miércoles, 30 de julio de 2014

LA MORAL EN LA HISTORIA


La Iglesia, en su Tradición, ha tenido que responder a problemas éticos surgidos en cada generación, a través de la Sagrada Escritura y la reflexión racional. No se encontrara en la historia de la Tradición un intento sistemático sobre teología moral fundamental, pero la Iglesia halla respuesta en las dos fuentes mencionadas a los problemas de cada época.


La proclamación y explicación de la Sagrada Escritura según los Padres, constituía la primera fuente de su enseñanza moral. Los Santos Padres recurrían también a la argumentación de tipo racional. En su reflexión moral, utilizan ambos recursos de forma global, sin las divisiones hechas después entre fe y moral,  moral y filosofía, moral y ascética y mística.

En la época patrística se armoniza la perspectiva cristológica con la racional en un todo indivisible.

Los principales preceptos de la teología moral y la disciplina de la Iglesia han permanecido estables por siglos; la organización que los teólogos han dado a la moral ha cambiado mucho.

EPOCA PATRISTICA

La expresión «Padres de la Iglesia» se aplica, a los grandes escritores cristianos anteriores al año 750, que reúnen los tres rasgos característicos: ortodoxia de doctrina, santidad de vida y la aprobación al menos tácita de la Iglesia.

Los tiempos de oro de la Patrística fueron los siglos IV y V, aunque la «edad de los Padres» se extiende hasta el siglo VIII.

Los Padres occidentales escribieron todos en latín; en Oriente  fueron en su mayoría griegos, aunque los hubo que se expresaron en otras lenguas: sirio, copto, armenio, árabe, etc.

La época patrística se caracteriza por el primado que se da a la Escritura; para ellos tenia un significado moral. Realizaban una lectura “real” (interior) que permitía entrar en el núcleo de la Escritura para ponerla en relación con la vida.

Los Padres utilizaban también la razón para justificar la vida cristiana ante los paganos. Echan mano del pensamiento platónico por su orientación espiritualista. La influencia estoica de Séneca, Cicerón y del Derecho romano, ejercerán también un influjo en el pensamiento de los Padres.

Ellos no separaron nunca la moral de la espiritualidad; exaltan así la virginidad como ideal cristiano de vida, la espiritualidad del martirio y el valor de la vida contemplativa.

Padres Apostólicos

Autores de los escritos más antiguos del cristianismo, de fines del siglo I y primera mitad del siglo II (fuera de los del Nuevo Testamento) y que pertenecen a la generación inmediata a la de los apóstoles. Los conocieron en vida, recibiendo de ellos la enseñanza del Evangelio.

- Clemente de Roma: judío, obispo de Roma entre el 92 al 101 d.c. y discípulo del apóstol Pablo. La iglesia lo considera el tercer "Papa“.
- Ignacio de Antioquia: Obispo de Antioquia. Mártir en el circo romano en el 110 d.c. Discípulo de los apóstoles Pedro y Pablo.
- Policarpo de Esmirna: Obispo de Esmirna, discípulo del apóstol Juan  y maestro de Ireneo de Lyon. Quemado como Mártir en el 156 d.c.
- El desconocido autor de la Didakhe o Doctrina de los doce apóstoles
- El autor de la llamada carta de Bernabé
- Papías de Hierápolis y Hermas

En su mayor parte son cartas, instrucciones o documentos de carácter concreto y ocasional. No hay pretensión de exponer de manera ordenada o sistemática el mensaje cristiano. Responden a exigencias concretas de las cristiandades en un determinado momento.

Predominan los temas morales, disciplinares o cultuales sobre los propiamente dogmáticos; su contenido doctrinal no aparece como rico o profundo. Se insinúan algunas líneas fundamentales del pensamiento cristiano: la Iglesia fundada sobre la tradición de los apóstoles; el valor soteriológico de la Encarnación y muerte de Cristo, Hijo de Dios; el Bautismo y la Eucaristía como sacramentos fundamentales, etc.

Didache (Enseñanza de los Doce Apóstoles):
           
“Dos caminos hay, uno de la vida y otro de la muerte; pero grande es la diferencia que hay entre estos dos caminos. El camino de la vida es este: en primer lugar amaras a Dios que te ha creado; en segundo lugar a tu prójimo como a ti mismo. Y todo aquello que no quieras que se haga contigo, no lo hagas tu tampoco a otro”.

Los Padres apostólicos insisten a los creyentes en seguir las enseñanzas de Cristo y en ser fieles a la vocación recibida.

Es de interés la exposición del Pastor de Hermas de los doce mandamientos:

            - Fe en Dios Creador
            - Caridad y sencillez
            - Amor a la verdad
            - Castidad, matrimonio y segundas nupcias
            - Paciencia y cólera
            - Los dos caminos
            - El temor a Dios y no al demonio
            - Acciones que hay que evitar y buenas obras que hay que practicar
            - Oración
            - Tristeza y alegría
            - Verdaderos y falsos profetas
            - Malos deseos

San Ignacio de Antioquia

Recuerda a los cristianos la obligación de obedecer al obispo; les recuerda que son portadores de Cristo.
Insiste en la imitación de Cristo y en la estricta comunión del cristiano con su Señor. El martirio es la corona a la que aspira.

Define al cristiano como portador de Cristo (cristoforo), templo de Cristo.

La Eucaristía es un remedio de inmortalidad en Cristo. La unión perfecta con El consistirá en la incorruptibilidad y en la vida eterna.

Padres Apologetas

Desde la mitad del siglo II hasta fines del siglo III.

Defensores de la fe (apologetas): Padres y escritores eclesiásticos que, pasado el tiempo cercano a los Apóstoles y a sus discípulos inmediatos, recogieron la antorcha de la enseñanza evangélica y la transmitieron a los grandes Padres de los siglos IV y V.

Tuvieron que enfrentar graves peligros, que amenazaban la existencia misma de la Iglesia. Los escritos de los padres apostólicos iban dirigidos a las comunidades cristianas; a partir del siglo II aparecen escritos dirigidos a un público no cristiano.

El propósito era deshacer las calumnias que se propalaban acerca del cristianismo e informar acerca de la verdadera naturaleza de esta nueva religión. En muchos de estos escritos hay una intención misionera y catequética, para ganar adeptos para el cristianismo entre los que se interesaban por su modo de vida.

Los apologetas representan el primer intento de exposición escrita del mensaje cristiano en forma inteligible para los no cristianos.

San Justino (100-165)

Su obra responde a la necesidad de explicar la fe y la praxis cristiana. Resalta contra los paganos la ley natural y contra los judíos la ley del decálogo.

Explica como los que una vez vivían indignamente, ahora siguen al mismo Dios y rezan para que los enemigos lo conozcan. El amor a los enemigos es el distintivo del cristiano.

El cristiano con la ayuda de la gracia vive la ley nueva que ha sustituido a la antigua, de modo que Cristo es la ley eterna y definitiva.

La nueva vida se resume en el amor a Dios y al prójimo. “Después de creer en el Verbo, nos apartamos de los demonios y seguimos por medio de su Hijo al solo Dios ingénito”.

San Irineo (125-203)

Frente al gnosticismo de Marción que separaba al Dios bueno del Nuevo Testamento del Dios malo del Antiguo, subraya la unidad del plan de Dios en Cristo, presente ya en la creación.

Cristo ha venido a restituir al hombre la imagen y la semejanza con Dios que había perdido por el pecado.

La vida cristiana es por tanto la vida en Cristo que permite al hombre recuperar lo perdido en el pecado.

Es también un claro defensor de la ley natural.
Padres Alejandrinos

Clemente de Alejandría (150-215)

Planteamiento sistemático de la teología moral. El tema central en su “Pedagogo”  es el problema del verdadero cristiano en el mundo, que aun en las mas difíciles situaciones puede y debe seguir a Cristo.

En su obra Quis dives salvetur”  habla de los peligros de la riqueza y de la forma adecuada de usar los bienes de este mundo. En Stromata” presenta bosquejos sobre diferentes problemas morales.

La vida cristiana es una imitación de Cristo. Donde se da una autentica moral no se puede explicar sino como resultado de las semillas esparcidas por el Logos. Cristo, el Logos de Dios, es el Pedagogo que enseña al bautizado un nuevo comportamiento. Clemente afirma la existencia de la ley natural puesta por Dios.

Defiende la santidad del matrimonio, afirma la supremacía de la virginidad, exhorta a los casados a vivir la castidad matrimonial y a pensar en agradar a Dios en todo. La vida cristiana es una vida de virtud en Cristo.

Orígenes (185-254)

El libro 3 de Peri Arjon lo dedica al tema de la moral. Trata de la libertad que fundamenta en la razón y la Escritura, de la lucha contra el demonio, el mundo y la carne y del triunfo del bien al final de los tiempos.

Desarrolla una moral de identificación con Cristo enseñando como debemos morir al pecado y con sepultarnos con Cristo para que podamos vivir la nueva vida en El. La vida en Cristo es una vida de santidad.

Padres Latinos

Tertuliano (160-220)

Estoico que se preocupa de la razón y de la ley, de la compasión, de la castidad y de la paciencia. Defensor de la existencia de la libertad en el hombre, siendo consciente que el hombre no presenta ya la verdadera imagen de Dios con la que fue creado.

El pecado ha desfigurado esa imagen que tiene que ser restaurada por Cristo encarnado. Toda la existencia cristiana es una imitación de Dios en Cristo para restablecer la semejanza divina original.

Valora las leyes divinas que el hombre debe cumplir y desarrolla una moral de virtudes en las que el primado lo tiene la caridad. Desarrolla una moral de las virtudes diciendo que el amor es el sacramento supremo y tesoro del cristiano, que exige a veces el don de la propia vida por amor a Dios. El amor mutuo es el signo de la vida cristiana.

La virginidad y el celibato son de importancia primordial en la vida cristiana.



San Ambrosio (333-397)

Une las tendencias estoicas de los latinos con el platonismo de los Padres griegos. Se inspira en Cicerón en la exposición de lo que es útil y recto, pero su experiencia ultima radica en la Escritura y en la experiencia cristiana.

Incorporó muchas ideas estoicas pero adaptándolas al espíritu cristiano. Junto con Orígenes, introdujo en el cristianismo el esquema de las cuatro virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza.

Su obra De officiis es el primer manual de teología moral; es una exposición de las virtudes de los clérigos y de los cristianos.

La doctrina de San Ambrosio se basa en la razón y en la Revelación. Habla de la ley natural a la que llama “quaedam vox naturae” enmarcada en la exégesis del Antiguo Testamento. Todo culmina en Cristo, ofreciendo una fundamentacion cristologica de la moral.

En el marco del sacramento de la penitencia distingue entre pecado mortal y venial y afirma la universalidad del pecado incluyendo a los niños. El pecado grave debe confesarse.

San Agustín (354-430)

No tiene un tratado especifico de moral, pero en muchas obras aborda el tema moral. Su influencia ha sido decisiva para los siglos posteriores.

Se le reconoce el merito de haber desarrollado para la Iglesia una teología moral. Escribió varios tratados sobre los diferentes estados de la vida, sobre virtudes y vicios y sobre la vida cristiana.

La experiencia de su conversión le hizo consciente de la necesidad de la gracia para realizar la transformación moral del hombre. El Cristianismo le había dado la convicción de que era verdadero porque se traduce en una autentica vida moral.

Afianzo sus convicciones en serios análisis del obrar humano y en el estudio directo de la Escritura y de la Tradición.

En san Agustín se encuentra la influencia del pensamiento estoico (Cicerón, Séneca), aunque ha sido mayor la influencia del platonismo por su profunda espiritualidad. Su teología moral tiene una clara impostación teocéntrica.

El primer discurso como sacerdote fue sobre el sermón de la montaña. Vio en el la especificidad de la moral cristiana que llena al hombre de felicidad y paz.

“Nos has hecho Señor para ti, y nuestro corazón esta inquieto hasta que descanse en ti”. “Nadie es feliz si no goza de aquello que hay de mejor para el hombre”.

Lo mejor para el hombre es el disfrute de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Dios es el bien supremo del hombre, “si le seguimos vivimos bien y somos además felices” (Teocentrismo).
Centra también su teología en la caridad. Dos amores dominan el universo de la moral: el amor a Dios con el olvido de si, o el amor de la propia persona hasta el desprecio de Dios.

Considera las virtudes bajo el prisma de la caridad:

            “La templanza es amor pues guarda el yo entero e incorrupto para el Amado”
            “La fortaleza es amor y lo soporta todo para obtener al Amado”
            “La justicia es amor y sirve únicamente al Amado”
            “La prudencia es amor y discierne sabiamente lo que ayuda al amor y lo que le  obstaculiza”

En el fondo del teocentrismo, late también un cristocentrismo: “Cristo ha venido para cambiar nuestro amor, para hacer de nuestro amor terreno un amor de amigo y de vida celestial”.

El amor a Dios y al prójimo que el cristiano vive desde su inserción en Cristo, no se desvincula de la verdad y de la ley. Tiene en cuenta la ley eterna, dada su perspectiva platónica, sin olvidar la ley natural.

La ley natural esta escrita en los corazones de los piadosos, como voluntad del Creador. Es una ley racional conocida por la razón humana, implantada en la conciencia y distinta de la ley humana que es modificable.

La ley humana se funda en la costumbre de lo establecido y se limita a la regulación de asuntos humanos. La ley natural es una ley que determina la senda de todas las cosas desde sus orígenes.

Una dimensión especifica de san Agustín es la del primado que confiere a la gracia en el orden moral. Solo la gracia es el principio integrador de la vida del hombre. La gracia tiene un carácter medicinal, sanante. El hombre en virtud de la concupiscencia, no puede evitar el pecado sin la gracia interna de Dios que sana nuestra condición pecadora.

“Dios no manda cosas imposibles, al mandarte te amonesta a que hagas lo que puedes y a que pidas lo que no puedes” (De natura et gratia).

Es solo con la gracia como el hombre puede cumplir todas las exigencias de la ley.

Por ultimo hay un tema importante, la distinción que hace entre el uti y el frui: las criaturas son bienes de los que el hombre puede usar, pero gozar solo lo puede hacer de Dios. En De civitate Dei, afirma que de las cosas temporales hay que usar mas que disfrutar y mantiene el rechazo del perverso frui respecto de las realidades terrenas.

LA MORAL EN LOS SIGLOS XII Y XIII

A partir del siglo VII comienza a extenderse el uso de los llamados libri poenitentiales, que contienen listas de pecados con las correspondientes penitencias.

La doctrina de Abelardo defiende que es en la intención de la conciencia donde radica la moralidad más que en la norma. Negó la existencia del pecado original en el hombre.

La doctrina de san Bernardo mantiene la conexión de la conciencia con la norma y la necesidad de la vida espiritual en Cristo.

Pedro Lombardo escribió el libro de las Sentencias. No habla de forma sistemática de la moral, pero trata del pecado original, del pecado en general y de la virtud. Centra su atención en la gracia de Cristo, en las virtudes humanas y teologales y en los dones del Espíritu Santo.

La Summa de Alejandro de Hales, fue una obra de un equipo de franciscanos. Esta dedicada al tratado del pecado, al estudio de la ley (estudiando en detalle los diez mandamientos), para posteriormente hablar de la gracia, de las virtudes y de la fe.

SANTO TOMAS (1225-1274)

Su obra representa el tratado sistemático de teología moral. Define la moral como el estudio del obrar humano en relación al fin ultimo, plena realización del hombre. Estudia la moral en la segunda parte de la Suma, en medio de la primera y la tercera partes que son un tratado de dogmática.

En la primera parte estudia a Dios y a la Trinidad, única felicidad perfecta para el hombre. La tercera parte la dedica a Cristo en el que se realiza el hombre mediante la gracia y los sacramentos.

El fin ultimo

La moral de santo Tomas aparece como respuesta al deseo de felicidad que el hombre posee y que solo en la visión beatifica puede alcanzar. Solo Dios puede constituir el fin último del hombre.

“Para la felicidad perfecta se requiere que el intelecto alcance la esencia misma de la causa primera, entonces tendrá la perfección en la posesión objetiva de Dios, solo en la cual se encuentra la felicidad …”

El fin último viene a ser el criterio supremo de la moralidad. Una acción es buena moralmente si se acerca a Dios; es mala si se aleja de Dios.

La regla próxima de la acción humana es la razón (mediante el conocimiento de la ley natural) y la ley eterna es la regla suprema. Cuando el hombre obra según el orden de la razón y de la ley eterna, entonces la acción es recta.

La Ley Natural

Santo Tomas la define como regla determinada por la razón (“regula et mensura actuum”). Reglamentación de los actos humanos que la razón deduce de la naturaleza humana examinando sus inclinaciones naturales y que capta como algo bueno que se ha de traducir en la acción.

Niveles de las inclinaciones:
1. La que el hombre tiene en común con todos los seres
2. La que el hombre tiene en común con los animales
3. La tendencia a la verdad, especifica del hombre; conocer a Dios, vivir en sociedad sin ofender a los demás.

La ley natural tiene como principio supremo “haz el bien y evita el mal”, que representa para la ética lo que son los primeros principios de la metafísica, y que se capta con la sindéresis (“habito que contiene los principios de la acción humana”).

El segundo nivel de la ley natural son las conclusiones que se deducen de los primeros y nse refiere a la realización del hombre según los bienes particulares que se deducen de su propia dignidad. Es el nivel del Decálogo. El Decálogo es una deducción de la ley natural.

Santo Tomas habla también de las virtudes naturales, tanto de las intelectuales  como de las morales que refuerzan la dimensión apetitiva de la voluntad. Particular significado le da a las virtudes cardinales de la prudencia, justicia, fortaleza y templanza.

La prudencia establece la coordinación entre las virtudes humanas. Permite al hombre vivir y obrar bien. La justicia regula las relaciones con los otros hombres y la sociedad.

La Ley Nueva

Afirma santo Tomás que la ley nueva es la misma gracia del Espíritu Santo, concedida a los que creen en Cristo.

Se trata de una ley interior, la gracia misma que permite al hombre vivir en Cristo y obrar de acuerdo con el.

Aunque tiene indicaciones externas, se refiere principalmente a la vida de Cristo en nosotros.

Las virtudes teologales

Virtudes sobrenaturales, que ordenan el obrar humano al fin ultimo que es Dios, e instauran una relación directa y mediata con el. Capacitan al hombre para obrar a lo divino.

Sobrenaturales porque tienen como objeto inmediato a Dios, son infundidas por Dios en el hombre y solo conocemos su existencia a través de la Escritura.

Por la fe el hombre conoce la palabra viva de Dios, que acepta por los milagros y por la gracia.

Por la esperanza el hombre tiende a las cosas futuras, garantizadas por las promesas divinas.

Por la caridad el hombre se une plenamente con Dios, amándolo  y en el y con el al prójimo. Nos transforma en el fin mismo que buscamos.

Actos humanos y pasiones

Principios internos que han de dirigir los actos humanos: entendimiento, voluntad, libertad, virtud.

Principios externos: la ley, especialmente la ley natural: la gracia, que nos viene de fuera pero se hace interior y nos une con Cristo.

Las pasiones en si mismas no son malas o negativas (amor, odio, deseo, gozo, tristeza, esperanza, audacia, ira, temor).

Las pasiones son componentes naturales del psiquismo humano y son buenas si están reguladas por la razón.

Conclusión

En santo Tomas se da un equilibrio perfecto entre la ley natural y la ley nueva. Lo natural queda perfectamente integrado a Cristo.

Da relieve a las virtudes sin olvidar las exigencias de la el natural y del Decálogo.

La gracia y las virtudes teologales (ley nueva) integran el orden natural de los preceptos conduciéndolos a una nueva dimensión sin eliminarlos.

Encuentra un equilibrio perfecto entre la moral basada en la norma y la basada en la virtud.

NOMINALISMO

El padre del Nominalismo fue Guillermo de Occam, fraile franciscano, teólogo y filosofo escolástico medieval.

En el nominalismo la razón no puede llegar al conocimiento de la realidad, pues los conceptos abstractos que la razón elabora no pueden representar la realidad que es particular y concreta.

Disocia la razón y la fe, la razón y la gracia; las virtudes quedan eliminadas pues constituyen nuevos hábitos o mecanismos psicológicos. Atomiza la vida moral en una sucesión de actos.

Todo lo que limita la libertad (disposiciones, inclinaciones), limita el campo de la moralidad. La moral nominalista no es una moral de acuerdo al bien y la verdad, sino una moral de los actos; en cada instante la libertad debe asumir la obligación que se le impone.

La libertad queda separada de toda inclinación natural y de la gracia, incluso de la fe; el individuo queda separado de la sociedad. La libertad es la pura indeterminación de la persona entre el si y el no, una libertad de indiferencia ante el bien y el mal. La libertad no deriva del conocimiento del bien y del deseo que el bien ejerce en la voluntad humana, es pura autodeterminación.

Los actos humanos quedan desprovistos de toda finalidad, dando lugar al causalismo mas absoluto. Para el nominalista los actos humanos carecen de toda orientación hacia la búsqueda de la verdad y la felicidad. El origen de la moral es la ley únicamente, una ley positiva que deriva de la voluntad de Dios.

La libertad de Dios pues es una libertad absoluta de la que mana la obligación moral. La libertad viene a ser el centro único de la moral. Se trata de la obligación y no de la observancia de un orden real y objetivo.

Dios es la realización absoluta de la libertad pues no esta sometido a ley alguna ni a criterio alguno de razón. El influjo de la posición de Occam basada en el voluntarismo absoluto habría de ser grande a partir del siglo XVII.

Libertad y ley serán el fundamento de la casuística posterior. La cuestión será la permisividad y la prohibición.

Con el nominalismo se pierde la tradición patristica y tomista para dar paso a la época moderna.

ETICA PROTESTANTE

Para Lutero el hombre no se justifica por las obras sino por la justicia de Dios que se les concede como don y que se apropia por la fe.

La justificación por la fe es el nervio de la doctrina luterana. Lutero separa la ley de la fe, la ley del Evangelio. La cuestión del Evangelio es la fe no la moral.

Admitirá las obras humanas como consecuencia de una vida de fe, sin admitir que se le impongan como exigencia de la justificación. Las obras no tiene  valor salvifico alguno.

Lutero aparta de si la comprensión de la vida cristiana como una vida de santificación y por ello se desprende de las virtudes y los dones del Espíritu Santo, dando lugar a un concepto peyorativo de la ética. Los protestantes no elaboraran tratados de ética.

LA EDAD MODERNA

La moral católica que surge en el siglo XVI presenta un condicionamiento antiprotestante. Por reacción contra el protestantismo, defiende el valor de la ley natural y se olvida la fundamentacion de la moral en la fe en Cristo.

Se olvida la referencia a la Sagrada Escritura como fuente primordial de la teología. Se impone el valor del humanismo y de las ciencias humanas que tiene lugar en el Renacimiento.

De acuerdo con el Concilio de Trento que había dado relieve al sacramento de la penitencia, y a la necesidad de formar a los clérigos, surgen los primeros manuales de teología moral.

En los siglos XIV y XV surgen sumas para confesores (san Antonio de Florencia); simples prontuarios de teología moral orientadas a ayudar a los confesores.

En el siglo XVI la Suma teológica de santo Tomas se convierte en el libro de texto por iniciativa de Francisco de Vitoria en Salamanca. La mayor aportación de la escuela de Salamanca fueron los comentarios a santo Tomas y el estudio sobre el derecho de gentes y la justicia.

Vásquez a finales del siglo XVI ofrece un comentario a la Suma teológica de santo Tomas que viene a ser el primer paso de la afirmación de la teología moral como disciplina independiente.

El año 1600 Juan de Azor (jesuita español) escribe Institutiones theologiae moralis que marcaran la pauta de los manuales de teología.
LOS SISTEMAS MORALES

En el siglo XVII se encuentra una configuración de la teología moral fundamentada en “sistemas morales”.

La preocupación que surge es la de solucionar los casos dudosos, centrando en esto el interés de la teología.

El problema consistía en dilucidar la moralidad del caso dudoso discerniendo si se ha de sujetar a la ley o va a pasar a la esfera de la libertad.

La solución tradicional estaba por la posición del que poseía las mejores razones de su parte. Esto parecía muy riguroso para la mentalidad dominante del tiempo.

Surge así el sistema del probabilismo, defendido por el dominico español Bartolomé de Medina (1580). Línea tomada por los jesuitas, defiende que cuando hay una razón probable en favor de una posición, se puede seguir, aunque haya en contra razones mas probables.

Surgen otros sistemas: el equiprobabilismo (se puede actuar libremente cuando se presentan con igual peso las exigencias de la norma y de la conciencia); el probabiliorismo (hay que seguir la posición mas probable); el tuciorismo (se ha de seguir siempre la opinión favorable a la ley, que evita así el peligro de violarla).

Se acusan unos a otros de riguristas o de laxistas. El problema radica en haber hecho de la ley el constitutivo único de la moral, y haberla concebido de forma nominalista (como norma externa configurada por el legislador y no por su correspondencia con la naturaleza humana y el bien de la persona).

San Alfonso Maria de Liborio

Representa una salida realista y practica en medio del debate mencionado. Escribió un manual asequible y valido para la predicación popular.

Se le identifica con el sistema del equiprobabilismo.

Su posición hace referencia al primado de la verdad, a los deberes de la conciencia que no puede dejarse llevar sin mas por la opinión de los moralistas, y a los derechos de la libertad humana que solo puede estar vinculada a una ley cierta.

La libertad se impone hasta que no sea clara la ley. No se puede uno dejar llevar por una acción contraria a la ley si sus razones son menos importantes que las que están a favor de ella.

La Iglesia declaro en 1831 que la teología moral de san Alfonso  podía ser enseñada sin peligro en las escuelas y en la administración de la penitencia.

En la obra de san Alfonso prevalece el estudio de las situaciones concretas del acto moral sobre la aplicación mecánica de una formula, por verdadera que se la suponga.



Siglos XIX y XX

La teología moral en los siglos XVII y XVIII, centrada exclusivamente en la casuística y en la obligación, separada de la dogmática, de Cristo, de la dinámica de las virtudes y de la Sagrada Escritura, no podía dar frutos de vida espiritual.

En el siglo XIX los manuales de Merkelbach y Prummer tienen una inspiración tomista que enriquece su contenido.

Según Sailer (1817) la moral no debía limitarse al cumplimiento de mínimos exigidos por la ley sino que debía buscar el ideal cristiano, integrando la ascética en la ética cristiana y buscando una ética para la perfección.

J. B. Hirscher (1835) escribe “La Moral cristiana como doctrina de la realización del Reino de Dios”. Entronca la moral con la Escritura y con el centro de la predicación de Cristo.

Salier y Hirscher iniciaron una renovación del método teológico que había de repercutir en la escuela de Tubinga. Fue esta escuela la que renovó la moral desde la Sagrada Escritura y el estudio de los Santos Padres.

Jocham uno de sus exponentes, centra su moral en el don de la gracia según san Juan y san Pablo y la fundamenta en la condición de hijo de Dios que tiene el cristiano, santificado por los sacramentos en el cuerpo místico de Cristo.

Mausbach, entre el siglo XIX y XX, funda la moral en la perfección del ser y toma como regla suprema la gloria de Dios.

O. Schilling, representante de la Escuela de Tubinga, recoge la inspiración tomista del fin último y sitúa la base de la moral en el principio de la caridad.

Tillmann orienta la moral de un modo enteramente bíblico. El fundamento de la moral no es otro que el seguimiento de Cristo.

La teología moral de B. Haring pone también el primado de la moral en Cristo. La moral es la respuesta del hombre a la llamada de Dios en Cristo.

A mediados del siglo XX surge el problema de la nueva moral y de la moral de situación que provoco la intervención de Pío XII.

En la década de los cincuenta y sesenta se planteo la necesidad de la renovación de la teología moral buscando un retorno a la Biblia y a los Santos Padres y una filosofía personalista que recogiera la perspectiva de las virtudes cristianas.

El Vaticano II recomendó la renovación del método teológico, si bien el Concilio no entró en los grandes temas de la fundamentación de la moral.

No hay comentarios:

Publicar un comentario