a los casados a
vivir la castidad matrimonial y a pensar en agradar a Dios en todo. La vida cristiana es una vida de virtud en
Cristo.
Orígenes
(185-254)
El libro 3 de Peri
Arjon lo dedica al tema de la moral. Trata de la libertad que
fundamenta en la razón y la
Escritura , de la lucha contra el demonio, el mundo y la carne
y del triunfo del bien al final de los tiempos.
Desarrolla una moral
de identificación con Cristo enseñando como debemos morir al pecado y con sepultarnos
con Cristo para que podamos vivir la nueva vida en El. La vida en Cristo es una vida de santidad.
Padres Latinos
Tertuliano
(160-220)
Estoico que se
preocupa de la razón y de la ley, de la compasión, de la castidad y de la
paciencia. Defensor de la existencia de la libertad en el hombre, siendo
consciente que el hombre no presenta ya la verdadera imagen de Dios con la que
fue creado.
El pecado ha
desfigurado esa imagen que tiene que ser restaurada por Cristo encarnado. Toda
la existencia cristiana es una imitación de Dios en Cristo para restablecer la
semejanza divina original.
Valora las leyes
divinas que el hombre debe cumplir y desarrolla una moral de virtudes en las
que el primado lo tiene la caridad. Desarrolla una moral de las virtudes
diciendo que el amor es el sacramento supremo y tesoro del cristiano, que exige
a veces el don de la propia vida por amor a Dios. El amor mutuo es el signo de
la vida cristiana.
La virginidad y el
celibato son de importancia primordial en la vida cristiana.
San Ambrosio
(333-397)
Une las tendencias
estoicas de los latinos con el platonismo de los Padres griegos. Se inspira en
Cicerón en la exposición de lo que es útil y recto, pero su experiencia ultima
radica en la Escritura
y en la experiencia cristiana.
Incorporó muchas
ideas estoicas pero adaptándolas al espíritu cristiano. Junto con Orígenes,
introdujo en el cristianismo el esquema de las cuatro virtudes cardinales:
prudencia, justicia, fortaleza y templanza.
Su obra De
officiis es el primer manual de teología moral; es una exposición de
las virtudes de los clérigos y de los cristianos.
La doctrina de San
Ambrosio se basa en la razón y en la Revelación. Habla
de la ley natural a la que llama “quaedam vox naturae” enmarcada en la
exégesis del Antiguo Testamento. Todo culmina en Cristo, ofreciendo una
fundamentacion cristologica de la moral.
En el marco del
sacramento de la penitencia distingue entre pecado mortal y venial y afirma la
universalidad del pecado incluyendo a los niños. El pecado grave debe
confesarse.
San Agustín
(354-430)
No tiene un tratado
especifico de moral, pero en muchas obras aborda el tema moral. Su influencia
ha sido decisiva para los siglos posteriores.
Se le reconoce el
merito de haber desarrollado para la
Iglesia una teología moral. Escribió varios tratados sobre
los diferentes estados de la vida, sobre virtudes y vicios y sobre la vida
cristiana.
La experiencia de
su conversión le hizo consciente de la necesidad de la gracia para realizar la transformación
moral del hombre. El Cristianismo le había dado la convicción de que era
verdadero porque se traduce en una autentica vida moral.
Afianzo sus
convicciones en serios análisis del obrar humano y en el estudio directo de la Escritura y de la Tradición.
En san Agustín se
encuentra la influencia del pensamiento estoico (Cicerón, Séneca), aunque ha
sido mayor la influencia del platonismo por su profunda espiritualidad. Su
teología moral tiene una clara impostación teocéntrica.
El primer discurso
como sacerdote fue sobre el sermón de la montaña. Vio en el la especificidad de
la moral cristiana que llena al hombre de felicidad y paz.
“Nos has hecho
Señor para ti, y nuestro corazón esta inquieto hasta que descanse en ti”. “Nadie
es feliz si no goza de aquello que hay de mejor para el hombre”.
Lo mejor para el
hombre es el disfrute de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Dios es el bien
supremo del hombre, “si le seguimos vivimos bien y somos además felices” (Teocentrismo).
Centra también su
teología en la caridad. Dos
amores dominan el universo de la moral: el amor a Dios con el olvido de si, o
el amor de la propia persona hasta el desprecio de Dios.
Considera las
virtudes bajo el prisma de la caridad:
“La templanza es amor pues guarda el
yo entero e incorrupto para el Amado”
“La fortaleza es amor y lo soporta
todo para obtener al Amado”
“La justicia es amor y sirve
únicamente al Amado”
“La
prudencia es amor y discierne sabiamente lo que ayuda al amor y lo que le obstaculiza”
En el fondo del teocentrismo,
late también un cristocentrismo: “Cristo ha venido para cambiar nuestro
amor, para hacer de nuestro amor terreno un amor de amigo y de vida celestial”.
El amor a Dios y al
prójimo que el cristiano vive desde su inserción en Cristo, no se desvincula de
la verdad y de la ley. Tiene en cuenta la ley eterna, dada su perspectiva
platónica, sin olvidar la ley natural.
La ley natural
esta escrita en los corazones de los piadosos, como voluntad del Creador. Es
una ley racional conocida por la razón humana, implantada en la conciencia y
distinta de la ley humana que es modificable.
La ley humana
se funda en la costumbre de lo establecido y se limita a la regulación de
asuntos humanos. La ley natural es una ley que determina la senda de todas las
cosas desde sus orígenes.
Una dimensión
especifica de san Agustín es la del primado que confiere a la gracia en el
orden moral. Solo la gracia es el principio integrador de la vida del
hombre. La gracia tiene un carácter medicinal, sanante. El hombre en virtud de
la concupiscencia, no puede evitar el pecado sin la gracia interna de Dios que
sana nuestra condición pecadora.
“Dios no manda
cosas imposibles, al mandarte te amonesta a que hagas lo que puedes y a que
pidas lo que no puedes” (De natura et gratia).
Es solo con la
gracia como el hombre puede cumplir todas las exigencias de la ley.
Por ultimo hay un
tema importante, la distinción que hace entre el uti y el frui:
las criaturas son bienes de los que el hombre puede usar, pero gozar solo lo
puede hacer de Dios. En De civitate Dei, afirma que de las cosas
temporales hay que usar mas que disfrutar y mantiene el rechazo del perverso frui
respecto de las realidades terrenas.
A partir del siglo
VII comienza a extenderse el uso de los llamados libri poenitentiales,
que contienen listas de pecados con las correspondientes penitencias.
La doctrina de
Abelardo defiende que es en la intención de la conciencia donde radica la
moralidad más que en la norma. Negó la existencia del pecado original en el
hombre.
La doctrina de
san Bernardo mantiene la conexión de la conciencia con la norma y la
necesidad de la vida espiritual en Cristo.
Pedro Lombardo escribió el libro de las Sentencias. No habla de forma
sistemática de la moral, pero trata del pecado original, del pecado en general
y de la virtud. Centra su atención en la gracia de Cristo, en las virtudes
humanas y teologales y en los dones del Espíritu Santo.
SANTO TOMAS (1225-1274)
Su obra representa
el tratado sistemático de teología moral. Define la moral como el
estudio del obrar humano en relación al fin ultimo, plena realización
del hombre. Estudia la moral en la segunda parte de la Suma , en medio de la
primera y la tercera partes que son un tratado de dogmática.
En la primera parte
estudia a Dios y a la
Trinidad , única felicidad perfecta para el hombre. La tercera
parte la dedica a Cristo en el que se realiza el hombre mediante la gracia y
los sacramentos.
El fin ultimo
La moral de santo
Tomas aparece como respuesta al deseo de felicidad que el hombre posee y que
solo en la visión beatifica puede alcanzar. Solo Dios puede constituir el fin último del hombre.
“Para la
felicidad perfecta se requiere que el intelecto alcance la esencia misma de la
causa primera, entonces tendrá la perfección en la posesión objetiva de Dios,
solo en la cual se encuentra la felicidad …”
El fin último
viene a ser el criterio supremo de la moralidad. Una acción es buena
moralmente si se acerca a Dios; es mala si se aleja de Dios.
La regla próxima de
la acción humana es la razón (mediante el conocimiento de la ley natural) y la
ley eterna es la regla suprema. Cuando
el hombre obra según el orden de la razón y de la ley eterna, entonces la
acción es recta.
Santo Tomas la
define como “regla determinada por la razón” (“regula et
mensura actuum”). Reglamentación de los actos humanos que la razón
deduce de la naturaleza humana examinando sus inclinaciones naturales y que
capta como algo bueno que se ha de traducir en la acción.
Niveles de las
inclinaciones:
1. La que el hombre
tiene en común con todos los seres
2. La que el hombre
tiene en común con los animales
3. La tendencia a
la verdad, especifica del hombre; conocer a Dios, vivir en sociedad sin ofender
a los demás.
La ley natural tiene
como principio supremo “haz el bien y evita el mal”, que representa para
la ética lo que son los primeros principios de la metafísica, y que se capta
con la sindéresis (“habito que contiene los principios de la acción
humana”).
El segundo nivel de
la ley natural son las conclusiones que se deducen de los primeros y nse
refiere a la realización del hombre según los bienes particulares que se
deducen de su propia dignidad. Es el nivel del Decálogo. El Decálogo es una
deducción de la ley natural.
Santo Tomas habla
también de las virtudes naturales, tanto de las intelectuales como de las morales que refuerzan la
dimensión apetitiva de la voluntad. Particular significado le da a las virtudes
cardinales de la prudencia, justicia, fortaleza y templanza.
La prudencia
establece la coordinación entre las virtudes humanas. Permite al hombre vivir y
obrar bien. La justicia regula las relaciones con los otros hombres y la
sociedad.
Afirma santo Tomás
que la ley nueva es la misma gracia del Espíritu Santo, concedida a los que
creen en Cristo.
Se trata de una ley
interior, la gracia misma que permite al hombre vivir en Cristo y obrar de
acuerdo con el.
Aunque tiene
indicaciones externas, se refiere principalmente a la vida de Cristo en
nosotros.
Las virtudes
teologales
Virtudes
sobrenaturales, que ordenan el obrar humano al fin ultimo que es Dios, e
instauran una relación directa y mediata con el. Capacitan al hombre para obrar a lo divino.
Sobrenaturales
porque tienen como objeto inmediato a Dios, son infundidas por Dios en el
hombre y solo conocemos su existencia a través de la Escritura.
Por la fe el
hombre conoce la palabra viva de Dios, que acepta por los milagros y por la
gracia.
Por la esperanza
el hombre tiende a las cosas futuras, garantizadas por las promesas divinas.
Por la caridad
el hombre se une plenamente con Dios, amándolo
y en el y con el al prójimo. Nos transforma en el fin mismo que
buscamos.
Actos humanos
y pasiones
Principios internos
que han de dirigir los actos humanos: entendimiento, voluntad, libertad,
virtud.
Principios
externos: la ley, especialmente la ley natural: la gracia, que nos viene de
fuera pero se hace interior y nos une con Cristo.
Las pasiones en si
mismas no son malas o negativas (amor, odio, deseo, gozo, tristeza, esperanza,
audacia, ira, temor).
Las pasiones son
componentes naturales del psiquismo humano y son buenas si están reguladas por
la razón.
Conclusión
En santo Tomas se
da un equilibrio perfecto entre la ley natural y la ley nueva. Lo natural queda
perfectamente integrado a Cristo.
Da relieve a las
virtudes sin olvidar las exigencias de la el natural y del Decálogo.
La gracia y las
virtudes teologales (ley nueva) integran el orden natural de los preceptos
conduciéndolos a una nueva dimensión sin eliminarlos.
Encuentra un
equilibrio perfecto entre la moral basada en la norma y la basada en la virtud.
NOMINALISMO
El padre del
Nominalismo fue Guillermo de Occam, fraile franciscano, teólogo y
filosofo escolástico medieval.
En el nominalismo
la razón no puede llegar al conocimiento de la realidad, pues los conceptos
abstractos que la razón elabora no pueden representar la realidad que es
particular y concreta.
Disocia la razón y
la fe, la razón y la gracia; las virtudes quedan eliminadas pues constituyen
nuevos hábitos o mecanismos psicológicos. Atomiza la vida moral en una sucesión
de actos.
Todo lo que limita
la libertad (disposiciones, inclinaciones), limita el campo de la moralidad. La
moral nominalista no es una moral de acuerdo al bien y la verdad, sino una
moral de los actos; en cada instante la libertad debe asumir la obligación que
se le impone.
La libertad queda
separada de toda inclinación natural y de la gracia, incluso de la fe; el
individuo queda separado de la sociedad. La libertad es la pura indeterminación
de la persona entre el si y el no, una libertad de indiferencia ante el bien y
el mal. La libertad no deriva del conocimiento del bien y del deseo que el bien
ejerce en la voluntad humana, es pura autodeterminación.
Los actos humanos
quedan desprovistos de toda finalidad, dando lugar al causalismo mas absoluto. Para
el nominalista los actos humanos carecen de toda orientación hacia la búsqueda
de la verdad y la felicidad. El origen de la moral es la ley únicamente, una
ley positiva que deriva de la voluntad de Dios.
La libertad de Dios
pues es una libertad absoluta de la que mana la obligación moral. La libertad
viene a ser el centro único de la moral. Se trata de la obligación y no de la
observancia de un orden real y objetivo.
Dios es la
realización absoluta de la libertad pues no esta sometido a ley alguna ni a
criterio alguno de razón. El influjo de la posición de Occam basada en el
voluntarismo absoluto habría de ser grande a partir del siglo XVII.
Libertad y ley serán
el fundamento de la casuística posterior. La cuestión será la permisividad y la
prohibición.
Con el nominalismo
se pierde la tradición patristica y tomista para dar paso a la época moderna.
ETICA
PROTESTANTE
Para Lutero el
hombre no se justifica por las obras sino por la justicia de Dios que se les
concede como don y que se apropia por la fe.
La justificación por la fe es el nervio
de la doctrina luterana. Lutero separa la ley de la fe, la ley del Evangelio.
La cuestión del Evangelio es la fe no la moral.
Admitirá las obras humanas como consecuencia de una vida
de fe, sin admitir que se le impongan como exigencia de la
justificación. Las obras no tiene valor salvifico alguno.
Lutero aparta de si
la comprensión de la vida cristiana como una vida de santificación y por ello
se desprende de las virtudes y los dones del Espíritu Santo, dando lugar a un
concepto peyorativo de la ética. Los protestantes no elaboraran tratados de
ética.
La moral católica
que surge en el siglo XVI presenta un condicionamiento antiprotestante. Por
reacción contra el protestantismo, defiende el valor de la ley natural y se
olvida la fundamentacion de la moral en la fe en Cristo.
Se olvida la
referencia a la
Sagrada Escritura como fuente primordial de la teología. Se
impone el valor del humanismo y de las ciencias humanas que tiene lugar en el
Renacimiento.
De acuerdo con el
Concilio de Trento que había dado relieve al sacramento de la penitencia, y a
la necesidad de formar a los clérigos, surgen los primeros manuales de
teología moral.
En los siglos XIV y
XV surgen sumas para confesores (san Antonio de Florencia); simples
prontuarios de teología moral orientadas a ayudar a los confesores.
En el siglo XVI la Suma teológica de santo Tomas
se convierte en el libro de texto por iniciativa de Francisco de Vitoria en
Salamanca. La mayor aportación de la escuela de Salamanca fueron los
comentarios a santo Tomas y el estudio sobre el derecho de gentes y la
justicia.
Vásquez a finales
del siglo XVI ofrece un comentario a la
Suma teológica de santo Tomas que viene a ser el primer paso
de la afirmación de la teología moral como disciplina independiente.
El año 1600 Juan de
Azor (jesuita español) escribe Institutiones theologiae moralis que
marcaran la pauta de los manuales de teología.
LOS SISTEMAS
MORALES
En el siglo XVII se
encuentra una configuración de la teología moral fundamentada en “sistemas
morales”.
La preocupación que
surge es la de solucionar los casos dudosos, centrando en esto el
interés de la teología.
El problema
consistía en dilucidar la moralidad del caso dudoso discerniendo si se ha de
sujetar a la ley o va a pasar a la esfera de la libertad.
La solución
tradicional estaba por la posición del que poseía las mejores razones de
su parte. Esto parecía muy riguroso para la mentalidad dominante del tiempo.
Surge así el
sistema del probabilismo, defendido por el dominico español Bartolomé de
Medina (1580). Línea tomada por los jesuitas, defiende que cuando hay una razón
probable en favor de una posición, se puede seguir, aunque haya en contra
razones mas probables.
Surgen otros
sistemas: el equiprobabilismo (se puede actuar libremente cuando se
presentan con igual peso las exigencias de la norma y de la conciencia); el probabiliorismo
(hay que seguir la posición mas probable); el tuciorismo (se ha de
seguir siempre la opinión favorable a la ley, que evita así el peligro de
violarla).
Se acusan unos a
otros de riguristas o de laxistas. El problema radica en haber hecho de la ley
el constitutivo único de la moral, y haberla concebido de forma nominalista
(como norma externa configurada por el legislador y no por su correspondencia
con la naturaleza humana y el bien de la persona).
San Alfonso
Maria de Liborio
Representa una
salida realista y practica en medio del debate mencionado. Escribió un manual
asequible y valido para la predicación popular.
Se le identifica
con el sistema del equiprobabilismo.
Su posición hace
referencia al primado de la verdad, a los deberes de la conciencia que no puede
dejarse llevar sin mas por la opinión de los moralistas, y a los derechos de la
libertad humana que solo puede estar vinculada a una ley cierta.
La libertad se
impone hasta que no sea clara la ley. No se puede uno dejar llevar por una
acción contraria a la ley si sus razones son menos importantes que las que
están a favor de ella.
En la obra de san
Alfonso prevalece el estudio de las situaciones concretas del acto moral sobre
la aplicación mecánica de una formula, por verdadera que se la suponga.
Siglos XIX y XX
La teología moral
en los siglos XVII y XVIII, centrada exclusivamente en la casuística y en la
obligación, separada de la dogmática, de Cristo, de la dinámica de las virtudes
y de la Sagrada
Escritura , no podía dar frutos de vida espiritual.
En el siglo XIX los
manuales de Merkelbach y Prummer tienen una inspiración tomista que enriquece
su contenido.
Según Sailer (1817)
la moral no debía limitarse al cumplimiento de mínimos exigidos por la ley sino
que debía buscar el ideal cristiano, integrando la ascética en la ética
cristiana y buscando una ética para la perfección.
J. B. Hirscher
(1835) escribe “La Moral
cristiana como doctrina de la realización del Reino de Dios”. Entronca la moral
con la Escritura
y con el centro de la predicación de Cristo.
Salier y Hirscher
iniciaron una renovación del método teológico que había de repercutir en la
escuela de Tubinga. Fue esta escuela la que renovó la moral desde la Sagrada Escritura
y el estudio de los Santos Padres.
Jocham uno de sus
exponentes, centra su moral en el don de la gracia según san Juan y san Pablo y
la fundamenta en la condición de hijo de Dios que tiene el cristiano,
santificado por los sacramentos en el cuerpo místico de Cristo.
Mausbach, entre el
siglo XIX y XX, funda la moral en la perfección del ser y toma como regla
suprema la gloria de Dios.
O. Schilling,
representante de la Escuela
de Tubinga, recoge la inspiración tomista del fin último y sitúa la base de la
moral en el principio de la caridad.
Tillmann orienta la
moral de un modo enteramente bíblico. El fundamento de la moral no es otro que
el seguimiento de Cristo.
La teología moral
de B. Haring pone también el primado de la moral en Cristo. La moral es la
respuesta del hombre a la llamada de Dios en Cristo.
A mediados del
siglo XX surge el problema de la nueva moral y de la moral de situación que
provoco la intervención de Pío XII.
En la década de los
cincuenta y sesenta se planteo la necesidad de la renovación de la teología
moral buscando un retorno a la
Biblia y a los Santos Padres y una filosofía personalista que
recogiera la perspectiva de las virtudes cristianas.
El Vaticano II
recomendó la renovación del método teológico, si bien el Concilio no entró en
los grandes temas de la fundamentación de la moral.
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