Aportación de las ciencias
humanas
1.
Noción
La
homosexualidad es sentido estricto: designa a las personas que realizan actos
homosexuales o tienen tendencia a hacerlo.
Hay que
distinguir bien “acto” y “tendencia”. Hay actos homosexuales ocasionales
(cuarteles, internados, etc.) que no proceden de tendencias profundas. Y
existen personas con una tendencia arraigada que no pasan a actos o prácticas
homosexuales.
El acto
ocasional y raro, sin la tendencia, se llama homosexualidad periférica. Cuando
se da la tendencia profunda, tenemos la homosexualidad radical (objetiva,
verdadera) aunque a veces esté latente o se controle.
Homosexualidad
radical: es homosexual todo individuo que de una manera exclusiva y
predominante desea como pareja sexual a una persona de su mismo sexo (ECK
Sodoma)
La orientación
homosexual o heterosexual no es el resultado de una elección, descubre la
persona esa orientación tomando progresivamente conciencia de sí mismo.
2.
Terminología
Homosexual (omo=mismo); gay
(anglosajón); homoerotismo (placer sexual con el mismo sexo); homofilia (amor
al mismo sexo); invertido (piensa y actúa como el sexo contrario), travesti
(vestido del sexo contrario); pederasta y paidofilia (inclinación sexual del
adulto por los jóvenes o niños); sodomítico (intromisión del órgano masculino
en el recto); uranismo (vértigo titánico que impulsa al homosexual a
considerarse por encima de los demás; pretensión del populacho de abusar de los
ángeles, cfr. Sodoma); lesbianismo (homosexualidad femenina; Isla de Lesbos
vive la poetisa Safo); tribadismo (frotar entre mujeres: homosexualidad
“tribein””).
3.
Clasificación
·
homosexualidad latente: no la percibe
conscientemente el sujeto. A veces hay un comportamiento normal. Se manifiesta
por ciertas conductas, fantasmas, símbolos.
·
homosexualidad mixta: el sujeto pasa con
prácticamente igual satisfacción de una experiencia heterosexual a otra
homosexual.
·
homosexualidad caracterizada: el hombre busca un
hombre viril y la mujer una mujer femenina
·
inversión: la mujer busca una mujer viril y el
hombre un hombre afeminado
4.
Frecuencia
Alguna experiencia homosexual
completa: 37% (Kinsey)
Personas homosexuales: 3 a 10%
5.
Estilo de vida
- La marginalidad: es capital este aspecto (pertenece
a grupo minoritario)
- bajo presión
social, dificultad de encontrar amigos, trabajo, alojamiento, diversión,
precariedad de la pareja jurídica y prácticamente inconstante
- vive por la
marginalidad una doble vida
- no fáciles
de identificar en la vida común
- Se asocia con los que tienen la misma condición.
6.
Etiología (causas)
Biofisiológico:
- Herencia: parecería por los casos de los gemelos
idénticos, pero no siempre se ha dado en ambos la misma condición.
- Estructura corporal: diámetro de la mano, vigor de
osamenta y musculatura, correlación espaldas (hombro-pelvis)... No parece
concluyente. En casos ha podido influir en la educación o seducción la
forma externa.
- Genes (¿): a veces no hay correspondencia entre
sexo genético y fenotipo. Pruebas no concluyentes.
- Hormonas (¿): en el hombre homosexual habría según
eso una mayor presencia de hormonas femeninas. Y la terapia sería
intensificar las hormonas masculinas. Pero el resultado es una mayor
intensidad de la libido sin reorientación de la tendencia.
Sicología:
- Escuela Freudiana: dependencia de la madre,
complejo de castración, rivalidad con el hermano mayor, complejo de Edipo
ligado al tabú de incesto...Ni siquiera los que tienen complejo Edipo
negativo son siempre homosexuales.
- Escuela Adleriana: consecuencia de complejo de
inferioridad, compensación del sentimiento de inferioridad, concretamente
hacia la mujer. No cubre todos los casos.
Sociología:
- Presión social: el ambiente de aceptación y aun
exaltación de la homosexualidad... Pero son más los aspectos negativos que
se perciben socialmente.
- Seducción (¿): se dice (Eck Overing) que la primera
experiencia puede ser determinante, sobre todo si el seductor es un
educador o un religioso o una persona en algo “superior” a los demás en
algún aspecto.
Conclusión:
- Hay causas diferentes para cada caso
- Es frecuente una combinación de factores
- Siempre hay una predisposición bio-sicológica
(sobre todo sicológica: importancia de la educación, familia...)
- El factor sociológico suele ser el desencadenante
(seducción, ambiente, en la persona predispuesta bio-sicológicamente)
7.
Naturaleza de la homosexualidad radical
- ¿Es una vía normal?
Es una manera
normal de vivir la sexualidad. Al comienzo del desarrollo embrionario todo ser
es bisexual.
-
es falso que el ser humano es bisexuado y que pueda
desarrollarse indiferentemente en un sentido u otro. El desarrollo es en el
sentido de la heterosexualidad. Además no puede reducirse “lo humano” a un dato
biológico inicial pobrísimo.
-
la dimensión procreadora de la sexualidad confirma la
heterosexualidad
-
la dimensión alteridad (sicológica) marca la diferencia
entre yo-tú.
Por tanto es
una desviación de la naturaleza bio-sico-sociológica.
- ¿Es una neurosis?
Los homófilos
pretenden que no hay neurosis alguna.
-
Edmund
Bergler (“Homosexuality: disease or way of life”, NY 1971)
“No se conoce
un homosexual que goce de una sana personalidad. Es una categoría siquiátrica
especial con rasgos específicos” (temor al otro sexo; gusto masoquista del
riesgo; celos extremos, violentos; perpetuas querellas con su pareja;
inestabilidad; posesividad increíble de la pareja; megalomanía; infantilismo de
la sexualidad; sentimiento de culpabilidad profundo)”
-
Eck M. (“Sodoma” París Seuil, 1975)
“La
homosexualidad, como simple desviación es aparentemente posible. Pero en la
realidad está siempre o casi siempre acompañada con alguno de estos elementos
neuróticos: obsesión o fobia (atrapado por idea o tema del que no puede
liberarse); exhibicionismo y riesgo; reincidente (a pesar de castigos pasados)
(masoquismo punitivo); sentimiento de culpabilidad (muy marcado que pasa a ser
agresivo)”
Alguno de
estos elementos pueden encontrarse en los heterosexuales, pero son
frecuentísimos uno u otro entre los homosexuales.
- ¿Es una perversión?
La palabra
conlleva una noción de “valor”; va más allá d la simple desviación. La
desviación puede ser perversa o no.
La perversión
implica: voluntad de trasgresión, absolutización del mal, necesidad de
destrucción, proselitismo.
8.
Terapia
- Los castigos, el tratamiento hormonal, el
sicoanálisis ... no son capaces de cambiar la orientación o tendencia del
homosexual. Parece, según muchos, que el cambio de tendencia es imposible.
- El matrimonio nunca es solución, aunque algunos lo
buscan como pantalla. No cambiará la orientación (a veces la agravará)
pero además hace imposible la comunión de vida (dimensión alteridad) y
convierte al cónyuge en víctima gravísimo en los hijos cuando llegan a
conocer la condición de su padre.
- Está claramente excluido de la vida celibataria
(convivencia con personas del mismo sexo, mistificación seudo-religiosa, o
se agrava la culpabilidad o se intensifica la audacia, suelen ser
hipersexuales, peligro de seducción con gravísimos resultados en sus
víctimas a nivel religioso y psíquico.
Nos referimos a su
incapacidad práctica y riesgos de la vida celibataria consagrada (sacerdocio,
vida religiosa) sin embargo sólo podemos ofrecerle en el camino cristiano una
vida de castidad, sublimada por un grande, inmenso amor personal a Dios,
participando en su cruz heroicamente, con la ayuda de la asesoría espiritual, y
sobre todo la vida de sacramentos y oración. Es muy difícil otra alternativa,
fuera de la santidad (el minusválido, el canceroso, etc., tienen puestos de
preferencia en el Reino). Hay que comprometerle en una vida de servicio a los
demás pero no es conveniente que trabajen con los que tienen ese problema. Hay
que oxigenarle el ambiente. Sabemos que integrar una homosexualidad es mucho
más difícil que integrar una sexualidad normal, pues conlleva neurosis,
inconstancia, desaliento, hipersexualidad.
- Siquiatra (¿) Puede ser de ayuda por la carga de
desajuste, culpabilidad, angustia y neurosis que conlleve el problema.
Pero debemos cuidar que sea un psicólogo creyente, pues no se trata
simplemente de desculpabilizar sino de mejorar a la persona humana y
cristianamente. Esto es lo más auténtico. Dios no es lujo, ni un problema
sino una inmensa exigencia del corazón del hombre. Y ante ese Dios tiene
que encontrar un sentido a su vida.
Ayudará
esforzarle a insertarse en una vida social intensa. Esto es más “factible de lo
que ellos creen. Y este es un elemento importante para equilibrar la
existencia” (M. Oración “Ante la ilusión y la angustia” París, 1958).
“El siquiatra
a veces esquiva afrontar el problema diciendo que los motivos morales y
religiosos son extraños a su competencia; pero sería mucho más generosos
explicar que la abstinencia total cuando está inspirada en el temor sólo o por
un sentimiento de culpabilidad conduce con frecuencia a soluciones falsas y
precarias; sin embargo sucede que personas con espíritu resuelto, hacen una
elección deliberada de vivir la castidad y lo logran sin grandes problemas.
Esta elección resulta mucho más fácil si está fortificada por una intención de
sacrificio (amor a Jesucristo) y dejándose absorber por una causa o una
actividad que dé sentido a su vida” (West “Homosexuality” Bruselles)
Doctrina y Tradición de la
Iglesia
AT
Todo el enfoque bíblico de la
sexualidad desde el Génesis es heterosexual. Israel toma una posición muy
severa frente a la homosexualidad.
Lev 18, 22: “No te acostarás con varón como con mujer;
es abominación”
Lev 20, 13: “Si alguien se acuesta con varón como se
hace con mujer, ambos han cometido abominación: morirán sin remedio; su sangre
caerá sobre ellos”.
Gen 19: El pecado contra naturaleza que toma
su nombre de este relato era “abominable” para los israelitas (además del
agravante de hacerlo contra “la hospitalidad”) aunque estaba extendido por los
pueblos circunvecinos.
Terrible lección evocada con frecuencia: Dt 29, 22; Is 1, 9; 13, 19; Jr
49, 18; 50, 40; Am 4, 11; Sap 10, 6-7; Mt 10, 15; 11, 23; Lc 17, 28; 2 Pe 2, 6)
Jud 1, 7: “Y lo mismo
Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas que como ellos fornicaron y se fueron
tras un uso innatural de la carne, padeciendo la pena de un fuego eterno.
(En esta exégesis que hace Judas de Gen 19 el castigo es por el uso
antinatural, no por la falta en la hospitalidad solamente. Podrá alegarse por
alguno que es “abuso y promiscuo” y que no habla de las parejas estables de
radicales, cfr. Mc Nelly)
NT
Cristo hace referencia tres veces
a Sodoma para anunciar que hay pueblos como Corozain, Betsaida y Cafarnaum que
serán tratados con mayor severidad.
Los textos más severos contra la
homosexualidad se encuentran en Pablo:
·
En los catálogos de pecados que excluyen del
reino, Pablo cita la homosexualidad:
1 Tim 1, 9: “... para
los impíos, pecadores, para los irreligiosos y profanadores, para los
parricidas y matricidas, para los asesinos fornicarios (pornois), sodomitas
(ársenokoitais), traficantes de seres humanos ... y para todo lo que se opone a
la sana doctrina que está conforme con el Evangelio”.
1 Cor 6, 9: “No sabes
acaso que los injustos no heredarán el reino de Dios. No os engañéis. Ni los
impuros, ni los idólatras, ni los adúlteros (moijoi), ni los afeminados
(malakoi), ni los sodomitas (arsenokoitai) ... heredarán el reino de Dios”.
·
El más importante:
Rom 1, 26: “Por eso
Dios los entregó a las apetencias de su corazón hasta una impureza tal que
deshonraron entre sí sus cuerpos; a ellos que cambiaron la verdad de Dios por
la mentira y veneraron y dieron culto a la criatura en vez del Creador ... Por
eso los entregó Dios a pasiones infames; pues sus mujeres invirtieron el uso
natural de las relaciones por otras relaciones contra la naturaleza; igualmente
los hombres abandonando el uso natural (kata fisin) de la mujer, se abrasaron
en deseos los unos por los otros, cometiendo la infamia de hombre con hombre,
recibiendo en sí mismos el pago de su extravío”.
·
De esta exposición se puede deducir la
condenación formal y explícita de la homosexualidad y así lo ha entendido
siempre la Iglesia. Mcneill (“La Iglesia ante la homosexualidad”, Barcelona
1979) quiere excluir de esa clara condenación a los homosexuales radicales
emparejados (no-promiscuos)
·
Periodo patrístico:
-
los escritos de los Padres encierran una neta
condenación de la homosexualidad, pecado contra naturaleza, sodomía (cito sólo
algunos: tertuliano, Crisóstomo, Justino, Eusebio, Lactancio, Basilio,
Agustín...). y no hay por cierto ninguno que lo justifique o atenúe el juicio
bíblico.
-
Los textos más antiguos: “Tradición Apostólica”,
“Tradición de Hipólito” los excluye del catecumenado para el bautismo hasta que
hayan abandonado su vida pecadora. El Concilio de Elvira (año 305) excluye a
los pederastas de la comunión aun en artículo de muerte. En la misma línea de
reprobación está el Concilio de Ancira, Toledo, Napolitano (hoguera).
·
Edad Media:
-
los Penitenciales (s VII al XI) son reveladores de los
juicios de la Iglesia al distinguir y tarifar los delitos con diversidad de penas
(homosexualidad, actual o habitual; reincidencia, laico o clérigo, joven o
adulto)
-
los grandes escolásticos no hablan tanto. Pedro Damián
(s XI) “Liber Gomorrhianus”) es durísimo. Los considera poseídos de un espíritu
diabólico. Santo Tomás de Aquino la considera inmoral porque es un “acto contra
natura” (contrario a la ordenación de la sexualidad y por ser un placer
desordenado).
·
Tiempos actuales:
La doctrina de
la Iglesia de rechazo a la homosexualidad se ha mantenido hasta nuestros días
sin ser obsesiva.
Los estudios
de la sicología profunda, las distinciones entre homosexualidad radical y
periférica y otras, eran desconocidas anteriormente.
Sin embargo
podemos sostener que la Iglesia siempre ha considerado grave pecado
“objetivamente” la homosexualidad. Aunque ni en los Padres ni en la Iglesia
actual hay un rechazo del que sinceramente está dispuesto a abandonar la
práctica de la homosexualidad.
“En nuestros días, fundándose en
observaciones de orden psicológico, han llegado algunos a juzgar con indulgencia,
e incluso excusar completamente, las relaciones entre ciertas personas del
mismo sexo, en contraste con la Doctrina constante del Magisterio y con el
sentido moral del pueblo cristiano.”
Se hace una distinción, que
“parece fundada”, entre los homosexuales cuya tendencia, proviniendo de una
educación falsa, de falta de moral sexual, de hábito contraído, de malos
ejemplos y de otras causas análogas, es transitoria o al menos no incurable, y
aquellos otros homosexuales que son irremediablemente tales por una especie de
instinto innato o de constitución patológica que se tiene por incurable.
Ahora bien, en cuanto a los
sujetos de esta segunda categoría, piensan algunos que su tendencia es natural
hasta tal punto que debe ser considerada en ellos como justificativa de las
relaciones homosexuales en una sincera comunión de vida y amor análoga al
matrimonio, mientras se sientan incapaces de soportar una vida solitaria.
Indudablemente esas personas
homosexuales deben ser acogidas en la acción pastoral con comprensión y deben
ser sometidas en la esperanza de superar sus dificultades personales y su
inadaptación social. También su culpabilidad debe ser juzgada con prudencia.
Pero no se debe emplear NINGUN
METODO PASTORAL QUE RECONOZCA UNA JUSTIFICACIÓN MORAL A ESTOS ACTOS por
considerarlos conformes a la condición de esas personas.
SEGÚN EL ORDEN MORAL OBJETIVO,
LAS RELACIONES HOMOSEXUALES SON ACTOS PRIVADOS DE SU REGLA ESENCIAL E
INDISPENSABLE.
En la Sagrada Escritura están
CONDENADOS COMO GRAVES DEPRAVACIONES E INCLUSO PRESENTADOS COMO TRISTE
CONSECUENCIA DE UNA REPULSA DE DIOS (Rom 1, 24). Este juicio de la Escritura no
permite concluir que todos los que padecen esta anomalía son del todo
responsables, personalmente, de sus manifestaciones; pero ATESTIGUA QUE LOS
ACTOS HOMOSEXUALES SON INTRÍNSECAMENTE DESORDENADOS Y QUE NO PUEDEN RECIBIR
APROBACIÓN EN NINGUN CASO (Persona humana 8).
“Es necesario precisar que la
particular inclinación de la persona homosexual, aunque en sí no sea pecado,
constituye, sin embargo, una tendencia más o menos fuerte, hacia un
comportamiento intrínsecamente malo desde el punto de vista moral. Por este
motivo la inclinación misma debe ser considerada como objetivamente
desordenada. Quienes se encuentran en esta condición deben, por tanto, ser
objeto de una particular solicitud pastoral para que no lleguen a creer que la
realización concreta de tal tendencia en las relaciones homosexuales es una
opción moralmente aceptable...”
La teología de la creación,
presente en el libro del Génesis, suministra el punto de vista fundamental para
la comprensión adecuada de los problemas puestos por la homosexualidad... “El
significado nupcial...”
La Iglesia cuando rechaza las
doctrinas erróneas en relación con la homosexualidad, no limita sino que más
bien defiende la libertad y la dignidad de la persona, entendidas de modo
realístico y auténtico.
“En la actualidad un número cada
vez mayor de personas, aun dentro de la Iglesia, ejercen una fortísima presión
para llevarla a aceptar la condición homosexual, como sino fuera desordenada y
a legitimar los actos homosexuales. Quienes dentro de la comunidad de fe
incitan en esta dirección tienen a menudo estrechos vínculos con los que obran
fuera de ella...”
Se debe evitar la presunción
infundada y humillante de que el comportamiento homosexual de las personas
homosexuales esté siempre y totalmente sujeto a coacción y por consiguiente sin
culpa. En realidad, también en las personas con tendencia homosexual se debe
reconocer aquella libertad fundamental que caracteriza a la persona humana y le
confiere su particular dignidad.
Como en toda conversión del mal,
gracias a esta libertad el esfuerzo humano, iluminado y sostenido por la gracia
de Dios, podrá permitirles evitar la actividad homosexual (Carta a los Obispos
sobre la atención pastoral a los homosexuales, Congregación para la Doctrina de
la Fe, 1º Octubre 1986).
“En este contexto, se expondrán y
comprenderán las razones que justifica que se excluya de la vida religiosa a
aquellas y aquellos que no lograron dominar tendencias homosexuales o que
pretendieran adoptar una “tercera vía, vivida como un estado ambiguo entre el
celibato y el matrimonio” (Formación de los religiosos, Congregación para los
Institutos de vida consagrados, 2 Feb 1990).
Valoración Moral
·
Hay en la homosexualidad una inversión de la
finalidad esencial de la sexualidad tal como en forma inequívoca la presenta la
Escritura y la tradición constante de la Iglesia.
-
conyugalidad d los dos sexos diferentes (física y
sicológicamente diferentes)
-
procreatividad (generación física y educación
sicológica diversificada)
·
Se ha cuestionado la valoración moral de la
Iglesia con estos argumentos:
-
nadie es responsable de las tendencias innatas que
posee
-
la tendencia homosexual no es un pecado sino una desviación
que hay que aceptarla con lucidez y humildad, sin exaltarla ni reprocharla
-
esta tendencia es irreversible
-
el homosexual sólo puede realizarse en la importante
dimensión humana de la alteridad y el amor dentro de su peculiaridad
-
no dejarle vivir su peculiaridad es condenarla para
toda la vida a la más brutal soledad (inhumano) o a la promiscuidad
(denigrante)
-
debe aceptarse, con bastantes autores, al menos como
mal menor, la intimidad total de una pareja en un proyecto compartido en común
en forma estable
-
no queda otro camino cuando el celibato religioso y el
matrimonio están contraindicados
·
Se responde a estos argumentos:
-
se acepta la irresponsabilidad de la tendencia radical
en su origen pero si es responsable el que actúa conforme a esa desviación
-
ni exaltación, ni reproche pero si dominio y control
como en tantas desviaciones (fetichismo, sadismo, donjuanismo, paidofilia,
cleptomanía)
-
la tendencia es irreversible pero los actos no son
necesarios ni tampoco inevitables; el hombre sigue siendo libre
-
la sublimación del impulso hacia áreas no sexuales es
humanamente posible (cfr Freud) y cristianamente elevador (la cruz)
-
el mal menor en este caso sólo cabe en una conciencia
errónea. Nunca se puede elegir el pecado aunque fuera menor
·
Además:
-
el proyecto homosexual suele estar cargado casi siempre
de narcisismo y falta de oblatividad. Es una de las características del
homosexual
-
se vive “tal unión” en la marginalidad social que la
considera grotesca
-
es absurdo que se quiera “representar” un sexo (físico
y psíquico) del que se carece
-
es conocida la inconstancia, inestabilidad e
infidelidad del homosexual
-
la licitud de una conducta y su legitimidad no proviene
de “lo que es” sino de “lo que debe ser”. La mera instintividad no es criterio
suficiente para reglamentar una conducta. La moral quedaría reducida a un
biologismo brutal y anárquico
-
hay que superar el dilema: el homosexual o ejerce el
sexo de acuerdo con su inclinación y con una dosis de amor o de lo contrario lo
vivirá de una manera perversa, neurótica y promiscua
-
cabe la posibilidad de la humanización y
cristianización de la persona en una tarea de superación
-
es precisamente una característica de la sexualidad
humana, el ser asumida sin ejercicio de la genitalidad. No se trata de
“reprimir” sino de sublimar. Todos, aún los heterosexuales, tienen la tarea de
ser castos en su vida y eso supone autodominio y libertad.
Perspectivas pastorales
·
Sólo lo que es verdadero puede en definitiva ser
pastoral. Hay que hacer la verdad en la caridad (Jn 8,32)
·
Escucha acogedora. Cuando se quiere ayudar a un
homosexual hay que reprimir la aversión y rechazo que inspira
inconscientemente. Hay que aceptarlos como son, sin extrañeza y hostilidad. Son
muy sensibles y detectan enseguida la impresión negativa que causan. Cuando ven
algún indicio negativo caen en el mutismo o la mentira.
·
Hay que identificar al sujeto: ¿cómo viene?
¿quién es?. Hay quien llega para recibir aprobación a su problema y actuar con
mayor libertad. Otros buscan provocar la compasión, amistad. Finalmente, algunos
buscan superar su problema y comprometerse con el querer de Dios,
generosamente.
·
No aceptar tratar el problema “en grupo” sino a
solas.
·
Identificarlo: ¿es homosexual radical, latente, periférico,
ocasional, fóbico? (después de los 24 el radical tiene tres notas: preferencia
fuerte por el mismo sexo, ensueños y sueños)
·
Si hay que remitir al siquiatra que sea
por grave deterioro de la personalidad y a profesionales con criterio moral.
Con frecuencia el siquiatra esquiva el problema moral; solo cuida de reafirmar,
desculpabilizar etc; Y no rara vez induce a experiencias heterosexuales,
incluso prostitución con graves consecuencias morales y síquicas.
·
El homosexual que busca un sacerdote,
generalmente quiere ayuda espiritual. Dar un sentido a su vida a la luz
de Dios. Comprender no significa aprobar.
·
Tras imponer rompimientos drásticos cuidar del desamparo
y soledad que sobreviene. Necesidad ocupacional, altura de miras, tarea
elevada.
·
En la homosexualidad radical, el intento de
cambiar la dirección de la tendencia está condenado al fracaso.
·
Sin embargo, sí es posible en una mayoría de
casos, ajustar una vida espiritual de superación a todos los niveles
cristianos, infundir la alegría de Dios. Pero es imprescindible que haya una decisión
personal, convencimiento.
·
Hay que llenar un vacío, una vez que el
homosexual abandona el ambiente, su grupo, (esta es una de las primeras tareas)
Teme el futuro como un desierto helado.
·
No olvidar que la mentalidad del homosexual es
derrotista, fatalista. Con frecuencia se empeñara en probarse y probarnos que
es inútil la lucha.
·
Es complejo su psiquismo “ser diferente,
sentirse diferente, anhelar ser como los demás y en el fondo no quererlo
realmente, por fidelidad con el propio ser;
y el doloroso y atormentado anhelo de ser aceptado por los demás como se
es”.
La tarea del
sacerdote es dar esperanza a ese mundo de sentimiento encontrados, dejar que
caiga sobre ellos la sombra redentora de la cruz... ; hacerle creer en
la santidad.
·
Dificultades para cortar con el mundo anterior;
celos; chantajes; acosos; amores apasionados.
·
Matrimonio:
no es solución. Fuente de dolor para la pareja, hijos. Se busca como
pantalla o terapia con poco éxito.
·
Vida religiosa o sacerdotal: totalmente
descartada. Ahonda los problemas, los mistifica, graves daños a tercero en lo
moral y en lo religioso. Se empeñan con frecuencia y con terquedad, mitomanía,
doble vida.
·
La mayor dificultad está en su condición
neurótica y doble personalidad (hipersexualidad).
·
Antes de los 25 años no está fijada definitivamente
la homosexualidad radical.
·
Precaver la seducción. Cargar la conciencia con
el daño de otro. El egoísmo les hace olvidar esa trascendental dimensión del
homosexual. Hacerles sentir la responsabilidad de la seducción y tragedia
llevada a otras vidas.
APÉNDICE (Opiniones divergentes del Magisterio...)
GUY-DURAND “Sexualité et
foi (1º Enero 1984)
“¿Hay que favorecer las amistades
homosexuales, como remedio a la soledad y al peligro de la promiscuidad o como
medio positivo de expansión? Es significativa, en este punto, la evolución del
grupo holandés: al principio el grupo titubeaba mucho sobre la conveniencia de
favorecer las amistades; después hablaría de “menor mal”, para finalmente llegar a aceptar francamente
un proyecto de amistad seria (“Homosexualité” Mame, 1967).
Por amistad, yo entiendo aquí una
relación permanente y afectiva, orientada hacia proyectos e ideales comunes,
que desemboca regular o accidentalmente en contactos carnales. Las esperanzas
que suscitan estas amistades son muy variadas: sus éxitos son diversos. Ahí la
duración y la fidelidad son difíciles; es raro una pareja homosexual que
resista la prueba del tiempo. La dimensión espiritual tiende a ser escamoteada
por la búsqueda del placer carnal.
Hay una especie de herida narcisista
que les impide a esas amistades ser plenamente gratificantes y desarrollarse.
Desde luego, siempre son preferibles a la promiscuidad y al cambio constante de
pareja. Con frecuencia son un remedio
esencial para la soledad que sufre terriblemente todo homosexual.
De una manera más general,
independientemente de su connotación carnal, ¿no es esta amistad indispensable
para el desarrollo de cada uno?. El ser humano es relacional. La amistad
contribuye a construir su vida: embellecerla, realizarla. En esas condiciones y
teniendo en cuenta que nos estamos refiriendo a la homosexualidad radical, ¿no
es oportuno favorecer positivamente el recurso a tales amistades “tolerando”
los aspectos sexuales que la acompañan?.
Esta actitud se justifica tanto
en una perspectiva clásica como en una más moderna...ignorancia, pasión,
hábito, necesidad, irresistible, conciencia errónea...que dan amplio margen al
educador o asesor moral. Pero se
justifica esta actitud, mucho más en una perspectiva moral más existencial para
la que lo moral está menos en el aspecto biológico que en la búsqueda de
valores, la riqueza de la vivencia afectiva, el desarrollo del amor...más que
una ruptura que sólo dejaría vacío, angustia, soledad ¿no sería mejor orientar
la amistad homófila hacia una profundización?.
No se trata de una apología de la
homosexualidad, ni de negar sus lagunas sino de ayudar a vivir a una persona en
dificultades, tomando en consideración toda la dimensión de la moral.
Pero esta amistad tiene que ser
educada por la inestabilidad, exageración intencional, búsqueda de placer
genital, dramatización de sí mismo, ostentación, exhibicionismo y proselitismo
(pp. 275).”
“...dos ideas expresan justamente
que la fe cristiana no es reducible a la moral. El misterio de salvación trasciende
toda ética. Esas dos ideas definen dos actitudes del pastor frente a los
homófilos: ayudarles a aceptarse como son; ayudarles a que descubran ellos
mismos, lo que deben hacer. Muchas de las dificultades provienen de que el
homófilo no se acepta como es, se cree rechazado por Dios, condenado por la
Iglesia. Por otro lado el debe tomar las decisiones concretas. ¿Debe sublimar
sus tendencias o tender a vivir un “proyecto de amistad”? Es el quien lo tiene
que decidir. Sea que el pastor vea en ello un “menor mal” tolerable o un “bien
positivo”, tendrá que respetar la decisión del sujeto, favorecer su decisión
personal, invitar a vivirla lo más auténticamente posible. El pastor no tiene
que decidir y menos, entrometerse (“Dios los ama como son”, Sengers, 1998) ni
darles una bendición, simulacro de una bendición nupcial a estos proyectos de
amistad” (pp.279)
LOPEZ AZPITARTE “Praxis
cristiana”
“Con esto solo hemos hablado de
su valoración abstracta y objetiva, pero, aun aceptando este presupuesto del
que parte la gran mayoría, queda su aplicación posterior a los individuos
particulares. Si el tener una inclinación como esta no es muchas veces
imputable a la propia voluntad, ¿cómo deberían juzgarse los actos concretos de
una persona homófila?
Se oye decir con frecuencia que
la Iglesia ha mantenido una postura intransigente de absoluto rechazo, muy
distinta de la que Jesús tuvo con los más necesitados y cuyas consecuencias han
sido trágicas. Los homosexuales que no quieren perder su fe y desean encontrar
en ella un motivo de ayuda y esperanza terminan cayendo en una profunda
neurosis, se sienten criminales y pecadores ante su propia conciencia. Y si
logran superar este sentimiento interno de culpa saben que no pueden mantenerse
en comunión oficial con una doctrina que los condena.
¿No cabría la posibilidad de
admitir como lícita una relación homosexual, al menos en determinadas ocasiones
y situaciones? ¿Por qué si esta persona es así no puede vivir de acuerdo con su
inclinación? ¿Es humano exigir un comportamiento que resulta inalcanzable para
tantos individuos?
Estas y otras preguntas parecidas
han hecho surgir nuevas reflexiones en el campo moral. Sería difícil dar ahora
una síntesis de las diferentes posturas adoptadas sobre el tema, pero creo que
en caso todas se da un denominador bastante común. La permisividad ética de
actos homosexuales, en una relación personal de afecto y cariño, quedaría
aceptada por la siguiente consideración de fondo, expresada con brevedad.
El ideal de una persona homófila
podría ser la sublimación de esa tendencia, pero puesto que una conducta así
resulta heroica e imposible, sólo le resta una doble posibilidad: vivir de una
manera clandestina, perversa, en el anonimato de la promiscuidad y de los bajos
fondos, o intentar al menos, una mayor humanización del instinto mediante una
comunión personal y afectiva. Considerar estos últimos gestos como pecaminosos
supondría quitarle el único camino de reconciliación con su propia verdad;
hundirla en una conducta más represora y despersonalizante, y mantenerla en un
clima neurótico y de constante culpabilidad. La homosexualidad no debe
reprimirse, como ningún instinto ni vivirla como un mero placer egoísta. Entre
ambos extremos podría aceptarse como expresión de amor, pues aunque tenga aspectos
negativos – no alcanza el nivel ideal del sexo – manifiesta sin duda algunos
positivos, en cuanto se aparta de otros comportamientos peores y más perversos.
Por ello las exigencias objetivas de la moral deberían acomodarse a las
situaciones y posibilidades concretas de cada individuo.
No juzgo desacertado que la
eticidad de una conducta se juzgue también por sus consecuencias. Estamos
acostumbrados a una moral demasiado esencialista, donde lo bueno y lo malo se
medían por unas categorías abstractas y ajenas muchas veces a la realidad. La
reflexión moderna, en el campo de la ética, se orienta decididamente por una
argumentación teleológica donde la primacía se otorga a las consecuencias
dramáticas o positivas que puedan seguirse de una acción determinada. Si un
comportamiento provoca en su conjunto, muchos más efectos benéficos y positivos
que lamentables, no se podría juzgar como pecaminoso, aunque tampoco constituya
ningún modelo de imitación.
Sin embargo, la aplicación de
esta teoría a cualquier forma de conducta debe tener en cuenta algunos
presupuestos fundamentales. En el campo concreto de la homosexualidad sería
conveniente proponer otras reflexiones previas. De lo contrario, lo que pudiera
ser aceptable en teoría tal vez no lo fuera tanto en su aplicación práctica
(pág. 389).
(Pero Azpitarte pone en duda la
irreversibilidad en todos los casos, y no está de acuerdo con el dilema para
todas las ocasiones, ni el que se viva como se es, por el impulso biológico
sino como se debe ser, porque no es necesaria la expresión genital...) Pero
llega al final:
Si de verdad me encontrase con
una persona cuya única posibilidad fuese el dilema propuesto, también aceptaría
“un compromiso” que evitase mayores consecuencias negativas. Esto supuesto ¿qué
orientaciones fundamentales deberíamos ofrecer en la pastoral con estas
personas? (pp392)
“Se propone en intento de una
mejora y equilibrio aunque no sea posible la reorientación de la tendencia. Se
sugiere la sublimación auténtica “a través de un paso lento y cansino, con una
conducta que por fuera parece condenable, el corazón puede sentirse henchido de
una gracia gigantesca. A quien nada más puede ofrecer tal vez Dios no le pida
más que un sollozo de impotencia”
“Dentro de la literatura actual
sobre el tema se insiste también en la conveniencia de una amistad estable como
el medio más asequible de sobrellevar una vida solitaria cargada de tantas
dificultades. Para algunos esto supondría necesariamente el reconocimiento,
incluso social y jurídico, de la pareja homosexual con la consiguiente
justificación pata toda clase de prácticas. Otros sin embargo, ofrecen esta
posibilidad, pero sin llegar a tales extremos.
Sin negar la ambigüedad y los
peligros que en ella pudieran encerrarse, la integración de la homofilia es
posible dentro de una amistad personal y responsabilizada. Cuando existe una
ilusión progresiva nadie tiene derecho a descalificar un intento en el que se
busca superación de la mera sexualidad dentro de un clima mucho más humano y
respetuoso.
...Aunque esta amistad llevara en
ocasiones a prácticas homosexuales, no habría que imponer sin más la ruptura.
En cualquier hipótesis sería muchas veces un mal menor que el peligro de la
promiscuidad o que los desequilibrios de una vida solitaria en tales sujetos.
Se buscaría evitar los males mayores, aunque no sea posible eliminarlos por
completo. Estamos hablando de personas que desean una superación progresiva y
que no eligen esta posibilidad para aprovecharse tranquilamente de las
facilidades que pudieran encontrar. Si el único camino que les queda para
seguir adelante, sobre todo en casos extremos de soledad depresiva, tiene estos
peligros, habría motivos suficientes para aceptarlos, dentro d los principios
generales de la moral, sabiendo que avanzan y sueñan con una etapa superior” o
“búsqueda del mayor bien posible”.
CURRAN CH. (Catholic Moral Theology in Dialogue” Notre
Dame 1975)
“En un sentido, la acción
concreta homosexual no es objetivamente mala, porque ante la presencia del
pecado, constituye la única alternativa viable para el individuo, aunque, desde
otra perspectiva, en ella se manifiesta la fuerza del mal”
(Memorandum a Roma)
“Sobre la base de una teología
del compromiso he propuesto que para un homosexual genuino, irreversible,
constitucional, los actos homosexuales, en un contexto de relación de amor que
se esfuerza por la permanencia, pueden en cierto sentido ser aceptables
objetivamente. Tales actos son buenos para esas personas, según la teología del
compromiso, por su condición objetiva.
Esta posición no condonaría actos
homosexuales sin una donación personal. Sitúo mi posición, entre la enseñanza
oficial jerárquica y la sostenida por un buen número de teólogos que juzgan a
la moral sexual sobre la base de la calidad de la relación bien sea homosexual o
heterosexual”.
SNOECK J: (Ensayo de ética
sexual, Ed Paulinas 1988)
“Alguien, hombre o mujer, es
portador de un síndrome homosexual nuclear e irreversible. Ya hizo todo lo
posible para cambiar pero en vano. ¿Cuáles son sus alternativas de
comportamiento: 1) puede optar por la continencia, sublimando sus impulsos
sexuales; 2) puede establecer una relación amorosa, cierta estabilidad y
profundidad con todo el lenguaje erótico-sexual; 3) puede procurar algún alivio
con prácticas sexuales impersonales con un compañero cualquiera, tal vez en
cambio de dinero.
La segunda encuentra defensores
cada vez más numerosos tanto en círculos católicos como evangélicos. En un
artículo publicado hace más de 10 años, divulgamos entre nosotros este otro
modo de pensar.
El artículo provocó las más
diversas reacciones: agradecimientos conmovedores de muchos “entendidos” y
amarga repulsa de los “no-entendidos” que llegaron a presionar para que hiciera
una retractación.
Hoy no sólo nos retractamos sino
que vemos confirmada cada vez más la misma posición compartida por muchos otros
(Gruendel, Guindon; MCNeill, Valsechi, Rossi...)
Esta actitud más abierta
posibilitó la fundación de varios centros pastorales donde los homosexuales son
acogidos y orientados en una perspectiva cristiana. Sobre todo se percibe en la
pastoral que la ética tradicional es impracticable...Una ética inspirada en la
primacía de la relacional sobre lo procreativo y de la actitud sobre los actos
aislados, permite otro abordaje.
La condición de los homosexuales,
finalmente, es ésta: con o sin culpa, generalmente sin ella, son ahora lo que
son: una mezcla de madurez e inmadurez, como además todos somos. Cuántos machos
existen por ahí que son tremendamente inmaduros en diversos aspectos: no tienen
opción política, no tienen preocupación social, su religiosidad es mágica e
infantil; no entienden nada de educación, no comprenden a sus hijos, son
egoístas y rudos con sus esposas. Pero por eso van a dejar llevar la vida de la
mejor forma posible.
No cabe duda que la sexualidad
sólo alcanza su plena expansión en reciprocidad con un compañero de otro sexo.
Pero donde este ideal, por fuerza mayor no es posible, donde el celibato es
impracticable – la misma estructura homosexual, que no encuentra ninguna
identificación en la cultura, torna el deseo sexual más incontrolable – donde
concretamente, la alternativa es entre contactos epidérmicos, degradantes, o
una relación amorosa en la que se puede al menos lograr cierto grado de
humanización, alguna compañía en la soledad, algún sentido para la vida y el
trabajo, esta relación pasa a tener un sentido positivo. Evidentemente no es lo
perfecto. Es un balbucir. Pero al fin, están haciendo lo que pueden del mejor
modo posible... Esta concepción es una consecuencia lógica de nuestra concepción
de la sexualidad como lenguaje de amor y una aplicación del principio de
proporcionalidad ... (hablan el amor de la mejor manera posible... aun mejor
que casados).
APÉNDICE II
Los factores biológicos en el problema de la
homosexualidad
(Ed Sal Térrea, Agosto 1977)
·
La mayoría de autores atribuyen la
homosexualidad a trastornos en el desarrollo sico-sexual situados
preferentemente en la niñez.
·
Como factores se han citado: intensa fijación en
la imagen maternal, narcisismo, trastornos en el proceso de identificación del
niño con sus progenitores. Es unánime atribuirlo a trastornos en la maduración
sico-sexual del niño.
·
Pero, ¿esto significa una explicación exhaustiva
y adecuada del fenómeno? ¿hay que excluir la correlación de factores
somáticos?¿se hereda? ¿no está condicionada a trastornos hormonales en estado
embrionario? ¿es idéntico el cerebro del homosexual del heterosexual?
·
Hay datos biológicos interesantes:
A)
Sexo cromosómico
XX –XY
XO Síndrome de Turner: Frecuencia
1/3000...mujeres; talla baja, aspecto infantil; ovarios atróficos y no
funcionales. No hay cambios puberales; intelectualidad baja. Diferenciación
sico-sexual femenina.
XXX : Frecuencia
1/1000...mujeres apariencia normal. Baja fertilidad. Hay a veces trastornos
mentales. Diferenciación sico-sexual femenina.
XYY: Frecuencia 1.8/1000
(3% en institutos penitenciales). Hombres; talla elevada (superior a 1.80 mt),
corpulentos. Trastornos en la espermatogénesis que lleva a frecuente
esterilidad. El “Y” supernumerario lo predispone a conducta impulsiva y
antisocial. Se le llama el cromosoma de la criminalidad.
XXY: Síndrome de Klinefelter. Hombres. Frecuencia
1/400. Poco desarrollo de gónadas y genitales externos (testículos, pene)
Frecuentemente suelen ser estériles.
Trastornos síquicos y de identidad sexual (desviación homosexual). El “X”
supernumerario debilita la función cerebral.
B) Diferenciación gonádica en
desarrollo embrionario
1.
Hasta la 7ma semana de desarrollo embrionario no
comienza la diferenciación sexual, en
ambos sexos hay una glándula germinal indiferenciada (futuros testículos y
ovarios) y los conductos Wolf y Muller (restantes órganos genitales, masculino
y femenino)
2.
Desde la 7ma
semana empiezan las secreciones que diferenciarán por la testosterona.
3.
La tendencia “natural” y “espontánea” está dirigida a
la formación de hembras. Para que se forme un hombre debe añadirse algo: la
testosterona producida por el testículo fetal, que produce la masculinización.
Si falta testosterona por extirpación de testos o por síndrome de resistencia a
los andrógenos, las gónadas femeninas estarán presentes independientemente de
la producción de hormonas ováricas; son únicamente el resultado de la
nopresencia de andrógenos.
C) Importancia
Hormonal
- La administración de andrógenos en el desarrollo de
un feto hembra origina masculinización del cerebro (hipotálamo) y el que
la mujer sea acíclica como el hombre (un ciclo de 28 días).
- Se podrá hablar en la especie humana de una
impregnación hormonal del cerebro (¿sometida a andrógenos se masculiniza?).
¿Esos casos de niñas que en la etapa embrionaria fueron sometidas a
hormonización de andrógenos, que siendo educadas como niños, sienten
piensan, juegan como muchachos... Descuido en el vestido y peinado, pero
sin afectar el comportamiento sexual?
D)
Desarrollo sico-sexual
La
adjudicación a un sexo y la educación en ese mismo sexo tiene una importancia
fundamental en la identidad sexual de la persona. Hay una fase crítica que se
sitúa con anterioridad a los 18 meses de edad. Y los años anteriores a la
pubertad las hormonas de la pubertad determinan la fuerza del deseo, pero no la
dirección del mismo. Los papás suelen advertirlo antes de los 5 años del niño.
Las hormonas
tienen pues una acción despreciable sobre el comportamiento sexual si se
compara con los condicionamientos sicológicos y los influjos socio-culturales.
Por eso la administración de testosterona a los homosexuales sólo aumenta la
intensidad del deseo no la dirección del mismo.
Esto revela
que en el hombre, al revés que en los animales, la sexualidad no está
esclavizada a los influjos hormonales. En el hombre es la corteza cerebral la
que inhibe, transforma o acentúa el instinto sexual.
Es frecuente
los casos de homosexuales en los gemelos monozigóticos, en ambos.
Hoy es
sumamente probable que los influjos hormonales prenatales sobre el cerebro
inducen a la tendencia a la dominación en el niño y al comportamiento maternal
en la niña.
La reducida
tendencia a la dominación en el niño junto con otros factores y experiencias
pueden conducir a la homosexualidad en el niño.
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