Evolución de la Familia
La familia es la
comunidad natural de los padres y de los hijos que han nacido del matrimonio. Pero
esta definición ha pasado a lo largo de la historia por distintas
configuraciones.
La familia patriarcal,
propia de las culturas agrarias y tribales, tenía atribuciones que superaban
las propias del hogar. Bajo la dirección del patriarca vivían sus hijos y las
esposas de sus hijos, los nietos, los criados, etc., y con la autoridad del
padre se ejercían todas las funciones que mas tarde estarían encomendadas a las
unidades sociales superiores, como administrar justicia, organizar el comercio
y hasta hacer la guerra.
Cuando se organizo
la sociedad y sobrevino el Estado, la familia mantuvo funciones más propias del
hogar. Pero eran familias grandes que acogían a los abuelos, los tíos y muchos
hijos. Vivian en el campo o la ciudad, en casas amplias. Era una familia grande
y numerosa. Había que hacer “honor” al apellido.
Con la sociedad
industrial y las grandes concentraciones urbanas, las familias empiezan a
habitar en edificios y sus moradores se reducen a los padres, los hijos, los
abuelos y aun los tíos.
Modernamente la familia
disminuye en extensión y en número. La natalidad desciende, la vivienda es habitada
exclusivamente por padres e hijos y en pocos casos se acoge a los abuelos. En
la actualidad la familia se reduce aun más. Con frecuencia la vivienda se
convierte e departamento y los hijos se independizan a una edad mas temprana,
incluso antes de contraer matrimonio.
Esta evolución no
marca una generalización universal. Todavía perduran tipos de familia numerosa
y aun patriarcal, pero los casos se reducen en número. En este proceso histórico,
la familia ha perdido no pocos valores, que seria preciso reconquistar, pero también
ha adquirido otros bienes que es necesario conservar y acrecentar.
Ha aparecido otro
tipo de familia, la del matrimonio divorciado con hijos, que vuelven a casarse,
tienen hijos, y entonces existen hermanos y medio hermanos y hermanos de
hermanos que no tienen nada entre si, junto a padres y medio padres.
Este tipo de
“familia” no puede medirse con los mismos módulos de una familia normal, nacida
de un matrimonio único, unida por vínculos normales de padres-hijos, unidos por
un amor que primero unió a los padres y luego se comunico a los hijos y a los
hermanos entre si. Solamente esta es la familia natural en donde tienen pleno
sentido los nombres de “padre”, “madre” o “hijo”.
A futuro la familia
seguirá el mismo proceso que siga el matrimonio. Si bien el divorcio ha
introducido un nuevo tipo de familia, también es cierto que muchos matrimonios
conservaran la naturaleza de la unión estable de un hombre y de una mujer que
se unen por amor para una vida en común “hasta que la muerte los separe”.
Mientras el
matrimonio conserve su unidad e indisolubilidad, las familias conservaran esas características
que nacen de la naturaleza y que no pueden ser modificadas más que en
particularidades propias de las circunstancias normales del lugar y tiempo. Una
verdadera ética debe esforzarse por llevar a cabo este tipo de matrimonio y de
familia.
Fines de la familia
Matrimonio y
familia están tan íntimamente unidos, que enlazan entre si el amor entre los
esposos y la creación de nuevas vidas: los hijos son el fruto del amor de los
padres.
En este clima de
amor fecundo es donde debe desarrollarse la vida del hombre, si quiere alcanzar
un equilibrio y una adultez que le ayude a vivir como persona. La paternidad,
la filiación y la hermandad o fraternidad son dimensiones irrenunciables del
hombre que enriquecen su interior y le ayudan a vivir la alteridad y la
comunicación. La familia es la comunión (común unión) mas enriquecedora de la
persona.
La doctrina ética señala
a la familia un triple fin:
-
procurar a sus miembros los medios
necesarios para la subsistencia
-
la asistencia y el cuidado
material y espiritual de los hijos
-
participar en el desarrollo de la
sociedad
Estos tres fines están
íntimamente unidos entre si: la familia debe contribuir al bien de los esposos.
Esto influirá en la buena educación de los hijos. Pero también los hijos aportan
valores a la felicidad de los padres. Los hijos crean en los padres nuevos
lazos de amor y de comprensión. El mismo trato común de los hermanos les ayuda
al servicio a los demás, a la comprensión mutua, a respetar los derechos de los
otros, etc. Esto repercutirá en la vida social.
La familia es una
escuela de auto educación y formación. Los hijos exigen a los padres un tipo de
comportamiento, entre si como en relación a los hijos; pero los hijos se
autodisciplinan en el cumplimiento de la obediencia y de los propios deberes.
Estas relaciones mutuas y complementarias dejan sentir su ausencia cuando los
esposos no tiene hijos o en el caso del hijo único. En ocasiones, al hijo no
debe negársele el tener otros hermanos, porque constituye para el un derecho de
fraternidad y compañía.
La armonía y
convivencia social se asientan en la salud de las relaciones familiares. La
familia es la célula de la sociedad. La vida social nace, vive y crece gracias
a ese germen celular que es la familia.
La familia debe cuidar de las necesidades materiales
La función primaria
de la familia es ofrecer los medios necesarios para subsistir. Lo primero que
aporta es la casa y la mesa común. Esto, en la atmósfera de la intimidad que
crea el amor, es lo que constituye el hogar.
La vivienda es uno
de los derechos fundamentales de la familia. La convivencia exige un espacio en
que sea posible la vida en común. Esto no solo por los hijos sino también por
los padres.
No basta una casa pequeña
y hacinada, pues no cumple las condiciones propias del hogar. El techo cobija
pero no permite la expansión personal en un ámbito de familia. De aquí brota un
derecho natural de la familia a disponer de una vivienda digna, donde se viva y
se conviva.
Junto a la casa, la
familia necesita de los medios económicos necesarios para subsistir con una
vida digna del hombre. En este deber se fundamenta el derecho al salario
familiar. El salario del padre debe ser suficiente para sostener económicamente
a toda la familia.
A la economía
domestica contribuye de modo excepcional l trabajo de la mujer en el cuidado de
la casa. La mujer puede también contribuir con un trabajo profesional fuera del
hogar. Esto ha de considerarse un plus para la economía y bienestar de la
familia. El trabajo profesional de la mujer es como en el hombre, un derecho
natural y la legislación debe protegerlo de forma que lo haga compatible con su
función específica de madre.
Desde un punto de
vista ético, el trabajo de la mujer no debe ir en detrimento de sus obligaciones
insustituibles que le son propias en el ámbito de la familia.
En la ayuda
económica a las familias el Estado debe jugar un papel importante, con el fin
de proteger, por medio de una legislación justa, aquellos trabajos que puedan
estar peor retribuidos. La legislación debe proveer todo tipo de seguros tanto
en vida del trabajador como para la familia después de la muerte del esposo o
del padre.
Especial protección
exige la ayuda a las familias numerosas. Esta ayuda puede adoptar diversas
formas, desde la prerrogativa a una vivienda amplia y adecuada, transportes,
etc., hasta la exención de tributos, disminución de cuotas en colegios, o a
modo de subsidios en relación al número de hijos.
Los sistemas de
ayuda a las familias numerosas es un problema ético, no político.
Los padres y la educación de los hijos
La familia no es
solo el lugar en el cual nacen los hijos, sino donde crecen y se desarrollan.
La misión de los padres no concluye en la función biológica de engendrarlos y
alimentarlos; más bien se cumple en la amplia tarea educativa.
El niño es un hombre
en proyecto y tiene derecho al crecimiento y al desarrollo. La tarea educativa
es un derecho y un deber primario de los padres. La Ética califica este
derecho-deber como esencial, original y primario, insustituible e inalienable.
Ese derecho-deber
es original y primario: toma origen en la relación padre-hijo, nace de la
naturaleza comunicada y es exigida por el grupo de la misma sangre. Todas las demás
obligaciones quedan subordinadas al derecho y al deber de educar a sus hijos.
El derecho-deber
educativo de los padres es insustituible e inalienable. No puede ser usurpado
por nadie, ni los padres pueden delegarlo de un modo absoluto.
El ámbito de la
educación abarca todos los valores humanos y sociales: se trata de conseguir un
hombre adulto, mediante el desarrollo armónico de toda la riqueza que encierra
en si la persona. entre estos valores destacan la cultura, el amor a la verdad,
la fortaleza ante las dificultades inherentes a la vida, el sentido de la
justicia, el uso racional y medido de las cosas, el respeto a los demás y el
cumplimiento de las normas de convivencia, la educación para el amor que evita la
banalizacion de la vida sexual, etc.
Entre los valores
del espíritu debe darse la opcion a un educacion religiosa por la importancia
decisiva que tiene en la existencia humana y aun en la vida social.
La familia es la
primera escuela de la educación personal, social y religiosa. Este hecho no
quiere decir que sea la única, ni que tenga que llevarla a efecto sola. Debe
ser ayudada por entidades intermedias.
Dado que la tarea
educativa se desarrolla en las escuelas, el Estado tiene la obligación de
prestar ayuda para que los padres ejerzan su derecho y su deber de dar a sus hijos
la educación más acorde con su sentido de la vida. El Estado no tiene derecho a
hacer por si mismo la tarea educativa. La familia es anterior al Estado y una
de las misiones de este es fortalecer y ayudar a la familia a llevar a cabo sus
propios cometidos. La misión del Estado es subsidiaria.
La familia, célula primera de la sociedad
La familia es la
primera célula de la sociedad en sentido biológico, pues en la familia esta el
embrión de la vida social. La familia es como la célula embrionaria de la
sociedad.
La familia es la célula
de la sociedad en cuanto permite y posibilita el crecimiento y la salud social.
La salud física y la renovación viva de la familia esa el sustrato biológico de
un sano desarrollo de la vida social.
La familia es la célula
de la vida social en sentido moral, por cuanto las virtudes y defectos de la
familia repercuten directamente en la comunidad social. Las virtudes sociales
mas elementales se desarrollan en la familia, tales como la solidaridad, la
corresponsabilidad, el amor al prójimo, la justicia, el sentido de la
obediencia al orden justo establecido, la sexualidad, etc. Pero lo mismo cabe
decir de los vicios que acosan a la convivencia social: también su germen puede
encontrarse en la familia.
Cuando la familia
se corrompe o el ambiente familiar se deteriora, la vida social se
despersonaliza y sobreviene la masificación y la falta de interés por los
asuntos públicos. Es un hecho histórico que en los pueblos en que no existe la
conciencia de familia, se endurecen las relaciones sociales y sufren un gran
deterioro todos los valores morales y éticos.
Corresponde a la
familia ayudar a crear unas relaciones humanas que traduzcan a la convivencia
pública algunos de los valores que entraña
la vida de familia.
El valor de la
familia como un factor que ayuda a la convivencia social, ha sido subrayado por
la Declamación
Universal de los Derechos Humanos: “La familia es el elemento
natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la
sociedad y del Estado” (art. 16,3).
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