TEOLOGÍA
DOGMÁTICA Y TEOLOGÍA MORAL ANTE EL SENTIDO DE LA EXISTENCIA HUMANA
La doctrina dogmática sobre el fin ultimo de la
vida humana
Santo Tomas señala (Suma Teológica)
que los seres imperfectos miran con su obrar a adquirir alguna cosa; no es el
caso de Dios, quien tan solo comunica su perfección, que es su bondad.
Las
criaturas intentan alcanzar su perfección asemejándose a la perfección y bondad
divinas.
La bondad divina es
el fin de las cosas. La gloria de Dios es el fin de las cosas creadas. “El mundo ha sido creado para la
gloria de Dios” (Conc. Vaticano I: DS 3025). Todos los hombres están destinados
a alcanzar en Cristo la comunión con Dios por obra del Espíritu Santo, a través
del conocimiento y del amor. Cristo murió por todos y la vocación última del
hombre es una sola: la vocación divina.
La consideración moral del fin ultimo de la
existencia humana
Comenzar la teología moral con un estudio sobre
el fin ultimo de la vida humana resulta una exigencia indispensable de la
perspectiva de la “primera persona” propia de la teología moral como ciencia practica.
El hombre a través de sus acciones se conduce a
si mismo hacia su bien completo y definitivo. El sentido último de la
existencia es una realidad que resulta ligada, a modo de fundamento, a todas
las demás realidades y estructuras morales (virtud, norma, conciencia, pecado,
etc.)
EL BIEN DE LA VIDA HUMANA TOMADA
COMO UN TODO EN LA
EXPERIENCIA ÉTICA NATURAL
La moral clásica ha enseñado que su principal
tarea consiste en evitar fallos globales e irremediables, y de manera más
positiva y general, orientar las principales decisiones personales hacia el
pleno éxito de la vida humana.
La aspiración humana al bien es una aspiración
que sigue a la razón; induce a la razón a buscar la verdad sobre el bien. Toda
acción, todo proyecto humano tiende a un fin u objeto considerado bueno o
conveniente (Aristóteles).
El análisis racional esta en condiciones de
justificar racionalmente que a la luz de lo que verdaderamente constituye el
bien ultimo de la vida humana, debe establecerse un orden y proporción entre
las diversas actividades humanas.
La teología moral encontrara en la Revelación divina la
respuesta sobre el sentido último de la vida humana y aportara el criterio para
establecer las propias prioridades y orientar de manera adecuada las elecciones
más importantes de la vida.
“El Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo
nos ha elegido en El antes de la fundación del mundo para ser santos en
inmaculados e su presencia, en el amor…” (Carta a los Efesios).
La aspiración al bien absoluto es tematizada y
vivida por el cristiano como una aspiración a la santidad, entendida como plenitud de la filiación divina, que se
realiza en esta vida en el seguimiento
y en la imitación de Cristo. La santidad es el fin que da sentido a la vida
cristiana.
1. Antiguo Testamento
Se refiere en primer lugar a Dios: “No hay
Santo como Yahvé” (1 S 2,2). La santidad constituye la característica propia
del ser divino. La santidad divina no es inimitable. Las personas deben vivir
según el modelo de la santidad divina: “Sed santos, porque yo, vuestro Dios,
soy santo” (Lv 19; Ex 22; Lv 11, 44).
Los profetas subrayan el carácter soteriológico
de la santidad en cuanto revela el amor de Dios, da a conocer los pecados de
los hombres y los libera de ellos. En la literatura sacerdotal se relaciona la
santidad con el culto.
Los libros sapienciales unen la santidad a la
sabiduría, que es como una luz que viene del Señor para guiar a los santos.
2. Nuevo Testamento
En diversos pasajes se usa en sentido semejante
al AT: santo el nombre de Dios, su alianza, los profetas, las Escrituras, la
ley, etc.
Lo característico del NT es que la santidad esta ligada al Espíritu Santo,
que como don de la era mesiánica, conduce al creyente hasta una participación
de la santidad de Dios previamente impensable.
Se distinguen:
•
La
santidad ontológica inicial
•
La
vida eterna como cumplimiento escatológico de la santidad cristiana
•
La
santidad moral y espiritual
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