lunes, 28 de julio de 2014

EL ABORTO

Breve historia del aborto


Desde tiempos antiguos hasta el presente se ha recurrido al aborto como un método de control natal. Quien así obra, alcanza su objetivo no impidiendo la concepción, sino matando la vida ya concebida. Las actitudes referentes a su moralidad variaron mucho en las culturas antiguas. Platón y Aristóteles estuvieron de acuerdo con el aborto como medida preventiva contra el exceso de población en las pequeñas ciudades estados de Grecia.

Sin embargo, Aristóteles se opuso al aborto después del “movimiento” del feto. Los códigos sumerio, asirio de Hammurabi y persa que datan del año 2000 al 600 aC, prohibían el aborto e imponían castigos muy fuertes a aquellos que causaban la muerte del feto. El Juramento Hipocrático, atribuido a Hipócrates (460?-377 aC), incluye la promesa de no dar tratamiento a una mujer embarazada para provocar aborto. Dado que el infanticidio fue considerado como moral y legalmente aceptable en la Roma Antigua, el aborto fue tenido por menos objetable todavía. Fue punible con todo cuando se procuraba sin el consentimiento del padre. La actitud permisiva de Roma cambió cuando la población empezó a disminuir durante el siglo segundo de nuestra era. La Roma Imperial, entonces, aprobó leyes muy estrictas contra el aborto para frenar la descomposición moral y para fortalecer la nación. Las actitudes judía y cristiana han sido siempre unánimes contra el aborto, y de igual modo se comportó la legislación civil de Occidente en la Era Cristiana hasta nuestros días.

Después de la II Guerra Mundial, a pesar de leyes restrictivas y de fuertes sanciones impuestas a los transgresores, se practicó un número bastante grande de abortos ilegales en los Estados Unidos y en muchas otras partes del mundo. Este hecho fue uno de los argumentos empleados por los defensores del aborto pare ejercer influjo sobre senados y cortes con el fin de que levantaran la prohibición del aborto. Durante la década pasada se aprobaron, en más de las dos terceras partes de las naciones del mundo, leyes que hacían posible el aborto prácticamente a petición de la mujer embarazada. En los Estados Unidos los fallos Roe V. Wade (Texas) y Doe V. Bolton (Georgia) de la Corte Suprema, en enero 22 de 1973, legalizaron el aborto. Durante el primer trimestre la decisión a favor del aborto “se deja a juicio del médico que atiende a la mujer embarazada”; para el segundo trimestre el Estado “puede, si así lo quiere, regular el procedimiento del aborto de forma razonable teniendo en cuenta la salud de la madre”; para el último periodo hasta la viabilidad del feto, el Estado “puede, si así lo quiere, regular y aún prohibir el aborto, salvo que fuere necesario... para la preservación de la vida o de la salud de la madre”. Ahora bien, el término salud viene interpretado tan ampliamente por parte de la Corte que incluye “todos los factores – físicos, emocionales, psicológicos, familiares, y la edad de la madre – referentes al bienestar de la paciente” a juicio de cualquier médico. “En el informe oficial acerca de la reforma de la ley”, presentado por el senador Hatch, publicado en 1982, el Comité Judicial del Senado de los Estados Unidos concluía: “El Comité observa que no existe hoy día en los Estados Unidos ningún obstáculo legal importante, de cualquier clase que sea, para que una mujer consiga un aborto por cualquier razón, en cualquier etapa del embarazo”. (1)

Se calcula que sólo en los Estados Unidos se practican cerca de un millón quinientos mil abortos al año. De acuerdo con un cálculo reciente del Population Crisis Committee (Comité para el Estudio de la Crisis de Población), se practican anualmente en el mundo unos 40 millones de abortos, lo que significa que uno de cuatro embarazos termina en aborto. Se hacen cálculos bastante superiores a éste. Como método de control natal, el aborto ocupa el tercer lugar después de la esterilización voluntaria (cerca de 100 millones) y de los anticonceptivos orales (cerca de 55 millones). Casi dos terceras partes de la población mundial viven en países donde el aborto es legal a petición de la madre o bajo ciertas condiciones. Se calcula que en los Estados Unidos la tasa de abortos es de 417 por cada 1000 nacimientos. En Europa las tasas son más altas por lo general. Los patrones o tipos de aborto varían ampliamente. “En Estados Unidos, por ejemplo, el 74% de las mujeres que procuraron un aborto en 1978 no eran casadas y un 57% no tenían niños. En México, por el contrario, según un estudio del año 1979, el 95% de las mujeres en busca de aborto eran casadas y tenían más de tres niños”. (2)

Aspectos legales y morales del aborto

Una Corte Suprema o el Senado de una nación pueden legalizar el aborto pero no pueden cambiar el carácter moral del aborto por decisión de la mayoría. Sólo un positivista moral podría sostener que cuanto apruebe la Corte Suprema o el Senado, por este solo hecho se hace moralmente bueno y aceptable. Pero así como la esclavitud, la segregación y la discriminación contra ciertos grupos de personas no pueden hacerse moralmente aceptables por una decisión de la Corte, de igual manera el aborto tampoco puede ser declarado lícito, si es moralmente ilícito por su naturaleza.

Nuestra labor, ahora, es examinar la naturaleza del aborto desde este punto de vista moral. Una mujer que se procura un aborto en los Estados Unidos no va a la cárcel, pero tanto ella como el cirujano deben responder a la pregunta que les hace su conciencia de si no están haciendo un acto moralmente incorrecto.

El tema del aborto ha despertado, con razón, fuertes reacciones emocionales tanto de parte de los abortistas como de los antiabortistas. Si el millón y medio de abortos legales practicados anualmente en los Estados Unidos constituye otros tantos homicidios deliberados, no puede pasarse por alto el problema como si no tuviera importancia. Pero un debate manejado por fuertes emociones puede con facilidad degenerar sólo en palabras. Por esto se requiere clarificar los problemas morales involucrados en el aborto y ofrecer el tipo de respuestas racionales que puedan seriamente tener en cuenta todas las personas de buena voluntad.

El comienzo de la vida humana

¿Cuándo comienza la vida humana? Este es el punto central de la controversia sobre el aborto. El problema viene a veces formulado así: ¿es el feto una persona?.

Ocupémonos primero del carácter de persona y de si este término clarifica el problema central del comienzo de la vida humana o si no lo hace precisamente más ambiguo. ¿Qué es persona? De ordinario identificamos una persona como un ser humano, o sea, como un ser individual que posee la capacidad de ser racionalmente autoconsciente y de autodeterminarse. Algunos restringen el uso del término persona a aquellos individuos que de hecho han manifestado ya el desarrollo de la capacidad de la autoconciencia en un mayor o menor grado. La Corte Suprema de los Estados Unidos aclaró que “la palabra persona, tal como se usaba en la Enmienda catorce, no incluye a los no nacidos”. Las diversas etapas del desarrollo fetal, sugeridas como puntos de partida del carácter personal, pueden ser arbitrariamente propuestas de acuerdo con el propósito que se quiera alcanzar con una definición particular. Así los esclavos en un principio no fueron considerados personas bajo todos sus aspectos; en algunos países, aún ahora, las mujeres no han sido consideradas por la ley como personas, con todos los derechos correspondientes.

¿Existe algún criterio objetivo para afirmar que un feto, un esclavo o una mujer no llena el sentido completo de persona? UN feto obviamente no es una persona completamente desarrollada. Pero, ¿cuándo comienza un ser humano a ser persona? ¿Al final del segundo trimestre en el seno materno, o al momento del nacimiento?¿O quizás más tarde cuando aprenda las primeras letras y pueda ganarse la vida? Se puede señalar un número de condiciones arbitrarias y tratar de defender su verdad pero con muy poca evidencia objetiva.

Me parece que el uso del término persona sólo sirve para obnubilar el problema principal, ya que la definición de persona puede ser arbitraria, de acuerdo con el fin para el cual se fabricó. Parece, por tanto, aconsejable excluir este término de nuestra reflexión y dirigir nuestros análisis al punto central del comienzo de la vida humana.

Podría objetarse que la respuesta a esta pregunta es así mismo arbitraria, porque también depende del propósito para el cual uno trata de usar esa definición particular de vida humana. Puede ser cierto. Pero aquí la arbitrariedad puede eliminarse con mayor facilidad ya que se dan ciertos hechos objetivos que pueden servir de punto de partida para nuestro análisis.

Embriología y vida humana

La embriología y la genética modernas nos dan cuenta bastante detallada y cuidadosa del desarrollo de la vida humana. Esta comienza con la unión del óvulo y del espermatozoide y continúa creciendo hasta la viabilidad y el nacimiento del niño. El desarrollo continuo e ininterrumpido de la concepción hasta convertirse en un recién nacido sugiere que la vida humana está presente desde el momento mismo de la concepción. No faltan quienes sostienen que ciertas etapas de este proceso pueden destacarse, tomando una u otra como posible comienzo de la vida humana. Una de estas etapas sería la implantación del óvulo fecundado en la pared del útero, lo cual tiene lugar cerca del sexto o séptimo día después de la fecundación. Algunos teólogos católicos de tiempos pasados sostuvieron que la animación, es decir, la infusión del alma espiritual dentro del embrión, tiene lugar cuando la sustancia se encuentra suficientemente organizada para mantener el alma espiritual o forma sustancial del hombre. Ningún teólogo ni filósofo contemporáneo que siga la tradición aristotélica intenta hoy señalar un grado específico de desarrollo o algún momento determinado en que tenga lugar la animación u hominización, aunque algunos no excluyen la posibilidad de que ella no suceda en el momento mismo de la fecundación. La mayoría de los filósofos seguidores de Aristóteles, sostiene que la forma sustancial del hombre, es decir, su esencia humana, está presente desde la concepción, ya que sólo la presencia de una causa específicamente humana puede explicar los efectos humanos del crecimiento ordenado y teleológico (hacia una meta) del fruto de la concepción hacia la forma de un niño desarrollado, que sin duda es un ser humano.

El Magisterio de la Iglesia Católica, en sus más recientes documentos sobre el aborto (3), no toma posición referente al tiempo en que se infunde el alma espiritual en el fruto de la concepción. Este asunto queda abierto, como se afirma con claridad en la nota 19 de la declaración sobre el aborto procurado, hecha por la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe. La Declaración insiste, con todo, en que si es cierto que la infusión del alma espiritual tiene lugar, más tarde, después de la concepción, la vida humana ya está presente desde el mismo momento de ella.  Más aún. Aunque existiera alguna duda acerca del carácter humano del fruto de la concepción, la moral nos prohíbe poner en peligro la vida de un ser que quizás ya es un hombre dotado de un alma espiritual. Es uno de los casos en que estamos obligados a seguir el tuciorismo, es decir, la vía más segura, ya que no está permitido realizar una acción que podría matar a una persona. La discusión en torno al comienzo de la vida humana no es científica, sino filosófica y moral, según afirma con insistencia la Declaración.



El comienzo de las ondas del cerebro

Algunos afirman que la vida humana comienza cuando el cerebro comienza a funcionar y cuando las ondas cerebrales pueden determinarse. La razón a favor de esta sentencia consiste en la bien difundida opinión que sostiene que la muerte es el cese de la actividad eléctrica del cerebro. Las ondas eléctricas del cerebro pueden medirse mediante el electroencefalograma (EEG). Un encefalograma plano significa que el cerebro ya no está funcionando y que la persona ya está muerta. Es, pues, lógico, arguyen los defensores de esta sentencia, contar el comienzo de la vida humana desde el momento en que el cerebro comienza a funcionar, ya que la actividad cerebral es el fundamento de la vida humana. La objeción que se le puede hacer a esta sentencia es que es cierto que la muerte cerebral señala el fin de la vida humana, tal como la conocemos, ya que el cerebro muerto no tiene capacidad para revivir por sí mismo. Pero el embrión en desarrollo tiene la capacidad para poner en funcionamiento el cerebro. Luego las dos etapas de la vida humana son enteramente diferentes desde el punto de vista del funcionamiento del cerebro. El embrión posee la capacidad natural para poner en desarrollo todas las actividades humanas: sentir, pensar, querer y relacionarse con los demás. La muerte significa el fin del crecimiento natural, el término de todas estas capacidades.

El movimiento del feto

Otro parecer sostiene que el movimiento (“quickening”), o sea, el momento en que la madre verifica los primeros movimientos del feto en su seno, es el punto de partida de la vida humana. Este momento puede fijarse fácilmente ya que es percibido por la madre. Aristóteles, y con él cierta tradición legal, permitían el aborto sólo antes de este moverse del feto.

La percepción de un ser viviente en el seno materno es, sin duda, un momento muy importante para la mujer embarazada, pero resulta muy difícil argumentar de forma convincente que el feto no es humano mientras sus movimientos y su crecimiento no puedan sentirse. ¿Cuál es el efecto especial de este movimiento en el carácter personal del feto? ¿Cómo puede el movimiento señalar la transformación de un feto no humano en un ser humano? Si se trata sólo de un signo de la causa que produce dicha transformación, se pregunta ¿cuál es esta causa que tan de repente aparece y produce la existencia de un ser humano?

La viabilidad

La viabilidad es otra línea divisoria que, según algunos, es lo que distingue el feto no-humano del humano. Esta opinión parece haber sido el fundamento que tuvo la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos, en 1973, para legislar que los Estados podrían prohibir el aborto en el último estadio de desarrollo del feto. La razón es que en este momento el feto puede sobrevivir fuera del seno materno y por tanto es prueba de que ya posee una vida humana independiente. Parece que a los seguidores de esta sentencia se les podrían poner las mismas objeciones que a los de las anteriores. ¿Cómo hace la viabilidad para transformar la naturaleza de un feto de forma que de no-ser-humano se transforme en tal?¿No es más bien la viabilidad sólo un criterio extrínseco, impuesto al feto por algunos miembros de la sociedad, que simplemente declaran que el feto sea recibido a partir de ese momento como un ser humano? Además, no se puede fijar con precisión el momento de la viabilidad, hecho que va a poner en aprietos a los defensores de esta sentencia.

El nacimiento

Finalmente, algunos podrían considerar que el carácter humano del feto se hace presente sólo después del nacimiento, cuando el niño se hace biológicamente independiente de su madre. Con todo, la independencia de un recién nacido es muy débil. No resulta muy convincente el argumento de que esta clase de independencia convierta en ser humano al feto viable, declarado no-humano.

Un problema filosófico

Soy del parecer de que la ciencia nos puede proporcionar valiosos datos acerca del desarrollo del ser humano desde su concepción hasta su nacimiento y más allá, pero que toda la información científica no puede localizar con precisión el momento en que el feto en desarrollo debiera ser considerado como un ser humano. El problema es ante todo filosófico y no científico. ¿No recaeremos, entonces, en un dilema basado en las opiniones arbitrarias de los filósofos? Ciertamente son muchas las opiniones contradictorias en filosofía, y uno se pregunta si la opinión de un filósofo es mejor que la de otro.

Causa y efecto

El papel de la filosofía es clarificar conceptos y ofrecer razones que ayuden a la comprensión de los grandes problemas de la vida humana que no encuentran respuesta en las ciencias. Un factor que en alguna manera puede ayudar a clarificar el problema del carácter humano del feto es la conexión de efectos específicos con causas específicas. De la unión de un óvulo con un espermatozoide resulta un ser determinado con una energía determinada que produce en el embrión actividades que finalmente terminan en un niño perfectamente desarrollado, un ser humano. De las actividades de un ser podemos deducir su naturaleza. De los efectos podemos deducir la presencia de una causa proporcionada. Los efectos y operaciones de la causa en este caso son humanos, por tanto la causa  debe ser también tal. Si no fuera humana, no produciría efectos tales.

Aristóteles a la fuente del crecimiento y de las operaciones determinadas de un ser , la llamó forma sustancial. Hoy día, a este centro misteriosos del ser, lo llamamos naturaleza, aquello que nos explica por qué dicho ser obra de una manera específica y produce determinados efectos, característicos de su especie.. Volviendo atrás, desde el nacimiento del niño hasta el momento de su concepción, no podemos encontrar una ruptura a lo largo del continuo desarrollo del recién nacido que nos haga pensar que antes de nacer era un individuo completamente diferente. Se da una identidad personal en ese ser. Se trata del mismo ser desde el momento de la concepción hasta el nacimiento y la madurez. Se diferencia de todo otro ser. Parece que la vida humana consista en un continuo desarrollo y crecimiento desde la concepción hasta la muerte.

Podría objetarse que el desarrollo y las actividades del embrión pueden explicarse mediante una naturaleza vegetal o animal. De acuerdo con esta teoría, la naturaleza humana, como causa de actividades específicamente humanas reemplazaría más tarde a la naturaleza vegetal o animal. Los seguidores del hilomorfismo aristotélico, Santo Tomás entre ellos, aceptan esa sentencia como razonable. Pero tal sentencia tiene que explicar satisfactoriamente el desarrollo, ininterrumpido y continuo, del embrión, que no se encuentra descompuesto en tres estadios, reconocibles y separados. El óvulo fertilizado difiere genéticamente desde su primera etapa, de una planta o de un animal específicos. Su naturaleza y su carácter propios no cambian durante el crecimiento, orientado hacia un ser determinado, que llamamos hombre. No deberíamos recurrir innecesariamente a la existencia de múltiples causas o seres, cuando una causa o un ser puede explicar muy bien el fenómeno.


Concepción de gemelos y su posible función

El hecho ocasional de la concepción de gemelos y de su posible fusión suele presentarse como objeción contra la posición que acabamos de exponer.

La concepción de gemelos consiste en la división del zigoto u óvulo fecundado, después de unos pocos días, en dos embriones que luego se desarrollan por separado. De aquí resultan dos gemelos idénticos. De acuerdo con algunos embriólogos (4), tal división puede ocurrir hasta el día 14 después de la fecundación.

La fusión es el fenómeno contrario y consiste en la unión de los dos grupos de células que se desarrollaban por su cuenta, en uno solo, de tal suerte que a lo último se trata de un solo feto en vez de dos gemelos. La fusión, así mismo, puede ocurrir hasta cerca de la tercera semana después de la fecundación.

De acuerdo con algunos adversarios de nuestra posición, la concepción de gemelos y su posible fusión, son pruebas de que un óvulo fecundado no puede ser un ser humano porque la incomunicabilidad individual es la nota que caracteriza a la persona. Un zigoto que puede llegar a ser dos personas, o dos zigotos que pueden reducirse a uno, no son individuos irrevocables y por tanto no pueden considerarse seres humanos. Aunque los zigotos cuentan con 46 cromosomas y genes humanos y por tanto son seres humanos en cierta forma, no son irrevocablemente personas humanas individuales.

La objeción no carece de peso. Con todo, la concepción de gemelos y la posible fusión pueden entenderse de tal forma que la validez del argumento a favor de la presencia de un individuo humano desde el momento de la concepción no caiga. Antes de la división del zigoto en dos gemelos, en realidad existió un organismo, un ser en su desarrollo inicial. Tal ser continúa su propia existencia. Pero, además de este ser, se da otro individuo, otro ser distinto, cuyo origen debe explicarse. Algunos biólogos piensan que el origen de este segundo ser debe atribuirse a una cierta forma de reproducción asexuada.

Se ha observado que la vida, en un estadio inicial de desarrollo, se reproduce por fusión o división asexual. Según esta explicación, también la fusión puede entenderse como que uno de los dos seres originales continuará su existencia y su desarrollo, mientras el otro cesará de existir. En ambos casos, una causa definida, fuente de las actividades y del desarrollo del individuo humano, está allí presente desde el comienzo.

La argumentación filosófica a favor de la presencia de un principio humano vital desde el tiempo de la fecundación, es posible que no fuerce el asentimiento ni siquiera en el caso de una persona educada filosóficamente. Con todo, cuenta con la fuerza suficiente para establecer, al menos,  la probabilidad de la presencia de un ser humano individual desde la concepción. A su vez, esta probabilidad fundamenta el deber de no exponer a peligro el feto en desarrollo y menos matarlo deliberadamente, porque estamos obligados a escoger la vía más segura y a evitar el peligro de un ser que posible o probablemente es humano.

Conflicto de valores y aborto

Después de haber discutido el problema central del aborto, es decir, el carácter humano del feto, pasamos ahora a considerar los argumentos que se suelen presentar comúnmente a favor del aborto. Todos los argumentos comparan el valor de la vida humana en desarrollo con algún otro valor. Se ha dicho, con razón, que en el caso del conflicto de valores morales, cuando sólo un valor puede ponerse a salvo, lógica y moralmente debe elegirse el valor mayor.

La vida de la madre

En algunos casos, la vida de la madre puede entrar en peligro si continúa el embarazo. Un caso, por ejemplo, es el del feto ectópico. Este caso se da cuando el zigoto no desciende al útero y se queda implantado en el tubo de Falopio, en donde comienza su desarrollo. El embrión no tiene la oportunidad de crecer hasta llegar a la viabilidad en dicho tubo, y en el curso de su crecimiento se produce su ruptura con hemorragia, poniendo así en peligro la vida de la madre. En el estado actual de la medicina, sólo la intervención quirúrgica para remover el feto, puede poner a salvo la vida de la madre. Aquí tenemos el caso de una vida humana enfrentada a otra vida humana. Sólo puede salvarse la vida de la madre. Sería irracional no remover el embrión y dejar que perezcan las dos vidas. La ley moral es racional y nunca nos obliga a obrar contra nuestra sana razón.

Los avances de la obstetricia han eliminado muchos casos dramáticos, en los que se daba un verdadero conflicto entre la vida de la madre y la del feto. Las operaciones cesáreas se han convertido en un procedimiento rutinario, cuando se prevé un parto difícil. Ellas han disminuido el dilema de verse forzado a escoger entre las dos vidas. Sin embargo, si se dan casos en que la más sensata medicina no puede salvar las dos vidas, permanece en vigor el principio moral según el cual es mejor salvar una vida que dejar morir dos.

Ahora bien, el conflicto claro entre la vida de la madre y la del feto, no constituye el punto controvertido del debate en torno al aborto. La mayoría de los abortos se practican no con el fin de salvar la vida de la madre, sino con el fin de obtener algún otro valor humano que en alguna forma se contrapone al embarazo.

La salud de la madre

En el caso del aborto terapéutico la vida del feto es contrapuesta a la salud de la madre embarazada. Los defensores de tal aborto intentan justificarlo afirmando que la salud física de la madre es más valiosa que la vida del feto; se escoge el mayor valor, dicen ellos.

Pero se dan ciertos problemas con esta clase de justificación. Primero, la vida humana es más valiosa que la salud física. Además queda por resolver la pregunta de si el aborto es necesario para restablecer la salud de la madre. Los nuevos métodos de la medicina pueden superar la mayoría de las complicaciones del embarazo. Las enfermedades no conectadas con el embarazo no se curan con el aborto, y si el embarazo pudiera  intensificar la enfermedad, pueden aplicarse tratamientos hasta que el feto alcance viabilidad. Concedemos que hay situaciones en las que el embarazo pone en peligro la salud de la madre y no ponemos en duda el valor de la salud, sino que afirmamos que la vida del feto es un valor superior al de la salud física y que en vez de recurrir al aborto deberían aplicarse remedios para mirar por la salud de la madre.

Ofrece todavía menos fuerza convincente a favor del aborto el conflicto entre la salud mental de la madre y la vida del feto. El embarazo normal de una señora casada no es una enfermedad, y, de suyo, no causa una enfermedad mental. Los problemas psicológicos, en parte ocasionados por el embarazo o por las circunstancias que lo acompañan, pueden tratarse simplemente como cualquier otro problema psicológico, sin tener que recurrir al aborto.

Se dan soluciones alternativas al aborto, y con el fin de proteger la vida humana del feto existe la obligación de recurrir a una terapia que no ponga en peligro la vida humana.

La violación y el incesto

Una madre, cuyo embarazo tiene por origen una violación o un incesto, es víctima de una violencia cruel e inhumana. Su angustia mental y su sufrimiento psicológico son el resultado directo de un  embarazo que le fue impuesto contra su voluntad. Limitamos aquí nuestra consideración a la violación y al incesto impuestos a una mujer contra su voluntad. Se argumenta el que en estos trágicos casos el gran valor de la salud mental de una mujer que queda embarazada a consecuencia de una violación o de un incesto, puede ser puesto a salvo, de la mejor manera, con el aborto. Se dice también que el embarazo, causado por un rapto o un incesto, es el resultado de una grave injusticia y que la víctima no debe ser obligada a llevar el feto hasta la viabilidad. Este proceso estaría recordándole durante nueve meses, la violencia cometida contra ella, lo cual contribuiría precisamente a aumentarle su angustia interior. Se hacen reflexiones en el sentido de anteponer la salud mental de la señora al valor de la vida del feto. Además, se sostiene que el feto es un agresor de la integridad de la mujer y de su salud personal. Es justo y moralmente defendible repeler al agresor hasta con su muerte, si es la única forma de defender valores personales y humanos. La conclusión, entonces, sería que en estos casos se justificaría el aborto. Hasta aquí la objeción.

En la discusión de los casos criminales de la violación y del incesto, tenemos que evitar aun la apariencia de insensibilidad ante el sufrimiento y la grave situación de las víctimas. Una vez ocurrida la violación, de nada le sirve a la mujer el clamor por una mayor protección de la policía y seguridad en las calles. Se da por supuesto que las víctimas de la violación deben recibir inmediato tratamiento médico para impedir la fecundación. Pero si, con todo, sobreviene la concepción, tenemos que ocuparnos de la ponderación de valores opuestos, la vida del feto, los sufrimientos físicos y mentales de la madre, si se resuelve a llevar a término el embarazo.

Para aclarar este asunto, tenemos que afirmar que el feto no es un agresor. El agresor es el violador y el feto es una víctima inocente, lo mismo que su madre. Por tanto, no se le puede matar (al feto) con base en que es un agresor. Así mismo si comparamos la vida del feto con el alivio psicológico de la madre por medio del aborto, con toda objetividad la vida humana, en la escala de valores, debe colocarse por encima de los que la madre podría obtener con el aborto. En estos casos trágicos se debe recurrir a otros medios para ayudar a las víctimas de la violación. En los cuales se incluyen la ayuda psicológica, religiosa y social, y la preparación para la adopción, dado caso que la madre víctima no quiera conservar el hijo. Se sabe bien que la comunidad no se ha mostrado siempre de veras interesada en el cuidado de las víctimas del rapto. Con todo, en los últimos años, la situación ha mejorado. La policía, los jueces y hospitales tratan a las víctimas de la violación con mucha más comprensión y sensibilidad, de tal suerte que las mujeres violadas no se ven presionadas por el impacto a procurar un aborto, como el único medio para aligerar su sufrimiento. Para la fecha, 1984, existen en Estados Unidos más de 700 centros que se ocupan de atender a las víctimas de las violaciones.



Aborto eugenésico

Los defensores del aborto eugenésico presentan otra razón o indicación a favor del aborto: para un niño es preferible no nacer que llevar una vida entera con el peso de una parálisis causada por alteraciones genéticas. En casos de desórdenes genéticos descubiertos durante el embarazo se recomienda el aborto. Tales desórdenes pueden producirse por varias causas, Las infecciones virales pueden producir parálisis. La rubéola, por ejemplo, especialmente durante el primer trimestre del embarazo, puede causar sordera, cataratas, retardo mental y graves tipos de deformidades. El uso de ciertas drogas durante el embarazo puede también producir defectos. La Talidomida, el tranquilizante alemán, fue un ejemplo trágico. De acuerdo con recientes hallazgos, aun el beber licor y el fumar pueden causar daño al feto. Con todo, muchas anormalidades son debidas a fallas genéticas, es decir, a genes defectuosos, heredados de uno o de ambos padres. También produce defectos la distribución irregular de cromosomas. Uno de los casos más comunes de esta clase de anormalidades es el Síndrome de Down (Mongolismo). Por medio de la amniocentesis y de otra clase de  exámenes se pueden descubrir cerca de setenta perturbaciones en el feto. La amniocentesis implica un análisis de una pequeña cantidad del líquido amniótico en que está sumergido el feto en el útero y contiene algunas células fetales. El líquido se obtiene mediante la inserción de una aguja, conectada a una jeringa en el útero.

Para que la amniocentesis sea posible, la señora debe esperar al menos hasta la semana 16 del embarazo, antes de tomar la muestra del líquido del útero. Para obtener los resultados, ella debe esperar todavía otras dos o tres semanas. Recientemente, en los Estados Unidos y en Europa se ha ensayado una nueva técnica para obtener y probar células fetales y descubrir defectos genéticos. Se llama Chorionic Villi Sampling (CVS) (Muestra de la vellosidad coriónica, la membrana que envuelve el embrión). La prueba puede hacerse durante el primer trimestre del embarazo y los resultados pueden conocerse de un día para otro. Este procedimiento no causa dolor y los riesgos son probablemente los mismos de la amniocentesis, a saber, aproximadamente una de entre doscientas mujeres, que sufre alguna infección o alguna otra complicación que puede causar el aborto. (5)

Se argumenta diciendo que el aborto eugenésico mira ante todo al bien del niño y sólo secundariamente al bien de la madre o de ambos padres. Recientes fallos de la Corte de Apelaciones de Nueva York (1978) y de la Suprema Corte de New Jersey (1979) declaran que los médicos son responsables de los nacimientos de niños anormales, si no cumplieron en avisar a la madre que podía tener un hijo anormal. Si el descuido del médico priva a la madre de su derecho legal al aborto, puede ser obligado a pagar los daños de un “nacimiento perjudicial”. Estos y otros fallos de las cortes en otros estados (en Estados Unidos) van a causar un aumento de la incidencia de abortos eugenésicos. Defensores de la eugenesia querrían aun hacer obligatorio el destruir, antes del nacimiento, la vida gravemente defectuosa. Al presente (1984) el aborto eugenésico es legal, aunque no obligatorio, en la mayoría de los países.

La moralidad del aborto eugenésico tiene también que juzgarse por comparación con valores opuestos. Resulta aquí un poco difícil la comparación, porque uno de los valores es propiamente un antivalor, a saber, el poner término a una vida antes de que pueda desarrollarse de veras. Se podría, quizá, hablar de ausencia del sufrimiento, que causarían los defectos genésicos y de evitarlos a los padres o a la comunidad la carga de tener que mirar por el niño defectuoso. El valor de la vida de un niño defectuoso de be compararse con estas ventajas. El aborto eugenésico no se hace por consideración al niño defectuoso, ya que no cura su enfermedad sino que simplemente lo mata.

Todos queremos estar en capacidad de prevenir o curar las enfermedades genéticas, pero tal deseo no nos autoriza a destruir la vida en su comienzo. Por lo que vemos, muchos niños defectuosos, a quienes se les permite nacer, gozan de la vida de acuerdo con sus capacidades. Un buen número de ellos han llegado a ser miembros útiles de la sociedad. Nuestra naturaleza social impone sobre nosotros y sobre toda la comunidad el mirar por los miembros menos afortunados de la familia humana. Que muchas personas entienden está obligación de nuestra raza común, lo indica el hecho de que el número de parejas que adoptan victimas de los defectos genéticos, en los últimos años ha venido creciendo con rapidez(6).

Madres  solteras y aborto

De acuerdo con un informe de The National Center for Disease Control (Centro Nacional de EE.UU. para el Control de las Enfermedades) el número mayor de mujeres que solicitan el aborto, al menos en EE.UU., es de jóvenes y solteras. Son obvias las razones de está solicitud. Estas jóvenes no desean verse cargadas con los resultados de sus actividades sexuales premaritales. En estos el aborto es un método de control natal. El número creciente de embarazos y abortos de jovencitas solteras ha creado, con toda razón, una preocupación general. Aun los defensores del aborto están de acuerdo en qué éste es el método menos deseable de regulación de la natalidad. Causa huellas psicológicas en la mayoría de las jovencitas y debilita su capacidad para formar una relación estable en el matrimonio.

Los profesores Melvin Zelnik y John F. Kantner de la Facultad de Higiene y Salud Pública de la Universidad de John Hopkins, en EE.UU., están haciendo, desde hace algún tiempo, investigaciones periódicas sobre la actividad sexual y el embarazo de jovencitas solteras. De acuerdo con su último hallazgo, cerca del 50% de las jóvenes entre 15 y 19 años en áreas urbanas tuvieron actividad sexual durante el año 1979, frente al 30% de 1971 y al 43% de 1973. A pesar de la fácil adquisición de los anticonceptivos, el embarazo de jovencitas solteras casi se duplicó en la última década. Hoy día las jovencitas solteras recurren menos que antes al matrimonio para legitimar su embarazo, y se inclinan más bien a ponerle término con el aborto. Durante los años de está investigación los abortos procurados por estas jovencitas, subieron del 23% al 33% y luego al 37% de todos estos embarazos prematrimoniales(7).

Como es obvio, el aborto no es la solución de este problema. Las autoridades escolares de tendencias pragmáticas llegaron a la conclusión de que más instrucción y más ayuda acerca de la anticoncepción iban a impedir los embarazos y los abortos. Pero varios años de educación sexual no alcanzaron esta meta. Ha sucedido más bien todo lo contrario: la proporción de embarazos de jovencitas casi se ha duplicado y el número absoluto se ha multiplicado más entre 1971 y 1979, de acuerdo con los datos publicados por The Planned Parenthood Federation of America (La Federación Norteamericana de Paternidad Planificada). De acuerdo con The National Center for Health Statistics (Centro Nacional de Estadísticas de Salud de USA). ``Una mayoría de niños negros, 55% en 1979, frente a 38% en 1970, nacieron fuera de matrimonio. Pero el incremento en el porcentaje fue todavía mayor en el caso de los niños blancos; el número de niños ilegítimos subió de 4.7% en 1970 a 9.4% en 1979´´(8).

Se necesita más educación sexual, pero debe ser verdadera educación, y no una mera instrucción biológica acerca de la sexualidad masculina y femenina y de los anticonceptivos. La educación sexual debe enfatizar los valores de la familia, el respeto de las personas, el sentido del verdadero amor, que no se limita a la atracción sexual, e insistir especialmente en la responsabilidad por las consecuencias de los propios actos. En otras palabras, debe enseñársele a la gente joven a crecer moralmente, a hacerse personas responsables que entiendan que la actividad sexual correcta y responsable debe tener lugar entre dos personas maduras, que se aman y se unen en matrimonio estable.

No puede justificarse el aborto como método para regular la natalidad, ni dentro ni fuera del matrimonio. Aquí se compara el matar seres humanos indeseados e inocentes con los problemas sociales y económicos que causa su nacimiento. Tenemos que concluir que el matar seres humanos inocentes es un mal mayor que los males verdaderos, sociales y económicos, de madres solteras o de paternidad indeseada. Las soluciones alternativas deben venir de 2 partes:

a)      De evitar los embarazos extramaritales por medio de la educación moral en pro de una conducta sexual responsable, y

b)      De ofrecer ayuda psicológica, social y material a las madres solteras embarazadas, para que lleven sus hijos a término. Si ellas no quieren entregarlos en adopción, se les debe ayudar para que los eduquen, y en especial para que sean sexualmente maduras y responsables en su vida posterior.


No debería pasarse por alto la adopción como una alternativa del aborto. Se dan muchas parejas sin hijos que serían felices en adoptar un niño. Sin embargo, es cierto que en los últimos años no hay suficientes niños para adoptar debido al alto número de abortos.

Los casos más frecuentes de aborto, como vimos, no son el resultado de los trágicos dilemas de vida o muerte de la madre o del niño, sino los provenientes de embarazos prematrimoniales. Ya que muchos defensores del aborto se encuentran también preocupados con este problema, debería haber cooperación, al menos en este campo, entre antiabortistas y proabortistas para disminuir el número de embarazos prematrimoniales y evitar así un gran número de abortos. Ciertamente, el aborto debe ser tenido como el peor método para regular la natalidad.

 

Referencias


(1)         Citado por DOUGLAS JOHNSON en: Letters to the edito, The New York Times, January 5, 1983.
(2)         ``World Abortion Trends Detailed´´. Intercom, September/October, 1982, p.13.
(3)         Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, ``Declaración acerca del aborto procurado´´. Acta Apostolicae Sedis, 1974, pp. 730-747.
(4)         JAMES J. DIAMONG, M.D.,``Abortion, animation and biological hominization´´. Theological Studies, june 1975, pp. 305-342.
(5)         ``New Test for Birth Defects´´. Science News, August 20, 1983, p. 116.
(6)         LESLEY OELSNER, ``More couples adopting victims of genetic defects´´. The New York Times, March 8, 1979.
(7)         Intercom, November/December, 1981,p. 7.
(8)         Intercom, November/December, 1981, p. 11

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