lunes, 28 de julio de 2014

ENCUESTAS Y PLEBISCITOS SOBRE EL ABORTO

PRESENTACIÓN DEL TEMA

Uno de los problemas más delicados que existen en el estudio del aborto es la falta de información estadística y de realidades. La desinformación ha sido utilizada como “arma estratégica” y fundamento para la mentira en muchas propuestas, incluso legislativas. Si bien el aborto es una realidad indiscutible, las cifras estadísticas que se manejan son muy imprecisas, porque la clandestinidad, las mantiene ocultas y sin posibilidad de cuantificación.

En todos los países en que se pretende la imposición de leyes que legalicen o despenalicen el aborto, se advierte la aplicación de una cruel y cobarde estrategia que consiste en deformar la información como arma para captar adeptos en la adopción de decisiones tan difíciles. En ocasiones la desinformación invoca datos científicos, sin vacilar en corromper algunos, ocultar otros y a veces incluso fabricar otros. Quienes aceptan el homicidio de los inocentes ¿qué prurito pueden tener en inventar cifras para respaldar sus “argumentos”?.

En los Estados Unidos fue famosa la estrategia que consistió en inflar la cifra de los abortos llamados clandestinos y de los accidentes mortales provocados por estos, a fin de pretender con ello sensibilizar a la opinión pública a favor de la legalización del aborto.
El efecto de la despenalización, no tuvo consecuencias en el sentido de reducir los abortos, desde que se interpretó como una autorización para abortar.

Con cierta frecuencia, en distintos medios de prensa aparecen encuestas de opinión sobre lo que piensa la población respecto al aborto. En las últimas encuestas de opinión, aparece un porcentaje importante de voluntades a favor del aborto. Lo importante aquí no son tanto los resultados sino el determinar qué es lo que se pregunta al encuestado. Y aquí es donde se juega con la opinión pública, porque las encuestas se hacen sobre la base de preguntas que consideran situaciones extremas, que terminan por volcar al encuestado a favor de una posición abortiva. Con esas encuestas tendenciosas, lejos de informar a la población, lo que se trata es de formar o radicalizar una opinión no siempre sobre una base leal de investigación de opinión.

Se pregunta a las mujeres si consideran conveniente el aborto clandestino, y si tienen conciencia de que ello supone un riesgo para su salud. La respuesta, obviamente, será que es riesgoso, tratando de captar de esta manera una opinión capciosa a favor del aborto. En consecuencia lo conveniente sería legalizar el aborto.

Existen también ciertas estrategias periodísticas malintencionadas, donde para difundir el tema del aborto, eliminan este término que se sabe altamente resistido y pasan a aludir a ciertas técnicas denominadas “interceptantes”, porque interceptan al cigoto impidiéndole que anide, o “contra gestantes”. De lo que se trata es de técnicas abortivas, que impiden la anidación del embrión en el útero y, en consecuencia, privan de la vida. También se utiliza el término “antigestación”, con el que se indican todas las técnicas que actúan alterando la fisiología del transporte e implantación del óvulo fecundado, propio de las técnicas malsanas utilizadas para que se admita lo que es realmente perjudicial. El cambiar las denominaciones sirve para engañar a la persona cuyo asentimiento se pretende captar.

No sólo se manejan encuestas o cifras tergiversadas, sino que también en ocasiones se manejan los programas radiales o televisivos, eligiendo tendenciosamente la información que se da sobre este tema, con falta absoluta de objetividad.

MOVIMIENTO ABORTISTA

Actualmente existe un movimiento tendiente a considerar la liberación del aborto como una medida necesaria para proteger a las mujeres que, en forma clandestina, corren el riesgo de perder la vida en los abortos. Cada vez que fallece una mujer por aborto clandestino, es acompañada por publicidad que sistemáticamente recrimina que esa muerte se debió a que esa mujer actuó en la clandestinidad por no estar despenalizado el aborto. Se crea poco a poco una corriente de opinión que, sin información, piensa que esa es la solución y opera en el error como un verdadero grupo de presión a favor de la legalización del aborto.

Son ciertos grupos de presión, con la colaboración de algún jerarca de turno y de ciertos medios de comunicación, que auspician posturas realmente nocivas para la sociedad a favor del aborto, y que operan sobre un medio más materialista, donde reina la anarquía en el ámbito de los valores esenciales, lo que funciona como un verdadero caldo de cultivo en el que aquellas ideas pueden prosperar.

Manipulando la opinión pública, no se duda en presentar al aborto como expresión de la plena libertad humana; como expresión del liberalismo femenino; como expresión de la libre disposición sobre el cuerpo... símbolo de la libertad sexual. Se olvida siempre el cuerpo del otro, el cuerpo del niño o la niña por nacer...

PARTIDARIOS DEL ABORTO

Cuando se analiza la situación  de los partidarios del aborto, estos pueden clasificarse principalmente en dos grupos: a) los mal informados; b) los beneficiarios. La responsabilidad no es sólo de quienes desinforman; no vivimos en el reino del revés sólo como consecuencia del contrabando ideológico, sino más bien como resultado de la fermentación de una pizca de maldad en medio de toneladas de ignorancia. Una de las grandes crisis del siglo XXI, es en muchos casos la falta de un mínimo de honestidad intelectual, tanto en quienes hacen la cultura y la información, como en quienes la reciben pasivamente.

En el primer grupo están los que desconocen la realidad y piensan, que el embrión humano es una “cosa” o un “órgano de la madre” que puede ser desechado cuando se quiera. En estas personas no existe conciencia ni conocimiento.

En el segundo grupo están los beneficiarios, que son las personas que tristemente lucran con el aborto desde el punto de vista económico o político. Por un lado, están los abastecedores del aborto (clínicas y médicos hacen del aborto un negocio); algunos políticos que se benefician tratando de lograr un rédito político y adeptos para tal o cual partido; activistas que buscan el beneficio reivindicando derechos de las mujeres y cobrando para ello, sueldos de organismos internacionales; los que ya se hicieron o causaron un aborto, etc.

Una sociedad capaz de convivir silenciosamente con el oprobio, aceptando el crimen del aborto, es una sociedad enferma; si, además, ese oprobio se erige en mercancía del chalaneo electoral, quizás debamos preguntarnos si esa sociedad no está demandando alguna autopsia urgente. Si el progreso del hombre se ha cimentado sobre el respeto de la vida y la persona, sobre su indeclinable protección, sobre su condición de bien jurídico máximo e intangible, ¿por qué estas consideraciones se soslayan cuando nos enfrentamos al aborto? ¿Qué extraño estado de excepción justifica la abolición de esos ideales de progreso?

Causan espanto los circunloquios de cinismo que se emplean para mitigar la repugnancia de este exterminio, como esos estrafalarios “sistemas de plazos”, que pretenden establecer la licitud o el derecho de matar hasta los 84 días (12 semanas), dependiendo de las semanas de gestación, como si el mayor o menor tamaño del embrión (persona por nacer) delimitase diversos rangos del crimen; es como si matar a un “enano” fuese más o menos delito que matar a una persona alta.

¿No sería más progresista destinar partidas de dinero público a las mujeres que han quedado embarazadas y no pueden acometer los gastos de la crianza de su vástago? ¿No sería más progresista alentar la creación de orfanatos regidos por la humanidad y el esmero educativo?

Admitir el aborto es tan antihumano, tan infrahumano como caminar en cuatro patas.

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