martes, 29 de julio de 2014

JUICIO ÉTICO DEL USO DE DROGAS

En el problema de las drogas son muchos los valores que están en juego. La moral tiene por lo tanto que interesarse necesariamente del problema.
Tradicionalmente los estupefacientes no han sido considerados malos; no siempre su uso es ilícito. Es verdad que pueden comprometer el autocontrol y la libertad del individuo, pero también poseen efectos positivos: aliviar el dolor, insomnios,
etc. El uso de estupefacientes, es lícito con un fin curativo y bajo prescripción médica. Pueden emplearse como analgésicos, anestésicos o como antagonistas en la cura de desintoxicación.
Aquí se trata del abuso en el consumo de drogas que genera dependencia y alienación. La diversidad de situaciones es muy grande, por ello resulta difícil llegar a una valoración concreta; necesariamente hay que fijar la atención en la persona misma del drogadicto, en los factores que lo incitan y en el desgaste de la responsabilidad. Si consideramos el fenómeno de la drogadicción en sí mismo, la droga merece un juicio moral negativo, pues constituye un factor de despersonalización ya que sufre la salud física, psíquica y espiritual del individuo; cuando la persona pierde su libertad, control, autonomía, dominio de sí; cuando se impide el desarrollo y maduración de la persona. Todo esto, prescindiendo de que la drogodependencia degenere e impulse a acciones criminales.
Una mención especial merecen quienes se dedican al tráfico de drogas como fuente de ganancias y lucro, sin importarles las consecuencias negativas para la persona y para la sociedad. En el tráfico de drogas se comercia con la dignidad de la persona, se explota la fragilidad de los débiles, se tiende a la manipulación y alienación. El narcotráfico destruye biológica y espiritualmente a la persona y a la sociedad.
El Catecismo de la Iglesia Católica valora moralmente la cuestión así: “El uso de la droga origina graves daños a la salud y a la vida humana. Fuera de los casos en que se recurre a ello por motivos estrictamente terapéuticos, es una falta grave. La producción clandestina y el tráfico de drogas son prácticas escandalosas y gravemente contrarias a la ley moral”.

Liberalizar o Penalizar
Un tema polémico es el que se refiere a su posible legalización. Muchos piensan que la sociedad debe proteger de su abuso a los ciudadanos a través de leyes restrictivas, prohibiciones y penas; otros defienden que no debe intervenirse en lo que consideran que es un asunto privado. Basándose en el fracaso de la actitud penalizadora de la mayoría de las legislaciones, que condena el uso de algunas drogas, algunos postulan su liberalización.
Quienes defienden la despenalización, parten de la hipótesis de que las drogas ilegales no son tan dañinas como muchos temen; denuncian la incoherencia y el cinismo de una sociedad que mientras penaliza severamente unas drogas, tolera otras tan peligrosas como el alcohol y el tabaco; juzgan que la sociedad no tiene derecho a intervenir en la vida privada de los individuos. Piensan que el mayor daño social producido por las drogas proviene de su ilegalidad. Su legalización, permitiría desistir de las soluciones costosas de tipo penal y centrarse más en estrategias preventivas y terapéuticas. Subrayan que el fracaso de las medidas penales y policiales se debe al incentivo económico que ofrece el mercado de las drogas ilícitas. Si se legalizan, se eliminarían estos elevados precios, al poderse obtener en las tiendas sustancias como la cocaína o la heroína; del mismo modo que se eliminarían muchos delitos relacionados a ellas.
Hoy son pocos los que dudan que la droga disuade a muchos de su consumo. Su legalización induciría a admitir que lo que es legal es despenalización elevaría sobremanera su uso. Es un hecho que la sola existencia de leyes contra la normal y moral. Ante la posible legalización, habría que pensar seriamente en sus consecuencias sociales. La droga no es sólo un mal para el individuo, no sólo deteriora su salud y su vida; es también un mal social. Por ello, la misma tutela del bien común exige un control social y legal, que proteja los derechos de los individuos, la estabilidad de la familia y el bienestar de todos los ciudadanos.

Prevenir la droga
La primera gran tarea es la prevención. Su necesidad y urgencia no está en discusión, sin


embargo no hay el mismo acuerdo sobre los medios adecuados a utilizar para ello. Es importante que la acción preventiva se preocupe de la disminución de la oferta; lógicamente si la oferta disminuye, disminuye el consumo, para lo cual hay que llegar al control del cultivo, de la producción y del comercio. En esto tienen una responsabilidad las autoridades públicas.
Pero la acción preventiva no puede quedarse en estos objetivos, hay que enfrentarse además con el problema de la demanda. Si se quiere llegar a la raíz del problema, hay que ver porque se drogan los hombres occidentales de nuestro tiempo y hay que modificar y superar estas causas.
La prevención comienza en el seno de la familia porque la familia es el elemento clave en la formación del carácter de una persona y de sus actitudes respecto a la sociedad. Si desde muy niños se inician en la droga, esto supone una interpelación muy fuerte a la familia. Esta realiza una labor de prevención en cuanto ámbito de amor y exigencia, de diálogo y autoridad, de libertad y de propuestas de valores, normas y motivaciones. Un ambiente familiar cálido, rico en afecto y valores resulta el primer medio protector y preventivo.
La tarea preventiva se realiza también en la escuela, a través de una educación que prepara para afrontar los conflictos de todo crecimiento. Una educación adecuada exige una programación educativa que proporcione no sólo información y conocimientos, sino también ideales, valores y actitudes. La educación ha de tender a proporcionar información, promover la comprensión de los problemas planteados por la droga, presentar a los jóvenes respuestas y alternativas que respondan a sus necesidades y aspiraciones, desmitificar el fenómeno de la droga, tener en cuenta la realidad concreta que vive el individuo.
Hay que distinguir entre información y educación. La información es sólo trasmisión de conocimientos. La educación va más allá; pretende llegar al desarrollo integral de la persona, busca la elección responsable del individuo. Ello implica una información adecuada, pero también que sea consciente y capaz de enfrentarse consigo mismo, de desarrollar sus cualidades, de aceptar y participar en la responsabilidad social y de tomar decisiones. La escuela no puede limitarse a trasmitir información, tiene que prestar orientación y asistencia. El consumo de drogas es un síntoma de que el joven no tiene satisfechas una serie de necesidades.  Hay que conocer todos estos factores personales y sociales. Es importante conocer el ambiente de la escuela, procurando mejorar la comunicación y las relaciones humanas, porque el problema de las drogas es ante todo un problema humano. Es eficaz mostrar que la droga es un error, una renuncia a lo más humano, un camino de autodestrucción y alienación.

Terapia y rehabilitación
La drogodependencia provoca la desesperación de los afectados y de sus familiares. Sin embargo, por muy encadenada que este la persona, hay siempre un deseo de rehabilitarse; y por mas deteriorado que esté su organismo, y su psiquismo, existe una posibilidad y esperanza de recuperación. El servicio y atención de los drogadictos constituye una responsabilidad social ineludible. La atención terapéutica implica diagnostico, tratamiento y rehabilitación.
El diagnostico consiste en la descripción del estado del individuo y de los factores que lo han llevado a este estado. El tratamiento propiamente dicho incluye: intervención en momento de la crisis, desintoxicación, ayuda y apoyo psicológico o de cualquier otro tipo y programas de mantenimiento. El toxicómano es un enfermo que precisa múltiples cuidados, médicos y asistenciales, psicológicos y del comportamiento. El tratamiento se apoya ordinariamente en terapias individuales o de grupo, terapia familiar, meditación, ejercicios de relajación, modificación de la conducta, etc.
El tratamiento incluye la rehabilitación vocacional, entendida como el conjunto de servicios que pueden ayudar a la persona a asegurar el trabajo deseable y la integración social, que intenta la adaptación y participación del individuo a la sociedad. En esta fase se intenta modificar las actitudes, valores, conducta del drogodependiente hasta llegar a una vida libre de drogas; y se busca proporcionarle los apoyos sociales necesarios para restablecerlos dentro de la comunidad, asumiendo su identidad personal de un modo más satisfactorio.

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