La infección
por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), cuya fase más grave es el
SIDA, es un tema médico con implicancias en múltiples campos: psicológico, social, jurídico, económico,
moral, etc.
Aspectos Médicos
SIDA son siglas que significan Síndrome de
Inmunodeficiencia Adquirida. Este síndrome consiste en un debilitamiento del
sistema inmunológico producido por un virus.
En el ambiente
existen numerosos gérmenes: virus, bacterias, hongos, parásitos. Frente a estos
potenciales enemigos el organismo cuenta con un sistema defensivo, el sistema
inmunológico cuya misión es destruir gérmenes agresores e impedir la formación
de cánceres. Dentro del sistema inmunológico tienen particular importancia los
linfocitos (un grupo de glóbulos blancos de la sangre). Dentro de estos hemos de destacar la labor
de los T4. Cuando los gérmenes penetran en el organismos los linfocitos T4
detectan su presencia y movilizan a los linfocitos T y B para responder a la
agresión. En el caso del VIH su acción
destructora va dirigida contra los linfocitos T4, con lo cual la defensa del
organismo pueden llegar a paralizarse; un organismo con su sistema inmunológico
debilitado queda a merced de los gérmenes atacantes.
Cuando el VIH
penetra en la sangre puede permanecer un tiempo dormido, sin dar signos de su
presencia: el individuo está infectado, no
presenta síntomas pero es capaz de contagiar a otros. Si el VIH está
activo se multiplica y puede llegar a atacar a un número elevado de T4
apareciendo los síntomas del SIDA, fase grave de la infección caracterizada por
una diversidad de síntomas, dependiendo de los órganos afectados. Puede haber infecciones oportunistas,
producida por muchos gérmenes que se aprovechan de la debilidad del sistema
inmunológico. Se presenta también ciertos tipos de cáncer.
La más importante vía de transmisión del VIH
es la sexual, a través de relaciones heterosexuales y homosexuales. Otras vías
de transmisión es a través de transfusiones de sangre o de productos de la sangre
contaminados, la utilización de instrumental contaminado (usuarios de drogas
intravenosa, pacientes en hemodiálisis). Se transmite también de madre a hijo.
Aparte de estas formas, la transmisión del VIH es muy difícil, por lo cual no
hay razón para alarmismos injustificados en relación al contacto por
situaciones de la vida diaria.
Al momento hay
una serie de drogas que se están usando para tratar de controlar la infección y
combatir la enfermedad, pero un modo
importante de luchar contra su difusión es la prevención y el control. La
prevención del contagio es responsabilidad de toda la sociedad. Un papel
decisivo corresponde a las personas conscientes pues se conocen las vías de
transmisión: conductas sexuales, comportamiento en materia de droga. A la
sociedad le corresponde una misión importante para estimular y apoyar conductas
responsables por medio de la información, formación, oferta del test
voluntario, servicio de asesoramiento, servicios sociales, etc. Las autoridades
políticas, de salud, educadores,
iglesias, familia, etc. han de colaborar cada uno desde su situación en una
tarea común. Las autoridades y los
profesionales de salud, tiene una responsabilidad insustituible en materia de
transfusiones, transplantes y otras actividades médicas.
En cuanto al
origen del VIH es desconocido si nos referidos al VIH 1. Sus diferencias con el
VIH 2 y de virus conocidos en monos hacen difícil la hipótesis de que proceda
de ellos por mera mutación. La hipótesis de que este virus halla existido en
grupos humanos inmunizados a el no está confirmada. El VIH 2 parece bastante
próximo a virus encontrados en monos de
África, sugiriendo la hipótesis de paso al hombre no preparado para tolerarlo.
Como factores
coadyuvantes a su extensión se han sugerido: permisividad y promiscuidad
sexual, migración de población hacia las ciudades en países africanos, viajes
de un país a otro, generalización de las transfusiones, difusión de la
toxicomanía intravenosa.
SIDA y Moral: Cuadro General
La infección
del VIH esta suscitando numerosos escritos sobre sus implicaciones morales. Se
ofrecen caminos distintos al ordenar un material tan amplio. Se puede tomar
como punto de partida el concepto de epidemia y el consiguiente conflicto entre
el derecho de la sociedad a protegerse contra ella y los derechos de los
afectados. Primeramente, se evalúan moralmente las medidas que protegen a la
sociedad:
-
Cuarentena/aislamiento de los infectados
-
Medida discriminatoria contra ciertos grupos
-
No observancia del secreto
-
Aplicación del código penal
-
Test del SIDA
-
Notificación y registro de casos conocidos
-
Protección de las donaciones de sangre u otras
donaciones
-
Investigación de medicamentos y vacunas
-
Información y educación
Además se examinan las medidas
tendientes a la protección del individuo:
-
Derechos del paciente: al secreto, a la información, al
tratamiento
- Derechos fundamentales del
individuo: a moverse libremente, ala educación, al trabajo, a la libre
elección, a intimidad, a la no discriminación, etc
También podrían incluirse los derechos
de los sanos a ser protegidos del contagio: trabajadores de salud, receptores
de transfusiones, etc.
Otro criterio
de ordenación parte de los sujetos implicados en el problema: poderes
políticos, de salud, investigadores, medios de comunicación social, centros
educativos, empresas, organizaciones religiosas, organizaciones civiles
privadas, etc.
Otro enfoque
atiende a las diversas áreas de acciones contra el SIDA. Siendo la infección
del VIH un problema de salud, es lógico que una parte de los temas morales
afecte al ámbito sanitario, mas concretamente al terreno de los cuidados. La
prevención y el control constituyen una gran barrera a la infección. Otro campo especifico es el
de la investigación y una cuarta área es la relativa a las actitudes y
conductas sociales. Con un carácter global que las abarca a todas aparecería el
área política. Sin embargo todas estas áreas se entre cruzan.
Llamada a la solidaridad
Quizá ninguna
otra enfermedad ha trascendido tanto el ámbito sanitario, desencadenando una
ola de reacciones sociales (actitudes y conductas), de modo que algunos la
consideran también como una epidemia social. Frente a gestos de cercanía y de
solidaridad, proliferan actitudes colectivas de intolerancia, marginación,
discriminación, violencia, miedo y fatalismo.
Las actitudes
sociales, por encima de su significado moral, tienen un peso sanitario: la
falta de solidaridad con los contagiados o con personas implicadas en conductas
de riesgo representan al mismo tiempo un apoyo a la difusión del VIH, influyen
en la evolución del contagio y comprometen la eficacia de los programas
preventivos. La solidaridad no es solo un gesto de ayuda sino que tiene valor
preventivo. La falta de solidaridad se origina en fuentes diversas: autoridades
políticas, profesionales de salud, empresas, centros escolares, organizaciones
de vecinos, etc.
a)
Sujetos mas amenazados
Las personas y grupos mas
amenazados de actitudes y gestos no solidarios pertenecen a cuatro grupos:
-
contagiados del VIH conocidos como tales, en cualquier
fase del contagio
-
sospechosos de contagio (la sospecha fundamentada de
contagio nunca justifica el rechazo de una persona)
-
familias de contagiados y de sospechosos de contagio
-
en menor grado, sobre centros y personas dedicados al
cuidado de los contagiados
b)
Áreas y formas de discriminación
Son múltiples los sectores de la
vida en que las actitudes no solidarias se manifiestan:
-
tratamiento medico
-
vivienda (dificultades en el alquiler, expulsión del
domicilio)
-
rechazo a niños o profesores infectados en centros
educativos
-
empleo (no contratación, exigencia del test del SIDA
como condición para un empleo o despido una vez conocido el contagio
-
ejercito
-
exclusión de ciertas compañías aéreas
-
seguros
-
comedores comunes
-
cierre de fronteras para trabajadores o estudiantes
inmigrantes de ciertos países
-
funerarias que rechazan a muertos por SIDA
-
cárceles
c)
Raíces de las conductas asociales
La mala
información, ignorancia, el miedo apoyan a la discriminación pues el deseo de
protegerse del contagio lleva a erigir barreras contra los portadores del VIH.
Es necesario brindar una información adecuada y además conocer los mecanismos
del miedo irracional para combatirlo.
Las
circunstancias mas frecuentes del contagio, homosexualidad y drogadicción,
contribuyen a favorecer la intolerancia. Aunque no se compartan determinadas
conductas esto no justifica actitudes estigmatizadoras contra las personas que
no por esas tendencias pierden su dignidad humana.
Aunque
combatida por la Iglesia circula una interpretación religiosa del SIDA que
sirve a algunos para reforzar sus actitudes excluyentes. Según esta
interpretación el SIDA es un castigo de Dios por los pecados de homosexualidad,
promiscuidad y drogadicción. El SIDA no afecta solo a pecadores sino a seres
inocentes: hemofílicos, niños, profesionales de la salud contagiados
accidentalmente, etc. Semejante interpretación es cristianamente inaceptable.
Sin negar la conexión entre contagio y ciertas conductas que la moral cristiana
no considera correctas, esto no legitima una conexión divina con el VIH. El
SIDA tiene sus explicaciones científicas en muchos aspectos todavía oscuras y
no es necesario ni sensato hacer intervenir a Dios. Cristo acogió a los
enfermos y a los marginados en su tiempo: pecadores, leprosos, prostitutas, y
supero los miedos sociales de su época ante los impuros.
Deber de atender a los contagiados
a)
Cuestión nueva y vieja
En el pasado
este problema se trato en conexión con plagas y epidemias que asolaban a países
y ciudades. Las técnicas antisépticas y
los antibióticos les ofrecían una protección frente al hecho del contagio o
frente a sus consecuencias mas graves.
El VIH ha roto
el aura de invulnerabilidad de los médicos en las ultimas décadas frente al
peligro de contagio de enfermedades letales y les ha obligado a tomar
conciencia que su profesión es peligrosa. Ante esta situación surgen
interrogantes sobre la obligatoriedad de los profesionales de salud de atender
a los contagiados del VIH: ¿a cualquier precio y a cualquier riesgo?
b)
La norma general: deber de atender
A pesar de la
tradición ética medica no todos los organismos médicos ven con igual claridad
el sentido de la obligatoriedad de la
atención de la atención, diversos organismos han reaccionado a favor de ella.
La situación no era preocupante por el numero de profesionales que rechazaban a
estos pacientes sino por el peligro que podía significar dejar extenderse esta
impresión.
La norma esta recogida en un
documento del concejo de Europa: “Todos los profesionales de salud tienen el
deber de cuidar a los pacientes infectados de VIH o aquejados de SIDA”.
Muchos
artículos escritos por moralistas recuerdan que la ética obliga a tratar al
paciente incluso con riesgo para la propia vida y que en el pasado las
profesiones medicas estuvieron mas expuestas al peligro que en la actualidad. A
pesar de que la mayoría acepta la obligatoriedad, hay casos aislados de
negativa por parte de algunos médicos y dentistas que alegan razonamientos
variados. Apelan al concepto contra actual de la profesión, a la libertad del
medico para escoger a sus pacientes, a la superioridad de las obligaciones
consigo mismo y con la propia familia, a la incapacidad emocional para cuidar
pacientes en tales situaciones, al peligro que un tratamiento por obligación
comprometa la calidad de los cuidados.
En la
actualidad existe una visión de la medicina menos vocacional, menos mística. Se
ha perdido en nuestra sociedad la sensibilidad por las grandes causas y los
grandes ideales. El sentido del sacrificio no goza de la popularidad dentro de
nuestra sociedad actual. El adoptar una salida de exigencia ética es una
urgente obligación de toda la profesión si queremos preservar su integridad
moral.
El test del SIDA
a)
Clasificación de los test
Se clasifican
según criterios diferentes: eficacia, costos, destinatarios, test de primera
instancia o confirmatorio, anónimo o nominativa, voluntario o impuesto etc.
Algunos
autores distinguen tres tipos: obligatorio, voluntario y de rutina (ingreso en
la universidad, en el ejercito, para solicitar un empleo, etc.)
Combinando al
mismo tiempo varios criterios otro autores mencionan cinco clases. El
universal, el obligatorio en ciertos momentos biográficos (ingreso en el
ejercito, matrimonio, etc), el obligatorio por categorías de personas
(prostitutas, homosexuales). Dentro del test voluntario distingue entre el
anónimo (sin identificación del sujeto) y el nominativo (con identificación del
sujeto aunque respetando el secreto).
A
partir de dos criterios : voluntariedad / obligación y extensión del test, JF.Childress
distingue cuatro tipos: universal obligatorio, universal voluntario, selectivo
obligatorio y selectivo voluntario.
b)
Test universal obligatorio
Obligatorio
para todos. Sus defensores creen que por este camino se garantiza una
eficaz protección de la salud publica.
La pretendida identificación de todos los portadores del VIH constituiría una
base sólida para una política preventiva. ante un test un test impuesto a todos
los grupos de riesgo no tendrían motivo para sentirse discriminados, además garantizaría
llega a grupos difíciles de contactar.
El rechazo de
este test se apoya en su imposibilidad practica, pues es imposible llegar a
toda la
población; dadas las
características de la propagación del virus el test debería repetirse
periódicamente cada seis o doce meses. Es previsible un alto porcentaje de
errores sembrando alarmas injustificadas o falsas seguridades. El rechazo del
test se apoya en reservas morales. una
invasión en la autonomía e intimidad de las personas con resultados aleatorios
afecta a la sensibilidad moral. A ello se añade el temor de violaciones del
secreto y de una cadena de discriminaciones con los afectados.
Finalmente el
testen estas condiciones resulta innecesario al existir otras alternativas.
c) Test universal
voluntario
Este test recomendado para todos pero no impuesto a
nadie evita las reservas morales que el obligatorio conlleva por una ingerencia
desproporcionada en la vida privada de las personas pero tampoco es una medida
sabia pretender llegar a todos por medios informativos, por recomendaciones e
invitaciones es ilusorio. Ello supondría una información tan perfecta y una red
de servicios de consulta y asesoramiento de muy alto costo.
d) Test Selectivo Obligatorio
Obligatorio
para ciertos grupos. Entre los destinatarios propuestos para este test se
encentran: homosexuales, bisexuales, drogadictos intravenosos, prostitutas,
presos, trabajadores extranjeros, estudiantes extranjeros, funcionarios del
estado, militares, estudiantes al ingresar a la universidad, trabajadores al
entrar a un empleo, personas que van a contraer matrimonio, mujeres en edad
fértil, embarazadas, manipuladores de alimentos rápidos, donantes de sangre,
órganos, tejidos, semen, etc.
La razón
básica legada para este tipo de test es la mejor protección de la salud
pública, sin excluir un tratamiento más adecuado de los afectados. La
injerencia en la autonomía y la intimidad de la persona que el test impuesto
conlleva implica de entrada una resistencia moral. Existe un riesgo de
discriminación injusta al incluir a una persona dentro de un grupo con
conductas peligrosas. Muchos creen que el test obligatorio retraería a no pocos
implicados en conductas de riesgo, temerosos de que no se guarde el secreto y
de posibles discriminaciones. La imposición del test para todas las donaciones
está justificada moralmente respetando las normas del libre consentimiento del
secreto y del debido asesoramiento. El test impuesto a distintos grupos
simplemente por sus conductas de riesgo lo hemos de ver como no conforme a la
ética y respetuoso a la vida privada y
discriminatorio ante la ausencia de tratamiento y en la imposibilidad de
imponer modificaciones de conducta y de poner en práctica medidas restrictivas.
Se ha de velar para no imponer el test obligatorio a grupos cautivos, como
presos, reclutas, inmigrante. El test sistemático es no conforme a la ética y
contrario a los derechos de los individuos si se realiza de un modo automático
sobre grupos de población sin consentimiento informado ya que se transgrede los
principios de autonomía e integridad corporal.
e) Test selectivo voluntario
Implica
recomendar el test únicamente a grupos y personas implicados en conductas de
riesgo, lo cual no excluye la posibilidad de recurrir a el a quien lo solicité.
La recomendación a ciertos grupos supone siempre la voluntariedad por su parte
y ofrecerles la debida información, los adecuados servicios de consulta y
asesoramiento, garantizando el secreto.
En está
propuesta desaparecen las reservas inherentes a toda clase de imposición
generalizada o selectiva. Ofrece el mejor camino para un uso razonable de los
recursos disponibles.
Secreto y SIDA
En torno a
esto hay múltiples posturas, desde los defensores más rígidos hasta quienes lo
consideran un obstáculo a la defensa de la salud pública.
a)
Contexto Particular del Secreto dentro del Sida
Conexión mortal
Existe una
fuerte conexión entre el VIH y amenaza de muerte. Está circunstancia modifica la sensibilidad social y profesional
acerca del secreto. El día en que el sida pierda su carácter tan amenazante
para la vida el tema del secreto se verá notoriamente afectado.
Vías de contagio
La
homosexualidad y drogadicción como vías de contagio ven potenciada su mala
imagen por su convivencia con la muerte a través del sida dado que se tiende a
estigmatizar y aislar a estos sujetos aún más, los amenazados tratan de
protegerse detrás del secreto.
Reacciones no solidarias
Se ve una
epidemia de actitudes sociales contra los contagiados, con los grupos de riesgo
y sus familiares. En el secreto las personas amenazadas ven una mano amiga que
las defiende de estas reacciones.
Formas de prevención y control
La ausencia de
una vacuna eficaz y de tratamiento curativo obliga a concentrar la lucha contra
la infección en la prevención. Las investigaciones que si no se garantiza el
secreto muchas personas con conductas de riesgo no acuden voluntariamente a
informarse y a hacerse las pruebas. El secreto es por tanto un factor
importante en el éxito de las políticas sanitarias.
La fiel
guarda del secreto profesional posee un valor especial en el caso del VIH.
Además de proteger la autonomía, la identidad, intimidad, imagen de la persona,
sirve como defensa contra reacciones sociales injustas.
b)
Situaciones Múltiples
La
problemática sobre guardar o revelar el secreto se ramifica en múltiples
direcciones. El ocultar o manifestar el hecho del contagio en una persona tiene
diferentes destinatarios: autoridades sanitarias, médicos, cirujanos,
ginecólogos, personal de laboratorio y diálisis, bancos de sangre, equipo
profesional que trata al paciente, dentistas, funerarias, etc. Además hay que
tomar en cuenta a los compañeros sexuales, drogadictos que comparten
instrumental, centros educativos, empresas, etc.
c)
Indicaciones Morales
Hemos de
evitar 2 actitudes extremas: la exigencia de un secreto absoluto y la
proliferación de excepciones que anulan el deber de guardarlo. La notificación
de los casos a las autoridades sanitarias de forma anónima sirve a los fines de
la salud pública y no comprometen los derechos de los individuos. La
notificación identificadora sólo estará legitimada en ciertas circunstancias:
personas irresponsables o incapaces de decisiones responsables que por su
conducta puedan constituir un peligro grave de difusión del virus.
El caso más debatido
es el relacionado a la información por parte del profesional de salud al
cónyuge o compañero sexual de un infectado. Una posible obligación de revelar
la situación supone:
-
Negativa del contagiado a informar el mismo.
-
Ignorancia del cónyuge o compañero del peligro que
corre.
-
Peligro real de contagio.
-
Conocimiento de la persona destinataria posible de la
comunicación
Autores
católicos y algunos no católicos suelen defender la obligatoriedad de alertar
al amenazado. La vida del cónyuge es un bien superior a la intimidad del
contagiado. La opinión contraria no ve clara la obligación que el profesional
intervenga y se apoyan en la necesidad del secreto para proteger la salud
pública. En línea con la tradición católica sacrificar contra su voluntad a la persona
por un potencial beneficio social.
Otra situación
es la relacionada al derecho de los
profesionales de salud a conocer la identidad de los pacientes contagiados del
VIH incluso contra su voluntad. El problema radica en si un paciente tratado
por otras afecciones debe o puede ser conocido como cero positivo contra su
voluntad por los profesionales de salud en contacto con él. Lo deseable sería
una diafanidad por parte del paciente para que el profesional lo tuviera en
cuenta y por parte de este el más debido estricto respeto del secreto junto a
la atención debida sin dejarse influir por el conocimiento del contacto.
Los
profesionales de salud tiene derecho a
conocer quienes son contagiosos, y a exigir que el centro hospitalario tome las
medidas y recomendaciones necesarias para prevenir el contagio. Aún observando
todo esto ha quienes defienden la posición contraria. El reclamar el derecho a
conocer a los pacientes contagiado afecta la intimidad y dado el escaso respeto
al secreto se teme una difusión de la noticia con el peligro de actitudes
discriminatorias en el entorno inmediato. En todo este debate hay que tener en
cuenta la evaluación del peligro real de contagio. Los científicos hablan de un
peligro mínimo más aún si se toman las precauciones debidas sin embargo los
profesionales sienten el peligro y lo ven como una amenaza grave para su vida a
pesar de ser muy improbable. Habríamos de pedir a los primeros una mayor
comprensión de las angustias de los
profesionales en ejercicio, y a estos un esfuerzo para introducir cordura en
sus miedos.
Una última
situación es la del profesional de salud contagiado. Surge la pregunta sobre le
derecho del paciente a conocer la situación de su doctor. Por el tipo de
trabajo que realizan muchos de ellos no suponen riesgo para sus pacientes. Se
debe buscar el consejo de un especialista para ver si a de limitar y en que
grado el ejercicio profesional.
SIDA y Moral Sexual
La conexión
entre sexualidad y trasmisión del VIH es un hecho comprobado. En África las
relaciones heterosexuales promiscuas son el canal de trasmisión predominante.
En EE.UU. lo ha sido la homosexualidad. En el marco de las relaciones
promiscuas hay indicios de ciertas prácticas sexuales suponen un mayor riesgo
de contagio.
Estos hechos
han contribuido plantear de nuevo cuestiones de moral sexual. Cualquier ser
humano responsables ha de estar interesado en romper la conexión existente
entre sexualidad y el VIH, y la Iglesia comparte está preocupación.
a)
Insuficiencia de un planteamiento sanitario
Se intenta
desvincular la sexualidad de la trasmisión del VIH, para lo cual se apela a la
responsabilidad de las personas en materia sexual. Las conductas se califican
de responsables en la medida que aporten para frenar la difusión del VIH.
Las directrices de está propuesta
se resumen en dos:
-
Evitar las relaciones con aquellas personas que pueden
representar un peligro de trasmisión del VIH (las relaciones monógamas entre
personas no infectadas son seguras; las casuales, las promiscuas constituyen un
factor de riesgo.)
-
La recomendación del preservativo ( ‘‘ sexo seguro’’ )
Prescindiendo
de valoraciones morales cristianas se presentan reparos sobre la pretendida
eficacia del preservativo para prevenir el contagio. Se consigue una buena
protección contra la infección, sin embargo la protección no es absoluta es un
engaño presentarla como ‘‘sexo seguro’’.
Otra crítica a
este enfoque es el pudor con que se habla de las relaciones monógamas como vía
de prevención, por considerar las irreales e ilusorias dadas las costumbres
existentes en nuestra sociedad.
b)
Propuesta de la Iglesia
La Iglesia
Católica presenta una propuesta que al mismo tiempo quiere reunir 2 valores,
uno sanitario (prevención eficaz del VIH) y otro moral, acorde con una
sexualidad vivida desde exigencias humanas y cristianas. La propuesta cristiana
se concreta en 2 medidas:
-
Abstinencia sexual para los no casados
-
Fidelidad mutua dentro del matrimonio monógamo e
indisoluble
La doctrina
eclesial recuerda su no al preservativo. La doctrina oficial de la Iglesia
considera el recurrir al preservativo de
por sí inmoral.
Otro problema
distinto se refiere al juicio moral de los programas educativos y sanitarios
públicos, que informan sobre el valor del preservativo en orden a la prevención
del contagio del VIH. En una sociedad plural existe un espacio legítimo si
cumplen 2 condiciones, partiendo de que dichos programas no se imponen si no
que se ofrecen:
-
Exactitud informativa sobre la eficacia preventiva del
preservativo
-
Colocación de esa medida dentro una visión de una
visión de la sexualidad acogedora de los valores implicados en ella.
Está postura
no a de entenderse como una invitación o estimulo al uso del preservativo, ni
tampoco como un apoyo a las campañas que promueven su utilización.
Aislamiento y Cuarentena
de los Contagiados
El aislamiento
es la separación de los portadores de agentes infecciosos durante el tiempo de
comunicabilidad. La cuarentena en la actualidad indica las restricciones
impuestas a los movimientos de personas sanas que puedan haber estado expuesta
a peligro de contagio.
Para ver la
legitimidad de está medida tan restrictiva de las libertades se ha de atender a
criterios médicos y morales. Refiriéndonos a las enfermedades contagiosas en
general se ha de atender desde un punto
de vista médico a: gravedad de la enfermedad; mayor o menor grado de contagio;
tipo de trasmisión; posible prevención de la enfermedad; arco de tiempo de
contagiabilidad de la enfermedad; existencia o no de la terapia.
Limitándonos
al caso de la infección por VIH existe un acuerdo entre profesionales de la
medicina responsables de políticas sanitarias y profesionales de la moral que
el aislamiento no es aceptable por razones morales, médicas, jurídicas y
prácticas. El SIDA no exige el aislamiento de los enfermos y de los cero
positivos.
El Consejo de
Europa recomienda a las autoridades de salud pública no recurrir a mediadas
coercitivas tales como la cuarentena y el aislamiento de las personas
infectadas por el VIH o de los pacientes infectados por SIDA.
Aunque el
aislamiento y la cuarentena constituirían la mejor protección contra la
difusión del SIDA las razones para rechazar tales medidas son poderosas. El
aislamiento tendría que ser de por vida afectaría un número tan elevado de
personas que haría más rechazable está cuestión, supondría una limitación muy
onerosa, la medida no sería eficaz ante la imposibilidad de identificar a todos
los portadores del VIH y los costos económicos serían elevadísimos.
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