lunes, 28 de julio de 2014

DILEMA ECONÓMICO DEL ABORTO

PRESENTACIÓN DEL TEMA

Detrás de las políticas que fomentan la liberación no está la preocupación por la situación de la madre que aborta clandestinamente, sino que suelen existir motivos más profundos que involucran intereses económicos de ciertos países o de poderosos laboratorios internacionales.

INTERESES ECONÓMICOS EN QUE NO CREZCA LA POBLACIÓN


La mejor forma de concentrar el poder económico es evitar que otros países crezcan, y para ello nada mejor que destruir o controlar su población fomentando la esterilización, el uso de anticonceptivos y, finalmente, despenalizando el aborto.

Ningún país que tenga estos flagelos será un país en desarrollo, y esto puede ser de utilidad para algunos con afán de dominación político-económica. Hace veinte o treinta años, algunos organismos internacionales como la ONU o la UNESCO se preocuparon del “explosivo” crecimiento demográfico del mundo y obviamente aparecieron campañas abortivas para limitar este crecimiento. Hoy las agencias más serias de la ONU han dado marcha atrás, y se preocupan por la implosión demográfica y el envejecimiento poblacional.

INTERESES DE “GRUPOS ECONÓMICOS”

Se destaca la importante inversión que ha desarrollado ciertos laboratorios internacionales en “mejorar” las técnicas abortivas, recurriendo quizás a la ultima novedad de tal o cual píldora que, con mayor eficacia y sin dolor, logra el fin de destruir a un ser humano. Estos laboratorios que persiguen fines comerciales logran el lucro a través de campañas en la que las píldoras muchas veces son presentadas como anticonceptivos, cuando en realidad son abortivas.

EL EMBRIÓN HUMANO “NO ES UN OBJETO DE CONSUMO”

Uno de los problemas más serios que es determinante de un gran numero de abortos, es la exagerada importancia que se le da al factor económico, a los bienes materiales, o al deseado nivel social, al extremo de ponerlos por encima de los derechos del hijo. En ocasiones el solo hecho de que este en camino un hijo o que éste no venga con la calidad estructural y funcional adecuada, determina que se le deseche, pues no podrá proporcionar la utilidad o los beneficios esperados.

Por desgracia lo que se advierte es que, en ocasiones, los hijos se convierten en un “articulo de consumo” que se busca o se tiene cuando se necesita. Si el hijo viene para satisfacer necesidades de los padres, y no están estos a las ordenes de las necesidades espirituales o económicas del hijo, no vamos por buen camino. Los argumentos más frecuentes a favor del aborto pasan por decir que la persona en sí esta en contra, pero que debe respetarse la opinión del que está de acuerdo con abortar.


Ocurre que detrás de este planteo existe una concepción de la vida social de carácter utilitarista: remodelar la sociedad según el nivel de los sucesivos compromisos de interés, pues en realidad lo que importa es cómo pasarla bien o en forma lo más placentera posible. Si permitimos que la vida humana (en vías de nacer), sea considerada una pieza que se puede jugar en el tapete de los intereses o de las utilidades, con mayor razón el individuo de esa sociedad se sentirá disculpado si rapta a otro con el fin de lucrar. El bajo nivel de moralidad que evidencia la defensa del aborto determina un grave desorden en la jerarquía de los valores de la sociedad, que puede llegar a desestabilizarla. El respeto de la vida humana como valor máximo debe sobreponerse a los intereses circunstanciales, pues de ello depende el fundamento mismo del sistema democrático y el mismo bien común.

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