miércoles, 13 de agosto de 2014

LA VERDAD ES POSIBLE

La ética tiene sentido si puede recomendar como mínimo, unos comportamientos como más adecuados que otros, más verdaderos. Esto no sería posible si se sostuviera que la verdad es algo solo y exclusivamente subjetivo. Por lo tanto y fundamental cuestión que ha de tratarse es la de la posibilidad de la verdad.

La enseñanza del lenguaje común


Se llama verdad a
la capacidad de que las cosas tienen de ser entendidas por una inteligencia en lo que realmente son. Todo el que afirma algo, sino habla en broma, quiere dar con una verdad. De hecho funcionamos continuamente con la verdad. Si algo molesta a todo el mundo es ser engañado, que alguien nos presente lo falso como si fuera lo verdadero.
Sabemos también que conocer algo completamente, hasta en los últimos resquicios, es una tarea difícil e interminable. Sabemos que las cosas son, pero ignoramos que significa ser en toda su profundidad. El ser tiene caminos que nunca pueden ser recorridos totalmente, y menos por una sola persona.
Unamos ahora las dos reflexiones anteriores: por un lado contamos siempre con la verdad y nos referimos a ella; por otro, se acaba de ver que la verdad completa, es irecorrible. De ordinario llegamos a afirmar que existen grados más o menos calculables de verdad. Hay cosas y situaciones con cuya verdad provisional y contingente nos contentamos. Hay otras situaciones en las que no utilizamos el concepto de verdad porque son temas que varían al gusto del consumidor.

La verificación o guión experimental


Hasta hace poco tiempo se pensaba que la Ciencia daba con verdades definitivas e irreformables. Pero la filosofía de la Ciencia ha echado por tierra esa afirmación. Las ciencias experimentales avanzan entre incertidumbres, entre provisionalidades. Las verdades provisionales no dejan de ser verdades. El siglo XX es más modesto y quizás por esto más sabio: se da cuenta de que la ciencia cuanto más crece, más preguntas plantea. El hecho de que los resultados de las ciencias hayan sido y sean en muchos casos útiles a la humanidad no es un criterio de verdad absoluta. En resumen: las ciencias llegan a verdades, pero a verdades provisionales e incompletas.
Se conocen con certeza muchas cosas en el ámbito de la geología, la biología, de la física, de la química, como también en sus aplicaciones. Lo mismo ocurre en el ámbito de las ciencias sociales, de la historia, de la economía, de la demografía, de la sociología, de la antropología. Pero ya en esas ciencias se advierte el carácter provisional e incompleto de las verdades. La historia por ejemplo es un campo de continuas discusiones.
En el fondo, funcionamos con el esquema de la verificación: algo nos parece verdadero cuando la hipótesis puede ser confirmada o cuando algo puede soportar sin caer intentos de demostrar su falsedad. Esa verificación ha tomado como modelo la especial verificación de las ciencias experimentales, la tangibilidad. Algo sería verdadero cuando podemos de algún modo realizar su verificación, cuando damos con fenómenos tangibles.
Por otro lado al hombre le suceden cosas que son importantes pero que no son verificables con ese método experimental. Por ejemplo cuando se habla de la libertad, de la justicia, de los valores. Cuando se trata de fenómenos que no tienen un soporte material tangible, el único método posible es el de la filosofía, es decir, la argumentación intelectual.

La verdad sobre los valores éticos


Ni siquiera en las ciencias que más controlamos cabe hablar de verdades completas y perfectas, por lo tanto más incompletas y más imperfectas serán las verdades en aquellos temas que escapan a la tangibilidad. En contra de esa conclusión merece la pena pensar:
a)      Que temas como la libertad, la inmortalidad del alma, la existencia de Dios siguen preocupando al hombre como realidades de otro orden, pero con las cuales algo habría que hacer.
b)      Que esos temas son tan cruciales, que de ellos dependen actitudes y comportamientos que tienen repercusiones en casi todos los demás ámbitos de la vida.
c)      Que resulta incongruente que, en todos los demás campos se llegue a verdades y que en éste el camino esté vedado.

Si la verdad es posible en muchos ámbitos de la experiencia humana, no se entiende por qué la investigación se frenaría en un determinado punto y en problemas de mayor envergadura. En cualquier caso, si se admite la libertad, la búsqueda de la verdad será también una actividad libre. Está posición es válida si se refiere a la libertad de la búsqueda de la verdad, pero no lo es si pretende que algo pueda ser a la vez verdadero y falso. El relativismo, -“la verdad depende de cada actitud, según como cada uno la vea”- no se sostiene. Si todo es relativo ha de ser relativo el mismo relativismo y en ese caso se deja libre el camino para la posibilidad del no-relativismo.
La afirmación de que en existen verdades objetivas, aunque incompletas e imperfectas, permite comprender lo que de verdad tiene el relativismo; es decir, permite darse cuenta de que lo que se llama relativismo es en muchos casos, un nombre equivocado para una verdad: que la búsqueda de la verdad es algo libre, que la verdad no puede ser impuesta coactivamente.

En resumen:
a)      funcionamos con la posibilidad de la verdad en la casi totalidad de la vida ordinaria;
b)      utilizamos el término y concepto de verdad en las ciencias experimentales, al referirnos a la verificación de los fenómenos;
c)      se emplea también el término y el concepto de verdad en las ciencia sociales, aunque con la salvedad de que son verdes sólo probables;
d)     el relativismo no puede ser toda la verdad, porque no seria relativismo si no dejase la posibilidad abierta del no-relativismo.


Los problemas se plantean con mayor claridad en las cuestiones morales es decir, en lo que mira a lo que debe hacerse, en el sentido de la obligación. En el ámbito de la vida individual con frecuencia la vida emotiva trae consigo una ofuscación de la verdad o incluso su rechazo. En la vida social es corriente de que se utilice el método mayoritario. Con ese método la verdad parece depender de la relaciones entre mayoría y minoría y no habría por tanto, una verdad objetiva sobre el hombre.

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