lunes, 28 de julio de 2014

ÉTICA SOCIAL Y SOCIEDAD

INTRODUCCION

Ética social y sociedad

La ética social puede desempeñar diversas funciones en las distintas épocas y sistemas sociales. Puede expresar la conciencia que la sociedad tiene de los cánones éticos reconocidos por ella. También puede expresar su cohesión espiritual, la acción de las fuerzas “integradoras” que poseen el poder dentro de la sociedad dada. En la sociedad medieval, antes de las grandes crisis de renovación (Reforma, Renacimiento, Ilustración) los órdenes sagrados fundamentaban y aseguraban el rango que el individuo y los estamentos habían de ocupar.

De manera distinta ocurre dentro de la dinámica sociedad moderna, que pasa de una revolución técnica y social a otra y en la que ya no existen “estamentos” firmemente asentados y delimitados. Esto modifica el rango individual y la conciencia del individuo. Los miembros de la sociedad tienen gran movilidad hasta el punto de carecer de rango fijo.

En una sociedad de este tipo la ética social expresa las crisis sociales o los fenómenos de desintegración e intenta llevar a cabo una toma de conciencia espiritual y superar la crisis. Intenta poner de nuevo los fundamentos con los cuales la vida en común es imposible. La ética social se convierte en crítica de la sociedad. Pero no ha de quedarse en el solo diagnóstico sino que ha de ofrecer indicaciones morales asentadas en el reconocimiento de los vínculos y criterios que son necesarios para mantener y ordenar la sociedad humana y que en medio de las crisis que padece y frente a ellas deben ser perfilados y sometidos a prueba.

La ética social en una sociedad dinámica como la moderna, tiene como presupuesto la conciencia de la crisis y el análisis critico de las relaciones sociales establecidas. La ética social no debe quedarse en los principios o normas generales de lo bueno y de lo justo, pues tiene por objeto las necesidades sociales concretas y las tareas de esta sociedad en este nuestro tiempo.

Si hay ética social deberá ser una ética concreta dentro y para esta sociedad moderna, técnica, emancipada.

Porque ética “social”

A menudo se emplea el concepto ética social en contraposición al de ética individual, la cual trataría de la conducta moral del individuo y de las normas que regulan su vida. Sin embargo toda ética es en último término y de modo exclusivo ética social.

No es posible separar de la llamada ética individual, la doctrina del comportamiento del individuo (no vive como individuo aislado sino como miembro de la  sociedad), ni es posible dejar de hablar dentro de la ética social del individuo. Esta debe hablar de sus acciones o de la responsabilidad que tiene ante las instituciones de la sociedad, ya que todas representan diferentes modos de unión entre los hombres que insertan en ellas su ser personal.

La ética individual desaparece pues el individuo es una existencia social y política y no puede ser comprendido al margen de esta. Sin embargo, la ética social aun cuando conciba al hombre como existencia social-institucional, ha de tomar en cuenta el carácter personal de la existencia humana.

Los conceptos ética social y ética individual definen diferentes aspectos pero no diferentes partes de la ética. En lo referente al uso de la palabra “social” se debe tener en cuenta que tiene un sentido general y otro especial. En el sentido general designa cualquier modo de inserción del hombre en una asociación o bien la “naturaleza social” como raíz de este hecho: como sociabilidad del hombre que vive siempre junto con sus semejantes. A partir de la transformación social del siglo XIX y del nacimiento del “problema social” esta palabra adquiere un sentido especial, ético-histórico: expresa la conciencia de la crisis social y de la apelación moral a seguir un comportamiento “social” y a crear determinadas instituciones sociales, adoptar medidas legislativas y dar vida a movimientos reformadores que lo resuelvan.  Cuando en nuestra sociedad se habla de ética social se interpretara en este doble sentido.

Por esto se debe acentuar la importancia que la ética social debe tener en las circunstancias por las que atraviesa la sociedad moderna. Una sociedad que sufre transformaciones criticas necesita considerar, a diferencia de una que se haya mantenido y asegurado al modo tradicional, los compromisos ético sociales que le son necesarios y necesita también investigar las relaciones entre hombre e institución, así como considerar el poder que las instituciones tienen para influir sobre el individuo.

Se entiende por “institución” todo orden y estructura social que con poder propio y fuerza para condicionar al individuo, lo abarcan en su seno. Persona e institución son inseparables. El hombre se convierte en persona formada e históricamente actuante cuando acepta y vivifica las instituciones. Esta no es solo forma fija y predeterminada, sino acontecimiento y proceso.

Ética social cristiana y sociedad moderna

La transformación que la sociedad ha sufrido, ha desencadenado un importante proceso de transformación en la ética social y en la doctrina social cristianas. Los viejos órdenes, santificados por la tradición y por la interpretación y legitimación cristianas,  pertenecientes a una sociedad pre-técnica, preindustrial y estructurada con arreglo a la jerarquía estamental, decayeron. Se consumó la emancipación y la liberación del individuo; nuevas formas económicas y productivas aparecieron; las revoluciones políticas condujeron al triunfo de la democracia; el proletariado industrial se instruyo y exigió un nuevo orden social. Este proceso planteo a la ética social cristiana problemas y tareas nuevos. Se encontró frente a un hombre cambiado y frente a nuevas estructuras sociales. Toda la cristiandad se vio envuelta en una confrontación de dimensiones mundiales con el comunismo.

La ética cristiana en general y la social en particular tuvieron que adoptar una forma nueva en esta sociedad que se transformaba. La ética social cristiana tuvo que enfrentarse con un mundo de instituciones sociales y de tendencias que no habían existido a todo lo largo de los 1800 anos de historia de la Iglesia, periodo en el que se habían formado la ética cristiana y la ética social y en el seno de las instituciones de la época se había creado una rica tradición que se extendía a la esfera del pensamiento, a la de las realizaciones ético practicas (ethos) y al de las indicaciones para la vida. Dio lugar a lamentaciones por la pérdida de las viejas formas de vida e instituciones honorables y valiosas (familia patriarcal, vecindad, monarquía, orden estamental), himnos encendidos a la libertad y la igualdad, al incalculable progreso de las técnicas y las ciencias; por una parte el conservadurismo pesimista que solo ve destrucción y disolución y por otra la adecuación optimista a las nuevas formas y fuerza sociales. Estas contradicciones ilustran las dificultades de la ética social cristiana en el seno de la nueva sociedad técnico-industrial. Esta ética no puede aislarse, retirándose mas allá de la sociedad; existe en relación con las realidades históricas de la sociedad; esta destinada a servir a la comunidad cristiana actual como a ayudar a todos los hombres que viven y obran en la sociedad de nuestros días. Cabe preguntar si la ética social cristiana tiene un destino y una tarea tanto cristianas como universales y humanas.

Tarea y límites de una introducción

Una introducción no puede ofrecer una exposición de conjunto de la ética cristiana ni de la ética social, sino solo una selección de problemas tanto desde el punto de vista de su significación fundamental, como desde el de la actualidad que tienen en la sociedad contemporánea. Un sistema intemporal de verdades ético-sociales no es posible ni deseable. El Evangelio es revelado en tiempo y a hombres existentes en un momento dado. La eternidad del Evangelio divino y de sus mandamientos es temporal e histórica. Pero estos principios solo pueden tener validez a condición de que la ética social sea entendida y fundamentada desde un punto de vista cristiano. La vida y las formas sociales son históricas, y la historia es abierta e inabarcable. No puede darse una ética social que convenga a todos los órdenes sociales históricamente realizados o posibles en el futuro. Se trata de la ética social conveniente a esta sociedad concreta. No se puede convertir la ética social en una ética de la situación, mas aun porque esta ultima esta limitada por la tendencia a dirigir unilateralmente la mirada al individuo y nada dice acerca de la existencia institucional en la sociedad.

La tarea de la ética social consiste en hablar de las exigencias a que están sometidos el hombre en cuanto ser social y las estructuras sociales. No se trata de imponer a la sociedad moderna el sistema de un orden social cristiano. No existe un orden sino exigencias cristianas básicas, que deben ser mantenidas en cualquier sociedad donde se difunda el mensaje cristiano. Esas exigencias deben ser referidas a las realidades de la sociedad existente. Esto no implica la aceptación y aprobación conformista de los órdenes y relaciones sociales establecidos. Estos no deben ser convertidos indebidamente en normas ético-sociales o en modelos ideales.

Es preciso señalar dos tareas de la ética social que son diferentes pero que van unidas: la ética señala las exigencias a que debe ajustarse el obrar humano y da indicaciones para la conducta del hombre en la sociedad. Esta tarea de formular criterios ético-sociales exige la comprensión critica de la realidad social y responde a la pregunta si existen instituciones tan necesarias y exigidas para considerar humana a la sociedad, que allí donde falten estas instituciones fundamentales, la sociedad perdería su carácter humano y la vida en común de los hombres, su conveniencia se haría imposible. Hablar de ética social significa también conocer y reconocer esa fuerza vinculante. La ética social ha de quedar al margen de todo relativismo, de carácter histórico o sociológico. Va más allá de la sola descripción de las convenciones éticas vigentes en esta o en aquella sociedad pasada o presente y se pregunta por criterios y arquetipos, por la libertad o la justicia o la convivencia humana. El derecho y los límites de las convenciones éticas vigentes y de las pautas de comportamiento establecidas en una sociedad, solo pueden establecerse sobre la base de aquellas preguntas críticas. Hay que distinguir esta visión de las cosas del radicalismo moral y de la exaltación, según los cuales el ethos social establecido, las convenciones aplicadas en la vida en común deben ser despreciadas de antemano como un legalismo inframoral, lo que tiene como consecuencia la imposibilidad de captar la significación y efectividad ética que la moral y el derecho tienen.

La sociedad moderna ha desarrollado una serie de exigencias de crítica social y de arquetipos, de carácter conservador, reformista y revolucionario. La ética social cristiana debe aclarar y delimitar sus posiciones en dialogo con la autocrítica que la sociedad moderna se hace a si misma. Para entablar este dialogo es necesario traspasar los limites de la mera “ética”.

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