A la pregunta ¿qué es el hombre?
se puede responder en su núcleo central y decisivo:
a)
es un animal más, quizás más evolucionado, mucho más
complejo, pero, compuesto sólo de materia y, reductible sin residuo alguno a la
materia;
b)
es un animal que piensa; no se puede reducir todo él a
materia; hay un plus unido a la materia pero no sujeto a la corrupción de la
materia; a eso se le llama alma.
Las formas de materialismo
El
materialismo afirma que el hombre es una animal compuesto sólo de materia y
excluye la posibilidad de que haya sido creado por un Alguien que no sea
materia, un principio espiritual llamado Dios. El hombre es sólo el resultado
de una evolución de lo viviente, habiendo surgido la vida por puro azar.
¿De donde
surge la ética?. Se dice que el hombre presenta un conjunto de rasgos que los
distinguen de otros seres vivientes y que a través de la historia esos rasgos
presentan una cierta constancia. Sin embargo el comportamiento humano tiene
variedades según los tiempos y las circunstancias. Lo ético por tanto variaría
pero según unas pautas relativamente estables.
Cada hombre es
digno por el simple hecho de ser hombre. Cada hombre es autónomo en
independiente. La lógica consecuencia de esa afirmación es que es moral y ético
lo que cada uno se dicta a sí mismo. Cada individuo sería el autor y el origen
de la moral. Una perspectiva de ese estilo hace muy difícil la convivencia
social. Sería un atentado a la dignidad individual que alguien se creyese
depositario de las normas morales válidas para todos. No cabría más solución
que las normas sean acordadas por la mayoría. En cada época resultará moral o
ético lo que la mayoría estime como tal. En este planteamiento no se puede
hablar de una verdad moral como algo permanente y objetivo sino sólo de
opiniones mayoritarias sobre lo más conveniente en cada época y en cada lugar.
Este
planteamiento mantiene un estricta coherencia con sus principios: que el hombre
es un ser material surgido por azar y destinado tras la muerte a la reintegración
a la materia inorgánica.
Sin embargo se
vuelve la mirada hacia otras facultades humanas que no se reducen a la estricta
razón científica. El hombre es también pasión, vida, sueño, deseo; el hombre es
arte y puede crear cosas bellas y muy humanas.
Poco a poco el
materialismo se va dando una forma de religión, fuera de los límites de la
Ciencia, dentro de los amplios márgenes de la imaginación y del deseo de lo
fantástico. En definitiva el materialismo burdo de otras épocas se ha abierto
al sueño y al ensueño, a lo fantástico, a las creencias, a lo extrasensorial, a
la imaginación, a veces como forma artística, a veces como credulidad
seudoreligiosa.
El modelo
dominante de hombre no es ya el que quiere dar con verdades seguras y adaptar
su conducta a ellas, sino el hombre entretenido por la cada vez más variada
colección de productos consumibles y de servicios disponibles.
El enfoque material y espiritual
La concepción
que defiende que el hombre no es sólo cuerpo sino también algo más, espiritual,
lleva a sostener una vida después de la muerte (inmortalidad del alma). Esa
concepción también sostiene que el hombre es libre, y si es libre y está dotado
de un espíritu inmortal, no es difícil llegar a la afirmación de un ser que es
la plenitud de la libertad y la plenitud del espíritu: Dios.
De estas tres
afirmaciones, libertad, inmortalidad del alma y existencia de Dios, la primera
encuentra general o casi general aceptación, al menos en su vertiente social y
política. Quedan estas otras dos cuestiones: inmortalidad del alma y existencia
de Dios.
La existencia de Dios
La cuestión de Dios está
presente en toda la historia humana y es insuprimible. Que es algo que está
presente en toda la historia humana puede ser demostrado con el método
histórico. Bastaría que en las distintas épocas hubiese habido un solo pueblo
sosteniendo su afirmación de Dios. Que la afirmación de la existencia de Dios
no ha sido suprimida de la humanidad es un hecho. Para hacer ver la
insuprimibilidad teórica hay que demostrar que la naturaleza del hombre no se
funda por sí solo y exige un dador del ser.
Las pruebas de la existencia
de Dios no son de tipo científico-experimental. Si se parte de la
comprobación de que Dios no es objeto de un conocimiento sensible, no es
científico exigir pruebas experimentales de la existencia de Dios. Con las
ciencias experimentales ni se afirma ni
se niega la existencia de realidades que pueden caer fuera de la experiencia de
los sentidos.
¿No es plausible pensar que la creación, puesta en marcha
y sostenimiento de la materia se deben a una Inteligencia Superior?. Si se
niega la existencia de un Dios Creador, distinto del universo al que crea, es
apelar al azar o al caos. Apelar al caos para explicar u universo tan complejo, es renunciar a toda explicación,
lo que es algo poco científico.
Es preciso dejar clara la
inconsistencia de un asunto frecuente: el que los científicos suelen ser ateos
o agnósticos.
Las pruebas de la existencia
de Dios se dirigen a la inteligencia y a
la libertad humana. La existencia de Dios no es algo evidente en el sentido
en que es algo conocido por los sentidos o algo que pertenece a la forma del
funcionamiento de nuestra mente. La afirmación “Dios existe y ha creado el
universo” es el término de una indagación filosófica, una verdad basada en
otras verdades, éstas sí evidentes por sí
mismas.
Una indagación filosófiuca esta
destinada a ser entendida por la inteligencia. Pero el hombre además de tener
inteligencia, tiene voluntad, libre voluntad. Y así como puede negar la
evidencia, puede también rechazar, porque se le antoja, una conclusión
filosófica por intachable que sea. Puede darse también la contra argumentación
filosófica, con seriedad para poner objeciones a las pruebas filosóficas sobre
la existencia de Dios. Esto indica una búsqueda, un ejercicio de la
inteligencia.
La mayoría de los creyentes
llegan a afirmar la existencia de Dios no por la utilización de un método
filosófico, sino por fe. La fe es cosa de la voluntad principalmente. Creer
es una experiencia humana diaria. Por la fe asentimos con certeza a algo que
admitimos como verdad, fiados en la autoridad de alguien. En la existencia de
Dios y en las verdades de la fe no se cree por el testimonio de los hombres,
sino por el testimonio de Dios. Se cree porque Dios se ha revelado.
Atributos que corresponden a Dios. La inteligencia
llega a la afirmación de la existencia de Dios para poder explicar el hecho de
que las cosas que percibimos son. Las cosas no son causas de sí mismas y esto
exige a la inteligencia la afirmación de la existencia de Alguien que sea la
Primera Causa.
Causar es dar el ser, por tanto
la afirmación de la existencia de Dios, es la afirmación de Dios Creador, de
Dios como Plenitud del Ser. Como Plenitud del Ser no cabe pensar en Dios un antes
y un después, no está sometido al tiempo y al espacio. Es Eterno.
La inmortalidad de la alma
El hombre creado por Dios. Si se admite la
afirmación “Dios existe”, entonces hay que afirmar que todo lo natural que
existe en el universo es creación de Dios, en su origen y en su mantenimiento
en el ser. Como el hombre forma parte del universo, es también creación de
Dios.
El hombre dotado de alma. Se llama alma al
principio de la vida, a ese algo que hace que algunas cosas estén animadas, se
muevan por sí mismas. Las plantas tiene alma vegetativa, los animales alma
sensitiva; el hombre tiene alma racional. El hombre es el único ser viviente
del universo que tiene historia como actividad libre, que tiene cultura,
sentido del tiempo, anticipación de la muerte; el único viviente terreno que se
plantea cuestiones, que tiene dudas, que es capaz de heroísmos y de bajezas. El
hombre es el único animal capaz de reflexión, de volver sobre sus propios
actos, de interiorizar incluso su interioridad.
¿Por qué el alma humana es inmortal? Esto hay que
verlo desde el punto de vista de la fe. Los libros sagrados hablan de que Dios
crea al hombre a su imagen y semejanza. Pero Dios es sólo espíritu, no materia.
Luego la semejanza ha de estar en el espíritu, y el del hombre ha de ser
creado, sí, pero, a semejanza de Dios, inextinguible, inmortal.
La demostración racional ha sido
una cuestión difícil, históricamente hablando. Se tiene acceso a esa verdad
sólo por fe. Hay argumentos racionales:
-
Spinoza, un filósofo no cristiano, hizo notarla
dificultad que experimenta el hombre para pensarse no existente. Como si
hubiera en el hombre un instinto de perennidad.
-
Platón había hecho observar que el hombre con su
inteligencia conoce verdades inmateriales, como son la ideas; si el alma humana
es capaz de conocer lo inmaterial, ha de estar dotada de una naturaleza
inmaterial, es decir sin partes, por lo tanto no puede corromperse, no puede
des-componerse. Por eso el alma sigue cuando el cuerpo deja de funcionar.
-
Santo Tomás de Aquino escribió, que no es posible que
el deseo natural sea una mera ilusión; los seres racionales desean existir
eternamente. Luego su alma ha de conocer la eternizad; no morir.
La conciencia de la inmortalidad del alma es algo frágil
si no es sostenida por la fe.
Consecuencias sociales de la
cuestión de la inmortalidad del alma. Si el hombre es consciente de la
inmortalidad del alma, ha de advertir que su responsabilidad por los propios
actos no es algo que se agote en esta vida. Al que ha comenzado a existir le ha
sido concedida una existencia eterna. Esto es importante respecto a las
actuaciones morales, a la actitud ante el bien y el mal. Una buena acción será
buena toda la eternidad, lo mismo cabe decir de una acción mala.
Si se rechazan estas verdades, la
sociedad que se organiza adquiere determinadas características. No hay más
futuro que el de esta vida, por lo tanto el egoísmo podrá ser la regla general.
Los bienes más buscados serán los que se pueden consumir en esta vida: placer,
riquezas, renombre.
Cuando se destierra la afirmación
de la inmortalidad del alma es con frecuencia porque no se desea pensar en
responsabilidades post morten. Tanto el burgués conservador y agnóstico como el
revolucionario cuentan con el tiempo presente y con lo que pueden vivir. Cuando
la creencia estaba más generalizada existía la mentalidad de trabajar, de hacer
esfuerzos por el bien de las generaciones futuras. Esa mentalidad ha disminuido y se ha creado una actitud de
“corto plazo”.
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