lunes, 28 de julio de 2014

EL CONFLICTO GENERACIONAL


Las historias entre padres e hijos que relatan conflictos familiares son constantes, pero parece que esa situación de opiniones encontradas se ha hecho mas critica en nuestros días. Los conflictos familiares entre padres e hijos son mas frecuentes y graves, hasta el punto que dan lugar a la ruptura de los vínculos familiares que acaban con la vida común en el hogar. Las “fugas” de los hijos menores y la rápida independencia de los hijos mayores que se van a vivir solos, son cada vez mas frecuentes.

El escenario de estos conflictos no solo es la familia, sino que abarca todas las instituciones. Es preciso que desde la Ética se vislumbre algún punto de solución.

El sentido de las generaciones

Se ha definido la generación como “un cambio de nivel, una articulación de la continuidad sin romperla, un hiato en la fluencia del tiempo” (J. Marias)

Las generaciones se sitúan a diferente nivel en el tiempo. Esa variedad de niveles de altura connota una diversidad de ideas y de modos de pensar. Supone que se tiene distinta valoración de los hechos, de las personas y en general de los valores. Quienes se colocan a niveles distintos, normalmente no coinciden en los mismos sentimientos ni en idénticos quereres y sus mismas aspiraciones tienen que ser diversas.

El tiempo, la edad, la sensibilidad, las condiciones de la existencia, la situación y los estados de la vida, marcan diferencias que tocan por igual al cuerpo y al espíritu. Lo contrario seria no respetar las leyes de la naturaleza.

La generación se expresa como “una articulación de la continuidad”.  La existencia histórica no es nunca plenamente continua, sino que se articula por momentos históricos que marcan la vida de cada uno. Esa articulación se presta a continuos roces y fracturas, pues se resiente en cada uno de sus movimientos.

Finalmente las generaciones se definen como “hiatos en la fluencia del tiempo”. La horizontalidad del calendario se corta temporalmente, en coincidencia con la vida de cada persona, dando lugar a espacios de dieciséis anos que marcan el tiempo aproximado que separa a una generación de otra.

Pero ni el “cambio de nivel” rompe el horizonte, ni la “articulación” destruye el miembro, ni el “hiato” finaliza la continuidad del tiempo. Aceptada esta realidad, ha de haber un esfuerzo común para evitar lo que se ha llamado “una ruptura de generaciones”.

La ruptura generacional seria como nivelar la montana, amputar y paralizar un  miembro o cortar la historia, sin posibilidad alguna de avance, sino fijarla para el breve tiempo señalado a cada generación.

La historia muestra todo el pasado como una suma de generaciones que se han enriquecido mutuamente. Cada generación ha sabido pasar a la generación siguiente sus valores y contravalores.



Diferencias generacionales

Ortega y Gasset ha distinguido distintos tipos de generaciones. El análisis orteguiano descubre unas generaciones que el denomina cumulativas. Son aquellas que se han sucedido con cierto sentido de continuidad. Se sucedieron sin fricciones excesivas y han sabido acumular los valores respectivos. Son generaciones que prefieren “sumar” a “restar”, y antes de “dividir” han preferido “multiplicar” sus esfuerzos para comunicarlos a la generación siguiente. Modelo de “generación cumulativa” fueron las primeras comunidades cristianas, la cultura medieval y, en la época moderna el intento de la generación del 27.

Frente al espíritu de las generaciones cumulativas se sitúan las generaciones polemicas. El enfrentamiento es la característica de estas generaciones. Prefieren “restar” y “dividir” antes de sumar esfuerzos.

Estas generaciones no suelen ser fecundas, mas bien destruyen la herencia anteriormente recibida. La polémica puede ser tan aguda, prolongada y profunda en ocasiones, que pueden llegar a escindirse: “abismo generacional”.

Finalmente, la historia distingue generaciones decisivas, que s e caracterizan por una profunda innovación. Son generaciones ricas y creadoras que saben mirar al pasado para aprovechar todo lo que es útil y trasmitirlo al futuro. Tienen tal capacidad de creación que dan lugar a una “época nueva”. Todos los grandes cambios históricos tienen en su origen una: "generación decisiva”. Tal fue sin duda la generación del catolicismo en el siglo XVI, la España de los Reyes Católicos, la generación del 98, y los comienzos del empuje europeo de la posguerra de 1939.

Esta división no es exhaustiva ni siquiera puede señalar épocas que fueron estrictamente “cumulativas”, “polémicas” o "decisivas”. Normalmente se entrecruzan, pero la preponderancia de alguno de sus elementos es lo que de verdad ha distinguido a las distintas generaciones.

En teoria, la generación ideal es aquella que tiene un mínimo del elemento polémico, un buen grado de capacidad acumulativa y muy desarrollado el sentido decisivo, que la lleva a afrontar con brío una orientación nueva de la historia.

Análisis de una generación

Para algunos, la confrontación generacional actual es la mas grave hasta ahora conocida, y culpan principalmente a la generación  joven, pues la consideran una "generación cansada”, “consumista” y empobrecida de valores morales.

Otros por el contrario, salen fiadores de la joven generación para desposeer de valores a la generación de los mayores., afirmando que esa generación  anterior ha sido la que se ha conformado con una situación establecida y no ha tenido empeño ni empuje para afrontar un cambio histórico que se hacia necesario.

Posiblemente ninguno de estos dos juicios sea justo, por su misma radicalidad. A unos les sobra actitud crítica negativa y los otros se exceden en elogios.

Un realismo elemental lleva a afirmar que existe un enfrentamiento generacional. Se habla de “generación gap” o “brecha”.

Un segundo dato es la conciencia que tiene la juventud como grupo en si. Nunca se hablo como hoy tan enfáticamente de “la juventud”. Los jóvenes se sienten protagonistas de algo que se esta haciendo en grupo y que se lleva a cabo por esa misma colectividad que es la gente joven. A eso hay que añadir el dato cuantitativo: en número los jóvenes representan “la mayoría”.

Es evidente que la juventud actual se presenta como un grupo sumamente critico frente a la otra edad. Se ha inventado una nueva palabra, la “contestación”, y el termino “protesta” adquiere una enorme fuerza de actualidad. Pero, al mismo tiempo, o como final de ese fenómeno de protesta, surge un  movimiento de modo formal poco numeroso, pero muy importante ambientalmente, que son los “pasotas”. Entre “pasotismo” y “criticismo” es muy difícil elegir, pero ambas actitudes se reparten un buen sector de la juventud actual.

Parece que los defectos de la sociedad de consumo se ceban especialmente en la juventud. El vitalismo, la capacidad de cambio que le pide la mutación de cosas, el afán de goce que demanda su naturaleza, etc., son datos incuestionables de la psicología juvenil que ofrecen el terreno apto para lo que denominamos “sociedad de consumo”. Pero simultáneamente, surgen grupos que se presentan como contestatarios contra todo consumo y sienten nostalgia por volver a una especie de estado puro, de recuperar la naturaleza, y viven una ascesis que proporciona la medida justa en el uso de las cosas. En este aspecto el grupo consumista gana en número, pero no en calidad, a los que protestan contra la civilizacion del consumo.

Es una realidad palpable que la generación joven tiene mas sensibilidad para los grandes valores de la dignidad de la persona, los derechos fundamentales del hombre, el valor de la libertad personal, el sentido de la justicia, etc. La generación que haga suyos esos valores éticos tan fundamentales es, en efecto, una generación rica y “cumulativa”. La historia atestigua sin embargo, que no siempre que se ha descubierto una verdad, la humanidad ha sido capaz de llevarla a cabo. Se trataría de generaciones que “profesan” unos valores pero no los practican.

En este sentido la generación actual se presenta como ambivalente. Frente a los que muestran sensibilidad para la justicia, la dignidad del hombre, el sentido de igualdad y los derechos humanos, esta el grupo que defiende la anarquía o vive el escepticismo en todos esos aspectos de la vida.

Respecto a los valores morales, las actitudes son también ambivalentes. Una parte no pequeña de la juventud no observa las normas de convivencia con el consiguiente incumplimiento de la justicia, ni se caracteriza por el trabajo intenso y efectivo que contribuye al bien común, y sobre todo se muestra inmoral, cuando no amoral, en todo lo relativo a las relaciones entre los dos sexos. La moralidad en el campo sexual es un buen test que evalua la altura moral de una época o de una generación.

En lo que respecta a los valores religiosos, la generación actual se mantiene en dos grandes bloques: los que se confiesan religiosos y los que prescinden de toda dimensión confesional creyente.
Principios de solución de la crisis

Nadie tiene la clave de la solución de la crisis. El comienzo debe ser el desbloqueo de las dos generaciones de sus posiciones tomadas una frente a la otra.

Dado que es mas enconada la actitud de la juventud, como por su facilidad para el cambio, deben ser los jóvenes los que tomen la iniciativa.

Los jóvenes actuales hacen profesión de su juventud olvidando que es una etapa transitoria, con lo  cual se enquistan en sus posiciones y se olvidan de que por la dinámica de la vida la juventud pasara.

El desbloqueo de sus actitudes les ayudara a no rechazar absolutamente la generación adulta y descubrirán valores que caracterizan también a esa generación, evitando así todo intento de ruptura con ella.

La generación adulta, ante la falta de agresividad de los jóvenes, tomara una actitud menos crítica y más comprensiva que les hará receptivos a los valores de la juventud y se dejaran “ayudar” en la dirección de la marcha de la historia que ellos, por ley de vida, tienen en sus manos.

La solución esta en el dialogo paciente y comprensivo. El conflicto generacional de nuestros días solo tiene arreglo en el dialogo a todos los niveles: en la familia, entre padres e hijos, en la escuela, entre profesores y alumnos, en la vida social, entre las instituciones y grupos juveniles y quienes ostentan el poder en el plano político.

Pero el dialogo no es la fuerzas ni la prepotencia. Dialogar es saber escuchar y esforzarse por aceptar el porque de unas actitudes y unos puntos de vista. Quien dialoga debe mostrar en todo momento el respeto a la opinión contraria y sobre todo, el diálogo debe estar basado en la humildad. Sócrates sostuvo que la “atención” y la “humanidad” eran las dos condiciones del dialogo.

Todos los problemas tienen a su favor unas razones más poderosas que otras, y que son precisamente, las que vencen en las decisiones finales. Dialogar es buscar caminos eficaces de acción.

El dialogo generacional es indispensable para evitar dogmatismos falsos e intransigentes, y sobre todo, para eliminar los fanatismos de ambos grupos generacionales, con el fin de que no se acabe en lo que se ha denominado “separación abismal de generaciones”.

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