La sociabilidad del
hombre da lugar a muchas manifestaciones de vida social. Hoy se habla mucho de
“la sociedad”, “el pueblo”, los demás”, “el prójimo”. Todas estas instancias
sociales pueden tener límites bastante estrechos.
Para unos “la
sociedad” la forman solo los de su raza; para otros “la sociedad” se identifica
con los de su provincia o región. Algunos identifican “prójimo” con los colegas
de su grupo o con los que participan de sus mismas ideas políticas.
El peligro de estas
restricciones radica en que los individualismos personalistas dan paso a
particularismos de clase o de grupo que, por su misma dinámica, son más
cerrados e intransigentes que los personales.
Lo que se pretende
es valorar estas agrupaciones sociales como portadoras de valores éticos y
evitar que se conviertan en elementos perturbadores de la vida social.
PRÓJIMO ES EL HOMBRE
La ética social es
la que reconoced la dimensión social del actuar del individuo y respeta la
dignidad de todo hombre. La ética social, mensura la moralidad de la
convivencia humana.
La condición previa
para que se de un etica social es que se reconozca la dignidad de toda persona.
El hombre es digno por si mismo y no por las condiciones circunstanciales de su
vida.
La dignidad le
viene al hombre por ser persona, por ser soporte y portador de derechos y
deberes inalienables. No le viene por la posesión de bienes económicos, ni por
las ideas políticas que tenga, ni por el grado de conocimientos que posee, ni por
proceder de cierta raza, religión, color, etc.
Todo hombre, por el
simple hecho de serlo, debe ser respetado y reconocido en su dignidad de
criatura racional. También el hombre de conducta inmoral es persona aunque sea
“peor persona”.
La ética social defiende
los derechos y exige las prestaciones de los respectivos deberes de todo hombre
en cuanto hombre. La inmoralidad social se inicia cuando se tienen en cuenta
esos adjetivos secundarios, como son el color de piel, la profesión, el rango
social, la raza, etc.
No siempre es fácil
superar esos adjetivos, pero atender fundamentalmente esas cualidades sociales,
es el camino mas común y fácil para lesionar los derechos del hombre en cuanto
hombre.
EL PRÓJIMO NO ES SOLAMENTE EL “PRÓXIMO”
El termino “prójimo”
procede del latín proximus que
significa “el que esta próximo”.
Efectivamente
existe un orden de justicia y de trato con las personas. La urgencia en el
cumplimiento de unos deberes de justicia con los prójimos “más próximos”, no
resta obligación a ser justos con todos los demás hombres, dado que también son
“prójimos”.
Quien reconoce como
“prójimo” solamente a los de la misma raza o color, o partido político o clase
social, se guía más bien por el instinto que por la razón.
La solución esta en
ampliar el concepto de prójimo. De este modo, “prójimo” es todo hombre con el
que me unen los elementos que me constituyen en cuanto tal. La “proximidad” se
debe abrir en círculos concéntricos: los que participan de la misma sangre, los
que conviven en el mismo ambiente, los que participan de los mismos ideales, etc.,
hasta que nadie quede excluido como enemigo.
Un medio práctico
es convertir en “prójimo” a aquellos que vamos encontrando en la vida. El “próximo”
ocasional en el espacio o en el tiempo se convierte en “prójimo” al cual debo
respetar y ayudar. A todos debe orientarse mi atención, si quiero practicar las
virtudes sociales.
El descubrimiento
del “prójimo:” en todo hombre, sea conocido o no, es uno de los medios eficaces
de vivir la moralidad social. Esta actitud es contraria con la práctica tan
frecuente del enfrentamiento o de la falta de consideración con las personas,
por el simple hecho de no conocerlas.
La comunidad de
sangre da lugar a algunas constantes etnologicas que crean ciertos
“parentescos”, basados en la configuración somática, en el parecido físico, en características
psicológicas, fundamentos culturales, creencias comunes, etc. Todos estos
factores son en si validos y motivan exigencias éticas de defensa y protección
de todos esos valores.
Esas diferencias
etnologicas exigen respeto de las personas privadas y de los poderes públicos.
Los diferentes factores etnológicos son una de las riquezas de la especie
humana y deben protegerse y conservarse.
Pero la raza es muy
propicia a ser dominada por los instintos y no por los principios de la razón.
Los racismos son un fenómeno primitivo muy venerado por los pueblos antiguos.
Se extremaron en los últimos tiempos y constituyen uno de los fenómenos actuales
mas graves en algunas latitudes. El riesgo esta en ese instinto que subyace en
todo racismo que se cierra sobre si mismo y tiende a despreciar a los que no
son de su raza.
La raza, cuando no
se vive como unidad abierta a los demás pueblos, acaba en un grupo cerrado con
un orgullo colectivo que desprecia a los demás grupos.
El origen de la
“clase social” no siempre esta basado en parentesco familiar (excepto en la
nobleza), sino mas bien en relaciones culturales o de profesión.
Antiguamente las
clases sociales estaban muy próximas a las características étnicas. En tiempos
de la esclavitud se distinguían los libres y los esclavos; en la Edad Media , los señores
y los siervos; en épocas posteriores los nobles y los plebeyos; en la época
industrial, los patrones y los obreros.
Esa consideración
de la sociedad dividida en dos clases sociales se ha ido aminorando, hasta casi
desaparecer en las nuevas naciones, en las que se aceptan y defienden los
derechos humanos.
Las nuevas
corrientes, tanto jurídicas como ambientales, llevan a una igualdad de clases y
la postulan, de forma que asistimos a un momento histórico en el que ni la
cuna, ni la cultura, ni los diferentes niveles económicos son motivo de una separación
social.
La moralidad social
respetara los distintos valores de todas las clases sociales, pero debe vigilar
para que convivan en constantes relaciones de justicia.
La ética social
postula y exige una igualdad de derechos y deberes respecto de todos los
individuos que integran las diversas clases sociales, y si acaso, el favor estará
por aquellos que mas eficazmente contribuyan al bien común, dado que una
igualdad total va contra la misma definición de justicia, que se define como
“dar a cada uno lo suyo”.
Las ideas políticas
crean proximidad o enemistad. Es difícil encontrar otros motivos que distancien
o unan más intimamente que los ideales políticos. En nombre de las diferencias políticas
se cometen las más grandes injusticias.
El ocasiones la
política se organiza de modo que solo son poseedores de derechos los que
pertenecen al partido qu8e ostenta el poder, y los demás son proscritos, hasta
considerarlos privados de todo derecho.
El caso limite de
los totalitarismos divide a los hombres en dos clases radicalmente
diferenciadas, los camaradas y los enemigos. A estos últimos se les pueden
negar los derechos más fundamentales de la persona, mientras que los otros disfrutan
de todos los honores y bienes. En todo sistema cerrado, ideológico o político,
no se atiende al valor de la persona, ni siquiera se respeta la condición de
ciudadano.
La salida a esta
tensión de oposición política es la sana democracia, en la que se defiende el
derecho de todos y se garantiza la observancia de derechos y deberes ciudadanos
mediante el uso de la autoridad constituida, que evita la fuerza de los
intereses del partido político o de los ideales sindicales, dependientes de la
política. La experiencia muestra que es dificil armonizar democracia y autoridad.
SOCIEDAD Y COMUNIDAD
Algunos autores
como Tonnies, caracterizan la “sociedad” por la asociación en orden a conseguir
un fin determinado, mientras que lo
especifico de la “comunidad” es la unión por medio de los sentimientos y de una
conciencia de intereses comunes. La “sociedad” seria una unidad convencional en
orden a conseguir ciertos fines; la “comunidad” por el contrario, establece vínculos
comunes de espíritu entre sus miembros.
Esta distinción es
rechazada por algunos, dado que también la “sociedad” supone algunos vínculos
de ánimo en común. Sin embargo es evidente que las “comunidades” suponen unas
relaciones personales mas intimas.
El modo eficaz de
humanizar la sociedad y de obtener un clima moral que respete los derechos de
cada hombre, seria atemperar el sistema de “sociedad” con elementos tomados del
concepto de “comunidad”. El resultado
seria que al modo como en las comunidades de sangre o en las fundadas en vínculos
de amistad se fomentan reilaciones verdaderamente humanas, de igual manera, la
sociedad se humanizaría y se crearía un ámbito en el que se facilitase el
cumplimiento de las relaciones de unos con otros.
En la sociedad así
entendida, la práctica de la moral social podría alcanzar un alto nivel de
eticidad. El camino es el reconocimiento del “prójimo” en cada hombre. También
la ética social parte del hombre, se fundamenta en el hombre y es un servicio
al hombre.
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