lunes, 28 de julio de 2014

VALORES ÉTICOS DE LA FAMILIA

Evolución de la Familia

La familia es la comunidad natural de los padres y de los hijos que han nacido del matrimonio. Pero esta definición ha pasado a lo largo de la historia por distintas configuraciones.

La familia patriarcal, propia de las culturas agrarias y tribales, tenía atribuciones que superaban las propias del hogar. Bajo la dirección del patriarca vivían sus hijos y las esposas de sus hijos, los nietos, los criados, etc., y con la autoridad del padre se ejercían todas las funciones que mas tarde estarían encomendadas a las unidades sociales superiores, como administrar justicia, organizar el comercio y hasta hacer la guerra.

Cuando se organizo la sociedad y sobrevino el Estado, la familia mantuvo funciones más propias del hogar. Pero eran familias grandes que acogían a los abuelos, los tíos y muchos hijos. Vivian en el campo o la ciudad, en casas amplias. Era una familia grande y numerosa. Había que hacer “honor” al apellido.

Con la sociedad industrial y las grandes concentraciones urbanas, las familias empiezan a habitar en edificios y sus moradores se reducen a los padres, los hijos, los abuelos y aun los tíos.

Modernamente la familia disminuye en extensión y en número. La natalidad desciende, la vivienda es habitada exclusivamente por padres e hijos y en pocos casos se acoge a los abuelos. En la actualidad la familia se reduce aun más. Con frecuencia la vivienda se convierte e departamento y los hijos se independizan a una edad mas temprana, incluso antes de contraer matrimonio.

Esta evolución no marca una generalización universal. Todavía perduran tipos de familia numerosa y aun patriarcal, pero los casos se reducen en número. En este proceso histórico, la familia ha perdido no pocos valores, que seria preciso reconquistar, pero también ha adquirido otros bienes que es necesario conservar y acrecentar.

Ha aparecido otro tipo de familia, la del matrimonio divorciado con hijos, que vuelven a casarse, tienen hijos, y entonces existen hermanos y medio hermanos y hermanos de hermanos que no tienen nada entre si, junto a padres y medio padres.

Este tipo de “familia” no puede medirse con los mismos módulos de una familia normal, nacida de un matrimonio único, unida por vínculos normales de padres-hijos, unidos por un amor que primero unió a los padres y luego se comunico a los hijos y a los hermanos entre si. Solamente esta es la familia natural en donde tienen pleno sentido los nombres de “padre”, “madre” o “hijo”.

A futuro la familia seguirá el mismo proceso que siga el matrimonio. Si bien el divorcio ha introducido un nuevo tipo de familia, también es cierto que muchos matrimonios conservaran la naturaleza de la unión estable de un hombre y de una mujer que se unen por amor para una vida en común “hasta que la muerte los separe”.

Mientras el matrimonio conserve su unidad e indisolubilidad, las familias conservaran esas características que nacen de la naturaleza y que no pueden ser modificadas más que en particularidades propias de las circunstancias normales del lugar y tiempo. Una verdadera ética debe esforzarse por llevar a cabo este tipo de matrimonio y de familia.

Fines de la familia

Matrimonio y familia están tan íntimamente unidos, que enlazan entre si el amor entre los esposos y la creación de nuevas vidas: los hijos son el fruto del amor de los padres.

En este clima de amor fecundo es donde debe desarrollarse la vida del hombre, si quiere alcanzar un equilibrio y una adultez que le ayude a vivir como persona. La paternidad, la filiación y la hermandad o fraternidad son dimensiones irrenunciables del hombre que enriquecen su interior y le ayudan a vivir la alteridad y la comunicación. La familia es la comunión (común unión) mas enriquecedora de la persona.

La doctrina ética señala a la familia un triple fin:

-          procurar a sus miembros los medios necesarios para la subsistencia
-          la asistencia y el cuidado material y espiritual de los hijos
-          participar en el desarrollo de la sociedad

Estos tres fines están íntimamente unidos entre si: la familia debe contribuir al bien de los esposos. Esto influirá en la buena educación de los hijos. Pero también los hijos aportan valores a la felicidad de los padres. Los hijos crean en los padres nuevos lazos de amor y de comprensión. El mismo trato común de los hermanos les ayuda al servicio a los demás, a la comprensión mutua, a respetar los derechos de los otros, etc. Esto repercutirá en la vida social.

La familia es una escuela de auto educación y formación. Los hijos exigen a los padres un tipo de comportamiento, entre si como en relación a los hijos; pero los hijos se autodisciplinan en el cumplimiento de la obediencia y de los propios deberes. Estas relaciones mutuas y complementarias dejan sentir su ausencia cuando los esposos no tiene hijos o en el caso del hijo único. En ocasiones, al hijo no debe negársele el tener otros hermanos, porque constituye para el un derecho de fraternidad y compañía.

La armonía y convivencia social se asientan en la salud de las relaciones familiares. La familia es la célula de la sociedad. La vida social nace, vive y crece gracias a ese germen celular que es la familia.

La familia debe cuidar de las necesidades materiales

La función primaria de la familia es ofrecer los medios necesarios para subsistir. Lo primero que aporta es la casa y la mesa común. Esto, en la atmósfera de la intimidad que crea el amor, es lo que constituye el hogar.

La vivienda es uno de los derechos fundamentales de la familia. La convivencia exige un espacio en que sea posible la vida en común. Esto no solo por los hijos sino también por los padres.

No basta una casa pequeña y hacinada, pues no cumple las condiciones propias del hogar. El techo cobija pero no permite la expansión personal en un ámbito de familia. De aquí brota un derecho natural de la familia a disponer de una vivienda digna, donde se viva y se conviva.

Junto a la casa, la familia necesita de los medios económicos necesarios para subsistir con una vida digna del hombre. En este deber se fundamenta el derecho al salario familiar. El salario del padre debe ser suficiente para sostener económicamente a toda la familia.

A la economía domestica contribuye de modo excepcional l trabajo de la mujer en el cuidado de la casa. La mujer puede también contribuir con un trabajo profesional fuera del hogar. Esto ha de considerarse un plus para la economía y bienestar de la familia. El trabajo profesional de la mujer es como en el hombre, un derecho natural y la legislación debe protegerlo de forma que lo haga compatible con su función específica de madre.

Desde un punto de vista ético, el trabajo de la mujer no debe ir en detrimento de sus obligaciones insustituibles que le son propias en el ámbito de la familia.

En la ayuda económica a las familias el Estado debe jugar un papel importante, con el fin de proteger, por medio de una legislación justa, aquellos trabajos que puedan estar peor retribuidos. La legislación debe proveer todo tipo de seguros tanto en vida del trabajador como para la familia después de la muerte del esposo o del padre.

Especial protección exige la ayuda a las familias numerosas. Esta ayuda puede adoptar diversas formas, desde la prerrogativa a una vivienda amplia y adecuada, transportes, etc., hasta la exención de tributos, disminución de cuotas en colegios, o a modo de subsidios en relación al número de hijos.

Los sistemas de ayuda a las familias numerosas es un problema ético, no político.

Los padres y la educación de los hijos

La familia no es solo el lugar en el cual nacen los hijos, sino donde crecen y se desarrollan. La misión de los padres no concluye en la función biológica de engendrarlos y alimentarlos; más bien se cumple en la amplia tarea educativa.

El niño es un hombre en proyecto y tiene derecho al crecimiento y al desarrollo. La tarea educativa es un derecho y un deber primario de los padres. La Ética califica este derecho-deber como esencial, original y primario, insustituible e inalienable.

Ese derecho-deber es original y primario: toma origen en la relación padre-hijo, nace de la naturaleza comunicada y es exigida por el grupo de la misma sangre. Todas las demás obligaciones quedan subordinadas al derecho y al deber de educar a sus hijos.

El derecho-deber educativo de los padres es insustituible e inalienable. No puede ser usurpado por nadie, ni los padres pueden delegarlo de un modo absoluto.

El ámbito de la educación abarca todos los valores humanos y sociales: se trata de conseguir un hombre adulto, mediante el desarrollo armónico de toda la riqueza que encierra en si la persona. entre estos valores destacan la cultura, el amor a la verdad, la fortaleza ante las dificultades inherentes a la vida, el sentido de la justicia, el uso racional y medido de las cosas, el respeto a los demás y el cumplimiento de las normas de convivencia, la educación para el amor que evita la banalizacion de la vida sexual, etc.

Entre los valores del espíritu debe darse la opcion a un educacion religiosa por la importancia decisiva que tiene en la existencia humana y aun en la vida social.

La familia es la primera escuela de la educación personal, social y religiosa. Este hecho no quiere decir que sea la única, ni que tenga que llevarla a efecto sola. Debe ser ayudada por entidades intermedias.

Dado que la tarea educativa se desarrolla en las escuelas, el Estado tiene la obligación de prestar ayuda para que los padres ejerzan su derecho y su deber de dar a sus hijos la educación más acorde con su sentido de la vida. El Estado no tiene derecho a hacer por si mismo la tarea educativa. La familia es anterior al Estado y una de las misiones de este es fortalecer y ayudar a la familia a llevar a cabo sus propios cometidos. La misión del Estado es subsidiaria.

La familia, célula primera de la sociedad

La familia es la primera célula de la sociedad en sentido biológico, pues en la familia esta el embrión de la vida social. La familia es como la célula embrionaria de la sociedad.

La familia es la célula de la sociedad en cuanto permite y posibilita el crecimiento y la salud social. La salud física y la renovación viva de la familia esa el sustrato biológico de un sano desarrollo de la vida social.

La familia es la célula de la vida social en sentido moral, por cuanto las virtudes y defectos de la familia repercuten directamente en la comunidad social. Las virtudes sociales mas elementales se desarrollan en la familia, tales como la solidaridad, la corresponsabilidad, el amor al prójimo, la justicia, el sentido de la obediencia al orden justo establecido, la sexualidad, etc. Pero lo mismo cabe decir de los vicios que acosan a la convivencia social: también su germen puede encontrarse en la familia.

Cuando la familia se corrompe o el ambiente familiar se deteriora, la vida social se despersonaliza y sobreviene la masificación y la falta de interés por los asuntos públicos. Es un hecho histórico que en los pueblos en que no existe la conciencia de familia, se endurecen las relaciones sociales y sufren un gran deterioro todos los valores morales y éticos.

Corresponde a la familia ayudar a crear unas relaciones humanas que traduzcan a la convivencia pública algunos de los valores que entraña  la vida de familia.

El valor de la familia como un factor que ayuda a la convivencia social, ha sido subrayado por la Declamación Universal de los Derechos Humanos: “La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado” (art. 16,3).

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