miércoles, 30 de julio de 2014

LA NUEVA MORAL

Corriente que apareció en la Iglesia Católica después de la Humanae vitae (1968, post Concilio Vaticano II).

Se basa en sistemas morales que niegan la existencia de lo intrínsecamente malo desde la defensa de la opción fundamental y el proporcionalismo moral.


Ponen la moralidad en la intención, en la finalidad del sujeto o en la proporción deseada entre los efectos buenos y malos.

ÉTICA DE SITUACIÓN

Surge en los años cincuenta terminada la segunda guerra mundial, que trastorno los valores y las relaciones familiares y sociales. Aumentaron las situaciones excepcionales que no podían reducirse a los hechos clásicos de los manuales.

El influjo protestante fue importante. La moralidad de la situación sustituye a la moralidad de la ley.

Otro influjo fue la filosofía existencialista con su rechazo de la esencia humana dada en pro de la que se hace (Sartre, Buber, Ebner). Se valora más el aspecto personal de la decisión moral del individuo en perjuicio de su aspecto universal.

Definición

Concepción filosófica y teológica que consiste en que no se puede determinar lo que es bueno o malo partiendo de normas generales y abstractas validas para todos los casos, sino solo a través de una situación determinada con la que se encuentra la persona concreta.

Dado que esta situación es única para cada uno e irrepetible, no es generalizable. Los preceptos generales abstractos no tienen valor normativo o al menos ningún valor normativo absoluto.

Características de la situación

-          Facticidad: El hombre esta situado en unas coordenadas concretas.
-          Unicidad: La situación solo vale para una persona.
-          Variabilidad: El hombre no posee una naturaleza inmutable, sino que se da en la historia.

Con la ética de situación no hay posibilidad de establecer una moral objetiva de valor universal. El problema que plantea es si junto con las circunstancias diversas se da también en el hombre una naturaleza común de la que puedan surgir exigencias fundamentales y permanentes.

Las circunstancias son cambiantes y singulares, y pueden contribuir a aumentar o disminuir la responsabilidad de un acto, pero por si solas no cambian la moralidad del acto; existiendo lo intrínsecamente malo, no hay circunstancia que lo haga bueno.
Existe una naturaleza humana permanente y común a todos los hombres de la que emanan exigencias concretas y permanentes.


INTERVENCIÓN DE PÍO XII

Se queja el Papa que dicha moral pretende establecer un “nuevo orden de valores”. La clave de dicha moral consiste en la separación entre conciencia y norma, propugnando un tipo de conciencia individualista cerrada en si misma y convertida en arbitro absoluto de sus determinaciones.

En este tipo de moral se rechaza la existencia de normas universales. El Papa responde diciendo que la ley moral se basa en la naturaleza humana y sus relaciones esenciales teniendo por ello valor universal.

Rechaza la autonomía de la conciencia, que esta supeditada a las exigencias del bien moral. Afirma la existencia de lo intrínsecamente malo, aunque no utiliza este termino.

Pío XII capto la influencia nefasta que podía tener esta moral de situación. Con el tiempo se habría de llegar, en el campo católico, a la negación explicita de lo intrínsecamente malo y a la defensa de la conciencia como fuente de moralidad.

RAÍCES DE LA CRISIS MORAL DEL POST-CONCILIO

Influencia de AJT Robinson

Acuñó el termino “nueva moral”. Propugna una revolución total en el campo de la moral. Cristo no propone leyes para que sean cumplidas en todas las circunstancias ni da normas universales validas. Lo que el Evangelio exige es el amor.

Los mandamientos son normas coyunturales que cambian con el tiempo. La moral no ha de fundarse en normas universales sino en el amor incondicional que en cada momento tiene su particular modo de expresión y de concreción, porque ha de contar siempre con la situación concreta.

Autonomía de la moral

Debido a los problemas surgidos particularmente en el plano de la vida sexual y de la bioética, los moralistas del post-concilio buscaron una fundamentacion racional de la moral.

Postularon la existencia de una ética autónoma, separada de la fundamentacion última de Cristo y basada en un antropocentrismo que habría de privilegiar la conciencia individual frente a la ley natural. Se postula una moral personalista que entiende al hombre al margen de toda referencia a Dios, en la medida en que se trataría de una autonomía laica de la moral.

Haring defiende un personalismo cristiano que alcanza su plenitud en Cristo, pero que no se reduce a la aplicación de las normas sino que se realiza en una responsabilidad en la libertad y fidelidad creadoras. Rechazo la Encíclica Humanae vitae.

M. Vidal sostiene que la ética racional ha de basarse en la autonomía de la persona humana. La ética ha de fundarse en la racionalidad al margen de toda heteronomia. Solo posteriormente cabe que el hombre religioso desde la fe, de un sentido religioso a esa ética y una dimensión ulterior de dialogo con Dios. El proyecto cristiano es vivir desde la fe la autonomía humana.
R. Flecha se muestra partidario de una ética civil separada de lo religioso, admitiendo al hombre como medida de todas las cosas. Su punto de referencia es la persona concreta y la humanización del mundo desde una perspectiva secularizada. La ética secular no acepta a Dios como fundamento y termino de los valores humanos. Dios queda al margen.

Fuchs distingue entre normas trascendentales, las que delimitan la opción fundamental ultima; y normas categoriales o preceptos que aparecen en el Nuevo Testamento y que están condicionadas históricamente y han de ser entendidas como ejemplos de una actitud valida entonces pero que hoy ha cambiado.

Moral de la persona, no de la naturaleza

Ha tenido lugar en gran parte del proceso de la teología moral actual un giro antropocéntrico al estilo kantiano. Se olvidan las exigencias de la naturaleza que Dios ha creado y conferido a todo hombre, base de toda moral. Se pretende que el hombre sea el que interprete desde si mismo el valor moral.

El nuevo modelo de la moral sitúa en el centro del sistema ético a la persona. El hombre es el “sujeto” de la moral y el “objeto” de las valoraciones éticas. La persona humana es desligada de la naturaleza. Esta visión personalista se funda en una sola persona humana como centro y lugar de los valores humanos. De su compromiso han de emanar los criterios de valoración moral.

La conciencia, fuente de la moral

Se hace de la conciencia el valor fundamental de la moral. Seria la que decidiera por si misma la pauta a seguir en moral. La conciencia es la misma persona en cuanto se clarifica a si misma y expresa el mundo valorativo.

La moral de las reglas generales es meramente indicativa; el verdadero imperativo se expresa en el juicio de la conciencia personal. La conciencia no es la voz de la verdad sino de la persona. El discernimiento ético se instala preferentemente en la opción fundamental de la persona y desde ella orienta todo el dinamismo moral humano.

Moral de actitudes y de opción fundamental

La opción fundamental es uno de los conceptos básicos de la nueva moral. Es aquella opción por la que el hombre orienta su vida respecto a Dios, de los demás y de los valores éticos. Representa la orientación de toda la vida hacia el fin.

La opción fundamental se refiere al concepto de toda la existencia. Es una decisión que abarca totalmente al hombre, dando orientación y sentido a la vida. Es el “si” o el “no” de la persona. Es una decisión fundamental de entrega (de fe) o de clausura (endiosamiento, egoísmo, soberbia)

Boyle señala tres elementos específicos que califican la perspectiva de la opción fundamental:
- Proviene del núcleo íntimo de la persona en su capacidad de autodeterminarse
   completamente como persona.
- No tiene como objeto acciones particulares, sino el yo mismo en su relación con Dios.
- No se trata de una acción como las otras y entre las otras, sino de una actitud básica de
   cuyo origen no se puede tener un conocimiento pleno.

Según esto pecado mortal es aquel que coincide con una opción fundamental negativa. No se mide por actos aislados sino por la intensidad que la persona pone en el, por la opción fundamental mas que por el objeto material.

Para Fuchs, el acto moral negativo (pecado) es mortal y grave cuando el sentido de negación de Dios, propio de todo acto pecaminoso, brota del hombre como del centro de su persona.

Vidal postula la separación de gravedad y mortalidad. La gravedad de un acto moral que depende de consideraciones de tipo histórico-cultural y esta sujeta a cambio. La mortalidad depende de la relación con el fin último, del compromiso definitivo cristiano. El pecado mortal solo puede ser visto en la perspectiva de la opción fundamental.

Flecha admite la triple división de los pecados en veniales, graves y mortales, haciendo coincidir el pecado mortal con la opción fundamental en la medida en que fuera deshumanizadora e interrumpiera la referencia a la verdad última.

Veritatis splendor

Se ha hecho eco de la opción fundamental como sistema que fundaría la moral. Resume el pensamiento de algunos autores modernos:

- “Proponen una revisión radical de la relación entre persona y actos. Hablan de una libertad fundamental, mas profunda y diversa de la libertad de elección, sin cuya consideración no se podrían comprender y valorar correctamente los actos humanos”.

- “La función clave en la vida moral habría que atribuirla a una opción fundamental, actuada por aquella libertad fundamental mediante al cual la persona decide globalmente sobre si misma en forma trascendental y atemática”.

- “Se reserva la calificación propiamente moral de la persona a la opción fundamental, sustrayéndola (o atenuándola) a la elección de los actos particulares y de los comportamientos concretos”

Teologismo proporcionalista y consecuencialista

La critica que hizo (1965) Knauer al principio del doble efecto y que condujo al proporcionalismo moral, contribuyo a la formación de la nueva moral. El principio del doble efecto jugaba un papel importante en la moral católica para casos difíciles. Su aplicación requería:

-  Que se tratara de una acción en si buena o al menos indiferente por su objeto.
- Que los efectos no estuvieran ligados entre si; era preciso que los dos brotaran paralelamente o el malo naciera del bueno.
-  Que el efecto malo no fuera querido en si mismo.
-  Que se diera una proporción razonable entre el efecto bueno y el malo.

Knauer postulo que para que se emplee bien el principio, basta con que haya proporción entre el efecto bueno y el malo y solo se busque el bueno.
Para obrar tiene que darse una proporción entre los fines que se pretende conseguir y los fines que percibe el agente (teleologismo) frente a los propios del objeto que pertenecen al orden premoral o físico.

Si la intención del sujeto es buena porque busca fines buenos, la ejecución de una acción que tiene como objeto un mal premoral de orden físico, por ejemplo la anticoncepción, esta quedaría justificada.

Al hacer el balance de las consecuencias de una acción, puede darse un juicio recto o equivocado, pero no moral todavía. Se pasa del nivel premoral al moral cuando la intención, la voluntad del sujeto, hace suya el mayor número de bienes surgidos de la acción, y será mala moralmente si elige el número menor de las mismas.

Si la intención libre de la voluntad quiere e intenta las consecuencias buenas proporcionalmente superiores a las malas, y estas solo se permiten y toleran pero no se las quiere, el acto es moralmente bueno (no solo correcto). Surge el bien propiamente moral y el efecto bueno se convierte en voluntario directo y el malo en indirecto.

Si las consecuencias malas son proporcionalmente inferiores a las buenas y el acto se quiere y realiza, entonces el acto es malo moralmente, ha surgido el mal moral y el efecto malo se convierte en voluntario directo.

H.M. Van Der Marck, defensor del consecuencialismo intersubjetivo, hace de la intersubjetividad (intención en cuanto se hace corporeidad) la esencia y la naturaleza del hombre.  La moralidad para Van Der Mack no se determina sino en relación con el fin, y el fin del hombre no es sino la intersubjetividad. Esta no consiste en vínculos morales entre el yo y el tú, sino en hechos físicos extrasubjetivos en cuanto que la intención subjetiva se expresa por medio del cuerpo. Así la moralidad depende de los medios que varían social y culturalmente.

McCormick, exponente del proporcionalismo moral, dice que la moralidad no se puede basar en medios que cambian social y culturalmente. La sociedad no es fuente de moralidad. La moralidad se basa en el telos del sujeto, es decir, en el cálculo de los efectos del acto, de modo que el sujeto hace suya con su voluntad el mayor número de bienes que se deducen del mismo. El mal permitido seria óntico o físico, algo premoral.

La Veritatis splendor ha recogido el pensamiento de la moral proporcionalista:

- El “teleologismo” como método de reencuentro de la norma moral, puede ser llamado “consecuencialismo” o “proporcionalismo”.

- El primero pretende obtener los criterios de la rectitud de un obrar determinado solo del cálculo de las consecuencias que se prevé pueden derivarse de la ejecución de una decisión.

- El segundo ponderando entre si los valores y los bienes que persiguen, se centra en la proporción reconocida entre los efectos buenos o malos, en vista del bien mayor o del mal menor, que sean efectivamente posibles en una situación determinada.

Las teorías éticas teleológicas, aun reconociendo que los valores morales son señalados por la razón y la revelación, no admiten que se pueda formular una prohibición absoluta de comportamientos determinados que, en cualquier circunstancia y cultura, contrasten con aquellos valores.


Lo intrínsecamente malo

Solo si mantenemos que el hombre tiene una naturaleza compuesta de cuerpo y alma (creada directamente por Dios) cabe mantener el valor trascendente de la persona y fundar una moral objetiva y de valor universal. Será malo todo lo que contradiga la dignidad de la persona humana, y bueno lo que la lleve a su perfección.

La moral cristiana señaló desde un principio como intrínsecamente malo no respetar la vida humana, usar la sexualidad fuera del matrimonio y degradar el lenguaje con la mentira.

La Veritatis splendor enseña que la dignidad de la persona humana, compuesta de cuerpo y alma, es la clave de la fundamentacion de la moral.

Pinckaers distingue tres etapas en la cuestión de los actos intrínsecamente malos a lo largo de la historia:

- Desde los Padres hasta el siglo XIII: la moralidad intrínseca de los actos humanos descansa sobre el fundamento sólido de la ley revelada y la ley natural. Los Santos padres hablan unánimemente de la ley natural. San Agustín y sobre todo santo Tomas hacen referencia fundamental a ella.

- Segundo periodo con la crisis provocada por el nominalismo. Pone el criterio de la moralidad en la mera obligación de la ley moral que depende en exclusiva de la voluntad divina.

- Tercera etapa marcada por la reacción escolástica al nominalismo. Se recupera el valor de la ley natural pero se sigue manteniendo la moralidad formal en la obligación legal de los mandamientos.

Si bien la expresión “intrínsecamente malo” no existe en la alta escolástica, existen expresiones equivalentes que tienden a decir lo mismo. A la hora de establecer lo intrínsecamente malo, se estará tocando siempre el tema de la ley natural. La posición que se tome sobre ella repercute inmediatamente sobre la cuestión de lo intrínsecamente malo y viceversa.

Los autores que niegan la existencia de lo intrínsecamente malo acuden a la imposibilidad de captar el valor permanente de las normas. Para ellos, las realidades permanentes y universales están insertas en la historia y no se las podría presentar en un pretendido valor inmutable y universal.

Nadie con sentido común puede negar el valor trascendente de la persona humana, compuesta de cuerpo y alma. Será intrínsecamente bueno lo que favorece la realización de la persona humana y malo aquello que la destruya o dañe en su dignidad.

JUICIO SOBRE LOS NUEVOS SISTEMAS MORALES

Opción fundamental

El primer error que presenta la teoría de la opción fundamental que rechaza la existencia de lo intrínsecamente malo y grave, es caer en un claro subjetivismo.
El único punto de referencia para la moral seria el polo subjetivo de un mayor o menor compromiso de la persona, pudiendo cometer atropellos objetivos siempre y cuando la opción fundamental fuera positiva.

Dicha teoría representa un cierto dualismo antropológico, en cuanto pretende la existencia de una opción puramente interior y atemática que no tiene que ver con las elecciones categoriales que se hacen con los objetos.

Según la doctrina de la Iglesia, el pecado mortal que se opone a Dios no consiste en la sola resistencia formal y directa al precepto de la caridad; se da también en la oposición al amor autentico incluida en toda trasgresión deliberada, a cualquiera de las leyes morales.

Juan Pablo II decía: “Llamamos pecado mortal al acto mediante el cual el hombre con libertad y conocimiento rechaza a Dios, su ley, la alianza de amor que Dios le propone, prefiriendo volver a si  mismo, a una realidad creada y finita, a algo contrario a la voluntad divina.

El Papa no aceptaba la triple división de los pecados en leves, graves y mortales. Todo pecado voluntario y consciente en materia grave es mortal y priva al hombre de l vida de la gracia.

La Veritatis splendor critica la opción fundamental como sustitutoria de la moralidad de los actos (VS 67):

- Teorías contrarias a la enseñanza bíblica que concibe la opción fundamental como una verdadera y propia elección de la libertad y vincula profundamente esta elección a los actos particulares.

- Mediante la elección fundamental, el hombre orienta su vida y con la ayuda de la gracia, tiende a su fin siguiendo la llamada divina.

-    Esta capacidad se ejerce en las elecciones particulares de los actos determinados, mediante los cuales el hombre se conforma deliberadamente con la voluntad, la sabiduría y la ley de Dios.

- La llamada opción fundamental, en la medida en que se diferencia de una intención genérica y, por ello, no determinada en una forma vinculante de la libertad, se actúa siempre mediante elecciones conscientes y libres.

-    La opción fundamental es revocada cuando el hombre compromete su libertad en elecciones conscientes de sentido contrario, en materia moral grave.
-    Separar la opción fundamental de los comportamientos concretos significa contradecir la integridad sustancial o la unidad personal del agente moral en su cuerpo y en su alma.

-    Una opción fundamental entendida sin considerar las potencialidades que pone en acto y las determinaciones que la expresan, no hace justicia a la finalidad racional inmanente al obrar del hombre y a cada elección deliberada.

-    La moralidad de los actos humanos no se reivindica solo por la intención, por la orientación u opción fundamental, interpretada en el sentido de una intención vacía de contenidos vinculantes precisos o de una intención a la que no corresponde un esfuerzo real en las diversas obligaciones de la vida moral.

-    La moralidad no puede ser juzgada si se prescinde de la conformidad u oposición de la elección deliberada de un comportamiento concreto respecto a la dignidad y a la vocación integral de la persona humana.

-    Toda elección implica siempre una referencia de la voluntad deliberada a los bienes y a los males indicados por la ley natural como bienes que hay que conseguir y males que hay que evitar.

La Encíclica sigue manteniendo la concepción clásica del pecado mortal y venial. Pecado mortal es la acción que tiene una materia grave y se realiza con pleno conocimiento y deliberación (VS 70).

Teleologismo consecuencialista

Este sistema moral, emparentado con el proporcionalismo, trata de fundamentar la moral en la intención o finalidad del creyente al margen de la bondad o maldad del objeto de la misma.

F. Bockle quiere fundar la moral en los fines subjetivos del agente. La moralidad de la acción, deriva de las consecuencias exteriores de la misma en cuanto responsablemente previstas y queridas como fin de la misma acción.

No se puede hablar por tanto de preceptos universalmente validos. No existen acciones absolutamente malas en si mismas. Todo depende de las consecuencias que de tal acción se deriven y prevea su autor, de los fines que se busquen con semejante acción.

La Veritatis splendor no aprueba este sistema, dice (VS77):

-    La consideración de las consecuencias, así como de las intenciones, no es suficiente para valorar la cualidad moral de una elección concreta.
-    La ponderación de los bienes y los males previsibles como consecuencia de una acción no es un método adecuado para determinar si la elección de aquel comportamiento es “según su especie” o “en si misma”, moralmente buena o mala, licita o ilícita.
-    Las consecuencias previsibles pertenecen a aquellas circunstancias del acto que, aunque puedan modificar la gravedad de una acción mala, no pueden cambiar la especie moral.
-    Además cada uno conoce las dificultades de valorar todas las consecuencias y todos los efectos buenos o malos de los propios actos.

El error del proporcionalismo esta en concebir la acción como algo meramente físico, colocando la bondad de la misma en la mera intención del sujeto.

El proporcionalismo o el consecuencialismo abrumarían la responsabilidad humana en el sentido de que el hombre antes de obrar tendría que ser consciente de las consecuencias presentes y futuras de sus acciones, algunas de ellas desconocidas.

El hombre no puede obrar con un conocimiento exacto de todas las consecuencias de sus acciones. Se le puede pedir que obre bien de acuerdo con el objeto de su acción y de su finalidad subjetiva, no más.

El elemento primario y decisivo para el juicio moral es el objeto del acto humano, el cual decide sobre su “ordenabilidad” al bien y al fin último que es Dios. Tal ordenabilidad es aprendida por la razón en el mismo ser del hombre, considerado en su verdad integral.

La razón testimonia que existen objetos del acto humano que se configuran como “no ordenables” a Dios, porque contradicen radicalmente el bien de la persona, creada a su imagen.

Son los actos que en la tradición moral de la Iglesia han sido denominados “intrínsecamente malos”: los son siempre y por si mismos, por su objeto, independientemente de las ulteriores intenciones de quien actúa y de las circunstancias.

LAS FUENTES DE LA MORAL

Objeto Moral

Aquello a lo que la acción tiende de suyo. Es lo que otorga al acto su primera y esencial moralidad, de modo que las acciones son buenas o malas en si mismas por razón de su objeto.

El objeto moral es una finalidad objetiva incorporada en la acción. La tradición escolástica lo llamaba finis operis (fin inmediato que da significado al obrar). Por ejemplo, la anticoncepción esta prohibida como intrínsecamente mala, por lo tanto también la píldora anticonceptiva. Sin embargo cabe tomar la píldora como reguladora del ciclo de la mujer. En ese caso el objeto físico sigue siendo la píldora pero el objeto formal es la regulación del ciclo y no la anticoncepción.

Dice el Catecismo: “el objeto elegido es un bien hacia el cual tiende deliberadamente la voluntad. Es la materia de un acto humano. El objeto conocido especifica moralmente el acto del querer, según que la razón lo reconozca y juzgue conforme o no conforme al bien verdadero”.

El objeto de un acto es una elección finalizada. Eligiendo una acción, el sujeto moral hace propio un significado objetivo que radica en el acto y que asume como fin o como medio para cualquier otra finalidad.

La razón práctica es la que convierte al objeto en objeto formal de la voluntad, en cuanto que lo presenta como contrario a la virtud o al bien de la persona.

El objeto moral de la acción no es el objeto considerado solo desde el punto de vista físico, sino en el sentido moral, en cuanto que contraria el bien propio de l persona.

La moral se ocupa solo de las acciones deliberadas de la voluntad, de aquellas que la voluntad hace suyas después que la razón practica las ha considerado conformes o no conformes a la ley natural, conformes o no al bien de la persona.

El fin

Es el objetivo al cual el agente ordena su actuar, lo que quiere conseguir por medio de la acción o las acciones escogidas; es el motor principal de la acción.

El fin puede ser la intención subjetiva (finis operantis) con la que obra el sujeto. La intención es un elemento esencial en la calificación moral de la acción, por estar ligada a la fuente voluntaria de la acción y por determinarla en razón del fin.

El fin es el término primero de la intención y designa el objetivo buscado en la acción. La intención es un movimiento de la voluntad hacia su fin; apunta al bien esperado de la acción emprendida. Para que la acción sea buena, se requiere que el objeto y la finalidad subjetiva sean buenos. El hombre tiene que orientar toda su acción en el respeto a la dignidad sagrada de la persona humana; moralmente no podrá aceptar nada que la dañe o destruya.

Si el objeto de nuestra acción implica un mal para la persona, desmiente la buena finalidad subjetiva con la que se haga tal acción. Si la finalidad es mala también hace mala una acción de suyo buena por el objeto.

Si la acción es mala por su objeto, no puede quedar legitimada por una buena intención. El fin no justifica los medios.

La Veritatis splendor afirma: “si los actos son intrínsecamente malos, una intención buena puede atenuar su malicia pero no suprimirla, son actos irremediablemente malos.

Las circunstancias o las intenciones no podrán transformar un acto intrínsecamente deshonesto por su objeto, en un acto subjetivamente honesto o justificable. Tanto el objeto (finis operis) como la finalidad (finis operantis) han de realizar el bien de la persona.

Las circunstancias

Las circunstancias, comprendidas en ellas las consecuencias, son los elementos secundarios del acto moral. Contribuyen a agravar o disminuir la bondad o la malicia moral de los actos humanos, pero no pueden hacer que un acto bueno sea malo o viceversa; ni siquiera pueden cambiar la especie moral de un acto.

Pueden atenuar o aumentar la responsabilidad del que obra, pero no pueden hacer ni buena ni justa una acción que de suyo es mala.

Se refieren al quien es el que obra, la cantidad o calidad del objeto, el lugar de la acción, los medios empleados, modo moral con que se realiza la acción, duración o momento determinado, motivos secundarios o añadidos que se dan a la acción, etc.

ÉTICA DE LOS VALORES

En los últimos años se ha hablado de una ética de los valores y muchos han postulado que se fundamente en ellos la ética y la moral.

El hombre considera valor (o bien) “algo que en algún aspecto tiene significación positiva para el (le favorece)”. Experimenta algo como valor en cuanto que lo necesita para vivir en los diversos ámbitos de la vida. El problema fundamental radica en donde fundamentar los valores.

La filosofía de los valores concedía a los mismos un campo propio, de modo que no serian aprendidos por la razón sino por el sentimiento o la sensibilidad emotiva.

La moral clásica considera el bien como un trascendental del ser, en la filosofía de los valores no se parte del ser en general, sino del bien en si mismo o del valor o del sujeto que valora.

Se da en la filosofía de los valores una reacción contra el objetivismo naturalista de este siglo que no conoce otro valor que lo empíricamente verificable.

El hombre moderno condicionado por la técnica, ha perdido una serie de valores que lo conducen a su propia destrucción.

Hablar de valor es complejo y variado, son muchas las perspectivas filosóficas desde las que se le aborda. Se da una perspectiva idealista, que hace del valor un ideal, una utopía. Se encuentra también una interpretación sociológica de los valores, en cuanto están fundados en las tendencias o deseos del sujeto; y una interpretación psicológica en cuanto se basan en juicios morales recibidos de la cultura o sociedad.

Importante es la interpretación hecha por la fenomenologia de Scheler y Hartmann, que atribuye a los valores una especie de autonomía diferente a las esencias particulares de las cosas; se captan no por la inteligencia sino por la intuición emocional.

Scheler propugna una moral fundada en un conjunto de valores que son a priori e independientes del ser. Fundamenta los valores en la intencionalidad de los sentimientos espirituales, sin asignarles un fundamento metafísico. Pretende crear valores subjetivos al margen de la objetividad.

Se originaria un amplio subjetivismo, por lo cual se ha postulado una fundamentacion objetiva de los valores en el ser. El valor fundamental de la ética es la persona. La persona radica en una naturaleza corpóreo-espiritual de la que emanan exigencias fundamentales. Lo que la satisface, constituye un autentico valor para ella. Es en este sentido un valor objetivo.

Valor es el bien, lo que completa y realiza las exigencias de la naturaleza humana. Habrá valores universales y valores particulares de una cultura debido a la sensibilidad propia de cada pueblo o persona.

A la hora de fundamentar la ética en los valores, estos han de ser los que corresponden a las exigencias fundamentales de la persona humana. El valor señala el “para mi”, el significado que tiene para mi una acción o un objeto determinados; el concepto de “bien” es mas amplio, se refiere a lo que objetivamente perfecciona la naturaleza del hombre le guste o no.

En muchos casos el valor puede coincidir con el bien, pero no siempre es así, pues puede ser algo subjetivo.

“Decía la Humanae vitae:

- “En verdad, si es licito alguna vez tolerar el mal menor a fin de evitar un mal mayor o de promover un bien mas grande, no es licito, ni aun por razones gravísimas, hacer el mal para conseguir el bien, es decir, hacer de un acto positivo de la voluntad lo que es intrínsecamente desordenado y por ello mismo, indigno de la persona humana, aunque con ello se quisiera salvaguardar o promover el bien individual, familiar o social” (HV 14).

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