PRESENTACIÓN DEL TEMA
La postura que adopta el Estado respecto del
aborto termina por condicionar- y hasta cuestionar- su propia existencia como
institución política. El Estado está pensando para defender los derechos
esenciales de la persona, y permitir la convivencia social de forma pacífica.
Si el estado o sus poderes deciden o disponen sobre valores esenciales de la
persona, como es el valor de la vida que se sabe es inherente a ella y por
tanto intangible e indisponible, actúa totalmente al margen de su razón de ser,
y al profesar una “cultura de la muerte”, todo lo que decida en contra del
respeto de la vida supondría una clara extralimitación de funciones y carecería
de todo valor. El respeto de derechos inherentes a la persona, como es el
derecho a la vida. No es un tema de moral religiosa o cristiana, sino de moral
humana, como ya lo ponía en evidencia Hipócrates. Como bien señala SCHOOYANS el
aborto no puede ser reducido a una cuestión de conciencia personal, y luego
remitirse a lo que digan o dispongan algunas conciencias. El tema del aborto
debe ser encarado como una cuestión política y del Estado, que tiene que
asumirlo con conciencia de que en ello existe un solo rumbo a seguir, y es el
marcado por el respeto innegociable del don de l vida de todas y cada una de
las personas, aún cuando tengan sólo “horas” de existencia. Las mayorías
parlamentarias en los sistemas democráticos carecen de facultades para la
liberación del aborto, y si ello ocurre son responsables del suicidio de la
democracia, pues pasaron a disponer de la vida, lo que, por cierto no está en
el ámbito de sus competencias. El parlamento no puede decidir quiénes con o no
sujetos de derecho. Al liberalizar el aborto se termina por arrogar facultades
que los políticos realmente no tienen.
LÓPEZ TRUJILLO , comenta sobre el punto que
nos hallamos ante la insensatez de pensar que no castigar el crimen, la
despenalización, es una forma de civilidad. Se olvida que elevar a nivel de
principio que el delito no sea punible es cancelar al categoría de delito. Esto
podría corresponder al juez, analizadas las circunstancias. Hay circunstancias
atenuantes, como las hay agravantes. El error radica en que, a priori, el
legislador señale quién, en concreto, cuando ha cometido un delito, no merece
ser castigado. He aquí la vía hacia el totalitarismo, por la acumulación de
poderes. El legislador se arroga el papel de juez que elimina la pena.
El estado, el Poder Legislativo, y en
particular el Poder judicial, están pensados para la defensa y promoción de los
derechos esenciales de la persona, y no para que estos sean destruidos. Si se
legaliza el aborto, la norma sería no sólo inconstitucional sino que el sistema
de gobierno perdería su legitimidad.
EL RETORNO DEL LEVIATÁN
SCHOOYANS recuerda que la propuesta del
“Estado Leviatán” partía de la base de que este es el que decidía lo que era
justo o no, y quién es o no ciudadano o persona. El individuo es sujeto de
derecho según las normas dictadas por el estado. El Estado como entidad
plenipotenciaria decide absolutamente todo.
Tal situación es la que se da cuando al
liberar el aborto del Estado comienza por meterse en lo que no debe, que es el
determinar quién es o no persona, situación que, como ya vimos, nunca dependerá
d lo que diga el Estado, sino de lo que es la persona en realidad.
LEYES DE DESPENALIZACIÓN DEL ABORTO SERÍAN
INCONSTITUCIONALES
Cuando en los países, como consecuencia de
presiones políticas, sociales y/o económicas... se termina por legalizar el
aborto, en el ámbito jurídico se comienza por constatar serias contradicciones
entre la existencia de normas que, por un lado, protegen la vida, al niño o al
concebido, y por otro, autorizan a matarlos.
En nuestro país están vigentes leyes que han
ratificado convenios, como el relativo a los Derechos del Niño, como la
convención americana sobre Derechos Humanos, en los que se refiere a la protección del niño antes de
nacer, o del concebido no nacido. Todas estas normas, de legalizarse el aborto,
¿qué sentido tendrían? ¿serían normas inaplicables? De seguro afrontaríamos
graves incoherencias. SCHOOYANS describe esta realidad gráficamente diciendo
que terminamos con un sistema jurídico híbrido y con graves incoherencias
respecto de lo que dicen las Constituciones de todos los países respecto del
respeto del derecho a la vida.
Lo grave del tema está en que de aprobarse una
ley que despenalizara el aborto, ésta sería claramente inconstitucional, pues
la Carta Magna, como ya dijéramos, no sólo tutela el derecho a la vida, sino
que lo protege desde la concepción, sin restricciones o limitaciones de ninguna
especie, pues lo establecido en tratados Internacionales, como los ya aludidos,
ha constitucionalizado el criterio de la vida debe protegerse desde la
concepción. Por ello, una ley que penalice el aborto sería claramente
inconstitucional.
La Convención de los Derechos del Niño, que
hoy es derecho positivo en nuestro país, por intermedio del art. 72 de la Carta
Magna también ha constitucionalizado la tutela del niño por nacer como persona,
sin estar sometido a condiciones.
El derecho en el sistema democrático tiene por
fin básico salvaguardar los derechos de los ciudadanos y, en particular, de los
más débiles e indefensos. En la Convención referida se pone especial énfasis en
la tutela del niño, tanto antes como después del nacimiento, considerando que
tiene un derecho intrínseco a la vida.
La Convención de Viena sobre Derecho de los
Tratados, establece que un Convenio ratificado tiene rango “supra legal”, lo
que supone que un país no puede complir lo preceptuado por un tratado por el
hecho de que su legislación interna sea diferente. Si ello ocurre, el Estado
deberá modificar las normas internas para que están acordes a las normas
internacionales.
ABSURDOS INCREÍBLES
En el ámbito político se están oyendo ciertos
argumentos que no dudamos en calificar de absurdos e increíbles. Son varios los
que sostienen que como las normas existentes en materia de aborto se
transgreden frecuentemente, lo mejor sería eliminar la norma y dejar que el
derecho se ajuste a la realidad. Cuando la norma se ve en desuso o inadecuada,
lo mejor no es eliminarla, sino ajustarla a al realidad para que ordene las
conductas como debería hacerlo y no lo hace. La solución no es eliminar la
norma porque no se respete, pues con este criterio, y por cierto con mayor
respaldo cuantitativo, habría que eliminar las normas en materia de rapiña, por
la cantidad de veces que se transgrede. Todo lo contrario; en el ámbito de las
infracciones, si la norma cae en desuso hay que ajustarla a la realidad, pero
no eliminando la infracción. En el tema del aborto, más que legalizar hay que
proponer normas que tiendan a solucionar la situación por la que pasa la madre,
pero no parece que el tema deba resolverse eliminando al hijo.
Con el aborto va a ocurrir lo mismo que con el
divorcio. Alcanza con que la ley los autorice para que aumente en forma
sensible desde el punto de vista cuantitativo. El final de la historia es que
con las leyes divorcistas terminamos por destruir las familias y con las
abortistas, aniquilaremos a lo hijos. La pregunta final sería: Por este camino,
¿qué será de nuestra sociedad? Es grave pensar que, como la ley en los hechos
no se respeta, debe derogarse, pues para lograr la abrogación de una ley
alcanzaría con violarla en forma pública y continua. Alcanzaría con que los
jueces no aplicaran las leyes, para que las mismas se dejaran de aplicar. Así,
la conducía del juez podría dejar sin efecto lo dispuesto por el legislador, y existiría
una interferencia de poderes.
DESTRUCCIÓN DEL SISTEMA DEMOCRÁTICO
Los estados de derecho democrático no se
caracterizan tanto por el respeto de la ley sino por la tutela de los derechos
esenciales de todos los ciudadanos, y en particular el derecho a la vida, la
libertad y la igualdad de todos. Con la aprobación de leyes abortivas se entra
en una dimensión totalitaria, en la que el derecho se destruye y se convalida
el crimen. Con la legislación del aborto comienza una fuerza de destrucción de
los más fuertes en perjuicio de los más débiles, en la que el Estado puede
destruir impunemente a los más indefensos y desprotegidos. No hay democracia
donde se autoriza al crimen y los más fuertes quiénes pueden o no vivir.
<<No se puede negar que es en extremo
dolorosa- afirma LÓPEZ TRUJILLO- la situación, cuando las leyes inicuas se
defienden hasta impedir el clamor de una sociedad que se siente agredida en sus
derechos. Y todo ello, en nombre de una sociedad que se siente agredida en sus
derechos. Y todo ello, en nombre de una democracia “pluralista”, que debiera
ostentar un amor de privilegio a los más necesitados e indefensos. ¡Cuán
peligrosa es una democracia que se complace en despedazar a los más inocentes!
En breve, lo esperamos, se reconocerá el límite cruel de una democracia, que
silencia y condena a la muerte a los más débiles. Hoy día, pueblos que antes
aceptaban como un derecho la esclavitud, tienen la vergüenza de hablar de
democracia>>
EN LOS REGÍMENES DEMOCRÁTICOS Y PLURALISTAS
DEBE RESPETARSE LA LIBERTAD DE CADA UNO
Este slogan es repetido aún por parlamentarios
cristianos, que en otros países votaron la ley de la liberación del aborto
siguiendo una inspiración socialista o liberal.
Se dicen contrarios al aborto, pero como viven
en una sociedad pluralista, aceptan y siguen las opiniones de la mayoría. Esta
forma de razonar se usa tanto para las leyes que tengan que ver con el aborto
como con la eutanasia, con la liberación de la droga.. No se trata de aceptar
ciegamente lo que diga la mayoría, y entender que por este solo hecho es la
solución adecuada, máxime cuando sus decisiones pueden estar referidad a
derechos irrenunciables, como lo es, por ejemplo, el derecho a la vida.
EL ABORTO COMO “MÉTODO POLÍTICO” DE CONTROL DE
NATALIDAD
Ciertos países y políticos temen el desarrollo
poblacional de ciertas naciones (América del Sur, Asia...), pues bien saben del
poder que puede ejercer un pueblo bien organizado. Estos profesan, obviamente,
la necesidad de limitar el crecimiento poblacional, y qué mejor que hacerlo a
través del fomento de políticas de control de la natalidad, fomentando la
anticoncepción y el aborto, entre otras medidas que forman parte de lo que se
ha denominado “planificación familiar”.
Se comienza por sostener que el uso de anticonceptivos
disminuye los abortos, pero lo que ha sucedido es que el mayor uso de
anticonceptivos aumentó los abortos. ¿Cuál es la explicación?
La difusión de la noticia de ciertos
anticonceptivos evitan los embarazos no deseados llevó a que se incrementara
notoriamente el número de relaciones sexuales promiscuas. Como el método de
control de natalidad tiene promedios de fracaso que se ubican entre el 5 y el
10%, el aumento en la actividad sexual se tradujo en un aumento cuantitativo e
fracasos, es decir, en embarazos no planificados. Es claro que los
anticonceptivos, en muchos casos, más que ser una solución para los abortos, al
alentar el desorden sexual en su cantidad, finalmente llevarán a más abortos
por llevar a más embarazos no deseados. El engaño no está sólo en promocionar
la idea de usar anticonceptivos para no abortar, sino que ello, como vimos,
lleva a un mayor número de abortos. Más grave aún es promover, bajo el lema de
la necesidad de “educación sexual”, la idea del sexo libre usando tal o cual método
anticonceptivo. Esta forma de educar, por cierto, no reduce ni los embarazos no
deseados ni los abortos. Desprovisto de la consideración de valores morales, el
sexo se presenta como algo ineludible y carente de amor, y en el libertinaje y
el desorden no es de extrañar que esta falta d educación sexual lleve al
problema del aborto.
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