La ética tiene
sentido si puede recomendar como mínimo, unos comportamientos como más
adecuados que otros, más verdaderos. Esto no sería posible si se sostuviera que
la verdad es algo solo y exclusivamente subjetivo. Por lo tanto y fundamental
cuestión que ha de tratarse es la de la posibilidad de la verdad.
La enseñanza del lenguaje común
Se llama verdad a
la
capacidad de que las cosas tienen de ser entendidas por una inteligencia en lo
que realmente son. Todo el que afirma algo, sino habla en broma, quiere dar con
una verdad. De hecho funcionamos continuamente con la verdad. Si algo molesta a
todo el mundo es ser engañado, que alguien nos presente lo falso como si fuera
lo verdadero.
Sabemos
también que conocer algo completamente, hasta en los últimos resquicios, es una
tarea difícil e interminable. Sabemos que las cosas son, pero ignoramos que
significa ser en toda su profundidad. El ser tiene caminos que nunca
pueden ser recorridos totalmente, y menos por una sola persona.
Unamos ahora
las dos reflexiones anteriores: por un lado contamos siempre con la verdad y
nos referimos a ella; por otro, se acaba de ver que la verdad completa, es
irecorrible. De ordinario llegamos a afirmar que existen grados más o menos
calculables de verdad. Hay cosas y situaciones con cuya verdad provisional y
contingente nos contentamos. Hay otras situaciones en las que no utilizamos el
concepto de verdad porque son temas que varían al gusto del consumidor.
La verificación o guión experimental
Hasta hace
poco tiempo se pensaba que la Ciencia daba con verdades definitivas e
irreformables. Pero la filosofía de la Ciencia ha echado por tierra esa
afirmación. Las ciencias experimentales avanzan entre incertidumbres, entre
provisionalidades. Las verdades provisionales no dejan de ser verdades. El
siglo XX es más modesto y quizás por esto más sabio: se da cuenta de que la
ciencia cuanto más crece, más preguntas plantea. El hecho de que los resultados
de las ciencias hayan sido y sean en muchos casos útiles a la humanidad no es
un criterio de verdad absoluta. En resumen: las ciencias llegan a verdades,
pero a verdades provisionales e incompletas.
Se conocen con
certeza muchas cosas en el ámbito de la geología, la biología, de la física, de
la química, como también en sus aplicaciones. Lo mismo ocurre en el ámbito de
las ciencias sociales, de la historia, de la economía, de la demografía, de la
sociología, de la antropología. Pero ya en esas ciencias se advierte el
carácter provisional e incompleto de las verdades. La historia por ejemplo es
un campo de continuas discusiones.
En el fondo,
funcionamos con el esquema de la verificación: algo nos parece verdadero cuando
la hipótesis puede ser confirmada o cuando algo puede soportar sin caer
intentos de demostrar su falsedad. Esa verificación ha tomado como modelo la
especial verificación de las ciencias experimentales, la tangibilidad. Algo
sería verdadero cuando podemos de algún modo realizar su verificación, cuando
damos con fenómenos tangibles.
Por otro lado
al hombre le suceden cosas que son importantes pero que no son verificables con
ese método experimental. Por ejemplo cuando se habla de la libertad, de la
justicia, de los valores. Cuando se trata de fenómenos que no tienen un soporte
material tangible, el único método posible es el de la filosofía, es decir, la
argumentación intelectual.
La verdad sobre los valores éticos
Ni siquiera en
las ciencias que más controlamos cabe hablar de verdades completas y perfectas,
por lo tanto más incompletas y más imperfectas serán las verdades en aquellos
temas que escapan a la tangibilidad. En contra de esa conclusión merece la pena
pensar:
a)
Que temas como la libertad, la inmortalidad del alma,
la existencia de Dios siguen preocupando al hombre como realidades de otro
orden, pero con las cuales algo habría que hacer.
b)
Que esos temas son tan cruciales, que de ellos dependen
actitudes y comportamientos que tienen repercusiones en casi todos los demás
ámbitos de la vida.
c)
Que resulta incongruente que, en todos los demás campos
se llegue a verdades y que en éste el camino esté vedado.
Si la verdad
es posible en muchos ámbitos de la experiencia humana, no se entiende por qué
la investigación se frenaría en un determinado punto y en problemas de mayor
envergadura. En cualquier caso, si se admite la libertad, la búsqueda de la
verdad será también una actividad libre. Está posición es válida si se refiere
a la libertad de la búsqueda de la verdad, pero no lo es si pretende que algo
pueda ser a la vez verdadero y falso. El relativismo, -“la verdad depende de
cada actitud, según como cada uno la vea”- no se sostiene. Si todo es relativo
ha de ser relativo el mismo relativismo y en ese caso se deja libre el camino
para la posibilidad del no-relativismo.
La afirmación
de que en existen verdades objetivas, aunque incompletas e imperfectas, permite
comprender lo que de verdad tiene el relativismo; es decir, permite darse
cuenta de que lo que se llama relativismo es en muchos casos, un nombre
equivocado para una verdad: que la búsqueda de la verdad es algo libre, que la
verdad no puede ser impuesta coactivamente.
En resumen:
a)
funcionamos con la posibilidad de la verdad en la casi
totalidad de la vida ordinaria;
b)
utilizamos el término y concepto de verdad en las
ciencias experimentales, al referirnos a la verificación de los fenómenos;
c)
se emplea también el término y el concepto de verdad en
las ciencia sociales, aunque con la salvedad de que son verdes sólo probables;
d)
el relativismo no puede ser toda la verdad, porque no
seria relativismo si no dejase la posibilidad abierta del no-relativismo.
Los problemas
se plantean con mayor claridad en las cuestiones morales es decir, en lo que
mira a lo que debe hacerse, en el sentido de la obligación. En el ámbito de la
vida individual con frecuencia la vida emotiva trae consigo una ofuscación de
la verdad o incluso su rechazo. En la vida social es corriente de que se
utilice el método mayoritario. Con ese método la verdad parece depender de la
relaciones entre mayoría y minoría y no habría por tanto, una verdad objetiva
sobre el hombre.
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