GENERALIDADES
La
muerte forma parte de nuestro destino y de nuestra vida. Es un suceso que
ocurre en forma inexorable, tarde o temprano en la vida de cada hombre. Existe
un limite temporal, natural e inevitable de la vida del hombre, que no se conoce
cuando llegara.
Para unos es un mal supremo e incomprensible; para otros, es el
pasaje a la vida eterna, pues se cree en la inmortalidad del alma.
En ocasiones es posible prolongar este
limite temporal gracias a la aplicación de nuevas técnicas de reanimación. Esta
realidad plantea nuevas interrogantes éticas, como la de determinar hasta
cuando es posible prolongar artificialmente la vida.
CONCEPTO DE MUERTE HUMANA
Generalidades
El
diagnostico de muerte tiene relevancia no solo desde el punto de vista afectivo
o espiritual para el que fallece y sus familiares, sino que, ante la
posibilidad de donar órganos, el juicio del medico adquiere una nueva
perspectiva. Empieza a ser cada vez más importante conocer con anticipación el
diagnostico de la muerte, pues de ello puede depender el estado del órgano a
donar.
Para
entender el tema de la muerte humana, es necesario diferenciar en el ser humano
un triple nivel de vida: a) celular (funciones que desarrollan las células); b)
orgánico (funciones que realizan los órganos); c) corporal (conjunto de
funciones orgánicas coordinadas que configuran la vida individual). Debemos
tener claro que la vida celular puede darse sin que exista vida individual.
Acorde a esta realidad, existe la muerte (perdida de vida) celular, muerte
orgánica y muerte del ser humano como un todo.
Concepto de la muerte humana
La persona es una unidad totalizada de
cuerpo y espíritu. La muerte abarca estas dos dimensiones y no solo la
biológica o corporal. La muerte de la persona es mas que la muerte cerebral,
pero esta es indicación cierta de la muerte de la persona.
La
persona es cuerpo y alma, y lo que esta muerte cerebral indica es que en el
cuerpo no hay ya vida biológica, pero no puede deducirse que se haya concluido
la vida espiritual.
Toda
persona, por esencia y naturaleza, es un ser mortal, pues desarrolla un ciclo
vital con principio y final, nace, crece y muere. El organismo humano es
perecedero y sigue un proceso de desgaste. La muerte se define como la perdida
total e irreversible de la unidad funcional del organismo. Se reconoce que la
muerte del organismo humano como un todo no coincide con la muerte biológica de
todo el organismo (con la muerte no se desactivan todas las células, sino que
estas mueren luego progresivamente).
A
la muerte propiamente tal se llega cuando deja de funcionar el encéfalo, pues
ello determina la perdida de la unidad funcional. El cerebro es el que coordina
y complementa el funcionamiento de os órganos entre si. Si las funciones del
encéfalo no operan en forma total y si el cese de funciones es irreversible, el
sujeto esta clínicamente muerto.
En
definitiva, la muerte implica que el organismo ha sucumbido como unidad
funcional y no que todo el organismo y sus células estén muertos en sentido
estrictamente biológico. Una persona esta muerta cuando ha sufrido una perdida
total e irreversible de la capacidad para integrar y coordinar todas las
funciones del cuerpo – físicas, mentales – en una unidad funcional.
Derecho a la muerte
Es importante
proteger el momento de la muerte natural, lo que supone respetar la dignidad de
la persona. La muerte digna debe ser protegida de tecnicismos abusivos, que por
distintas razones mantiene artificialmente vivo al moribundo. Cuando se alude
al “derecho a la muerte”, no implica que exista un derecho a procurarse o
hacerse causar la muerte, solo hace referencia al derecho de morir
naturalmente, a ser aliviado del dolor, a “partir” de este mundo con serenidad
y paz espiritual.
La
muerte es un hecho inevitable que se debe afrontar personalmente. Es una
realidad que debe asumirse con conciencia y responsabilidad. Morir con dignidad
supone asumir con serenidad este momento en el que la vida termina por un
proceso natural, en el que lo único que se puede y debe hacer es disminuir o
eliminar el dolor.
Muerte cerebral
a)
Presentación del tema
Muerte
es la supresión de toda manifestación de vida del organismo en su conjunto. La
extinción de determinada parte del cuerpo se llama necrosis.
La
muerte es un proceso gradual que comienza con el fallo funcional de determinado
órgano vital. Los criterios para determinar la muerte clínica de la persona
fueron la constatación del cese de la función respiratoria, de la función
circulatoria, de la función nerviosa. A ello se juntaban otros síntomas, como
el del enfriamiento del cadáver, la rigidez cadavérica, manchas verdes
cutáneas.
La muerte en esencia, es la pérdida de la vida, pero no es sencillo
determinar cuando se detiene en realidad, la vida del sujeto, pues ello no siempre ocurre en forma fulminante. Es el médico el que
tiene la importante misión de determinar y certificar el momento de la muerte
de su paciente.
b)
Tipos de muerte cerebral
Criterios básicos
para la certificación de la muerte del encéfalo:
-
anatómico: devastación traumática del cuerpo
-
cardiovascular: paro cardiaco prolongado
-
neurológico: se refiere a la muerte cerebral
Conceptos de lo
que es muerte:
-
muerte clínica: el organismo deja de funcionar
-
muerte biológica: dejan de funcionar todas las células en forma gradual
-
muerte ontológica: se produce la separación del principio vital espiritual.
La
que se va a tratar es la muerte clínica y como se constata. Según los criterios
médicos se puede constatar en tres instancias:
1.
La denominada muerte cerebral
2.
La muerte del tronco encefálico
3.
La muerte encefálica propiamente
dicha
La muerte
cerebral supone la perdida de la conciencia y de las funciones
cognoscitivas, quedando la persona en un estado denominado “vegetativo”. Cesa
en forma total e irreversible el funcionamiento encefálico. Producida la muerte
irreversible del cerebro, el hombre es considerado clínicamente muerto. Parece
necesario definir criterios para comprobar la perdida irreversible de la
funcionalidad del cerebro. En la muerte encefálica no hay respuesta a los
estímulos, no hay respiración espontánea, no hay reflejos, no hay movimientos
oculares; se pierde definitivamente la capacidad de integración corporal del
individuo. En el Código de Ética Medica, art. 43 se establece: “En caso de
muerte encefálica el medico no tiene obligación ética de emplear técnicas,
fármacos o aparatos cuyo uso solo sirva para prolongar este estado”.
En la actualidad,
y hasta donde van los adelantos tecnológicos, se entiende en forma concreta que
se llega a la muerte cuando deja de funcionar el cerebro en forma irreversible
y definitiva.
Puede ocurrir que
el paciente se encuentre en lo que se denomina “vida vegetativa”, o sea,
situación en que funciona el cerebro pero han dejado de funcionar los demás
órganos u operan artificialmente. En esta instancia nadie esta facultado para
determinar la muerte cerebral, pues sigue estando viva la persona. La vida
vegetativa es la manifestación de que el alma esta aún ligada al cuerpo, a
pesar de que no puede ejercer sus potencialidades superiores de inteligencia y
voluntad.
Al enfermo en
estas condiciones se le debe reconocer y respetar el derecho a la vida, pues en
el las manifestaciones de vida están desconectadas pero presentes.
Si bien es cierto
que la destrucción total de la función cerebral significa que el proceso de la
muerte ha comenzado, y es irreversible, lo cierto es que la persona solo se
puede declarar muerta cuando han cesado todas las funciones cerebrales,
cardiacas y pulmonares, o sea, cuando termina el proceso.
La agonía
Autores como
MASLLORENS, nos destacan que la ética medica aporta tres principios en relación
a la muerte: primero, la muerte personal; segundo, la muerte natural, y
tercero, el bien morir.
La muerte
personal, refiere a la persona en su totalidad como un ser inteligente y
libre, espiritual y corporal. No solamente es el fin de un impulso vital, sino
que supone la conclusión de una existencia espiritual. Existen ultimas
voluntades y compromisos, y una realidad familiar importante a considerar.
La muerte
natural, es la que llega en forma natural; no puede ser preparada mediante
la participación activa del medico o de la enfermera, sea por administrar
agentes letales, o por suprimir medicamentos, alimentos o los cuidados
necesarios del tratamiento requerido por el paciente. La muerte personal debe
ser necesariamente natural.
El medico y el
personal paramédico tienen el deber de ayudar a bien morir, o morir con
dignidad, asistiendo al enfermo en el momento de su agonía, y también a los
familiares, con honestidad y compasión. El medico debe tratar a todo el entorno
– paciente y familia – con un alto grado de humanidad y comprensión.
Despersonalización del proceso de la
muerte
Es uno de los
grandes problemas de nuestra sociedad moderna. La muerte natural, dentro del ambiente
familiar, está siendo reemplazada por una muerte artificial dentro del ambiente
hospitalario. La vida termina en la soledad de los hospitales en medio de una
lucha científica y técnica contra la muerte, quedando relegada la dignidad del
enfermo a un plano secundario.
El proceso que se debe seguir con la
muerte debe tender a la personalización y a la atención directa del que esta en
situación de morir. El paciente moribundo ha de morir
con dignidad, respeto y humanidad. Ha de morir con el menor dolor posible, pero
ha de tener la oportunidad de recordar el amor y los beneficios de una vida
compartida, y de pasar los últimos momentos con su familia y sus amigos. Ha de
poder aclarar sus relaciones, expresar sus deseos, compartir sus sentimientos.
En la antigüedad
el escenario de la muerte era diferente al de la actualidad, la muerte era el
momento más importante en la vida del hombre, ya que se daba el paso a la vida
eterna. Hoy las cosas han cambiado profundamente. La muerte hoy vive un proceso
de despersonalización donde es censurada y desvalorizada; se le esconde hasta
al propio interesado, quien termina enfrentando la muerte en un clima de
soledad y abandono.
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