martes, 29 de julio de 2014

ASISTENCIA ESPIRITUAL AL ENFERMO TERMINAL

Dentro de los derechos esenciales del paciente, está el derecho a que se le asista espiritualmente en el momento terminal de su vida, respetando sus convicciones religiosas y espirituales.

En la instancia terminal, al tiempo que se debe evitar el dolor y la soledad, y tratar de reanimar la autoestima, debe lograrse la asistencia espiritual de la persona que no es solamente carne y hueso sino también vida espiritual.


DEBER DE SOLIDARIDAD


Es deber de solidaridad que deben asumir quienes acompañan al moribundo, forma parte del deber de asistencia que con él se tiene. Es imprescindible para el enfermo contar en esta instancia con el trato humano y solidario de quienes lo rodean. En el proceso hacia la muerte surgen depresiones, cambios de carácter, situaciones todas que requieren compañía, asistencia humana solidaria y apoyo psicológico y espiritual.

AYUDAR A BIEN MORIR Y A ACEPTAR LA MUERTE


Autores como GAFO, recomiendan tres principios básicos en el cuidado de los enfermos terminales:

a)      La condición de enfermo, aunque sea crítica, no priva a la persona de su intrínseca dignidad, ni de su capacidad de seguir asumiendo sus propias decisiones personales.
b)      Es esencial la introducción de un “alma” en los grandes hospitales donde el enfermo se siente perdido, privado de sus raíces humanas, convertido en un frío número más.
c)      En los centros hospitalarios es importante insistir en que se organicen los equipos médicos de tal manera que el paciente pueda establecer una relación humana con el personal hospitalario, y debe informarse a la familia del paciente sobre cómo debe atenderse al paciente, y enseñarle a relacionarse con él en estas instancias.

Es importante dialogar con el enfermo terminal para hacerle comprender el significado de la vida y de la muerte, preparándolo para aceptar esta última, superando el miedo y la amargura. Es un error pensar que la asistencia del capellán o del asesor espiritual debe llegar solo en el momento final. Las palabras de un guía o director espiritual deben proporcionarse lo antes posible. Estas visitas pueden ayudar a calmar al paciente y a enfrentar la muerte en paz.

DIGNIDAD DE LA MUERTE

La dignidad de la muerte consiste en saber respetar la vida hasta el último instante, adoptando todas las medidas necesarias para que el paciente sufra lo menos posible, evitando el escarnio terapéutico y asumiendo con valor y tranquilidad espiritual los últimos momentos.

La verdadera “muerte digna” implica morir como persona, en cualquier circunstancia. Cuando aparece una enfermedad aguda con posibilidades de recuperación y sobreviene la muerte, al paciente se le brinda un apoyo terapéutico total. En el caso de una enfermedad terminal e irreversible, implica mejorar la calidad de vida hasta el momento de la muerte.

La medicina paliativa, que es la que permite morir con dignidad, tiene como objetivo respetar la vida y considerar la muerte como un proceso natural. Lo que busca es mitigar el olor cuando la muerte es inevitable.

Se respeta la autonomía del paciente en lo que se refiere a su voluntad o no de contar con determinada asistencia espiritual-religiosa y en su derecho de saber la verdad para poder asumir con tiempo, decisiones que pueden implicar una grave responsabilidad.

DERECHO DEL PACIENTE A SER ACOMPAÑADO ESPIRITUALMENTE POR EL MEDICO                

El acompañamiento del médico al paciente en su hora terminal pone en “carne viva” el peso espiritual y vocacional de esta digna profesión, que parte de la realidad de que hay que atender un cuerpo y un espíritu.

Socorrer al paciente en esta instancia, revela la esencialidad de la dimensión humanista del quehacer médico. Esta situación depende principalmente de los valores humanos que posea el médico. El paciente y el médico viven juntos el momento de la muerte. En la fase terminal cuando ya no es posible aplicar técnicas médicas no concluye la responsabilidad del médico; este debe asistir espiritualmente al cuerpo que no ha podido curar.

NO ES LO MISMO “DEJAR MORIR” QUE “QUITAR LA VIDA” (EUTANASIA)

Una cosa es querer la muerte de otro y realizar este acto, y otra es quererla y dejar que esto ocurra naturalmente, pero sin determinarla. Una cosa es respetar la voluntad del enfermo de no invadir su cuerpo con aparatos y / o tratamientos que él rechaza, y otra es quitarle directamente la vida.

El término “dejar morir” alude a no utilizar tratamientos artificiales desproporcionados, sin eliminar los cuidados específicos o básicos que el paciente requiere. El término debe ser analizado en función de la intención con que se actúa, porque si lo que se quiere es matar, se estará frente a un caso de eutanasia; si lo que se quiere es evitar un tratamiento artificial, lo que se busca es respetar la vida hasta su fin natural. Existe una diferencia ética importante entre dejar morir y quitar la vida.

Nadie está obligado a recurrir a tratamientos extraordinarios para prolongar la vida de un enfermo terminal. La finalidad no es mantener viva a la persona a toda costa, sino aliviar el dolor y, sin quitar la vida, proyectarla de manera que si tiene que terminar, termine naturalmente.

En estos casos extremos es moralmente lícito prescindir de medios extraordinarios que a nada conducen, pues se está ante una situación irreversible. No se trata de matar al paciente sino de dejarlo morir en paz dentro del proceso natural de la vida.

Dejar morir o eutanasia: diferencias prácticas


La diferencia esencial que existe entre eutanasia y dejar morir es la misma que hay entre la acción y el suceso o evento.

La eutanasia constituye una acción, el morir natural es un suceso. Los sucesos como tales no se incluyen en el orden moral, porque a ellos no se puede adscribir ninguna responsabilidad conocida.

El dejar morir, en esencia es un suceso natural, mientras que la eutanasia, sea por acción u omisión, es un acto voluntario, que determina un efecto sobre la vida; por tanto no es natural.

Podría pensarse que omitir tratamientos para mantener la vida artificialmente es una actitud moralmente reprobable. El asunto es determinar si realmente en estas circunstancias el prolongar la vida es un beneficio para el paciente. En estos casos dejar morir es respetar la ley natural y en consecuencia no puede haber ningún reproche ético.

Muy diferente a dejar morir es aplicar la eutanasia en cualquiera de sus formas, pues ello supone no respetar el proceso natural de la muerte, sino determinar la muerte del paciente.

Cuidados mínimos


Llegado el punto en que se sabe que la enfermedad es terminal e irreversible, y a la espera de la muerte natural digna,. Es importante tener claro que en esta instancia el paciente tiene derechos que son esenciales, como el que se refiere a los cuidados mínimos:

a)      Alimentación: de forma natural y por la vía que sea necesaria.
b)      Hidratación: deben administrarse líquidos y electrolitos
c)      Aire: debe administrarse oxígeno si el paciente lo requiere pero sin sostén mecánico de la ventilación
d)     Se debe tratar el dolor
e)      Tranquilidad: a través del ordenamiento de la situación particular en que se vive, se debe asegurar el afecto familiar, evitando el abandono.

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