Corriente que
apareció en la
Iglesia Católica después de la Humanae
vitae (1968, post Concilio Vaticano II).
Se basa en sistemas
morales que niegan la existencia de lo intrínsecamente malo desde la defensa
de la opción fundamental y el proporcionalismo moral.
Ponen la moralidad
en la intención, en la finalidad del sujeto o en la proporción
deseada entre los efectos buenos y malos.
ÉTICA DE
SITUACIÓN
Surge en los años
cincuenta terminada la segunda guerra mundial, que trastorno los valores y las
relaciones familiares y sociales. Aumentaron las situaciones excepcionales que
no podían reducirse a los hechos clásicos de los manuales.
El influjo
protestante fue importante. La moralidad de la situación sustituye a la
moralidad de la ley.
Otro influjo fue la
filosofía existencialista con su rechazo de la esencia humana dada en pro de la
que se hace (Sartre, Buber, Ebner). Se valora más el aspecto personal de la
decisión moral del individuo en perjuicio de su aspecto universal.
Definición
Concepción
filosófica y teológica que consiste en que no se puede determinar lo que es
bueno o malo partiendo de normas generales y abstractas validas para todos
los casos, sino solo a través de una situación determinada con la que se
encuentra la persona concreta.
Dado que esta
situación es única para cada uno e irrepetible, no es generalizable. Los
preceptos generales abstractos no tienen valor normativo o al menos ningún
valor normativo absoluto.
Características
de la situación
-
Facticidad: El hombre esta situado en unas coordenadas concretas.
-
Unicidad: La situación solo vale para una persona.
-
Variabilidad: El hombre no posee una naturaleza inmutable, sino que se da en la
historia.
Con la ética de
situación no hay posibilidad de establecer una moral objetiva de valor
universal. El problema que plantea es si junto con las circunstancias diversas
se da también en el hombre una naturaleza común de la que puedan surgir
exigencias fundamentales y permanentes.
Las circunstancias
son cambiantes y singulares, y pueden contribuir a aumentar o disminuir la
responsabilidad de un acto, pero por si solas no cambian la moralidad del acto;
existiendo lo intrínsecamente malo, no hay circunstancia que lo haga bueno.
Existe una
naturaleza humana permanente y común a todos los hombres de la que emanan
exigencias concretas y permanentes.
INTERVENCIÓN
DE PÍO XII
Se queja el Papa
que dicha moral pretende establecer un “nuevo orden de valores”. La clave de
dicha moral consiste en la separación entre conciencia y norma, propugnando un
tipo de conciencia individualista cerrada en si misma y convertida en arbitro
absoluto de sus determinaciones.
En este tipo de
moral se rechaza la existencia de normas universales. El Papa responde diciendo
que la ley moral se basa en la naturaleza humana y sus relaciones esenciales
teniendo por ello valor universal.
Rechaza la
autonomía de la conciencia, que esta supeditada a las exigencias del bien
moral. Afirma la existencia de lo intrínsecamente malo, aunque no utiliza este
termino.
Pío XII capto la
influencia nefasta que podía tener esta moral de situación. Con el tiempo se
habría de llegar, en el campo católico, a la negación explicita de lo
intrínsecamente malo y a la defensa de la conciencia como fuente de moralidad.
RAÍCES DE LA CRISIS MORAL DEL
POST-CONCILIO
Influencia de
AJT Robinson
Acuñó el termino “nueva
moral”. Propugna una revolución total en el campo de la moral. Cristo no
propone leyes para que sean cumplidas en todas las circunstancias ni da normas
universales validas. Lo que el Evangelio exige es el amor.
Los mandamientos
son normas coyunturales que cambian con el tiempo. La moral no ha de fundarse en normas universales sino en el amor
incondicional que en cada momento tiene su particular modo de expresión y de
concreción, porque ha de contar siempre con la situación concreta.
Autonomía de
la moral
Debido a los
problemas surgidos particularmente en el plano de la vida sexual y de la
bioética, los moralistas del post-concilio buscaron una fundamentacion racional
de la moral.
Postularon la
existencia de una ética autónoma, separada de la fundamentacion última de
Cristo y basada en un antropocentrismo que habría de privilegiar la conciencia
individual frente a la ley natural. Se postula una moral personalista que
entiende al hombre al margen de toda referencia a Dios, en la medida en que se
trataría de una autonomía laica de la moral.
Haring defiende un personalismo cristiano que alcanza su plenitud en Cristo,
pero que no se reduce a la aplicación de las normas sino que se realiza en una
responsabilidad en la libertad y fidelidad creadoras. Rechazo la Encíclica Humanae
vitae.
M. Vidal sostiene que la ética racional
ha de basarse en la autonomía de la persona humana. La ética ha de fundarse
en la racionalidad al margen de toda heteronomia. Solo posteriormente cabe que
el hombre religioso desde la fe, de un sentido religioso a esa ética y una
dimensión ulterior de dialogo con Dios. El proyecto cristiano es vivir desde la
fe la autonomía humana.
R. Flecha se muestra partidario de una ética civil separada de lo religioso,
admitiendo al hombre como medida de todas las cosas. Su punto de referencia es
la persona concreta y la humanización del mundo desde una perspectiva
secularizada. La ética secular no acepta a Dios como fundamento y termino de
los valores humanos. Dios queda al margen.
Fuchs distingue entre normas trascendentales, las que delimitan la opción
fundamental ultima; y normas categoriales o preceptos que aparecen en el Nuevo
Testamento y que están condicionadas históricamente y han de ser entendidas
como ejemplos de una actitud valida entonces pero que hoy ha cambiado.
Moral de la
persona, no de la naturaleza
Ha tenido lugar en
gran parte del proceso de la teología moral actual un giro antropocéntrico al
estilo kantiano. Se olvidan las exigencias de la naturaleza que Dios ha creado
y conferido a todo hombre, base de toda moral. Se pretende que el hombre sea el
que interprete desde si mismo el valor moral.
El nuevo modelo de la moral sitúa en el centro del sistema ético a la
persona. El hombre es el “sujeto” de la moral y el “objeto”
de las valoraciones éticas. La persona
humana es desligada de la naturaleza. Esta visión personalista se funda
en una sola persona humana como centro y lugar de los valores humanos. De su
compromiso han de emanar los criterios de valoración moral.
La
conciencia, fuente de la moral
Se hace de la
conciencia el valor fundamental de la moral. Seria la que decidiera por si
misma la pauta a seguir en moral. La conciencia es la misma persona en cuanto
se clarifica a si misma y expresa el mundo valorativo.
La moral de las
reglas generales es meramente indicativa; el verdadero imperativo se expresa en
el juicio de la conciencia personal. La conciencia no es la voz de la verdad
sino de la persona. El discernimiento ético se instala preferentemente en la
opción fundamental de la persona y desde ella orienta todo el dinamismo moral
humano.
Moral de
actitudes y de opción fundamental
La opción
fundamental es uno de los conceptos básicos de la nueva moral. Es aquella
opción por la que el hombre orienta su vida respecto a Dios, de los demás y de
los valores éticos. Representa la orientación de toda la vida hacia el fin.
La opción
fundamental se refiere al concepto de toda la existencia. Es una decisión que abarca
totalmente al hombre, dando orientación y sentido a la vida. Es el “si” o el
“no” de la persona. Es una decisión fundamental de entrega (de fe) o de
clausura (endiosamiento, egoísmo, soberbia)
Boyle señala tres elementos específicos que califican la perspectiva de la
opción fundamental:
- Proviene del núcleo íntimo de la persona en su
capacidad de autodeterminarse
completamente
como persona.
- No tiene como objeto acciones particulares, sino el yo
mismo en su relación con Dios.
- No se trata de una acción como las otras y entre las
otras, sino de una actitud básica de
cuyo origen no
se puede tener un conocimiento pleno.
Según esto pecado
mortal es aquel que coincide con una opción fundamental negativa. No se
mide por actos aislados sino por la intensidad que la persona pone en el, por
la opción fundamental mas que por el objeto material.
Para Fuchs,
el acto moral negativo (pecado) es mortal y grave cuando el sentido de
negación de Dios, propio de todo acto pecaminoso, brota del hombre como del centro
de su persona.
Vidal postula la separación de gravedad y mortalidad. La gravedad de
un acto moral que depende de consideraciones de tipo histórico-cultural y esta
sujeta a cambio. La mortalidad depende de la relación con el fin último,
del compromiso definitivo cristiano. El pecado mortal solo puede ser visto en
la perspectiva de la opción fundamental.
Flecha admite la triple división de los pecados en veniales, graves y
mortales, haciendo coincidir el pecado mortal con la opción fundamental en la medida
en que fuera deshumanizadora e interrumpiera la referencia a la verdad última.
Veritatis splendor
Se ha hecho eco de
la opción fundamental como sistema que fundaría la moral. Resume el pensamiento
de algunos autores modernos:
- “Proponen una
revisión radical de la relación entre persona y actos. Hablan de una libertad
fundamental, mas profunda y diversa de la libertad de elección, sin cuya
consideración no se podrían comprender y valorar correctamente los actos
humanos”.
- “La función clave
en la vida moral habría que atribuirla a una opción fundamental, actuada por
aquella libertad fundamental mediante al cual la persona decide globalmente
sobre si misma en forma trascendental y atemática”.
- “Se reserva la
calificación propiamente moral de la persona a la opción fundamental,
sustrayéndola (o atenuándola) a la elección de los actos particulares y de los
comportamientos concretos”
Teologismo
proporcionalista y consecuencialista
La critica que hizo
(1965) Knauer al principio del doble efecto y que condujo al
proporcionalismo moral, contribuyo a la formación de la nueva moral. El
principio del doble efecto jugaba un papel importante en la moral católica para
casos difíciles. Su aplicación requería:
- Que se tratara de una acción en si buena o al menos
indiferente por su objeto.
- Que los efectos no estuvieran ligados entre si; era
preciso que los dos brotaran paralelamente o el malo naciera del bueno.
- Que el efecto malo no fuera querido en si
mismo.
- Que se diera una proporción razonable entre el
efecto bueno y el malo.
Knauer postulo que para que se emplee bien el principio, basta con que haya
proporción entre el efecto bueno y el malo y solo se busque el bueno.
Para obrar tiene
que darse una proporción entre los fines que se pretende conseguir y los fines
que percibe el agente (teleologismo) frente a los propios del objeto que
pertenecen al orden premoral o físico.
Si la intención del
sujeto es buena porque busca fines buenos, la ejecución de una acción que tiene
como objeto un mal premoral de orden físico, por ejemplo la anticoncepción,
esta quedaría justificada.
Al hacer el balance
de las consecuencias de una acción, puede darse un juicio recto o equivocado,
pero no moral todavía. Se pasa del nivel premoral al moral cuando la intención,
la voluntad del sujeto, hace suya el mayor número de bienes surgidos de la
acción, y será mala moralmente si elige el número menor de las mismas.
Si la intención
libre de la voluntad quiere e intenta las consecuencias buenas
proporcionalmente superiores a las malas, y estas solo se permiten y toleran
pero no se las quiere, el acto es moralmente bueno (no solo correcto). Surge el
bien propiamente moral y el efecto bueno se convierte en voluntario directo y
el malo en indirecto.
Si las
consecuencias malas son proporcionalmente inferiores a las buenas y el acto se
quiere y realiza, entonces el acto es malo moralmente, ha surgido el mal moral
y el efecto malo se convierte en voluntario directo.
H.M. Van Der
Marck, defensor del consecuencialismo intersubjetivo, hace de la
intersubjetividad (intención en cuanto se hace corporeidad) la esencia y la
naturaleza del hombre. La moralidad para
Van Der Mack no se determina sino en relación con el fin, y el fin del hombre
no es sino la intersubjetividad. Esta no consiste en vínculos morales entre el
yo y el tú, sino en hechos físicos extrasubjetivos en cuanto que la intención
subjetiva se expresa por medio del cuerpo. Así la moralidad depende de los
medios que varían social y culturalmente.
McCormick, exponente del proporcionalismo moral, dice que la moralidad no
se puede basar en medios que cambian social y culturalmente. La sociedad no es
fuente de moralidad. La moralidad se basa en el telos del sujeto,
es decir, en el cálculo de los efectos del acto, de modo que el sujeto hace
suya con su voluntad el mayor número de bienes que se deducen del mismo. El mal
permitido seria óntico o físico, algo premoral.
- El “teleologismo”
como método de reencuentro de la norma moral, puede ser llamado
“consecuencialismo” o “proporcionalismo”.
- El primero
pretende obtener los criterios de la rectitud de un obrar determinado solo del
cálculo de las consecuencias que se prevé pueden derivarse de la ejecución de
una decisión.
- El segundo
ponderando entre si los valores y los bienes que persiguen, se centra en la
proporción reconocida entre los efectos buenos o malos, en vista del bien mayor
o del mal menor, que sean efectivamente posibles en una situación determinada.
Las teorías éticas
teleológicas, aun reconociendo que los valores morales son señalados por la
razón y la revelación, no admiten que se pueda formular una prohibición
absoluta de comportamientos determinados que, en cualquier circunstancia y cultura,
contrasten con aquellos valores.
Lo
intrínsecamente malo
Solo si mantenemos
que el hombre tiene una naturaleza compuesta de cuerpo y alma (creada
directamente por Dios) cabe mantener el valor trascendente de la persona y
fundar una moral objetiva y de valor universal. Será malo todo lo que
contradiga la dignidad de la persona humana, y bueno lo que la lleve a su
perfección.
La moral cristiana
señaló desde un principio como intrínsecamente malo no respetar la vida humana,
usar la sexualidad fuera del matrimonio y degradar el lenguaje con la mentira.
Pinckaers distingue tres etapas en la cuestión de los actos intrínsecamente
malos a lo largo de la historia:
- Desde los
Padres hasta el siglo XIII: la moralidad intrínseca de los actos humanos
descansa sobre el fundamento sólido de la ley revelada y la ley natural. Los
Santos padres hablan unánimemente de la ley natural. San Agustín y sobre todo
santo Tomas hacen referencia fundamental a ella.
- Segundo
periodo con la crisis provocada por el nominalismo. Pone el criterio de la
moralidad en la mera obligación de la ley moral que depende en exclusiva de la
voluntad divina.
- Tercera etapa
marcada por la reacción escolástica al nominalismo. Se recupera el valor de la
ley natural pero se sigue manteniendo la moralidad formal en la obligación
legal de los mandamientos.
Si bien la
expresión “intrínsecamente malo” no existe en la alta escolástica, existen
expresiones equivalentes que tienden a decir lo mismo. A la hora de establecer
lo intrínsecamente malo, se estará tocando siempre el tema de la ley natural.
La posición que se tome sobre ella repercute inmediatamente sobre la cuestión
de lo intrínsecamente malo y viceversa.
Los autores que
niegan la existencia de lo intrínsecamente malo acuden a la imposibilidad de
captar el valor permanente de las normas. Para ellos, las realidades
permanentes y universales están insertas en la historia y no se las podría
presentar en un pretendido valor inmutable y universal.
Nadie con sentido
común puede negar el valor trascendente de la persona humana, compuesta de
cuerpo y alma. Será intrínsecamente bueno lo que favorece la realización de la
persona humana y malo aquello que la destruya o dañe en su dignidad.
JUICIO SOBRE
LOS NUEVOS SISTEMAS MORALES
Opción
fundamental
El primer error que
presenta la teoría de la opción fundamental que rechaza la existencia de lo
intrínsecamente malo y grave, es caer en un claro subjetivismo.
El único punto de
referencia para la moral seria el polo subjetivo de un mayor o menor compromiso
de la persona, pudiendo cometer atropellos objetivos siempre y cuando la opción
fundamental fuera positiva.
Dicha teoría
representa un cierto dualismo antropológico, en cuanto pretende la existencia
de una opción puramente interior y atemática que no tiene que ver con las
elecciones categoriales que se hacen con los objetos.
Según la doctrina
de la Iglesia ,
el pecado mortal que se opone a Dios no consiste en la sola resistencia formal
y directa al precepto de la caridad; se da también en la oposición al amor
autentico incluida en toda trasgresión deliberada, a cualquiera de las leyes
morales.
Juan Pablo II decía: “Llamamos pecado mortal al acto mediante el cual el hombre con
libertad y conocimiento rechaza a Dios, su ley, la alianza de amor que Dios le
propone, prefiriendo volver a si mismo,
a una realidad creada y finita, a algo contrario a la voluntad divina.
El Papa no aceptaba
la triple división de los pecados en leves, graves y mortales. Todo pecado
voluntario y consciente en materia grave es mortal y priva al hombre de l vida
de la gracia.
- Teorías contrarias a la enseñanza bíblica que concibe
la opción fundamental como una verdadera y propia elección de la libertad y
vincula profundamente esta elección a los actos particulares.
- Mediante la elección fundamental, el hombre orienta su
vida y con la ayuda de la gracia, tiende a su fin siguiendo la llamada divina.
-
Esta capacidad se ejerce en las
elecciones particulares de los actos determinados, mediante los cuales el
hombre se conforma deliberadamente con la voluntad, la sabiduría y la ley de
Dios.
- La llamada opción fundamental, en la medida en que se
diferencia de una intención genérica y, por ello, no determinada en una forma
vinculante de la libertad, se actúa siempre mediante elecciones conscientes y
libres.
-
La opción fundamental es revocada
cuando el hombre compromete su libertad en elecciones conscientes de sentido
contrario, en materia moral grave.
-
Separar la opción fundamental de
los comportamientos concretos significa contradecir la integridad sustancial o
la unidad personal del agente moral en su cuerpo y en su alma.
-
Una opción fundamental entendida
sin considerar las potencialidades que pone en acto y las determinaciones que
la expresan, no hace justicia a la finalidad racional inmanente al obrar del
hombre y a cada elección deliberada.
-
La moralidad de los actos humanos
no se reivindica solo por la intención, por la orientación u opción
fundamental, interpretada en el sentido de una intención vacía de contenidos
vinculantes precisos o de una intención a la que no corresponde un esfuerzo
real en las diversas obligaciones de la vida moral.
-
La moralidad no puede ser juzgada
si se prescinde de la conformidad u oposición de la elección deliberada de un
comportamiento concreto respecto a la dignidad y a la vocación integral de la
persona humana.
-
Toda elección implica siempre una
referencia de la voluntad deliberada a los bienes y a los males indicados por
la ley natural como bienes que hay que conseguir y males que hay que evitar.
Teleologismo
consecuencialista
Este sistema moral,
emparentado con el proporcionalismo, trata de fundamentar la moral en la
intención o finalidad del creyente al margen de la bondad o maldad del objeto
de la misma.
F. Bockle quiere fundar la moral en los fines subjetivos del agente. La
moralidad de la acción, deriva de las consecuencias exteriores de la misma en
cuanto responsablemente previstas y queridas como fin de la misma acción.
No se puede hablar
por tanto de preceptos universalmente validos. No existen acciones
absolutamente malas en si mismas. Todo depende de las consecuencias que de tal
acción se deriven y prevea su autor, de los fines que se busquen con semejante
acción.
-
La consideración de las
consecuencias, así como de las intenciones, no es suficiente para valorar la
cualidad moral de una elección concreta.
-
La ponderación de los bienes y los
males previsibles como consecuencia de una acción no es un método adecuado para
determinar si la elección de aquel comportamiento es “según su especie” o “en si
misma”, moralmente buena o mala, licita o ilícita.
-
Las consecuencias previsibles
pertenecen a aquellas circunstancias del acto que, aunque puedan modificar la
gravedad de una acción mala, no pueden cambiar la especie moral.
-
Además cada uno conoce las dificultades
de valorar todas las consecuencias y todos los efectos buenos o malos de los
propios actos.
El error del
proporcionalismo esta en concebir la acción como algo meramente físico,
colocando la bondad de la misma en la mera intención del sujeto.
El proporcionalismo
o el consecuencialismo abrumarían la responsabilidad humana en el sentido de
que el hombre antes de obrar tendría que ser consciente de las consecuencias
presentes y futuras de sus acciones, algunas de ellas desconocidas.
El hombre no puede
obrar con un conocimiento exacto de todas las consecuencias de sus acciones. Se
le puede pedir que obre bien de acuerdo con el objeto de su acción y de su
finalidad subjetiva, no más.
El elemento
primario y decisivo para el juicio moral es el objeto del acto humano, el cual
decide sobre su “ordenabilidad” al bien y al fin último que es Dios. Tal
ordenabilidad es aprendida por la razón en el mismo ser del hombre, considerado
en su verdad integral.
La razón testimonia
que existen objetos del acto humano que se configuran como “no ordenables” a
Dios, porque contradicen radicalmente el bien de la persona, creada a su
imagen.
Son los actos que
en la tradición moral de la
Iglesia han sido denominados “intrínsecamente malos”: los son
siempre y por si mismos, por su objeto, independientemente de las ulteriores
intenciones de quien actúa y de las circunstancias.
LAS FUENTES
DE LA MORAL
Objeto Moral
Aquello a lo que la
acción tiende de suyo. Es lo que otorga al acto su primera y esencial
moralidad, de modo que las acciones son buenas o malas en si mismas por razón
de su objeto.
El objeto moral es
una finalidad objetiva incorporada en la acción. La tradición escolástica lo
llamaba finis operis (fin inmediato que da significado al obrar).
Por ejemplo, la anticoncepción esta prohibida como intrínsecamente mala, por lo
tanto también la píldora anticonceptiva. Sin embargo cabe tomar la píldora como
reguladora del ciclo de la mujer. En ese caso el objeto físico sigue siendo la
píldora pero el objeto formal es la regulación del ciclo y no la
anticoncepción.
Dice el Catecismo:
“el objeto elegido es un bien hacia el cual tiende deliberadamente la voluntad.
Es la materia de un acto humano. El objeto conocido especifica moralmente el
acto del querer, según que la razón lo reconozca y juzgue conforme o no
conforme al bien verdadero”.
El objeto de un
acto es una elección finalizada. Eligiendo una acción, el sujeto moral hace
propio un significado objetivo que radica en el acto y que asume como fin o
como medio para cualquier otra finalidad.
La razón práctica
es la que convierte al objeto en objeto formal de la voluntad, en cuanto que lo
presenta como contrario a la virtud o al bien de la persona.
El objeto moral de
la acción no es el objeto considerado solo desde el punto de vista físico, sino
en el sentido moral, en cuanto que contraria el bien propio de l persona.
La moral se ocupa
solo de las acciones deliberadas de la voluntad, de aquellas que la voluntad
hace suyas después que la razón practica las ha considerado conformes o no
conformes a la ley natural, conformes o no al bien de la persona.
El fin
Es el objetivo al
cual el agente ordena su actuar, lo que quiere conseguir por medio de la acción
o las acciones escogidas; es el motor principal de la acción.
El fin puede ser la
intención subjetiva (finis operantis) con la que obra el sujeto. La
intención es un elemento esencial en la calificación moral de la acción, por
estar ligada a la fuente voluntaria de la acción y por determinarla en razón
del fin.
El fin es el término
primero de la intención y designa el objetivo buscado en la acción. La
intención es un movimiento de la voluntad hacia su fin; apunta al bien esperado
de la acción emprendida. Para que la acción sea buena, se requiere que el
objeto y la finalidad subjetiva sean buenos. El hombre tiene que orientar toda
su acción en el respeto a la dignidad sagrada de la persona humana; moralmente
no podrá aceptar nada que la dañe o destruya.
Si el objeto de
nuestra acción implica un mal para la persona, desmiente la buena finalidad
subjetiva con la que se haga tal acción. Si la finalidad es mala también hace
mala una acción de suyo buena por el objeto.
Si la acción es
mala por su objeto, no puede quedar legitimada por una buena intención. El fin
no justifica los medios.
Las circunstancias
o las intenciones no podrán transformar un acto intrínsecamente deshonesto por
su objeto, en un acto subjetivamente honesto o justificable. Tanto el objeto (finis
operis) como la finalidad (finis operantis) han de realizar el bien
de la persona.
Las
circunstancias
Las circunstancias,
comprendidas en ellas las consecuencias, son los elementos secundarios del acto moral. Contribuyen a agravar o
disminuir la bondad o la malicia moral de los actos humanos, pero no pueden
hacer que un acto bueno sea malo o viceversa; ni siquiera pueden cambiar la
especie moral de un acto.
Pueden atenuar o
aumentar la responsabilidad del que obra, pero no pueden hacer ni buena ni
justa una acción que de suyo es mala.
Se refieren al quien
es el que obra, la cantidad o calidad del objeto, el lugar de
la acción, los medios empleados, modo moral con que se realiza la
acción, duración o momento determinado, motivos secundarios o añadidos
que se dan a la acción, etc.
ÉTICA DE LOS
VALORES
En los últimos años se ha hablado de una ética de los valores y muchos
han postulado que se fundamente en ellos la ética y la moral.
El hombre considera valor (o bien) “algo que en algún aspecto tiene
significación positiva para el (le favorece)”. Experimenta algo como valor en
cuanto que lo necesita para vivir en los diversos ámbitos de la vida. El problema
fundamental radica en donde fundamentar los valores.
La filosofía de los valores concedía a los mismos un campo propio, de
modo que no serian aprendidos por la razón sino por el sentimiento o la
sensibilidad emotiva.
La moral clásica considera el bien como un trascendental del ser, en la
filosofía de los valores no se parte del ser en general, sino del bien en si
mismo o del valor o del sujeto que valora.
Se da en la filosofía de los valores una reacción contra el objetivismo
naturalista de este siglo que no conoce otro valor que lo empíricamente
verificable.
El hombre moderno condicionado por la técnica, ha perdido una serie de
valores que lo conducen a su propia destrucción.
Hablar de valor es complejo y variado, son muchas las perspectivas filosóficas
desde las que se le aborda. Se da una perspectiva idealista, que hace
del valor un ideal, una utopía. Se encuentra también una interpretación
sociológica de los valores, en cuanto están fundados en las tendencias o
deseos del sujeto; y una interpretación psicológica en cuanto se basan
en juicios morales recibidos de la cultura o sociedad.
Importante es la interpretación hecha por la fenomenologia de Scheler
y Hartmann, que atribuye a los valores una especie de autonomía diferente a
las esencias particulares de las cosas; se captan no por la inteligencia sino
por la intuición emocional.
Scheler propugna una moral fundada en un conjunto de valores que son a
priori e independientes del ser. Fundamenta los valores en la intencionalidad
de los sentimientos espirituales, sin asignarles un fundamento metafísico.
Pretende crear valores subjetivos al margen de la objetividad.
Se originaria un amplio subjetivismo, por lo cual se ha postulado una
fundamentacion objetiva de los valores en el ser. El valor fundamental de la ética
es la persona. La persona radica en una naturaleza corpóreo-espiritual de la
que emanan exigencias fundamentales. Lo que la satisface, constituye un
autentico valor para ella. Es en este sentido un valor objetivo.
Valor es el bien, lo que completa y realiza las exigencias de la
naturaleza humana. Habrá valores universales y valores particulares de una
cultura debido a la sensibilidad propia de cada pueblo o persona.
A la hora de fundamentar la ética en los valores, estos han de ser los
que corresponden a las exigencias fundamentales de la persona humana. El valor
señala el “para mi”, el significado que tiene para mi una acción o un objeto
determinados; el concepto de “bien” es mas amplio, se refiere a lo que
objetivamente perfecciona la naturaleza del hombre le guste o no.
En muchos casos el valor puede coincidir con el bien, pero no siempre es
así, pues puede ser algo subjetivo.
“Decía la Humanae
vitae:
- “En verdad, si es
licito alguna vez tolerar el mal menor a fin de evitar un mal mayor o de
promover un bien mas grande, no es licito, ni aun por razones gravísimas, hacer
el mal para conseguir el bien, es decir, hacer de un acto positivo de la
voluntad lo que es intrínsecamente desordenado y por ello mismo, indigno de la
persona humana, aunque con ello se quisiera salvaguardar o promover el bien
individual, familiar o social” (HV 14).
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