Comenzaremos definiendo algunos conceptos
importantes:
·
Gametos: células germinales masculinas
(espermatozoide) y femeninas (ovulo), destinadas a fusionarse en el proceso d
la concepción para dar origen a un nuevo individuo.
·
Concepción o fecundación: momento de la fusión
de los gametos.
·
Embrión: nuevo individuo que se forma a causa
de la concepción. Nombrado así desde la concepción hasta la 8va semana, luego
embrión/feto desde la 8va semana al nacimiento.
·
Cigoto: primer estadio del embrión; es la
célula que se forma a partir de la fusión entre el espermatozoide y el ovulo en
el acto de la concepción. El embrión en su desarrollo en el seno materno, pasa
por muchas fases de crecimiento y maduración: cigoto, mórula, blástula,
embrión, feto; de modo alguno se quiere indicar interrupciones o saltos, que
objetivamente no existen.
·
Pre-embrión: termino sin fundamento biológico
ni filosófico, usado solo por motivos ideológicos; no existe estadio biológico
alguno precedente o siguiente al embrión. Lo que precede al embrión son los
gametos, lo que sigue es el niño nacido.
·
Implantación en el útero: momento en el que el
embrión en la fase de blástula abandona las trompas de Falopio y se adhiere a
la pared del útero materno.
EL EMBRION HUMANO ES UN SER HUMANO
Afirmar que la
concepción da origen a un embrión, esto es, un organismo diferente de los
padres, significa sostener que es un individuo de la especie humana, un ser
humano. En el hombre no es posible escindir lo biológico de lo humano. El
biólogo constata que en la formación y desarrollo de este cuerpo humano, no hay
saltos cualitativos, es siempre el mismo cuerpo biológico. Los datos que la Biología
y la Genética nos ofrecen muestran que el ser que inicia el desarrollo en el vientre
materno es un nuevo organismo de la especie humana, dotado de un genoma diferente
al del padre y al de la madre. El embrión en la fase de cigoto ya es un ser
humano. Esto está probado por cuatro hechos que la ciencia ha demostrado.
Primer hecho
La ciencia dice
que, cuando el espermatozoide paterno se funde con el ovulo materno, se forma
un nuevo organismo humano que se llama embrión. La primera fase unicelular de
su desarrollo se llama cigoto. Todas las células del cuerpo humano tienen 46
cromosomas, con excepción de los gametos que tiene 23. El cigoto, que nace de
su unión, tendrá la normal dotación de 46 cromosomas propios de la especie humana:
23 del padre y 23 de la madre.
El genoma es diferente, por lo tanto, la ciencia dice que es un organismo
nuevo.
Segundo hecho
La ciencia dice que
este nuevo organismo pertenece a la especie biológica humana. Basta analizar el número y
naturaleza de los cromosomas. Cada especie tiene un número característico de
cromosomas en sus células somáticas (o sea las de todo el cuerpo excepto las
células sexuales). El hombre posee 46 cromosomas en las células somáticas, en
el perro el número de cromosomas se eleva a 78, en el mosquito son 6, en el
ciruelo 48, en el chimpancé 48, en el gato 38 y en la papa 48.
En la generación de los seres vivos, las leyes biológicas
son fijas: de un perro nace un perro, de un gato nace un gato, y de un hombre y
una mujer no puede nacer más que un ser humano.
Tercer hecho
La ciencia dice que el cigoto es un organismo
programado. El genoma, donde se encuentra registrada la programación genética, está
inscrito en los 46 cromosomas de su ADN. Es justamente su ADN único y singular,
lo que compone el patrimonio genético del nuevo individuo humano. Este nuevo
ser no es la simple suma de los códigos genéticos de los padres. Es un ser con
un proyecto y un programa nuevos, que nunca antes ha existido y no se repetirá
jamás. Este programa genético es absolutamente original, individual al nuevo
ser, que de ahora en adelante se desarrollara según ese genoma. En él están
determinadas las características del nuevo individuo, desde la estatura y color
de ojos, hasta el tipo de enfermedades genéticas a las que estará sujeto.
Cuarto
hecho
La ciencia dice que en el embrión
el crecimiento y el desarrollo ocurren de modo coordinado, continuo, gradual. Después
de la concepción el cigoto inicia su desarrollo, multiplicando el número de las
células; a partir de la célula madre (cigoto) se forman dos células hijas, de
estas cuatro, luego ocho, etcétera. El proceso de multiplicación lleva a la formación
de un conjunto de células, denominadas “blastómeros”, que asumen el aspecto de
una mora; de ahí que este estadio se denomine “mórula”. La división continua
mientras la mórula emigra lentamente hacia el útero. Hacia el segundo día, los
blastómeros se diferencian en la periferia en un tejido llamado trofoblasto. En
el interior de este, de un lado se forma un liquido transparente llamado
blastocelo; en el otro se aisla un cumulo de células que dará origen a los
primeros tejidos y órganos del embrión. En este estadio, el fruto de la
concepción se llama “blastocisto”, que es una cavidad más o menos esférica, con
una masa de células en su interior a partir de la que se desarrolla el embrión.
La cubierta externa da origen al corion, un tejido que, con el endometrio,
forma la placenta. Hacia el quinto día, el nuevo ser comienza a diferenciarse.
La división y multiplicación de las células se realiza siguiendo una
diferenciación progresiva y dando origen a la formación de los tejidos y
órganos. Se sabe que la multiplicación celular engrandece el organismo, que el
movimiento de grupos de células contribuye a darle forma y que la
diferenciación, alterando la forma y las funciones de las células, lo preparan
para tareas diversas.
La evidencia científica muestra cuatro
características en el desarrollo embrionario:
1.
La
unidad biológica del nuevo ser.
Todos los elementos se desarrollan en perfecta coordinación, como partes de un
todo.
2.
La coordinación de todas las actividades. Es esta coordinación la que
exige una rigurosa unidad del ser en desarrollo. Coordinación y consiguiente
unidad, las cuales indican que el embrión humano, incluso en sus fases más
precoces, no es solo un agregado de células, sino un “individuo”, en el que las
distintas células que se van multiplicando, se integran profundamente en un
proceso, por medio del cual, el individuo traduce de forma autónoma su propio
espacio genético a su propio espacio orgánico.
3.
La continuidad en el desarrollo. En el desarrollo cuantitativo y
diferencial del embrión, no hay saltos cualitativos o mutaciones sustanciales,
sino una continuidad, por la cual, el embrión humano se desarrolla en un hombre
adulto y no en otra especie. Estamos siempre frente al mismo sujeto, desde el
primer momento en que se forma el cigoto hasta la conclusión de su ciclo vital.
4.
La gradualidad. La forma definitiva se alcanza gradualmente. El
desarrollo es un proceso que implica una sucesión de formas que, en realidad,
no son sino diversos estados de un mismo e idéntico proceso de desarrollo, de
un ser concreto. Un embrión que está cumpliendo su propio ciclo vital conserva
permanentemente su “identidad”, “individualidad” y “unicidad”, manteniéndose
siempre el mismo e idéntico individuo a través de todo el proceso, que comienza
en la fusión de los gametos, no obstante la mayor complejidad de su forma.
El desarrollo y
diferenciación embrionarios son muy rápidos. A las cinco semanas el embrión
humano apenas mide 1 cm, pero diversos órganos ya han empezado a tomar forma. A
los dos meses, la forma del cuerpo ya está completa. De ahí en adelante no
necesitara más que refinar sus funciones y crecer; de los dos a los nueve meses
multiplicara 20 veces su estatura y mil veces su peso. El desarrollo continuara
después del nacimiento, durante toda su vida.
Se puede decir como
conclusión que el embrión humano es:
·
Un organismo nuevo (tiene 46
cromosomas: 23 del padre y 23 de la madre)
·
Un organismo humano (pertenece a
la especie biológica del hombre)
·
Un organismo programado (posee su
ADN propio)
·
Un ser humano
EL EMBRION ES UNA PERSONA HUMANA
Se tiene que
afirmar que la vida biológica embrionaria ya es vida humana y vida personal.
Además del dato observado por el biólogo, la lógica del filósofo testimonia que
no puede haber saltos cualitativos, ni paso de una esencia a otra. Si, en el
desarrollo embrionario, la vida biológica se disociase de la vida propiamente
humana, no se podría explicar la identidad del sujeto, y estaríamos frente a
una dicotomía entre el yo y su corporeidad. Por tanto, la fase inicial del
desarrollo embrionario no puede ser puramente biológica. El embrión
perteneciente a la especie biológica humana que no fuera, desde el inicio,
verdadero individuo humano no podría llegar a serlo sucesivamente sin
contradecir la identidad de la propia esencia. La unidad y continuidad del
desarrollo embrionario requieren, por tanto, que desde el momento de la
concepción, sea un individuo de la especie humana, una persona; no es una
persona en potencia, sino que ya es un ser humano personal.
La persona adulta
es, ciertamente más madura en su dimensión biológica, psicológica y moral que
cuando era embrión, pero tal maduración ha ocurrido en el ámbito de la misma
identidad de persona. No se puede afirmar con coherencia lógica que una persona
de 30 años sea más persona que un embrión, que un niño o que cualquier otro
hombre.
No se puede afirmar
con verdad que no hay persona donde todavía no se dan manifestaciones de la
persona. Un individuo no es persona porque se manifieste como tal, sino, al
revés, se manifiesta así porque es persona. El criterio fundamental se
encuentra en la naturaleza propia del individuo.
Cuando veo a un
individuo de la especie biológica humana, entiendo que es un hombre. Este ser
que tiene naturaleza humana es una persona.
El ser humano “es”
persona en virtud de su naturaleza racional, no “se convierte en“ persona por
la posesión actual de ciertas propiedades, del ejercicio efectivo de ciertas
funciones. Lo que es importante para el reconocimiento del ser persona es la
pertenencia, por naturaleza, a la especie humana racional, independientemente
de la manifestación exterior de ciertos caracteres, operaciones o
comportamientos. No se es más o menos persona, no se es “prepersona” o
“porspersona” o “subpersona”; o se es persona o no se es persona. Los
caracteres esenciales de la persona no están sujetos a cambios.
Hay además, una
profunda razón metafísica por la cual la vida biológica del embrión es y debe
ser ya vida personal. La vida humana es la vida de un sujeto, que es una unidad
corpóreo-espiritual. Aunque el uso de las facultades superiores específicamente
humanas es el signo distintivo de la persona, por sí mismas no constituyen a la
persona ni como facultades, ni mucho menos como actos hechos por ellas. El alma
humana es el único principio de vida, la única forma sustancial del cuerpo. En
el hombre no hay tres almas distintas, responsables una de la vida vegetativa,
otra de la sensitiva y otra de la espiritual, sino una única alma espiritual
que preside a todas las funciones de la vida. Por tanto, la vida vegetativa de
un embrión humano es una vida personal humana porque su principio vital único
es el alma espiritual.
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