DELIMITACION
CONCEPTUAL: DOCTRINA SOCIAL, SISTEMA SOCIAL, PRINCIPIOS SOCIALES
Doctrina
social
La doctrina social
significa noción e idea relativas a la esencia y el objeto de la sociedad. Es
por tanto idéntica a la ética social. En la expresión doctrina social queda
mejor expresado el carácter axiológico de la teoria de la sociedad, ya que el
termino “doctrina” se emplea en el sentido de una teoria de los valores
construidos teniendo en cuenta la vida practica.
El concepto de la
doctrina social abarca la más amplia gama de todos los conceptos en cuestión.
Comprende todo lo que se ha llegado a saber de los valores sociales.
Sistema social
Dentro de la
doctrina social se manifiesta un valor fundamental con carácter tan
sobresaliente que se convierte en punto de partida y fin de todas las acciones
y empresas sociales. Este valor es el que caracteriza
a la teoria de la sociedad, el que constituye el sistema social.
El sistema social no
significa otra cosa que una sistematización de todos los valores de la sociedad
en trono a un valor único, que se convierte en la práctica en punto de partida
y fin de la cooperación social. La organización de un sistema social se lleva a
cabo concretando la doctrina social hasta donde sea practicable, poniendo de
relieve un valor central que hay que aplicar a la realidad. El sistema social
es “expresión” o “caracterización” de una doctrina social.
En este sentido el
personalismo es el sistema social cristiano, la expresión y característica de
la doctrina social cristiana.
En todos los
tiempos los moralistas sociales cristianos han considerado a la persona humana
como centro del bien común y con ello como objetivo fundamental de la actividad
social. Pero no siempre se interpreto en todos los ámbitos de la vida social la
autodeterminacion de la persona como derecho fundamental del ser en común, tal
como se debe hacer. Por eso se puede afirmar que el personalismo como sistema
social no se ha ideado y elaborado de manera consecuente hasta tiempos
modernos.
Principios Sociales
La realización del
mencionado valor central, que ha sido elaborado por el sistema social, tiene
efecto a partir de los llamados principios sociales. Estos son leyes normativas
sobre cuya base se regulan las relaciones entre individuo y comunidad.
En la sistemática
de la ética social, los principios sociales corresponden al tratado sobre la
estructuración de las acciones sociales, mientras que el sistema social
constituye la última síntesis del tratado relativo al bien común. Los
principios sociales resultan en última instancia de la esencia de la sociedad,
y con ello del bien común.
La estrecha
relación entre principio y sistema social a parece con toda claridad en la idea
solidaria de la sociedad. Así se habla tanto de “principio de solidaridad” como
de “solidarismo”. En el primer caso se trata de una regulación de las acciones
sociales, por tanto de un principio social. Con el segundo término se alude a
la caracterización del valor central de la doctrina social, esto es, del
sistema social.
El solidarismo
(como sistema social) se identifica realmente con el personalismo.
El principio de la
solidaridad resulta, como el principio de subsidiariedad, del personalismo.
Mientras que el principio de subsidiariedad considera la relación de la
totalidad al individuo, o bien a cada uno de los grupos en particular, por el
contrario en el principio de solidaridad se expresa ante todo el comportamiento
recíproco de los miembros de la sociedad en el ámbito de la totalidad.
NOTAS FUNDAMENTALES DEL PERSONALISMO TAL COMO SE ENTIENDE
EN LA ACTUALIDAD
1. El personalismo tal como se manifiesta
y enseña en la actualidad, se caracteriza por la noción ontológica de la
sociedad. Hay que entender el término ontológico con significado diferente de
ético. La consideración ontológica de la sociedad define el carácter óntico del
fenómeno social, por tanto dirige su atención hacia el elemento estático. La
noción ética se refiere al deber, a aquello que hay que realizar, no sólo al
ser sino al ser perfecto. Se orienta al aspecto dinámico de lo social. Según la
concepción cristiana, no existe ética alguna sin consideración ser, no ideal
alguno sin referencia a la naturaleza. Por esta razón la filosofía cristiana
rechaza la ética de los valores que considera el deber como un ámbito separado
e independizado del ser, que seca al conocimiento propiamente científico. La
filosofía cristiana no puede prescindir del ser, ya que todo deber no es más
que un deber del ente.
Pero esta idea cristiana
se haya expuesta al peligro de entender el deber de modo naturalista, como si
el deber como tal derivase del ser. El carácter del deber no se deriva del ser
como tal, sino solo de un mandato que nosotros los cristianos no podemos
explicar más que como mandato divino. Evidentemente el contenido del deber toma
su origen del ser.
Quien considere a
la sociedad únicamente a partir del ser, nunca avanzará hasta el valor y el
ideal, esto es, el fin ético y sentido moral de los social. Se le escapará el verdadero
concepto del bien común. Dado que el personalismo moderno toma en consideración
únicamente el ser, no reconoce lo social sino en la sutil entidad de la
relación. Para él las realidades primeras son los múltiples individuos, las
personas individuales, las cuales constituyen el punto de partida de lo social,
ya que lo social, expresa únicamente la relación de muchos entre sí. El moderno
personalismo no se propone rechazar la idea del fin. Por esta razón no se puede
colocar al personalismo moderno dentro de una categoría ajena a la ética, como
ocurre con el naturalismo y positivismo en la filosofía social.
La ontología ve en
la persona el ser singular, el ente aislado en el ámbito de los seres dotados
de razón. Por tanto las personas individuales deben ocupar el punto central de
la ciencia social. La iglesia explica de manera clara y evidente que el hombre
existe con anterioridad al estado y que no es el hombre el que tiene que servir
al estado sino el estado al hombre.
2.
La segunda nota peculiar del personalismo
moderno es: Cierta contraposición entre hombre y estado o entre hombre y
sociedad. O. Nell-Breuning escribió en su artículo “Personalismos”: “La
comunidad entendida como conjunto de personas vinculadas para la unidad moral
del orden está supraordenada a este como a sus miembro individuales, de la
misma manera que lo está el todo a la parte. Pero entendida como una forma
contrapuesta a los miembros personales (contradistinctum) o como orden de unos
miembros personales a otros y de todos ellos entres sí (principio formal de la
comunidad), la comunidad es un valor auxiliar y como tal queda subordinada a
los miembros personales. La relación entre persona y comunidad
(contradistinctio), esto es la contraposición entre el hombre, por una parte,
en el sentido de personas individuales, y por otra la comunidad en el sentido
de unidad de relación de las personas, es lo que confiere el carácter al
personalismo moderno. La definición de la relación entre persona y comunidad
empieza con la contradistinctio. Una regla fundamental viable deberá elaborarse
sobre la base de esta contradistinctio. Solo así se convierte el personalismo
en sistema social en sentido estricto.
3.
Precisamente porque la idea de la
comunidad se refiere en primer termino, en el personalismo, a la persona
individual o a las múltiples personas singulares, se deduce de ello que la
actividad social se designa precisamente y en primer lugar como ontica y no
como ética, en el sentido de que la actividad social designa la activitatis
sociales como actividad de los múltiples individuos, que crean las condiciones
comunes para ayudar a cada uno a conseguir el fin de su vida.
4.
Con esto se explica otro rasgo típico
del personalismo, el de considerar el bien común como un valor de puro servicio
a favor del individuo.
5.
El bien común consiste en la
aptitud de la comunidad y de todas sus instituciones para auxiliar a los
miembros de la comunidad, o al menos para ofrecerles la posibilidad de alcanzar,
mediante el estimulo de sus propias fuerzas, el perfecto desarrollo de su
personalidad y la adquisición del mayor numero posible de valores personales.
6. Como consecuencia resulta el nuevo
concepto de la justicia social como virtud que ha de coordinar a los hombres
como individuos con la sociedad, en su libre desarrollo y ordenados al bien común.
Retorno a la tradición
Los
problemas sociales se sucedieron a un ritmo tan acelerado que los filósofos
cristianos no tuvieron tiempo de meditar acerca de la relación histórica de todas
estas cuestiones con el patrimonio ideológico de la tradición cristiana. Con la
misma celeridad con que surgían los sistemas ideológicos sociales había que
aprontar la respuesta. La encíclica Rerum novarum constituyo en su momento la única
replica valida al socialismo, declarando que el individuo posee un derecho
natural de propiedad privada. La respuesta fue valida en su tiempo y continua siéndolo
ahora.
El
personalismo explicado de la manera que lo enseña la Iglesia , es la refutación
oportuna de toda idea totalitaria y liberal de la sociedad. El estudio de la
ética social de Santo Tomas constituye una ayuda para orientar hacia la
tradición nuestras ideas del orden, tal como las imaginamos en su entronque con
las maneras modernas de plantear el problema con mentalidad cristiana, así como
para saber donde se debe establecer conexión o donde se debe prescindir de
ella. Si se tiene en cuenta que Santo Tomas presenta un esquema supratemporal,
absoluto y puramente ideal, esto es, un esquema del orden de la sociedad
típicamente moral, en cierto modo la imagen ideal de una sociedad en si,
podremos estimar doblemente el valor de su estudio, porque con el nos
capacitamos para determinar el lugar no solo histórico cristiano, sino también
sistemático filosófico de nuestra idea de la sociedad, que oriente siempre
respecto de una idea que jamás se ha de realizar en su pureza, pero que siempre
ha de ser considerada como norte.
La norma primera y suprema
del personalismo cristiano: valor pre-eminente del bien común personal
Es
un hecho que para la ideología ética de toda acción orientada hacia el bien
significa necesariamente un perfeccionamiento para el que obra. Si la persona
humana se esfuerza por conseguir el bien común como bien supremo, no dudara de
que hallara en ello su perfeccionamiento, precisamente como personalidad moral.
Si el bien común significa, en comparación con el bien individual, un bien
preeminente, no se podrá decir que lo personal sea anterior a lo común. No se
trata de la oposición entre “uno” y “muchos” sino de la ponderación de dos
valores que deben constituir el objeto de la acción moral de cada uno de los
hombres.
En
el bien común el individuo se encuentra con su plena singularidad, también con
su semejanza con Dios y, en un sentido mas comprensivo, tal como el se imagina
a si mismo en su ser individual.
Con
la analogía del ser como realidad ontologica se sitúa y se halla, la recta
interpretación del bien común.
Solo
a partir de aquí se comprende que Santo Tomas recoja y reelabore en el sentido
de la analogía del ser el pensamiento aristotélico del bien común como bien mas
divino en comparación con el bien particular. El bien común es el concepto
central el toda la ética de Santo Tomas. Para el Dios es el bien común del universo.
La totalidad del cosmos es el bien común de cada uno de los seres creados.
Según Santo tomas Dios nunca pudo querer lo singular, sino que tuvo primero presente
el bien común. Del mismo modo el bien común de la humanidad debe estar por
encima del bien del individuo y servir al bien común debe ser la máxima alegría
y la suprema felicidad. Por esta razón la justicia legal que orienta al hombre
hacia el bien común, significa al mismo tiempo la virtud general que comprende
todo y que hace a todo útil para el bien común, incluso las virtudes
personales.
El
hombre como persona es una parte del todo, el todo es anterior a el y no el
anterior al todo. Este es el grado supremo del pensamiento social conforme al
personalismo supratemporal cristiano. Esta es la ideología que comienza desde
arriba, en lo universal, para ir descendiendo hacia lo singular.
De
aquí se desprende también que el personalismo no interprete la disposición
personal sobre la propiedad como fundamento ultimo de la distribución de los
bienes objeto de propiedad, sino que coloca siempre el común por encima de la
propiedad privada.
Segunda etapa del pensamiento
personalista
Si
comparamos los individuos entre si, cada uno de ellos con su inmediato y con
los otros, obtenemos un nuevo concepto del bien común. Se distingue la parte
singular de la totalidad de las demás, pero se conserva el concepto
supraordenado del bien común, que comprende en si a todas las partes sin
excepción.
Partiendo
de la antigua justicia legal se penetra en la justicia social inspirada por la
justicia conmutativa. Este punto de vista que particulariza, adquiere
importancia desde el mismo momento en que el individuo humano comprende que
cuando busca su perfección personal “sencillamente sin mas” en la totalidad,
podría ser decepcionado y engañado por la negligencia y la perfidia de los
demás.
En
este plano se mueve una nueva forma del personalismo cristiano: el segundo
momento del pensamiento personalista en el sentido cristiano. También aquí
Santo Tomas hizo su aportación al decir que el hombre no se halla sometido en
todas sus dimensiones al estado.
Tercera etapa del pensamiento
personalista: la polémica en torno al problema “autoridad y libertad”
Si
no se incluyese en la esencia de la sociedad la subordinación respecto a la
autoridad, jamás se llegaría a una concepción religiosa y moral de la
obediencia, tal como la ha expresado por ejemplo San pablo en la Epístola a los Romanos, y
como se ha defendido con insistencia a través de todos los siglos de
cristiandad. Santo Tomas estudia al final de cada uno de sus tratados relativos
a las virtudes, la cuestión referente a cuales sean los preceptos que
corresponden a cada una de las virtudes. En cuanto se afirma la idea filosófico
jurídica de que toda organización de derecho de una sociedad presupone una ley,
y toda ley a su vez una autoridad, se comprenderá que la autoridad no puede
hallarse en contradicción con un concepto sano de la sociedad y tampoco con el
personalismo fundamentado en el derecho natural. La autoridad no puede ser a
priori el látigo que amenaza tan como la presentan algunos autores
personalistas.
En
el momento en que la autoridad existente y concretamente establecida cesa de
garantizar con su autoridad una orientación religioso moral, desaparece también
la base de toda autoridad correspondiente. La sociedad humana tal como existe
en este mundo, no revela esta autoridad. En primer término la autoridad humana
no es infalible, por tanto no esta llamada a imponer su propio juicio al de los
miembros de la sociedad, mientras que la libertad de todos en la
responsabilidad ética sea capaz de cumplir la misión del bien común. En segundo
lugar la sociedad humana actual no posee ya en si un concepto universal
cerrado, ni una perfecta formación de conciencia, de manera que la autoridad
por ella establecida no puede ser a priori la primera norma directriz.
Si
esta sociedad se encontrase sometida a algún individuo o a algún grupo, el
objeto final, es decir, el bien común en su estructura ética, no se hallaría
amenazado sino que estaría ya destruido. En relación con esta idea espiritual y
concreta del hombre no hay otro recurso que partir del punto de vista mas
estrictamente jurídico, el de la justicia de las relaciones, esto es, dejar en
principio al hombre con su libertad y no someterlo a mas limitaciones que las
relaciones con el bien común cuando este pudiera estar amenazado: tanta
libertad como sea posible, tanta autoridad como sea necesaria. Pero siempre continúa
siendo norma directriz el bien común moral, “divino” y preeminente, del mismo
modo que constituye la idea primaria de todo personalismo rectamente entendido.
Resumen – Elementos típicamente cristianos del personalismo
El
personalismo esta caracterizado:
1.
Por un conocimiento de principios
2.
Por un conocimiento de experiencia
La
idea fundamental se refiere a la definición del bien común a muchas personas y
por ello de seres racionales libres, autónomos y con autoridad propia.
El
conocimiento de experiencia no se refiere al ser humano como tal, sino a su existencia
que, aun siendo general, es también concreta. El personalismo se apoya de
manera inconmovible en la idea de que el hombre se siente mas fuertemente
inclinado hacia el bien propio que al bien común. El hombre tal como vive en la
realidad, revela una propensión que en cierto modo se puede calificar de
debilidad natural, a cuidar mejor y más fácilmente del bien individual que del
bien común. Por eso el personalismo considera como una utopía a todo sistema
social edificado sobre el impulso colectivo, esto es, como una exigencia ética
en los hombres que nunca se cumple, o que en todo caso jamás se realiza en la
sociedad estatal. A este conocimiento de la existencia general de la naturaleza
humana se asocia la noción de que no existe quien garantice moral e
intelectualmente el verdadero bien común
personal.
De
estas consideraciones teóricas y prácticas deduce el personalismo el postulado
siguiente: “tanta libertad como sea posible, tanta autoridad como sea
necesaria”.
De
acuerdo con la doctrina de la redención dios habla directamente al hombre, por
lo cual este, como ente moral, se sitúa en gran parte por encima del poder del
estado. La inclinación común al bien propio queda explicada en la teología por
el pecado original y esta explicación teológica supera en mucho al conocimiento
fundado únicamente en la experiencia.
Por
eso es el personalismo el único sistema social, en opinión de los cristianos,
que armoniza sus creencias con la redención. Mas como este personalismo no
pierde su fundamento natural por la fe cristiana, es posible a los cristianos
construir una vida ordenada en el estado sobre la base de este pensamiento,
juntamente con otras personas, incluso con hombres que no sean cristianos, pero
que posean orientación personalista.
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