lunes, 28 de julio de 2014

EL PECADO Y LA CONVERSIÓN

El pecado es algo más que una acción éticamente negativa. A la luz de la llamada divina a la santidad, el pecado se configura como la respuesta negativa del hombre a esa llamada del Señor.

Teniendo presente que Dios ofrece continuamente al hombre el don de la adopción filial en Cristo, el pecado aparece como resistencia humana a la gracia y a la acción salvífica del Espíritu.

EL PECADO Y LA CONVERSIÓN EN LA SAGRADA ESCRITURA

El pecado es una oposición y una rebelión del hombre frente al amor paterno de Dios. Es el no del hijo humano al Padre divino, es mysterium iniquitatis sin el cual la historia de la salvación no habría sido la que es.

Solo en el contexto de la fe puede entenderse plenamente la naturaleza del pecado.

Antiguo Testamento

La noción de pecado es comprensible a partir del libre y gratuito designio salvifico de Dios. El hombre ha sido constituido inicialmente en un estado de justicia y amistad divinas, del que los primeros padres se han autoexcluido por el primer pecado.

Después de la primera desobediencia, el pecado se enquista en el corazón del hombre como una potencia expansiva y destructora. “Le peso a Yahvé haber hecho al hombre en la Tierra, y se indigno en su corazón” (Gen 6,5-6)

El Señor no renuncio a su designio salvifico y eligió el pueblo de Israel para realizarlo. La Alianza se convierte en el nuevo marco de la fidelidad y de la infidelidad humana. El pecado no es la oposición a una norma sino al mismo Dios. Con el pecado el hombre rechaza el amor que le ha ofrecido su Creador.

Evangelios sinópticos

La predicación de Cristo pone en evidencia la naturaleza interior del pecado. El pecado comporta el alejamiento de Dios y el deseo de encontrar la propia felicidad en otro lugar, aunque conduzca a la más terrible desventura (Lc 15, 11-32).

La Encarnación se configura como finalizada a la salvación de los hombres; parte esencial de la misión de Cristo es librarlos del pecado (Mt 1, 21).

El Señor no rechaza la cercanía de los pecadores, ha venido para llamarlos, acogerlos con misericordia y perdonarlos (Mc 2, 5-17; Lc 15, 11-32).

Jesús habla de una diversidad de pecados: hipocresía, vanagloria, injusticia, homicidio, adulterio, codicia, soberbia (Mt 23, 1-36). A la vez recuerda que el pecado no es la mera acción exterior sino la perversa actitud interior de la voluntad que es de donde emana (Mt 15, 18-19).

Corpus Paulinum

En los escritos paulinos abundan las enseñanzas sobre el pecado, inscritas en la perspectiva salvifica de Cristo Redentor. La universalidad del pecado tiene su origen en la desobediencia de Adán: “Por un solo hombre entro el pecado en el mundo y por el pecado la muerte” (Rom 5, 12).

El pecado y la muerte son el destino del hombre separado de Cristo. Jesús venció el pecado con la Cruz (Rom 8, 2-4). De ese modo tuvo inicio la nueva vida de los cristianos injertados en la resurrección de Cristo (Rom 6, 8-14).

A través del Bautismo el hombre muere con Cristo al pecado y resucita a la nueva vida como “criatura nueva” (Rom 6, 3-7). La nueva criatura no esta plenamente libre del fomes pecati (Rom 7, 7-25), mientras se encuentra en el mundo, estará en peligro de alejarse de nuevo de Dios.

Según Pablo, la realidad mas profunda del pecado consiste en el alejamiento de Cristo para seguir las obras de la carne (Rom 8,7). Quien peca vuelve a crucificar al Señor (Hb 6,6)

Escritos joanicos

Existe un pecado por antonomasia: el rechazo de acoger a Cristo como luz, como verdad (Jn 1, 10-11; 1Jn 2, 22-23)

Jesús es el buen pastor que ofrece la vida por las ovejas, que acoge los pecadores y los perdona, pero les pide que no pequen más, que rechacen las obras malvadas, que caminen en la verdad (Jn 3, 17-21).

La remisión de los pecados

La Revelación sobre el pecado no se limita a mostrar su malicia sino que pone de relieve la sobreabundante misericordia del Señor. Dios en Cristo, perdona a los hombres sus culpas si se dejan reconciliar con El (2 Co 5, 15-20). Jesús es el Cordero que quita el pecado del mundo (Lc 1, 77; Jn 1, 29)

EL DESARROLLO DE LA DOCTRINA ECLESIAL SOBRE EL PECADO

Los Padres

El sacramento de la penitencia testifica el conocimiento que la Iglesia ha tenido siempre del pecado como enemistad con Dios y ruptura con la comunidad eclesial

San Agustín desarrolla la doctrina del pecado como aversio a deo (separación de Dios) y conversio ad creaturas (tendencia desordenada hacia los bienes terrenos). El hombre esta ordenado al Bien absoluto; cuando busca la satisfacción en los bienes finitos contra la voluntad de Dios, contraria la ley divina y se separa de Dios.


El Concilio de Trento

Reelaboro las enseñanzas sobre el pecado, como respuesta a la doctrina protestante. Expone la doctrina sobre el pecado original. No solo la falta de fe, sino todo pecado mortal priva de la gracia de Cristo; es necesario mantener la distinción entre pecado mortal y venial; el pecado no destruye totalmente la libertad humana.

A propósito del sacramento de la penitencia, se pronuncia sobre la necesidad de confesar todos y cada uno de los pecados mortales.

El Concilio Vaticano II

El pecado existe en el mundo desde el principio de la historia; el hombre es proclive al mal. El Concilio afirma que el pecado se yergue siempre contra Dios; el pecador infringe el debido orden hacia si mismo, hacia los otros hombres y hacia todas las cosas creadas.

La última palabra del Concilio sobre el pecado es el anuncio de la reconciliación que se cumple en Jesús, que vino para liberar y fortalecer al hombre, renovándolo interiormente (Jn 12, 31).

El hombre ha de esforzarse en la contienda contra el pecado, ya que toda vida humana aparece como una lucha entre el bien y el mal.

ESENCIA DEL PECADO

Definición

Definición agustiniana: “acto, palabra o deseo contrario a la ley eterna de Dios (primera y suprema regla moral)”.

El pecado es un acto humano, libre, realizado con advertencia y consentimiento, contrario a la ley de Dios; supone una rebelión contra la voluntad divina. Es un acto contrario a las virtudes éticas que rompe la comunión del hombre con Dios en Cristo e impide llegar a la plenitud definitiva de la filiación divina.

“Aversio a Deo” y “conversio ad creaturas

A partir de San Agustín es tradicional distinguir dos elementos en el pecado, uno formal y otro casi material.

El elemento que formalmente constituye el pecado como tal es la aversio a Deo. El elemento casi material es la conversio ad creaturas.

Aversio significa separación, alejamiento. El pecador desea el bien parcial que le puede ofrecer una criatura y para poseerlo se aleja de Dios que es el Bien infinito.

En la base de todo pecado se evidencia el amor propio y la desconfianza en las relaciones con Dios; el hombre busca la propia satisfacción.


Único mal verdadero en sentido absoluto

El pecado priva al hombre del bien infinito. El pecado es el único mal en sentido absoluto.

A los ojos de la fe, ningún mal es más grave que el pecado y nada tiene peores consecuencias para los pecadores mismos, para la Iglesia y para el mundo entero.

El pecado no es un mal entre otros, es el único que lo es de modo total y absoluto, si se entiende que es el único obstáculo real para llegar al bien absoluto.

El pecado es siempre alejamiento de Dios

Los actos opuestos a las virtudes son objetivamente incompatibles con la tendencia de la voluntad hacia Dios; realizar uno de esos actos es separarse voluntariamente de Dios.

El pecado es real oposición y resistencia a la gracia del Espíritu Santo.

DIVISIÓN DE LOS PECADOS

Pecado mortal y pecado venial

El pecado mortal es del todo incompatible con la gracia y la caridad, e implica la separación de Dios; el venial no es incompatible con la caridad, aunque la debilite.

El pecado mortal hace perder la vida divina en el alma, el venial solo la menoscaba y hace difícil el ejercicio de las virtudes infusas. El pecado mortal cierra la entrada en el Reino de los Cielos.

El pecado mortal es el acto mediante el cual el hombre con libertad y conocimiento rechaza a Dios, su ley, la alianza de amor que Dios le propone prefiriendo volverse a si mismo, a alguna realidad creada y finita, a algo contrario a la voluntad divina.

Para que un pecado sea grave se requiere: materia grave, advertencia plena y perfecto consentimiento.

Pecados internos y pecados externos

Externos: son los que se cometen con una acción que puede ser observada desde el exterior (robo, adulterio, etc.).

Internos: permanecen en el interior del hombre, en el pensamiento, en la voluntad o en los sentidos internos sin expresarse en acciones externas.

Tipos de pecados internos

- Pensamiento consentido: un querer pensar o imaginar un determinado acto inmoral en su formalidad de malicia.

- Deseo: deseo interior y genérico en el cual la persona se complace
- Satisfacción por el acto realizado: gozar de algo realizado en el pasado sin asumir la decisión de hacerlo de nuevo (el pecado reside en la complacencia originada por el mal deseo)

Otras divisiones de los pecados

- Original: el que cometieron nuestros primeros padres y que se trasmite por generación a todos los hombres.

- Actual: el cometido por el mismo sujeto y del cual es plenamente responsable.

- Formal: voluntaria trasgresión de la ley divina

- Material: acto objetivamente desordenado en el cual falta la debida voluntariedad, por ignorancia invencible, por violencia externa o por falta de uso de razón.

- Acto pecaminoso y estado de pecado: Acto de la voluntad que elige contra el bien humano y la ley moral. Produce en la persona un estado que es el desorden dejado en el pecador, y en el pecado mortal la privación de la gracia.

- De ignorancia, de fragilidad y de malicia: factor interno que induce a pecar. La ignorancia y la fragilidad disminuyen la voluntariedad y por ende la culpa. Los pecados de malicia nacen de la mala voluntad.

- Carnales y espirituales: según tienda desordenadamente a un bien sensible (lujuria) o espiritual (soberbia). Los segundos son mas graves.

- De comisión: realización de un acto voluntario desordenado que se traduce en una acción.

- De omisión: acto voluntario traducido en omitir algo debido.
           
Distinción específica y numérica de los pecados

Son específicamente distintos los pecados cometidos contra virtudes o preceptos diversos.

La distinción numérica indica la cantidad de pecados de un mismo tipo que han sido cometidos.
Ambas distinciones son importantes pues en el sacramento de la penitencia es necesario arrepentirse y manifestar los pecados en su especie y numero.

LA CAUSA DEL PECADO

Causa remota y causa próxima

Causa remota: es la defectibilidad natural del hombre y el desorden moral que producen los pecados.

Causa próxima: es la malicia de la propia voluntad. No explica cada pecado singular.
“La raíz del pecado esta en el corazón del hombre, en su libre voluntad”.

Los pecados y los vicios naturales

Vicios son los hábitos operativos moralmente malos, opuestos a las virtudes. Constituyen un poderoso obstáculo para que el hombre consiga individuar, desear y realizar una conducta congruente con el seguimiento de Cristo. Son el origen de ulteriores pecados.

Vicios: vanagloria, avaricia, lujuria y gula, acidia, envidia. Ira.

La tentación

Incitación al mal moral, que se propone bajo la apariencia de bien para engañar a la voluntad.

Tipos de tentación:
- el mundo: pervertido por el pecado
- el demonio: incita al hombre a ofender a Dios
- la carne: o concupiscencia

Principios morales

No puede ser vencida únicamente con las propias fuerzas; el hombre debe ser fiel al Señor. Con ayuda de la gracia se puede vencer la tentación.

Luchar con prontitud, una actitud remisa favorece que cobren mas fuerza. Sentir la tentación no es pecado, lo es el consentir. No es lícito ponerse voluntariamente en la tentación.

Ocasión de pecado

Circunstancias exteriores que se presentan más o menos voluntariamente y suponen una tentación al pecado.

Pueden ser:

- próxima o remota
- absoluta o relativa
- continua o discontinua
- libre
- grave o leve

El mismo deber de evitar el pecado lleva al deber evitar la ocasión de pecado.

Efectos del pecado

- Perdida de la amistad con Dios.

- Oposición consigo mismo
- Consecuencias negativas en la comunidad eclesial y civil

LA COOPERACIÓN AL MAL

Realización de un acto humano que de algún modo facilita a otro a cumplir una acción inmoral de la que este continúa siendo el autor principal.

La cooperación al pecado ajeno puede ser querida directamente y esto implica la aprobación de la acción inmoral (cooperación formal al mal). Puede ser tolerada o sufrida sin que ellos suponga la aprobación de su comportamiento (cooperación material al mal).

La cooperación  material al mal puede ser inmediata o directa o bien mediata o indirecta, y próxima o remota.

Principios morales sobre la cooperación al mal

La cooperación formal al mal es siempre ilícita. La cooperación material al mal es también moralmente ilícita.

Hay algunas circunstancias que pueden hacer lícita la cooperación material al mal (cuando existe realmente la necesidad de realizar la acción pues no existe otra posibilidad de conseguir un bien necesario o evitar un mal oneroso).

Cuando la cooperación al mal es licita, es necesario tomar precauciones para evitar el peligro de pecado.

CONVERSIÓN AL PECADO

La misericordia de Dios

El mysterium pietatis es más grande que el mysterium iniquitatis.

Ningún pecado puede extinguir la misericordia divina. El perdón del pecado revela con exactitud el amor del Padre, por medio del sacrificio del Hijo y el don del Espíritu Santo.

El proceso de la conversión y de la penitencia fue descrito maravillosamente por Jesús en la parábola del “hijo prodigo”, cuyo centro es el padre misericordioso (Lc 15, 11-24).

La “metánoia”

Al cristiano se le pide una actitud penitente: reconocer el propio pecado, reconocerse pecador. Metánoia significa: arrepentimiento y dolor del pecado cometido, conversión de la mente y transformación de la manera de pensar que lleva a confiar en Dios y a la firme decisión de cumplir su voluntad, respuesta positiva a la gracia divina, esfuerzo por adoptar una actitud moral nueva, en relación a Dios y al prójimo
Los sacramentos del perdón

La reconciliación con Dios es posible solamente en Cristo y mediante Cristo. La reconciliación  se realiza a través de la Iglesia, sacramento universal de salvación.

Jesucristo  para perpetuar en el tiempo la acción salvifica instituyo los sacramentos, que justifican y transforman a la persona. La moral cristiana es una moral sacramental.

Conversión, vida moral y lucha ascética

La conversión comporta una radical reorientación de toda la vida, retorno a Dios con todo el corazón, ruptura con el pecado y aversión a las malas acciones cometidas.

Requiere el deseo y la resolución de cambiar de vida, contando con la misericordia de Dios y la ayuda de su gracia.

La conversión exige una actitud nueva en Cristo por medio del Espíritu: comportarse como El se comporto, morir al pecado y caminar en novedad de vida.

El camino hacia la unión con el Señor no es fácil, sin embargo con la ayuda de la gracia la llamada a la santidad es ya en este mundo algo concretamente actuable.

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