lunes, 28 de julio de 2014

BIOÉTICA - EL SIDA


La infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), cuya fase más grave es el SIDA, es un tema médico con implicancias en múltiples campos:  psicológico, social, jurídico, económico, moral, etc.

Aspectos Médicos


SIDA son  siglas que significan Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida. Este síndrome consiste en un debilitamiento del sistema inmunológico producido por un virus.
En el ambiente existen numerosos gérmenes: virus, bacterias, hongos, parásitos. Frente a estos potenciales enemigos el organismo cuenta con un sistema defensivo, el sistema inmunológico cuya misión es destruir gérmenes agresores e impedir la formación de cánceres. Dentro del sistema inmunológico tienen particular importancia los linfocitos (un grupo de glóbulos blancos de la sangre).   Dentro de estos hemos de destacar la labor de los T4. Cuando los gérmenes penetran en el organismos los linfocitos T4 detectan su presencia y movilizan a los linfocitos T y B para responder a la agresión.    En el caso del VIH su acción destructora va dirigida contra los linfocitos T4, con lo cual la defensa del organismo pueden llegar a paralizarse; un organismo con su sistema inmunológico debilitado queda a merced de los gérmenes atacantes.
Cuando el VIH penetra en la sangre puede permanecer un tiempo dormido, sin dar signos de su presencia: el individuo está infectado, no  presenta síntomas pero es capaz de contagiar a otros. Si el VIH está activo se multiplica y puede llegar a atacar a un número elevado de T4 apareciendo los síntomas del SIDA, fase grave de la infección caracterizada por una diversidad de síntomas, dependiendo de los órganos afectados.   Puede haber infecciones oportunistas, producida por muchos gérmenes que se aprovechan de la debilidad del sistema inmunológico. Se presenta también ciertos tipos de cáncer.
  La más importante vía de transmisión del VIH es la sexual, a través de relaciones heterosexuales y homosexuales. Otras vías de transmisión es a través de transfusiones de sangre o de productos de la sangre contaminados, la utilización de instrumental contaminado (usuarios de drogas intravenosa, pacientes en hemodiálisis). Se transmite también de madre a hijo. Aparte de estas formas, la transmisión del VIH es muy difícil, por lo cual no hay razón para alarmismos injustificados en relación al contacto por situaciones de la vida diaria.
Al momento hay una serie de drogas que se están usando para tratar de controlar la infección y combatir la enfermedad,  pero un modo importante de luchar contra su difusión es la prevención y el control. La prevención del contagio es responsabilidad de toda la sociedad. Un papel decisivo corresponde a las personas conscientes pues se conocen las vías de transmisión: conductas sexuales, comportamiento en materia de droga. A la sociedad le corresponde una misión importante para estimular y apoyar conductas responsables por medio de la información, formación, oferta del test voluntario, servicio de asesoramiento, servicios sociales, etc. Las autoridades políticas, de salud,  educadores, iglesias, familia, etc. han de colaborar cada uno desde su situación en una tarea común.   Las autoridades y los profesionales de salud, tiene una responsabilidad insustituible en materia de transfusiones, transplantes y otras actividades médicas.
En cuanto al origen del VIH es desconocido si nos referidos al VIH 1. Sus diferencias con el VIH 2 y de virus conocidos en monos hacen difícil la hipótesis de que proceda de ellos por mera mutación. La hipótesis de que este virus halla existido en grupos humanos inmunizados a el no está confirmada. El VIH 2 parece bastante próximo a virus encontrados en  monos de África, sugiriendo la hipótesis de paso al hombre no preparado para tolerarlo.

Como factores coadyuvantes a su extensión se han sugerido: permisividad y promiscuidad sexual, migración de población hacia las ciudades en países africanos, viajes de un país a otro, generalización de las transfusiones, difusión de la toxicomanía intravenosa.

SIDA y Moral: Cuadro General


La infección del VIH esta suscitando numerosos escritos sobre sus implicaciones morales. Se ofrecen caminos distintos al ordenar un material tan amplio. Se puede tomar como punto de partida el concepto de epidemia y el consiguiente conflicto entre el derecho de la sociedad a protegerse contra ella y los derechos de los afectados. Primeramente, se evalúan moralmente las medidas que protegen a la sociedad:

-          Cuarentena/aislamiento de los infectados
-          Medida discriminatoria contra ciertos grupos
-          No observancia del secreto
-          Aplicación del código penal
-          Test del SIDA
-          Notificación y registro de casos conocidos
-          Protección de las donaciones de sangre u otras donaciones
-          Investigación de medicamentos y vacunas
-          Información y educación

Además se examinan las medidas tendientes a la protección del individuo:
-          Derechos del paciente: al secreto, a la información, al tratamiento
-     Derechos fundamentales del individuo: a moverse libremente, ala educación, al trabajo, a la libre elección, a intimidad, a la no discriminación, etc
También podrían incluirse los derechos de los sanos a ser protegidos del contagio: trabajadores de salud, receptores de transfusiones, etc.

Otro criterio de ordenación parte de los sujetos implicados en el problema: poderes políticos, de salud, investigadores, medios de comunicación social, centros educativos, empresas, organizaciones religiosas, organizaciones civiles privadas, etc.
Otro enfoque atiende a las diversas áreas de acciones contra el SIDA. Siendo la infección del VIH un problema de salud, es lógico que una parte de los temas morales afecte al ámbito sanitario, mas concretamente al terreno de los cuidados. La prevención y el control constituyen una gran barrera  a la infección. Otro campo especifico es el de la investigación y una cuarta área es la relativa a las actitudes y conductas sociales. Con un carácter global que las abarca a todas aparecería el área política. Sin embargo todas estas áreas se entre cruzan.

 

Llamada a la solidaridad


Quizá ninguna otra enfermedad ha trascendido tanto el ámbito sanitario, desencadenando una ola de reacciones sociales (actitudes y conductas), de modo que algunos la consideran también como una epidemia social. Frente a gestos de cercanía y de solidaridad, proliferan actitudes colectivas de intolerancia, marginación, discriminación, violencia, miedo y fatalismo.
Las actitudes sociales, por encima de su significado moral, tienen un peso sanitario: la falta de solidaridad con los contagiados o con personas implicadas en conductas de riesgo representan al mismo tiempo un apoyo a la difusión del VIH, influyen en la evolución del contagio y comprometen la eficacia de los programas preventivos. La solidaridad no es solo un gesto de ayuda sino que tiene valor preventivo. La falta de solidaridad se origina en fuentes diversas: autoridades políticas, profesionales de salud, empresas, centros escolares, organizaciones de vecinos, etc.

a)                 Sujetos mas amenazados
Las personas y grupos mas amenazados de actitudes y gestos no solidarios pertenecen a cuatro grupos:
-          contagiados del VIH conocidos como tales, en cualquier fase del contagio
-          sospechosos de contagio (la sospecha fundamentada de contagio nunca justifica el rechazo de una persona)
-          familias de contagiados y de sospechosos de contagio
-          en menor grado, sobre centros y personas dedicados al cuidado de los contagiados

b)                 Áreas y formas de discriminación
Son múltiples los sectores de la vida en que las actitudes no solidarias se manifiestan:
-          tratamiento medico
-          vivienda (dificultades en el alquiler, expulsión del domicilio)
-          rechazo a niños o profesores infectados en centros educativos
-          empleo (no contratación, exigencia del test del SIDA como condición para un empleo o despido una vez conocido el contagio
-          ejercito
-          exclusión de ciertas compañías aéreas
-          seguros
-          comedores comunes
-          cierre de fronteras para trabajadores o estudiantes inmigrantes de ciertos países
-          funerarias que rechazan a muertos por SIDA
-          cárceles

c)                  Raíces de las conductas asociales
La mala información, ignorancia, el miedo apoyan a la discriminación pues el deseo de protegerse del contagio lleva a erigir barreras contra los portadores del VIH. Es necesario brindar una información adecuada y además conocer los mecanismos del miedo irracional para combatirlo.
Las circunstancias mas frecuentes del contagio, homosexualidad y drogadicción, contribuyen a favorecer la intolerancia. Aunque no se compartan determinadas conductas esto no justifica actitudes estigmatizadoras contra las personas que no por esas tendencias pierden su dignidad humana.
Aunque combatida por la Iglesia circula una interpretación religiosa del SIDA que sirve a algunos para reforzar sus actitudes excluyentes. Según esta interpretación el SIDA es un castigo de Dios por los pecados de homosexualidad, promiscuidad y drogadicción. El SIDA no afecta solo a pecadores sino a seres inocentes: hemofílicos, niños, profesionales de la salud contagiados accidentalmente, etc. Semejante interpretación es cristianamente inaceptable. Sin negar la conexión entre contagio y ciertas conductas que la moral cristiana no considera correctas, esto no legitima una conexión divina con el VIH. El SIDA tiene sus explicaciones científicas en muchos aspectos todavía oscuras y no es necesario ni sensato hacer intervenir a Dios. Cristo acogió a los enfermos y a los marginados en su tiempo: pecadores, leprosos, prostitutas, y supero los miedos sociales de su época ante los impuros.

Deber de atender a los contagiados


a)                  Cuestión nueva y vieja
En el pasado este problema se trato en conexión con plagas y epidemias que asolaban a países y  ciudades. Las técnicas antisépticas y los antibióticos les ofrecían una protección frente al hecho del contagio o frente a sus consecuencias mas graves.
El VIH ha roto el aura de invulnerabilidad de los médicos en las ultimas décadas frente al peligro de contagio de enfermedades letales y les ha obligado a tomar conciencia que su profesión es peligrosa. Ante esta situación surgen interrogantes sobre la obligatoriedad de los profesionales de salud de atender a los contagiados del VIH: ¿a cualquier precio y a cualquier riesgo?

b)                 La norma general: deber de atender
A pesar de la tradición ética medica no todos los organismos médicos ven con igual claridad el sentido de la  obligatoriedad de la atención de la atención, diversos organismos han reaccionado a favor de ella. La situación no era preocupante por el numero de profesionales que rechazaban a estos pacientes sino por el peligro que podía significar dejar extenderse esta impresión.
La norma esta recogida en un documento del concejo de Europa: “Todos los profesionales de salud tienen el deber de cuidar a los pacientes infectados de VIH o aquejados de SIDA”.
Muchos artículos escritos por moralistas recuerdan que la ética obliga a tratar al paciente incluso con riesgo para la propia vida y que en el pasado las profesiones medicas estuvieron mas expuestas al peligro que en la actualidad. A pesar de que la mayoría acepta la obligatoriedad, hay casos aislados de negativa por parte de algunos médicos y dentistas que alegan razonamientos variados. Apelan al concepto contra actual de la profesión, a la libertad del medico para escoger a sus pacientes, a la superioridad de las obligaciones consigo mismo y con la propia familia, a la incapacidad emocional para cuidar pacientes en tales situaciones, al peligro que un tratamiento por obligación comprometa la calidad de los cuidados.
En la actualidad existe una visión de la medicina menos vocacional, menos mística. Se ha perdido en nuestra sociedad la sensibilidad por las grandes causas y los grandes ideales. El sentido del sacrificio no goza de la popularidad dentro de nuestra sociedad actual. El adoptar una salida de exigencia ética es una urgente obligación de toda la profesión si queremos preservar su integridad moral.

El test del SIDA


a)                  Clasificación de los test
Se clasifican según criterios diferentes: eficacia, costos, destinatarios, test de primera instancia o confirmatorio, anónimo o nominativa, voluntario o impuesto etc.
Algunos autores distinguen tres tipos: obligatorio, voluntario y de rutina (ingreso en la universidad, en el ejercito, para solicitar un empleo, etc.)
Combinando al mismo tiempo varios criterios otro autores mencionan cinco clases. El universal, el obligatorio en ciertos momentos biográficos (ingreso en el ejercito, matrimonio, etc), el obligatorio por categorías de personas (prostitutas, homosexuales). Dentro del test voluntario distingue entre el anónimo (sin identificación del sujeto) y el nominativo (con identificación del sujeto aunque respetando el secreto).
            A partir de dos criterios : voluntariedad / obligación y extensión del test, JF.Childress distingue cuatro tipos: universal obligatorio, universal voluntario, selectivo obligatorio y selectivo voluntario.

b)                 Test universal obligatorio
Obligatorio para todos. Sus defensores creen que por este camino se garantiza una eficaz  protección de la salud publica. La pretendida identificación de todos los portadores del VIH constituiría una base sólida para una política preventiva. ante un test un test impuesto a todos los grupos de riesgo no tendrían motivo para sentirse discriminados, además garantizaría llega a grupos difíciles de contactar.
El rechazo de este test se apoya en su imposibilidad practica, pues es imposible llegar a toda la
población; dadas las características de la propagación del virus el test debería repetirse periódicamente cada seis o doce meses. Es previsible un alto porcentaje de errores sembrando alarmas injustificadas o falsas seguridades. El rechazo del test se apoya en reservas  morales. una invasión en la autonomía e intimidad de las personas con resultados aleatorios afecta a la sensibilidad moral. A ello se añade el temor de violaciones del secreto y de una cadena de discriminaciones con los afectados.
Finalmente el testen estas condiciones resulta innecesario al existir otras alternativas.

c)         Test universal voluntario
Este test recomendado para todos pero no impuesto a nadie evita las reservas morales que el obligatorio conlleva por una ingerencia desproporcionada en la vida privada de las personas pero tampoco es una medida sabia pretender llegar a todos por medios informativos, por recomendaciones e invitaciones es ilusorio. Ello supondría una información tan perfecta y una red de servicios de consulta y asesoramiento de muy alto costo.

d)        Test Selectivo Obligatorio
Obligatorio para ciertos grupos. Entre los destinatarios propuestos para este test se encentran: homosexuales, bisexuales, drogadictos intravenosos, prostitutas, presos, trabajadores extranjeros, estudiantes extranjeros, funcionarios del estado, militares, estudiantes al ingresar a la universidad, trabajadores al entrar a un empleo, personas que van a contraer matrimonio, mujeres en edad fértil, embarazadas, manipuladores de alimentos rápidos, donantes de sangre, órganos, tejidos, semen, etc.
La razón básica legada para este tipo de test es la mejor protección de la salud pública, sin excluir un tratamiento más adecuado de los afectados. La injerencia en la autonomía y la intimidad de la persona que el test impuesto conlleva implica de entrada una resistencia moral. Existe un riesgo de discriminación injusta al incluir a una persona dentro de un grupo con conductas peligrosas. Muchos creen que el test obligatorio retraería a no pocos implicados en conductas de riesgo, temerosos de que no se guarde el secreto y de posibles discriminaciones. La imposición del test para todas las donaciones está justificada moralmente respetando las normas del libre consentimiento del secreto y del debido asesoramiento. El test impuesto a distintos grupos simplemente por sus conductas de riesgo lo hemos de ver como no conforme a la ética y respetuoso a la vida  privada y discriminatorio ante la ausencia de tratamiento y en la imposibilidad de imponer modificaciones de conducta y de poner en práctica medidas restrictivas. Se ha de velar para no imponer el test obligatorio a grupos cautivos, como presos, reclutas, inmigrante. El test sistemático es no conforme a la ética y contrario a los derechos de los individuos si se realiza de un modo automático sobre grupos de población sin consentimiento informado ya que se transgrede los principios de autonomía e integridad corporal.

e)         Test selectivo voluntario
Implica recomendar el test únicamente a grupos y personas implicados en conductas de riesgo, lo cual no excluye la posibilidad de recurrir a el a quien lo solicité. La recomendación a ciertos grupos supone siempre la voluntariedad por su parte y ofrecerles la debida información, los adecuados servicios de consulta y asesoramiento, garantizando el secreto.
En está propuesta desaparecen las reservas inherentes a toda clase de imposición generalizada o selectiva. Ofrece el mejor camino para un uso razonable de los recursos disponibles.




Secreto y SIDA


En torno a esto hay múltiples posturas, desde los defensores más rígidos hasta quienes lo consideran un obstáculo a la defensa de la salud pública.

a)                  Contexto Particular del Secreto dentro del Sida

Conexión mortal

Existe una fuerte conexión entre el VIH y amenaza de muerte. Está circunstancia  modifica la sensibilidad social y profesional acerca del secreto. El día en que el sida pierda su carácter tan amenazante para la vida el tema del secreto se verá notoriamente afectado.

Vías de contagio

La homosexualidad y drogadicción como vías de contagio ven potenciada su mala imagen por su convivencia con la muerte a través del sida dado que se tiende a estigmatizar y aislar a estos sujetos aún más, los amenazados tratan de protegerse detrás del secreto.

Reacciones no solidarias

Se ve una epidemia de actitudes sociales contra los contagiados, con los grupos de riesgo y sus familiares. En el secreto las personas amenazadas ven una mano amiga que las defiende de estas reacciones.

Formas de prevención y control

La ausencia de una vacuna eficaz y de tratamiento curativo obliga a concentrar la lucha contra la infección en la prevención. Las investigaciones que si no se garantiza el secreto muchas personas con conductas de riesgo no acuden voluntariamente a informarse y a hacerse las pruebas. El secreto es por tanto un factor importante en el éxito de las políticas sanitarias.
La fiel guarda del secreto profesional posee un valor especial en el caso del VIH. Además de proteger la autonomía, la identidad, intimidad, imagen de la persona, sirve como defensa contra reacciones sociales injustas.

b)                 Situaciones Múltiples
La problemática sobre guardar o revelar el secreto se ramifica en múltiples direcciones. El ocultar o manifestar el hecho del contagio en una persona tiene diferentes destinatarios: autoridades sanitarias, médicos, cirujanos, ginecólogos, personal de laboratorio y diálisis, bancos de sangre, equipo profesional que trata al paciente, dentistas, funerarias, etc. Además hay que tomar en cuenta a los compañeros sexuales, drogadictos que comparten instrumental, centros educativos, empresas, etc.

c)                  Indicaciones Morales
Hemos de evitar 2 actitudes extremas: la exigencia de un secreto absoluto y la proliferación de excepciones que anulan el deber de guardarlo. La notificación de los casos a las autoridades sanitarias de forma anónima sirve a los fines de la salud pública y no comprometen los derechos de los individuos. La notificación identificadora sólo estará legitimada en ciertas circunstancias: personas irresponsables o incapaces de decisiones responsables que por su conducta puedan constituir un peligro grave de difusión del virus.
El caso más debatido es el relacionado a la información por parte del profesional de salud al cónyuge o compañero sexual de un infectado. Una posible obligación de revelar la situación supone:
-          Negativa del contagiado a informar el mismo.
-          Ignorancia del cónyuge o compañero del peligro que corre.
-          Peligro real de contagio.
-          Conocimiento de la persona destinataria posible de la comunicación

Autores católicos y algunos no católicos suelen defender la obligatoriedad de alertar al amenazado. La vida del cónyuge es un bien superior a la intimidad del contagiado. La opinión contraria no ve clara la obligación que el profesional intervenga y se apoyan en la necesidad del secreto para proteger la salud pública. En línea con la tradición católica sacrificar contra su voluntad a la persona por un potencial beneficio social.
Otra situación es la relacionada  al derecho de los profesionales de salud a conocer la identidad de los pacientes contagiados del VIH incluso contra su voluntad. El problema radica en si un paciente tratado por otras afecciones debe o puede ser conocido como cero positivo contra su voluntad por los profesionales de salud en contacto con él. Lo deseable sería una diafanidad por parte del paciente para que el profesional lo tuviera en cuenta y por parte de este el más debido estricto respeto del secreto junto a la atención debida sin dejarse influir por el conocimiento del contacto.
Los profesionales de salud tiene derecho  a conocer quienes son contagiosos, y a exigir que el centro hospitalario tome las medidas y recomendaciones necesarias para prevenir el contagio. Aún observando todo esto ha quienes defienden la posición contraria. El reclamar el derecho a conocer a los pacientes contagiado afecta la intimidad y dado el escaso respeto al secreto se teme una difusión de la noticia con el peligro de actitudes discriminatorias en el entorno inmediato. En todo este debate hay que tener en cuenta la evaluación del peligro real de contagio. Los científicos hablan de un peligro mínimo más aún si se toman las precauciones debidas sin embargo los profesionales sienten el peligro y lo ven como una amenaza grave para su vida a pesar de ser muy improbable. Habríamos de pedir a los primeros una mayor comprensión  de las angustias de los profesionales en ejercicio, y a estos un esfuerzo para introducir cordura en sus miedos.
Una última situación es la del profesional de salud contagiado. Surge la pregunta sobre le derecho del paciente a conocer la situación de su doctor. Por el tipo de trabajo que realizan muchos de ellos no suponen riesgo para sus pacientes. Se debe buscar el consejo de un especialista para ver si a de limitar y en que grado el ejercicio profesional.

SIDA y Moral Sexual


La conexión entre sexualidad y trasmisión del VIH es un hecho comprobado. En África las relaciones heterosexuales promiscuas son el canal de trasmisión predominante. En EE.UU. lo ha sido la homosexualidad. En el marco de las relaciones promiscuas hay indicios de ciertas prácticas sexuales suponen un mayor riesgo de contagio.
Estos hechos han contribuido plantear de nuevo cuestiones de moral sexual. Cualquier ser humano responsables ha de estar interesado en romper la conexión existente entre sexualidad y el VIH, y la Iglesia comparte está preocupación.

a)                  Insuficiencia de un planteamiento sanitario
Se intenta desvincular la sexualidad de la trasmisión del VIH, para lo cual se apela a la responsabilidad de las personas en materia sexual. Las conductas se califican de responsables en la medida que aporten para frenar la difusión del VIH.
Las directrices de está propuesta se resumen en dos:
-          Evitar las relaciones con aquellas personas que pueden representar un peligro de trasmisión del VIH (las relaciones monógamas entre personas no infectadas son seguras; las casuales, las promiscuas constituyen un factor de riesgo.)
-          La recomendación del preservativo ( ‘‘ sexo seguro’’ )
Prescindiendo de valoraciones morales cristianas se presentan reparos sobre la pretendida eficacia del preservativo para prevenir el contagio. Se consigue una buena protección contra la infección, sin embargo la protección no es absoluta es un engaño presentarla como ‘‘sexo seguro’’.
Otra crítica a este enfoque es el pudor con que se habla de las relaciones monógamas como vía de prevención, por considerar las irreales e ilusorias dadas las costumbres existentes en nuestra sociedad.

b)                 Propuesta de la Iglesia
La Iglesia Católica presenta una propuesta que al mismo tiempo quiere reunir 2 valores, uno sanitario (prevención eficaz del VIH) y otro moral, acorde con una sexualidad vivida desde exigencias humanas y cristianas. La propuesta cristiana se concreta en 2 medidas:
-          Abstinencia sexual para los no casados
-          Fidelidad mutua dentro del matrimonio monógamo e indisoluble
La doctrina eclesial recuerda su no al preservativo. La doctrina oficial de la Iglesia considera el recurrir al  preservativo de por sí inmoral.
Otro problema distinto se refiere al juicio moral de los programas educativos y sanitarios públicos, que informan sobre el valor del preservativo en orden a la prevención del contagio del VIH. En una sociedad plural existe un espacio legítimo si cumplen 2 condiciones, partiendo de que dichos programas no se imponen si no que se ofrecen:
-          Exactitud informativa sobre la eficacia preventiva del preservativo
-          Colocación de esa medida dentro una visión de una visión de la sexualidad acogedora de los valores implicados en ella.
Está postura no a de entenderse como una invitación o estimulo al uso del preservativo, ni tampoco como un apoyo a las campañas que promueven su utilización.

Aislamiento y Cuarentena de los Contagiados


El aislamiento es la separación de los portadores de agentes infecciosos durante el tiempo de comunicabilidad. La cuarentena en la actualidad indica las restricciones impuestas a los movimientos de personas sanas que puedan haber estado expuesta a peligro de contagio.
Para ver la legitimidad de está medida tan restrictiva de las libertades se ha de atender a criterios médicos y morales. Refiriéndonos a las enfermedades contagiosas en general se ha de atender  desde un punto de vista médico a: gravedad de la enfermedad; mayor o menor grado de contagio; tipo de trasmisión; posible prevención de la enfermedad; arco de tiempo de contagiabilidad de la enfermedad; existencia o no de la terapia.
Limitándonos al caso de la infección por VIH existe un acuerdo entre profesionales de la medicina responsables de políticas sanitarias y profesionales de la moral que el aislamiento no es aceptable por razones morales, médicas, jurídicas y prácticas. El SIDA no exige el aislamiento de los enfermos y de los cero positivos.
El Consejo de Europa recomienda a las autoridades de salud pública no recurrir a mediadas coercitivas tales como la cuarentena y el aislamiento de las personas infectadas por el VIH o de los pacientes infectados por SIDA.

Aunque el aislamiento y la cuarentena constituirían la mejor protección contra la difusión del SIDA las razones para rechazar tales medidas son poderosas. El aislamiento tendría que ser de por vida afectaría un número tan elevado de personas que haría más rechazable está cuestión, supondría una limitación muy onerosa, la medida no sería eficaz ante la imposibilidad de identificar a todos los portadores del VIH y los costos económicos serían elevadísimos.

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