martes, 29 de julio de 2014

HOMOSEXUALIDAD. Aportación de las ciencias humanas


Aportación de las ciencias humanas

1.      Noción
La homosexualidad es sentido estricto: designa a las personas que realizan actos homosexuales o tienen tendencia a hacerlo.
Hay que distinguir bien “acto” y “tendencia”. Hay actos homosexuales ocasionales (cuarteles, internados, etc.) que no proceden de tendencias profundas. Y existen personas con una tendencia arraigada que no pasan a actos o prácticas homosexuales.

El acto ocasional y raro, sin la tendencia, se llama homosexualidad periférica. Cuando se da la tendencia profunda, tenemos la homosexualidad radical (objetiva, verdadera) aunque a veces esté latente o se controle.
Homosexualidad radical: es homosexual todo individuo que de una manera exclusiva y predominante desea como pareja sexual a una persona de su mismo sexo (ECK Sodoma)
La orientación homosexual o heterosexual no es el resultado de una elección, descubre la persona esa orientación tomando progresivamente conciencia de sí mismo.

2.      Terminología
Homosexual (omo=mismo); gay (anglosajón); homoerotismo (placer sexual con el mismo sexo); homofilia (amor al mismo sexo); invertido (piensa y actúa como el sexo contrario), travesti (vestido del sexo contrario); pederasta y paidofilia (inclinación sexual del adulto por los jóvenes o niños); sodomítico (intromisión del órgano masculino en el recto); uranismo (vértigo titánico que impulsa al homosexual a considerarse por encima de los demás; pretensión del populacho de abusar de los ángeles, cfr. Sodoma); lesbianismo (homosexualidad femenina; Isla de Lesbos vive la poetisa Safo); tribadismo (frotar entre mujeres: homosexualidad “tribein””).

3.      Clasificación
·        homosexualidad latente: no la percibe conscientemente el sujeto. A veces hay un comportamiento normal. Se manifiesta por ciertas conductas, fantasmas, símbolos.
·        homosexualidad mixta: el sujeto pasa con prácticamente igual satisfacción de una experiencia heterosexual a otra homosexual.
·        homosexualidad caracterizada: el hombre busca un hombre viril y la mujer una mujer femenina
·         inversión: la mujer busca una mujer viril y el hombre un hombre afeminado

4.      Frecuencia
Alguna experiencia homosexual completa: 37% (Kinsey)
Personas homosexuales: 3 a 10%

5.      Estilo de vida
  • La marginalidad: es capital este aspecto (pertenece a grupo minoritario)
- bajo presión social, dificultad de encontrar amigos, trabajo, alojamiento, diversión, precariedad de la pareja jurídica y prácticamente inconstante
- vive por la marginalidad una doble vida
- no fáciles de identificar en la vida común

  • Se asocia con los que tienen la misma condición.

6.      Etiología (causas)

Biofisiológico:
  • Herencia: parecería por los casos de los gemelos idénticos, pero no siempre se ha dado en ambos la misma condición.
  • Estructura corporal: diámetro de la mano, vigor de osamenta y musculatura, correlación espaldas (hombro-pelvis)... No parece concluyente. En casos ha podido influir en la educación o seducción la forma externa.
  • Genes (¿): a veces no hay correspondencia entre sexo genético y fenotipo. Pruebas no concluyentes.
  • Hormonas (¿): en el hombre homosexual habría según eso una mayor presencia de hormonas femeninas. Y la terapia sería intensificar las hormonas masculinas. Pero el resultado es una mayor intensidad de la libido sin reorientación de la tendencia.
Sicología:
  • Escuela Freudiana: dependencia de la madre, complejo de castración, rivalidad con el hermano mayor, complejo de Edipo ligado al tabú de incesto...Ni siquiera los que tienen complejo Edipo negativo son siempre homosexuales.
  • Escuela Adleriana: consecuencia de complejo de inferioridad, compensación del sentimiento de inferioridad, concretamente hacia la mujer. No cubre todos los casos.
Sociología:
  • Presión social: el ambiente de aceptación y aun exaltación de la homosexualidad... Pero son más los aspectos negativos que se perciben socialmente.
  • Seducción (¿): se dice (Eck Overing) que la primera experiencia puede ser determinante, sobre todo si el seductor es un educador o un religioso o una persona en algo “superior” a los demás en algún aspecto.

Conclusión:
  • Hay causas diferentes para cada caso
  • Es frecuente una combinación de factores
  • Siempre hay una predisposición bio-sicológica (sobre todo sicológica: importancia de la educación, familia...)
  • El factor sociológico suele ser el desencadenante (seducción, ambiente, en la persona predispuesta bio-sicológicamente)

7.      Naturaleza de la homosexualidad radical
  • ¿Es una vía normal?
Es una manera normal de vivir la sexualidad. Al comienzo del desarrollo embrionario todo ser es bisexual.
-          es falso que el ser humano es bisexuado y que pueda desarrollarse indiferentemente en un sentido u otro. El desarrollo es en el sentido de la heterosexualidad. Además no puede reducirse “lo humano” a un dato biológico inicial pobrísimo.
-          la dimensión procreadora de la sexualidad confirma la heterosexualidad
-          la dimensión alteridad (sicológica) marca la diferencia entre yo-tú.
Por tanto es una desviación de la naturaleza bio-sico-sociológica.
  • ¿Es una neurosis?
Los homófilos pretenden que no hay neurosis alguna.
-          Edmund Bergler (“Homosexuality: disease or way of life”, NY 1971)
“No se conoce un homosexual que goce de una sana personalidad. Es una categoría siquiátrica especial con rasgos específicos” (temor al otro sexo; gusto masoquista del riesgo; celos extremos, violentos; perpetuas querellas con su pareja; inestabilidad; posesividad increíble de la pareja; megalomanía; infantilismo de la sexualidad; sentimiento de culpabilidad profundo)”
-          Eck M. (“Sodoma” París Seuil, 1975)
“La homosexualidad, como simple desviación es aparentemente posible. Pero en la realidad está siempre o casi siempre acompañada con alguno de estos elementos neuróticos: obsesión o fobia (atrapado por idea o tema del que no puede liberarse); exhibicionismo y riesgo; reincidente (a pesar de castigos pasados) (masoquismo punitivo); sentimiento de culpabilidad (muy marcado que pasa a ser agresivo)”
Alguno de estos elementos pueden encontrarse en los heterosexuales, pero son frecuentísimos uno u otro entre los homosexuales.
  • ¿Es una perversión?
La palabra conlleva una noción de “valor”; va más allá d la simple desviación. La desviación puede ser perversa o no.
La perversión implica: voluntad de trasgresión, absolutización del mal, necesidad de destrucción, proselitismo.

8.      Terapia
  • Los castigos, el tratamiento hormonal, el sicoanálisis ... no son capaces de cambiar la orientación o tendencia del homosexual. Parece, según muchos, que el cambio de tendencia es imposible.
  • El matrimonio nunca es solución, aunque algunos lo buscan como pantalla. No cambiará la orientación (a veces la agravará) pero además hace imposible la comunión de vida (dimensión alteridad) y convierte al cónyuge en víctima gravísimo en los hijos cuando llegan a conocer la condición de su padre.
  • Está claramente excluido de la vida celibataria (convivencia con personas del mismo sexo, mistificación seudo-religiosa, o se agrava la culpabilidad o se intensifica la audacia, suelen ser hipersexuales, peligro de seducción con gravísimos resultados en sus víctimas a nivel religioso y psíquico.
Nos referimos a su incapacidad práctica y riesgos de la vida celibataria consagrada (sacerdocio, vida religiosa) sin embargo sólo podemos ofrecerle en el camino cristiano una vida de castidad, sublimada por un grande, inmenso amor personal a Dios, participando en su cruz heroicamente, con la ayuda de la asesoría espiritual, y sobre todo la vida de sacramentos y oración. Es muy difícil otra alternativa, fuera de la santidad (el minusválido, el canceroso, etc., tienen puestos de preferencia en el Reino). Hay que comprometerle en una vida de servicio a los demás pero no es conveniente que trabajen con los que tienen ese problema. Hay que oxigenarle el ambiente. Sabemos que integrar una homosexualidad es mucho más difícil que integrar una sexualidad normal, pues conlleva neurosis, inconstancia, desaliento, hipersexualidad.
  • Siquiatra (¿) Puede ser de ayuda por la carga de desajuste, culpabilidad, angustia y neurosis que conlleve el problema. Pero debemos cuidar que sea un psicólogo creyente, pues no se trata simplemente de desculpabilizar sino de mejorar a la persona humana y cristianamente. Esto es lo más auténtico. Dios no es lujo, ni un problema sino una inmensa exigencia del corazón del hombre. Y ante ese Dios tiene que encontrar un sentido a su vida.
Ayudará esforzarle a insertarse en una vida social intensa. Esto es más “factible de lo que ellos creen. Y este es un elemento importante para equilibrar la existencia” (M. Oración “Ante la ilusión y la angustia” París, 1958).
“El siquiatra a veces esquiva afrontar el problema diciendo que los motivos morales y religiosos son extraños a su competencia; pero sería mucho más generosos explicar que la abstinencia total cuando está inspirada en el temor sólo o por un sentimiento de culpabilidad conduce con frecuencia a soluciones falsas y precarias; sin embargo sucede que personas con espíritu resuelto, hacen una elección deliberada de vivir la castidad y lo logran sin grandes problemas. Esta elección resulta mucho más fácil si está fortificada por una intención de sacrificio (amor a Jesucristo) y dejándose absorber por una causa o una actividad que dé sentido a su vida” (West “Homosexuality” Bruselles)

Doctrina y Tradición de la Iglesia

AT
Todo el enfoque bíblico de la sexualidad desde el Génesis es heterosexual. Israel toma una posición muy severa frente a la homosexualidad.

Lev 18, 22:     “No te acostarás con varón como con mujer; es abominación”
Lev 20, 13:      “Si alguien se acuesta con varón como se hace con mujer, ambos han cometido abominación: morirán sin remedio; su sangre caerá sobre ellos”.
Gen 19:           El pecado contra naturaleza que toma su nombre de este relato era “abominable” para los israelitas (además del agravante de hacerlo contra “la hospitalidad”) aunque estaba extendido por los pueblos circunvecinos.
Terrible lección evocada con frecuencia: Dt 29, 22; Is 1, 9; 13, 19; Jr 49, 18; 50, 40; Am 4, 11; Sap 10, 6-7; Mt 10, 15; 11, 23; Lc 17, 28; 2 Pe 2, 6)
Jud 1, 7: “Y lo mismo Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas que como ellos fornicaron y se fueron tras un uso innatural de la carne, padeciendo la pena de un fuego eterno.
(En esta exégesis que hace Judas de Gen 19 el castigo es por el uso antinatural, no por la falta en la hospitalidad solamente. Podrá alegarse por alguno que es “abuso y promiscuo” y que no habla de las parejas estables de radicales, cfr. Mc Nelly)

 NT
Cristo hace referencia tres veces a Sodoma para anunciar que hay pueblos como Corozain, Betsaida y Cafarnaum que serán tratados con mayor severidad.
Los textos más severos contra la homosexualidad se encuentran en Pablo:
·         En los catálogos de pecados que excluyen del reino, Pablo cita la homosexualidad:
1 Tim 1, 9:            “... para los impíos, pecadores, para los irreligiosos y profanadores, para los parricidas y matricidas, para los asesinos fornicarios (pornois), sodomitas (ársenokoitais), traficantes de seres humanos ... y para todo lo que se opone a la sana doctrina que está conforme con el Evangelio”.
1 Cor 6, 9:             “No sabes acaso que los injustos no heredarán el reino de Dios. No os engañéis. Ni los impuros, ni los idólatras, ni los adúlteros (moijoi), ni los afeminados (malakoi), ni los sodomitas (arsenokoitai) ... heredarán el reino de Dios”.
·         El más importante:
Rom 1, 26:            “Por eso Dios los entregó a las apetencias de su corazón hasta una impureza tal que deshonraron entre sí sus cuerpos; a ellos que cambiaron la verdad de Dios por la mentira y veneraron y dieron culto a la criatura en vez del Creador ... Por eso los entregó Dios a pasiones infames; pues sus mujeres invirtieron el uso natural de las relaciones por otras relaciones contra la naturaleza; igualmente los hombres abandonando el uso natural (kata fisin) de la mujer, se abrasaron en deseos los unos por los otros, cometiendo la infamia de hombre con hombre, recibiendo en sí mismos el pago de su extravío”.
·         De esta exposición se puede deducir la condenación formal y explícita de la homosexualidad y así lo ha entendido siempre la Iglesia. Mcneill (“La Iglesia ante la homosexualidad”, Barcelona 1979) quiere excluir de esa clara condenación a los homosexuales radicales emparejados (no-promiscuos)
·         Periodo patrístico:
-          los escritos de los Padres encierran una neta condenación de la homosexualidad, pecado contra naturaleza, sodomía (cito sólo algunos: tertuliano, Crisóstomo, Justino, Eusebio, Lactancio, Basilio, Agustín...). y no hay por cierto ninguno que lo justifique o atenúe el juicio bíblico.
-          Los textos más antiguos: “Tradición Apostólica”, “Tradición de Hipólito” los excluye del catecumenado para el bautismo hasta que hayan abandonado su vida pecadora. El Concilio de Elvira (año 305) excluye a los pederastas de la comunión aun en artículo de muerte. En la misma línea de reprobación está el Concilio de Ancira, Toledo, Napolitano (hoguera).
·         Edad Media:
-          los Penitenciales (s VII al XI) son reveladores de los juicios de la Iglesia al distinguir y tarifar los delitos con diversidad de penas (homosexualidad, actual o habitual; reincidencia, laico o clérigo, joven o adulto)
-          los grandes escolásticos no hablan tanto. Pedro Damián (s XI) “Liber Gomorrhianus”) es durísimo. Los considera poseídos de un espíritu diabólico. Santo Tomás de Aquino la considera inmoral porque es un “acto contra natura” (contrario a la ordenación de la sexualidad y por ser un placer desordenado).
·         Tiempos actuales:
La doctrina de la Iglesia de rechazo a la homosexualidad se ha mantenido hasta nuestros días sin ser obsesiva.
Los estudios de la sicología profunda, las distinciones entre homosexualidad radical y periférica y otras, eran desconocidas anteriormente.
Sin embargo podemos sostener que la Iglesia siempre ha considerado grave pecado “objetivamente” la homosexualidad. Aunque ni en los Padres ni en la Iglesia actual hay un rechazo del que sinceramente está dispuesto a abandonar la práctica de la homosexualidad.

“En nuestros días, fundándose en observaciones de orden psicológico, han llegado algunos a juzgar con indulgencia, e incluso excusar completamente, las relaciones entre ciertas personas del mismo sexo, en contraste con la Doctrina constante del Magisterio y con el sentido moral del pueblo cristiano.”
Se hace una distinción, que “parece fundada”, entre los homosexuales cuya tendencia, proviniendo de una educación falsa, de falta de moral sexual, de hábito contraído, de malos ejemplos y de otras causas análogas, es transitoria o al menos no incurable, y aquellos otros homosexuales que son irremediablemente tales por una especie de instinto innato o de constitución patológica que se tiene por incurable.
Ahora bien, en cuanto a los sujetos de esta segunda categoría, piensan algunos que su tendencia es natural hasta tal punto que debe ser considerada en ellos como justificativa de las relaciones homosexuales en una sincera comunión de vida y amor análoga al matrimonio, mientras se sientan incapaces de soportar una vida solitaria.
Indudablemente esas personas homosexuales deben ser acogidas en la acción pastoral con comprensión y deben ser sometidas en la esperanza de superar sus dificultades personales y su inadaptación social. También su culpabilidad debe ser juzgada con prudencia.
Pero no se debe emplear NINGUN METODO PASTORAL QUE RECONOZCA UNA JUSTIFICACIÓN MORAL A ESTOS ACTOS por considerarlos conformes a la condición de esas personas.
SEGÚN EL ORDEN MORAL OBJETIVO, LAS RELACIONES HOMOSEXUALES SON ACTOS PRIVADOS DE SU REGLA ESENCIAL E INDISPENSABLE.
En la Sagrada Escritura están CONDENADOS COMO GRAVES DEPRAVACIONES E INCLUSO PRESENTADOS COMO TRISTE CONSECUENCIA DE UNA REPULSA DE DIOS (Rom 1, 24). Este juicio de la Escritura no permite concluir que todos los que padecen esta anomalía son del todo responsables, personalmente, de sus manifestaciones; pero ATESTIGUA QUE LOS ACTOS HOMOSEXUALES SON INTRÍNSECAMENTE DESORDENADOS Y QUE NO PUEDEN RECIBIR APROBACIÓN EN NINGUN CASO (Persona humana 8).
“Es necesario precisar que la particular inclinación de la persona homosexual, aunque en sí no sea pecado, constituye, sin embargo, una tendencia más o menos fuerte, hacia un comportamiento intrínsecamente malo desde el punto de vista moral. Por este motivo la inclinación misma debe ser considerada como objetivamente desordenada. Quienes se encuentran en esta condición deben, por tanto, ser objeto de una particular solicitud pastoral para que no lleguen a creer que la realización concreta de tal tendencia en las relaciones homosexuales es una opción moralmente aceptable...”
La teología de la creación, presente en el libro del Génesis, suministra el punto de vista fundamental para la comprensión adecuada de los problemas puestos por la homosexualidad... “El significado nupcial...”
La Iglesia cuando rechaza las doctrinas erróneas en relación con la homosexualidad, no limita sino que más bien defiende la libertad y la dignidad de la persona, entendidas de modo realístico y auténtico.
“En la actualidad un número cada vez mayor de personas, aun dentro de la Iglesia, ejercen una fortísima presión para llevarla a aceptar la condición homosexual, como sino fuera desordenada y a legitimar los actos homosexuales. Quienes dentro de la comunidad de fe incitan en esta dirección tienen a menudo estrechos vínculos con los que obran fuera de ella...”
Se debe evitar la presunción infundada y humillante de que el comportamiento homosexual de las personas homosexuales esté siempre y totalmente sujeto a coacción y por consiguiente sin culpa. En realidad, también en las personas con tendencia homosexual se debe reconocer aquella libertad fundamental que caracteriza a la persona humana y le confiere su particular dignidad.
Como en toda conversión del mal, gracias a esta libertad el esfuerzo humano, iluminado y sostenido por la gracia de Dios, podrá permitirles evitar la actividad homosexual (Carta a los Obispos sobre la atención pastoral a los homosexuales, Congregación para la Doctrina de la Fe, 1º Octubre 1986).
“En este contexto, se expondrán y comprenderán las razones que justifica que se excluya de la vida religiosa a aquellas y aquellos que no lograron dominar tendencias homosexuales o que pretendieran adoptar una “tercera vía, vivida como un estado ambiguo entre el celibato y el matrimonio” (Formación de los religiosos, Congregación para los Institutos de vida consagrados, 2 Feb 1990).

Valoración Moral
·         Hay en la homosexualidad una inversión de la finalidad esencial de la sexualidad tal como en forma inequívoca la presenta la Escritura y la tradición constante de la Iglesia.
-          conyugalidad d los dos sexos diferentes (física y sicológicamente diferentes)
-          procreatividad (generación física y educación sicológica diversificada)
·         Se ha cuestionado la valoración moral de la Iglesia con estos argumentos:
-          nadie es responsable de las tendencias innatas que posee
-          la tendencia homosexual no es un pecado sino una desviación que hay que aceptarla con lucidez y humildad, sin exaltarla ni reprocharla
-          esta tendencia es irreversible
-          el homosexual sólo puede realizarse en la importante dimensión humana de la alteridad y el amor dentro de su peculiaridad
-          no dejarle vivir su peculiaridad es condenarla para toda la vida a la más brutal soledad (inhumano) o a la promiscuidad (denigrante)
-          debe aceptarse, con bastantes autores, al menos como mal menor, la intimidad total de una pareja en un proyecto compartido en común en forma estable
-          no queda otro camino cuando el celibato religioso y el matrimonio están contraindicados
·         Se responde a estos argumentos:
-          se acepta la irresponsabilidad de la tendencia radical en su origen pero si es responsable el que actúa conforme a esa desviación
-          ni exaltación, ni reproche pero si dominio y control como en tantas desviaciones (fetichismo, sadismo, donjuanismo, paidofilia, cleptomanía)
-          la tendencia es irreversible pero los actos no son necesarios ni tampoco inevitables; el hombre sigue siendo libre
-          la sublimación del impulso hacia áreas no sexuales es humanamente posible (cfr Freud) y cristianamente elevador (la cruz)
-          el mal menor en este caso sólo cabe en una conciencia errónea. Nunca se puede elegir el pecado aunque fuera menor
·         Además:
-          el proyecto homosexual suele estar cargado casi siempre de narcisismo y falta de oblatividad. Es una de las características del homosexual
-          se vive “tal unión” en la marginalidad social que la considera grotesca
-          es absurdo que se quiera “representar” un sexo (físico y psíquico) del que se carece
-          es conocida la inconstancia, inestabilidad e infidelidad del homosexual
-          la licitud de una conducta y su legitimidad no proviene de “lo que es” sino de “lo que debe ser”. La mera instintividad no es criterio suficiente para reglamentar una conducta. La moral quedaría reducida a un biologismo brutal y anárquico
-          hay que superar el dilema: el homosexual o ejerce el sexo de acuerdo con su inclinación y con una dosis de amor o de lo contrario lo vivirá de una manera perversa, neurótica y promiscua
-          cabe la posibilidad de la humanización y cristianización de la persona en una tarea de superación
-          es precisamente una característica de la sexualidad humana, el ser asumida sin ejercicio de la genitalidad. No se trata de “reprimir” sino de sublimar. Todos, aún los heterosexuales, tienen la tarea de ser castos en su vida y eso supone autodominio y libertad.

Perspectivas pastorales

·         Sólo lo que es verdadero puede en definitiva ser pastoral. Hay que hacer la verdad en la caridad (Jn 8,32)
·         Escucha acogedora. Cuando se quiere ayudar a un homosexual hay que reprimir la aversión y rechazo que inspira inconscientemente. Hay que aceptarlos como son, sin extrañeza y hostilidad. Son muy sensibles y detectan enseguida la impresión negativa que causan. Cuando ven algún indicio negativo caen en el mutismo o la mentira.
·         Hay que identificar al sujeto: ¿cómo viene? ¿quién es?. Hay quien llega para recibir aprobación a su problema y actuar con mayor libertad. Otros buscan provocar la compasión, amistad. Finalmente, algunos buscan superar su problema y comprometerse con el querer de Dios, generosamente.
·         No aceptar tratar el problema “en grupo” sino a solas.
·         Identificarlo:  ¿es homosexual radical, latente, periférico, ocasional, fóbico? (después de los 24 el radical tiene tres notas: preferencia fuerte por el mismo sexo, ensueños y sueños)
·         Si hay que remitir al siquiatra que sea por grave deterioro de la personalidad y a profesionales con criterio moral. Con frecuencia el siquiatra esquiva el problema moral; solo cuida de reafirmar, desculpabilizar etc; Y no rara vez induce a experiencias heterosexuales, incluso prostitución con graves consecuencias morales y síquicas.
·         El homosexual que busca un sacerdote, generalmente quiere ayuda espiritual. Dar un sentido a su vida a la luz de Dios. Comprender no significa aprobar.
·         Tras imponer rompimientos drásticos cuidar del desamparo y soledad que sobreviene. Necesidad ocupacional, altura de miras, tarea elevada.
·         En la homosexualidad radical, el intento de cambiar la dirección de la tendencia está condenado al fracaso.
·         Sin embargo, sí es posible en una mayoría de casos, ajustar una vida espiritual de superación a todos los niveles cristianos, infundir la alegría de Dios. Pero es  imprescindible que haya una decisión personal, convencimiento.
·         Hay que llenar un vacío, una vez que el homosexual abandona el ambiente, su grupo, (esta es una de las primeras tareas) Teme el futuro como un desierto helado.
·         No olvidar que la mentalidad del homosexual es derrotista, fatalista. Con frecuencia se empeñara en probarse y probarnos que es inútil la lucha.
·         Es complejo su psiquismo “ser diferente, sentirse diferente, anhelar ser como los demás y en el fondo no quererlo realmente, por fidelidad con el propio ser;  y el doloroso y atormentado anhelo de ser aceptado por los demás como se es”.
La tarea del sacerdote es dar esperanza a ese mundo de sentimiento encontrados, dejar que caiga sobre ellos la sombra redentora de la cruz... ; hacerle creer en la santidad.
·         Dificultades para cortar con el mundo anterior; celos; chantajes; acosos; amores apasionados.
·         Matrimonio:  no es solución. Fuente de dolor para la pareja, hijos. Se busca como pantalla o terapia con poco éxito.
·         Vida religiosa o sacerdotal: totalmente descartada. Ahonda los problemas, los mistifica, graves daños a tercero en lo moral y en lo religioso. Se empeñan con frecuencia y con terquedad, mitomanía, doble vida.
·         La mayor dificultad está en su condición neurótica y doble personalidad (hipersexualidad).
·         Antes de los 25 años no está fijada definitivamente la homosexualidad radical.
·         Precaver la seducción. Cargar la conciencia con el daño de otro. El egoísmo les hace olvidar esa trascendental dimensión del homosexual. Hacerles sentir la responsabilidad de la seducción y tragedia llevada a otras vidas.


APÉNDICE  (Opiniones divergentes del Magisterio...)

GUY-DURAND “Sexualité et foi (1º Enero 1984)
“¿Hay que favorecer las amistades homosexuales, como remedio a la soledad y al peligro de la promiscuidad o como medio positivo de expansión? Es significativa, en este punto, la evolución del grupo holandés: al principio el grupo titubeaba mucho sobre la conveniencia de favorecer las amistades; después hablaría de “menor  mal”, para finalmente llegar a aceptar francamente un proyecto de amistad seria (“Homosexualité” Mame, 1967).
Por amistad, yo entiendo aquí una relación permanente y afectiva, orientada hacia proyectos e ideales comunes, que desemboca regular o accidentalmente en contactos carnales. Las esperanzas que suscitan estas amistades son muy variadas: sus éxitos son diversos. Ahí la duración y la fidelidad son difíciles; es raro una pareja homosexual que resista la prueba del tiempo. La dimensión espiritual tiende a ser escamoteada por la búsqueda del placer carnal.
Hay una especie de herida narcisista que les impide a esas amistades ser plenamente gratificantes y desarrollarse. Desde luego, siempre son preferibles a la promiscuidad y al cambio constante de pareja. Con frecuencia son  un remedio esencial para la soledad que sufre terriblemente todo homosexual.
De una manera más general, independientemente de su connotación carnal, ¿no es esta amistad indispensable para el desarrollo de cada uno?. El ser humano es relacional. La amistad contribuye a construir su vida: embellecerla, realizarla. En esas condiciones y teniendo en cuenta que nos estamos refiriendo a la homosexualidad radical, ¿no es oportuno favorecer positivamente el recurso a tales amistades “tolerando” los aspectos sexuales que la acompañan?.

Esta actitud se justifica tanto en una perspectiva clásica como en una más moderna...ignorancia, pasión, hábito, necesidad, irresistible, conciencia errónea...que dan amplio margen al educador o  asesor moral. Pero se justifica esta actitud, mucho más en una perspectiva moral más existencial para la que lo moral está menos en el aspecto biológico que en la búsqueda de valores, la riqueza de la vivencia afectiva, el desarrollo del amor...más que una ruptura que sólo dejaría vacío, angustia, soledad ¿no sería mejor orientar la amistad homófila hacia una profundización?.
No se trata de una apología de la homosexualidad, ni de negar sus lagunas sino de ayudar a vivir a una persona en dificultades, tomando en consideración toda la dimensión de la moral.
Pero esta amistad tiene que ser educada por la inestabilidad, exageración intencional, búsqueda de placer genital, dramatización de sí mismo, ostentación, exhibicionismo y proselitismo (pp. 275).”

“...dos ideas expresan justamente que la fe cristiana no es reducible a la moral. El misterio de salvación trasciende toda ética. Esas dos ideas definen dos actitudes del pastor frente a los homófilos: ayudarles a aceptarse como son; ayudarles a que descubran ellos mismos, lo que deben hacer. Muchas de las dificultades provienen de que el homófilo no se acepta como es, se cree rechazado por Dios, condenado por la Iglesia. Por otro lado el debe tomar las decisiones concretas. ¿Debe sublimar sus tendencias o tender a vivir un “proyecto de amistad”? Es el quien lo tiene que decidir. Sea que el pastor vea en ello un “menor mal” tolerable o un “bien positivo”, tendrá que respetar la decisión del sujeto, favorecer su decisión personal, invitar a vivirla lo más auténticamente posible. El pastor no tiene que decidir y menos, entrometerse (“Dios los ama como son”, Sengers, 1998) ni darles una bendición, simulacro de una bendición nupcial a estos proyectos de amistad” (pp.279)

LOPEZ AZPITARTE “Praxis cristiana”
“Con esto solo hemos hablado de su valoración abstracta y objetiva, pero, aun aceptando este presupuesto del que parte la gran mayoría, queda su aplicación posterior a los individuos particulares. Si el tener una inclinación como esta no es muchas veces imputable a la propia voluntad, ¿cómo deberían juzgarse los actos concretos de una persona homófila?
Se oye decir con frecuencia que la Iglesia ha mantenido una postura intransigente de absoluto rechazo, muy distinta de la que Jesús tuvo con los más necesitados y cuyas consecuencias han sido trágicas. Los homosexuales que no quieren perder su fe y desean encontrar en ella un motivo de ayuda y esperanza terminan cayendo en una profunda neurosis, se sienten criminales y pecadores ante su propia conciencia. Y si logran superar este sentimiento interno de culpa saben que no pueden mantenerse en comunión oficial con una doctrina que los condena.
¿No cabría la posibilidad de admitir como lícita una relación homosexual, al menos en determinadas ocasiones y situaciones? ¿Por qué si esta persona es así no puede vivir de acuerdo con su inclinación? ¿Es humano exigir un comportamiento que resulta inalcanzable para tantos individuos?
Estas y otras preguntas parecidas han hecho surgir nuevas reflexiones en el campo moral. Sería difícil dar ahora una síntesis de las diferentes posturas adoptadas sobre el tema, pero creo que en caso todas se da un denominador bastante común. La permisividad ética de actos homosexuales, en una relación personal de afecto y cariño, quedaría aceptada por la siguiente consideración de fondo, expresada con brevedad.

El ideal de una persona homófila podría ser la sublimación de esa tendencia, pero puesto que una conducta así resulta heroica e imposible, sólo le resta una doble posibilidad: vivir de una manera clandestina, perversa, en el anonimato de la promiscuidad y de los bajos fondos, o intentar al menos, una mayor humanización del instinto mediante una comunión personal y afectiva. Considerar estos últimos gestos como pecaminosos supondría quitarle el único camino de reconciliación con su propia verdad; hundirla en una conducta más represora y despersonalizante, y mantenerla en un clima neurótico y de constante culpabilidad. La homosexualidad no debe reprimirse, como ningún instinto ni vivirla como un mero placer egoísta. Entre ambos extremos podría aceptarse como expresión de amor, pues aunque tenga aspectos negativos – no alcanza el nivel ideal del sexo – manifiesta sin duda algunos positivos, en cuanto se aparta de otros comportamientos peores y más perversos. Por ello las exigencias objetivas de la moral deberían acomodarse a las situaciones y posibilidades concretas de cada individuo.

No juzgo desacertado que la eticidad de una conducta se juzgue también por sus consecuencias. Estamos acostumbrados a una moral demasiado esencialista, donde lo bueno y lo malo se medían por unas categorías abstractas y ajenas muchas veces a la realidad. La reflexión moderna, en el campo de la ética, se orienta decididamente por una argumentación teleológica donde la primacía se otorga a las consecuencias dramáticas o positivas que puedan seguirse de una acción determinada. Si un comportamiento provoca en su conjunto, muchos más efectos benéficos y positivos que lamentables, no se podría juzgar como pecaminoso, aunque tampoco constituya ningún modelo de imitación.
Sin embargo, la aplicación de esta teoría a cualquier forma de conducta debe tener en cuenta algunos presupuestos fundamentales. En el campo concreto de la homosexualidad sería conveniente proponer otras reflexiones previas. De lo contrario, lo que pudiera ser aceptable en teoría tal vez no lo fuera tanto en su aplicación práctica (pág. 389).
(Pero Azpitarte pone en duda la irreversibilidad en todos los casos, y no está de acuerdo con el dilema para todas las ocasiones, ni el que se viva como se es, por el impulso biológico sino como se debe ser, porque no es necesaria la expresión genital...) Pero llega al final:

Si de verdad me encontrase con una persona cuya única posibilidad fuese el dilema propuesto, también aceptaría “un compromiso” que evitase mayores consecuencias negativas. Esto supuesto ¿qué orientaciones fundamentales deberíamos ofrecer en la pastoral con estas personas? (pp392)
“Se propone en intento de una mejora y equilibrio aunque no sea posible la reorientación de la tendencia. Se sugiere la sublimación auténtica “a través de un paso lento y cansino, con una conducta que por fuera parece condenable, el corazón puede sentirse henchido de una gracia gigantesca. A quien nada más puede ofrecer tal vez Dios no le pida más que un sollozo de impotencia”
“Dentro de la literatura actual sobre el tema se insiste también en la conveniencia de una amistad estable como el medio más asequible de sobrellevar una vida solitaria cargada de tantas dificultades. Para algunos esto supondría necesariamente el reconocimiento, incluso social y jurídico, de la pareja homosexual con la consiguiente justificación pata toda clase de prácticas. Otros sin embargo, ofrecen esta posibilidad, pero sin llegar a tales extremos.
Sin negar la ambigüedad y los peligros que en ella pudieran encerrarse, la integración de la homofilia es posible dentro de una amistad personal y responsabilizada. Cuando existe una ilusión progresiva nadie tiene derecho a descalificar un intento en el que se busca superación de la mera sexualidad dentro de un clima mucho más humano y respetuoso.
...Aunque esta amistad llevara en ocasiones a prácticas homosexuales, no habría que imponer sin más la ruptura. En cualquier hipótesis sería muchas veces un mal menor que el peligro de la promiscuidad o que los desequilibrios de una vida solitaria en tales sujetos. Se buscaría evitar los males mayores, aunque no sea posible eliminarlos por completo. Estamos hablando de personas que desean una superación progresiva y que no eligen esta posibilidad para aprovecharse tranquilamente de las facilidades que pudieran encontrar. Si el único camino que les queda para seguir adelante, sobre todo en casos extremos de soledad depresiva, tiene estos peligros, habría motivos suficientes para aceptarlos, dentro d los principios generales de la moral, sabiendo que avanzan y sueñan con una etapa superior” o “búsqueda del mayor bien posible”.

CURRAN CH. (Catholic Moral Theology in Dialogue” Notre Dame 1975)
“En un sentido, la acción concreta homosexual no es objetivamente mala, porque ante la presencia del pecado, constituye la única alternativa viable para el individuo, aunque, desde otra perspectiva, en ella se manifiesta la fuerza del mal”
(Memorandum a Roma)
“Sobre la base de una teología del compromiso he propuesto que para un homosexual genuino, irreversible, constitucional, los actos homosexuales, en un contexto de relación de amor que se esfuerza por la permanencia, pueden en cierto sentido ser aceptables objetivamente. Tales actos son buenos para esas personas, según la teología del compromiso, por su condición objetiva.
Esta posición no condonaría actos homosexuales sin una donación personal. Sitúo mi posición, entre la enseñanza oficial jerárquica y la sostenida por un buen número de teólogos que juzgan a la moral sexual sobre la base de la calidad de la relación bien sea homosexual o heterosexual”.

SNOECK J: (Ensayo de ética sexual, Ed Paulinas 1988)
“Alguien, hombre o mujer, es portador de un síndrome homosexual nuclear e irreversible. Ya hizo todo lo posible para cambiar pero en vano. ¿Cuáles son sus alternativas de comportamiento: 1) puede optar por la continencia, sublimando sus impulsos sexuales; 2) puede establecer una relación amorosa, cierta estabilidad y profundidad con todo el lenguaje erótico-sexual; 3) puede procurar algún alivio con prácticas sexuales impersonales con un compañero cualquiera, tal vez en cambio de dinero.
La segunda encuentra defensores cada vez más numerosos tanto en círculos católicos como evangélicos. En un artículo publicado hace más de 10 años, divulgamos entre nosotros este otro modo de pensar.
El artículo provocó las más diversas reacciones: agradecimientos conmovedores de muchos “entendidos” y amarga repulsa de los “no-entendidos” que llegaron a presionar para que hiciera una retractación.
Hoy no sólo nos retractamos sino que vemos confirmada cada vez más la misma posición compartida por muchos otros (Gruendel, Guindon; MCNeill, Valsechi, Rossi...)
Esta actitud más abierta posibilitó la fundación de varios centros pastorales donde los homosexuales son acogidos y orientados en una perspectiva cristiana. Sobre todo se percibe en la pastoral que la ética tradicional es impracticable...Una ética inspirada en la primacía de la relacional sobre lo procreativo y de la actitud sobre los actos aislados, permite otro abordaje.
La condición de los homosexuales, finalmente, es ésta: con o sin culpa, generalmente sin ella, son ahora lo que son: una mezcla de madurez e inmadurez, como además todos somos. Cuántos machos existen por ahí que son tremendamente inmaduros en diversos aspectos: no tienen opción política, no tienen preocupación social, su religiosidad es mágica e infantil; no entienden nada de educación, no comprenden a sus hijos, son egoístas y rudos con sus esposas. Pero por eso van a dejar llevar la vida de la mejor forma posible.
No cabe duda que la sexualidad sólo alcanza su plena expansión en reciprocidad con un compañero de otro sexo. Pero donde este ideal, por fuerza mayor no es posible, donde el celibato es impracticable – la misma estructura homosexual, que no encuentra ninguna identificación en la cultura, torna el deseo sexual más incontrolable – donde concretamente, la alternativa es entre contactos epidérmicos, degradantes, o una relación amorosa en la que se puede al menos lograr cierto grado de humanización, alguna compañía en la soledad, algún sentido para la vida y el trabajo, esta relación pasa a tener un sentido positivo. Evidentemente no es lo perfecto. Es un balbucir. Pero al fin, están haciendo lo que pueden del mejor modo posible... Esta concepción es una consecuencia lógica de nuestra concepción de la sexualidad como lenguaje de amor y una aplicación del principio de proporcionalidad ... (hablan el amor de la mejor manera posible... aun mejor que casados).

APÉNDICE II

Los factores biológicos en el problema de la homosexualidad
 (Ed Sal Térrea, Agosto 1977)

·         La mayoría de autores atribuyen la homosexualidad a trastornos en el desarrollo sico-sexual situados preferentemente en la niñez.
·         Como factores se han citado: intensa fijación en la imagen maternal, narcisismo, trastornos en el proceso de identificación del niño con sus progenitores. Es unánime atribuirlo a trastornos en la maduración sico-sexual del niño.
·         Pero, ¿esto significa una explicación exhaustiva y adecuada del fenómeno? ¿hay que excluir la correlación de factores somáticos?¿se hereda? ¿no está condicionada a trastornos hormonales en estado embrionario? ¿es idéntico el cerebro del homosexual del heterosexual?
·         Hay datos biológicos interesantes:

A)    Sexo cromosómico  XX –XY

XO  Síndrome de Turner: Frecuencia 1/3000...mujeres; talla baja, aspecto infantil; ovarios atróficos y no funcionales. No hay cambios puberales; intelectualidad baja. Diferenciación sico-sexual femenina.

XXX : Frecuencia 1/1000...mujeres apariencia normal. Baja fertilidad. Hay a veces trastornos mentales. Diferenciación sico-sexual femenina.

XYY: Frecuencia 1.8/1000 (3% en institutos penitenciales). Hombres; talla elevada (superior a 1.80 mt), corpulentos. Trastornos en la espermatogénesis que lleva a frecuente esterilidad. El “Y” supernumerario lo predispone a conducta impulsiva y antisocial. Se le llama el cromosoma de la criminalidad.

XXY:  Síndrome de Klinefelter. Hombres. Frecuencia 1/400. Poco desarrollo de gónadas y genitales externos (testículos, pene) Frecuentemente  suelen ser estériles. Trastornos síquicos y de identidad sexual (desviación homosexual). El “X” supernumerario debilita la función cerebral.

B) Diferenciación gonádica en desarrollo embrionario

1.      Hasta la 7ma semana de desarrollo embrionario no comienza la diferenciación  sexual, en ambos sexos hay una glándula germinal indiferenciada (futuros testículos y ovarios) y los conductos Wolf y Muller (restantes órganos genitales, masculino y femenino)
2.      Desde  la 7ma semana empiezan las secreciones que diferenciarán por la testosterona.
3.      La tendencia “natural” y “espontánea” está dirigida a la formación de hembras. Para que se forme un hombre debe añadirse algo: la testosterona producida por el testículo fetal, que produce la masculinización. Si falta testosterona por extirpación de testos o por síndrome de resistencia a los andrógenos, las gónadas femeninas estarán presentes independientemente de la producción de hormonas ováricas; son únicamente el resultado de la nopresencia de andrógenos.

C)    Importancia Hormonal

  1. La administración de andrógenos en el desarrollo de un feto hembra origina masculinización del cerebro (hipotálamo) y el que la mujer sea acíclica como el hombre (un ciclo de 28 días).
  2. Se podrá hablar en la especie humana de una impregnación hormonal del cerebro (¿sometida a andrógenos se masculiniza?). ¿Esos casos de niñas que en la etapa embrionaria fueron sometidas a hormonización de andrógenos, que siendo educadas como niños, sienten piensan, juegan como muchachos... Descuido en el vestido y peinado, pero sin afectar el comportamiento sexual?

D)    Desarrollo sico-sexual

La adjudicación a un sexo y la educación en ese mismo sexo tiene una importancia fundamental en la identidad sexual de la persona. Hay una fase crítica que se sitúa con anterioridad a los 18 meses de edad. Y los años anteriores a la pubertad las hormonas de la pubertad determinan la fuerza del deseo, pero no la dirección del mismo. Los papás suelen advertirlo antes de los 5 años del niño.

Las hormonas tienen pues una acción despreciable sobre el comportamiento sexual si se compara con los condicionamientos sicológicos y los influjos socio-culturales. Por eso la administración de testosterona a los homosexuales sólo aumenta la intensidad del deseo no la dirección del mismo.

Esto revela que en el hombre, al revés que en los animales, la sexualidad no está esclavizada a los influjos hormonales. En el hombre es la corteza cerebral la que inhibe, transforma o acentúa el instinto sexual.

Es frecuente los casos de homosexuales en los gemelos monozigóticos, en ambos.

Hoy es sumamente probable que los influjos hormonales prenatales sobre el cerebro inducen a la tendencia a la dominación en el niño y al comportamiento maternal en la niña.
La reducida tendencia a la dominación en el niño junto con otros factores y experiencias pueden conducir a la homosexualidad en el niño.

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