PRESENTACIÓN DEL
TEMA
Uno de los problemas más delicados que
existen en el estudio del aborto es la falta de información estadística y de
realidades. La desinformación ha sido utilizada como “arma estratégica” y fundamento
para la mentira en muchas propuestas, incluso legislativas. Si bien el aborto
es una realidad indiscutible, las cifras estadísticas que se manejan son muy
imprecisas, porque la clandestinidad, las mantiene ocultas y sin posibilidad de
cuantificación.
En todos los países
en que se pretende la imposición de leyes que legalicen o despenalicen el
aborto, se advierte la aplicación de una cruel y cobarde estrategia que
consiste en deformar la información como arma para captar adeptos en la
adopción de decisiones tan difíciles. En ocasiones la desinformación invoca
datos científicos, sin vacilar en corromper algunos, ocultar otros y a veces
incluso fabricar otros. Quienes aceptan el homicidio de los inocentes ¿qué
prurito pueden tener en inventar cifras para respaldar sus “argumentos”?.
En los Estados
Unidos fue famosa la estrategia que consistió en inflar la cifra de los abortos
llamados clandestinos y de los accidentes mortales provocados por estos, a fin
de pretender con ello sensibilizar a la opinión pública a favor de la
legalización del aborto.
El efecto de la
despenalización, no tuvo consecuencias en el sentido de reducir los abortos,
desde que se interpretó como una autorización para abortar.
Con cierta
frecuencia, en distintos medios de prensa aparecen encuestas de opinión sobre
lo que piensa la población respecto al aborto. En las últimas encuestas de
opinión, aparece un porcentaje importante de voluntades a favor del aborto. Lo
importante aquí no son tanto los resultados sino el determinar qué es lo que se
pregunta al encuestado. Y aquí es donde se juega con la opinión pública, porque
las encuestas se hacen sobre la base de preguntas que consideran situaciones
extremas, que terminan por volcar al encuestado a favor de una posición
abortiva. Con esas encuestas tendenciosas, lejos de informar a la población, lo
que se trata es de formar o radicalizar una opinión no siempre sobre una base
leal de investigación de opinión.
Se pregunta a las
mujeres si consideran conveniente el aborto clandestino, y si tienen conciencia
de que ello supone un riesgo para su salud. La respuesta, obviamente, será que
es riesgoso, tratando de captar de esta manera una opinión capciosa a favor del
aborto. En consecuencia lo conveniente sería legalizar el aborto.
Existen también
ciertas estrategias periodísticas malintencionadas, donde para difundir el tema
del aborto, eliminan este término que se sabe altamente resistido y pasan a
aludir a ciertas técnicas denominadas “interceptantes”, porque interceptan al
cigoto impidiéndole que anide, o “contra gestantes”. De lo que se trata es de
técnicas abortivas, que impiden la anidación del embrión en el útero y, en
consecuencia, privan de la vida. También se utiliza el término “antigestación”,
con el que se indican todas las técnicas que actúan alterando la fisiología del
transporte e implantación del óvulo fecundado, propio de las técnicas malsanas
utilizadas para que se admita lo que es realmente perjudicial. El cambiar las
denominaciones sirve para engañar a la persona cuyo asentimiento se pretende
captar.
No sólo se manejan
encuestas o cifras tergiversadas, sino que también en ocasiones se manejan los
programas radiales o televisivos, eligiendo tendenciosamente la información que
se da sobre este tema, con falta absoluta de objetividad.
MOVIMIENTO
ABORTISTA
Actualmente existe
un movimiento tendiente a considerar la liberación del aborto como una medida
necesaria para proteger a las mujeres que, en forma clandestina, corren el
riesgo de perder la vida en los abortos. Cada vez que fallece una mujer por
aborto clandestino, es acompañada por publicidad que sistemáticamente recrimina
que esa muerte se debió a que esa mujer actuó en la clandestinidad por no estar
despenalizado el aborto. Se crea poco a poco una corriente de opinión que, sin
información, piensa que esa es la solución y opera en el error como un
verdadero grupo de presión a favor de la legalización del aborto.
Son ciertos grupos
de presión, con la colaboración de algún jerarca de turno y de ciertos medios
de comunicación, que auspician posturas realmente nocivas para la sociedad a
favor del aborto, y que operan sobre un medio más materialista, donde reina la
anarquía en el ámbito de los valores esenciales, lo que funciona como un
verdadero caldo de cultivo en el que aquellas ideas pueden prosperar.
Manipulando la
opinión pública, no se duda en presentar al aborto como expresión de la plena
libertad humana; como expresión del liberalismo femenino; como expresión de la
libre disposición sobre el cuerpo... símbolo de la libertad sexual. Se olvida
siempre el cuerpo del otro, el cuerpo del niño o la niña por nacer...
PARTIDARIOS DEL
ABORTO
Cuando se analiza
la situación de los partidarios del
aborto, estos pueden clasificarse principalmente en dos grupos: a) los mal
informados; b) los beneficiarios. La responsabilidad no es sólo de quienes
desinforman; no vivimos en el reino del revés sólo como consecuencia del
contrabando ideológico, sino más bien como resultado de la fermentación de una
pizca de maldad en medio de toneladas de ignorancia. Una de las grandes crisis
del siglo XXI, es en muchos casos la falta de un mínimo de honestidad
intelectual, tanto en quienes hacen la cultura y la información, como en
quienes la reciben pasivamente.
En el primer grupo
están los que desconocen la realidad y piensan, que el embrión humano es una
“cosa” o un “órgano de la madre” que puede ser desechado cuando se quiera. En
estas personas no existe conciencia ni conocimiento.
En el segundo grupo
están los beneficiarios, que son las personas que tristemente lucran con el
aborto desde el punto de vista económico o político. Por un lado, están los
abastecedores del aborto (clínicas y médicos hacen del aborto un negocio);
algunos políticos que se benefician tratando de lograr un rédito político y
adeptos para tal o cual partido; activistas que buscan el beneficio
reivindicando derechos de las mujeres y cobrando para ello, sueldos de
organismos internacionales; los que ya se hicieron o causaron un aborto, etc.
Una sociedad capaz
de convivir silenciosamente con el oprobio, aceptando el crimen del aborto, es
una sociedad enferma; si, además, ese oprobio se erige en mercancía del
chalaneo electoral, quizás debamos preguntarnos si esa sociedad no está
demandando alguna autopsia urgente. Si el progreso del hombre se ha cimentado
sobre el respeto de la vida y la persona, sobre su indeclinable protección,
sobre su condición de bien jurídico máximo e intangible, ¿por qué estas
consideraciones se soslayan cuando nos enfrentamos al aborto? ¿Qué extraño estado
de excepción justifica la abolición de esos ideales de progreso?
Causan espanto los
circunloquios de cinismo que se emplean para mitigar la repugnancia de este
exterminio, como esos estrafalarios “sistemas de plazos”, que pretenden
establecer la licitud o el derecho de matar hasta los 84 días (12 semanas),
dependiendo de las semanas de gestación, como si el mayor o menor tamaño del
embrión (persona por nacer) delimitase diversos rangos del crimen; es como si
matar a un “enano” fuese más o menos delito que matar a una persona alta.
¿No sería más
progresista destinar partidas de dinero público a las mujeres que han quedado
embarazadas y no pueden acometer los gastos de la crianza de su vástago? ¿No
sería más progresista alentar la creación de orfanatos regidos por la humanidad
y el esmero educativo?
Admitir el
aborto es tan antihumano, tan infrahumano como caminar en cuatro patas.
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