Observaciones generales
Nuestro deseo sexual puede hacer que el otro sea
simplemente un objeto. Hay situaciones que por su propia naturaleza provocan
excitaciones sexuales (libros, revistas, películas) pero hay caso en que
nuestra actitud subjetiva hace deshonesta una situación normal.
El desnudo
Es el estadio primario del cuerpo
humano, sin significado propio, ya que es en función del contexto como el desnudo
toma valor.
Una persona normal no debe turbarse ante la vista de un compañero
desnudo del mismo sexo; igualmente la intimidad de la entrega en la vida
matrimonial permite el desnudo mutuo como expresión de la identificación
completa en el amor. Fuera de estos casos el hombre suele llegar al desnudo por
alguna de las siguientes razones:- En el caso de enfermedad (enfermo psicótico)
- Como expresión de una concepción de la vida:
naturismo-nudismo
- Como un elemento más del consumismo: pornografía
- Por perversión sexual: exhibicionismo
Desde el punto de vista histórico
el nudismo ha sido más o menos aceptado y combatido según las épocas. La
corriente judeo-cristiana le fue hostil, por ejemplo Adán y Eva: sienten
vergüenza de su desnudez (Gen. 3:7) sin embargo los primeros cristianos
realizaban el bautismo por inversión totalmente desnudos, y los griegos y los
romanos lo admitían en los estadios y baños públicos. Pablo VI manda tapar los
desnudos. Creó en conclusión que la bondad o maldad de un desnudo dependerán de
todo de la motivación. Que el desnudo integral no es intrínsecamente malo pero
tiene el inconveniente de hacer desaparecer una barrera muy útil para el
respeto mutuo. Si bien no hay que olvidar que la verdadera barrera protectora
no es el vestido que esconde la desnudez, sino el respeto y la confianza. No es
posible pro supuesto oponer desnudez y castidad porque se puede estar desnudo y
ser castos, o lo mismo estar vestido y ser lujurioso.
La pornografía
Los defensores de la pornografía
invocan el derecho en la libertad del arte. Es indudable que no siempre es
fácil distinguir entre el arte más o menos erótico, en el que también hay que
contar con la evolución y las costumbres, y la pornografía. La pornografía
consiste en retirar los actos sexuales de la intimidad de sus protagonistas
para exhibirlos entre terceras personas de manera deliberada. Ofende a la
castidad porque desnaturaliza el acto conyugal, don íntimo mutuo entre los
esposos. Cuando hablamos de pornografía
entendemos esas representaciones de lo sexual que intentan ante todo dar libre
paso a nuestros instintos para que sin estorbos ni barreras como el pudor,
provoquen en ellos excitaciones y sensaciones. La limitación al aspecto
instintivo nos empobrece y reduce nuestra libertad ya que la consideración del
sexo como simple objeto de consumo es perjudicial para el desarrollo y madurez
de la persona.
¿Qué efecto tiene la
pornografía?
Desde luego parece que no es
capaz de modificar la tendencia sexual de los adultos como por ejemplo hacer de
un heterosexual un homosexual pero si fortifica las tendencias ya existentes.
Lo que es especialmente peligroso en caso de perversión. Sus víctimas
principales son los sexualmente inmaduros de todas las edades, siendo en lo
referente a los jóvenes especialmente peligrosa para los de carácter inestable
y por ello incluso en los países en donde es legal, se debiera procurar
protegerles de ella. Y es que la responsabilidad pública de promover el bien
moral de los jóvenes debe llevarnos a no equiparar libertas con libertinaje.
Dado el volumen de la propaganda sexual
y de la pornografía, es inaplazable proporcionar a los menores una capacidad
crítica capaz de defender de cuanto pueda dañar su personalidad en la delicada
fase de maduración en la que se encuentran con objeto de evitar que sean
víctimas del tráfico sexual.
La pornografía como la droga
puede crear dependencia y empujar a la búsqueda de un material cada vez más
excitante y perverso. La probabilidad de adoptar comportamientos antisociales
crecerá en la medida en que se vaya dando este proceso. Desde el punto de vista
religioso el juicio es evidentemente muy negativo aunque la escritura no nos
hable de ello es evidente que uno de los efectos de la pornografía es el
pecado. La participación voluntaria en la producción y difusión de estos
productos nocivos han de ser considerados como un serio mal moral (Consejo
pontificio para las Comunicaciones Sociales Pornografía y Violencia). La razón
está en que la pornografía dificulta el proceso de humanización ya que se
interesa solamente por el sexo en su aspecto de satisfacción del instinto
siendo los otros solo medios para esta satisfacción y olvidando que la
sexualidad ha de vivirse como relación interpersonal responsable frente a los
demás que deben ser siempre un tú y nunca objetos.
Los espectáculos
El mirar serenamente sin malicia
nunca es impuro aunque sea sobre objetos que fortuitamente puedan ofender. La
inmoralidad de ciertos espectáculos no reside tanto en el peligro sexual que
encierra sino en la forma de enfrentarse como una persona simple objeto de interés
banal, lo único que interesa es lo que menos tiene de persona aquello que la
deja difuminada y transformada en un producto apetecible de la sociedad de
consumo.
Cine, teatro, radio y televisión
Su valor como instrumento de
cultura o más sencillamente de diversión o entretenimiento puede ser inmenso.
Pero especialmente las películas son unos de los factores que más contribuyen a
la erotización, sobre todo por medio de la protagonista que revela la forma y
técnica de caricias, besos y abrazos y desarrolla el mito del amor
todopoderoso. “ Los programas de mayor valor se dan en el contexto educativo
aquellos que formen a los jóvenes en una actitud crítica y en una capacidad de
discernimiento en el uso de los medios de comunicación social. De este modo los
jóvenes serán capaces a resistir a las manipulaciones y sabrás luchar contra
los hábitos meramente pasivos, en la escucha y visión de estos medios. Además
muchos indicios sugieren que la televisión aunque la mayoría de las veces se ve
en familia no contribuye a la unión familiar porque ofrece pocas oportunidades
para conversar juntos al absorber mucho tiempo impide realizar otras
actividades comunes.
El baile
El baile es ante todo para los
jóvenes una cosa natural expresión del amor al ritmo que experimentan casi
todos, facilita las relaciones chicos-chicas y es un motivo de entretenimiento,
pero también tiene sus peligros cuando no se realiza una serie de condiciones:
- Hora de volver a casa
- Exceso de alcohol
- Control de los camaradas con que uno se junta
- Elección de los bailes
- Falta de información sobre el ambiente real que hay
de ellos
Peca ciertamente en el baile
quien busca sobretodo el placer sexual, no respetando al otro ni a si mismo. Dado
que los jóvenes van a bailar, hay que procurar el que el baile se realice en
las mejoras condiciones posibles. La música que incita al placer sexual para
que sea un sana diversión y no una ocasión de pecado.
Playas y museos
El ambiente de las playas hace
que en lo que otros sitios pueda ser escandaloso en la playa no signifique
especial ocasión de peligro. La evolución habida en los trajes de baño que la
moral no debe regirse por centímetros de tela, sino por las categorías de
respeto y relación interpersonal, aún si hay que cuidar el modo como uno se
presenta las playas deben dominar la dimensiones de familias, legítimo descanso
y diversión.
En cambio en los museos lo
predominante ha de ser el valor cultural y artístico. Por ello podemos ver con
tranquilidad lo que ahí se exhibe aunque si nos sentimos morbosamente afectados
puede recomendársenos no detenernos ante los desnudos sino el tiempo necesario
por su valor artístico.
Lecturas
Puestos en valores culturales, es
absolutamente necesario leer si se quiere ser una persona culta, pero es
ciertamente malo leer escritos impuros y deshonestos con el fin de despertar la
sensualidad. Una persona limpia interrumpe la lectura emprendida si advierte
que ofende su pudor. Ante las revistas o folletos hay que seguir la misma norma
de no buscar lo sucio, pero tampoco escandalizarse por cualquier cosa. Ante los
libros que leen los adolescentes parece aconsejable discutirlos con ellos y
enseñarles a leer con sentido crítico.
Las conversaciones
Intentar seducir a otra persona
es pecado grave. Muchas veces se habla sin el debido respeto de asuntos
sexuales. Quien no sepa hablar de estas cosas con tacto y delicadeza debe saber
callarse y hacer lo posible para que no surjan conversaciones impúdicas; pero
sería mejor si se preocupara de conocer más la sexualidad como fuente de santidad
y vida cristiana para que cuando surjan conversaciones sobre estos temas esté
en grado de aportar su ayuda positiva.
El propio cuerpo
La persona es siempre un fin y
nunca un medio, lo que supone que hemos de amar y respetar a ese componente
esencial de la persona que es el cuerpo, tanto el nuestro como el de los demás.
Toda persona normal ha se saber respetar su propio cuerpo. El manipuleo
innecesario de las regiones sexuales es deshonesto, en cuanto nos acerca a la
masturbación.
El respeto y la honestidad exigen
que se guarde la distancia conveniente con el cuerpo de las demás personas.
Las perversiones sexuales
Suponen una alteración
cualitativa de la persona humana, cuya sexualidad viene a perder así su
significado biológico de medio apto para la reproducción y el psicológico de
comunión afectiva y de recíproco enriquecimiento entre dos personas de sexo
diverso. Intentan conseguir la satisfacción sexual genital bajo unas
determinadas circunstancias que suponen un fallo en el desarrollo de la sexualidad
debido a causas constitucionales como psicosociales, si bien parece han de ser
consideradas esencialmente como enfermedades.
Se ha supuesto que la causa de la
conducta sexual anómala podía radicar en la constitución del individuo y aunque
en ciertos casos influyen trastornos endocrinos e intelectuales, en la mayoría
de ellos sería en la capacidad de dominar las tendencias a la perversidad, que
en mayor o menor grado se dan en todos.
Los psicoanalistas tienden a
valorar como causa los traumas de la infancia. Los psicólogos antropólogos dan
más importancia a la acción prolongada del ambiente más que a una sola
experiencia por traumática que sea. Esta claro en todo caso que la sexualidad
inmadura es la base indispensable de la perversión.
No es cierto que las perversiones
sean incurables, pero sí que son muy difícilmente curables. En el perverso la
pulsión se expresa abiertamente sin ninguna resistencia del yo ya que el
paciente se encuentra en armonía con su perversión que es la fuente de las
sensaciones placenteras que es capaz de sentir. Es muy importante el deseo de
curarse del paciente por lo que se debe animar a estas personas a seguir un
tratamiento psiquiátrico. Por supuesto se debe reaccionar ante estos problemas
con gran comprensión y caridad venciendo la repugnancia que estas
conductas pueden inspirarnos.
Bestialidad
Este pecado se realiza efectuando
la unión sexual con una bestia (perro, oveja, etc). Es una acto antinatural y
contra la dignidad de la persona. No es excesivamente rara entre pastores y
campesinos pues su causa es a menudo el simple desahogo sexual.
Sadismo y masoquismo
Es sadismo es la
inclinación a la satisfacción sexual a través de infligir a los demás dolor,
sea físico, sea psíquico. Puede ser considerado como una exaltación patológica
de la voluntad de dominio y de la agresividad, o según la concepción
psicoanalítica como el permanecer del sujeto adulto en el egoísmo y crueldad
que se observan en la edad infantil.
El masoquismo es lo mismo,
pero infligiéndose a sí mismo el dolor, consistiendo su esencia en la sumisión
completa y absoluta a la persona amada de la que se acepta y desea cualquier
insulto y dolor.
El voyerismo
Es la excitación sexual que viene
determinada por la visión de personas desnudas o contempladas en el acto de
desvestirse. Una de sus formas más conocidas es el streaptease, que aunque en
la mayoría de casos no es una autentica perversión, sí supone una desviación
del instinto sexual normal al sobre valorar el sentido de la vista.
El exhibicionismo
Consiste en la necesidad de
mostrar los órganos genitales u otras partes del cuerpo, que en la sexualidad
normal o patológica tienen valor erótico. El elemento psicológico más frecuente
es la defensa contra la impotencia o la culpabilidad sexual asustando a los otros
por la exhibición de los órganos sexuales: es un sadismo demostrativo.
El fetichismo
Sólo consigue la excitación
sexual a través del estímulo de un objeto o fetiche. Los objetos fetichistas
más frecuentes son ropa interior o zapatos, botas o adornos de mujer, pues es
un fenómeno casi exclusivamente masculino. La persona del otro pasa a segundo
plano mientras el objeto asume una importancia preponderante y se hace
indispensable para alcanzar la tensión erótica y conseguir el orgasmo. Es por
tanto una manera de disminuir y despreciar al otro en la relación sexual,
debido a la evocación de una impresión traumatizante recibida en la infancia y
vengándose en el socio de hoy con un egoísmo a la vez narcisista y agresivo.
Provoca sentimientos de humillación y culpa y decepción o resentimiento en la
pareja.
Valoración moral de los actos contra la castidad
Dice la declaración “Persona
Humana”: “Según la tradición cristiana y la doctrina de la Iglesia, y como
también lo reconoce la recta razón, el orden moral de la sexualidad comporta
para la vida humana valores tan elevados que toda violación directa de este
orden es objetivamente grave”.
Para que la valoración moral del
comportamiento sexual resulte adecuada, ha de hacer justicia a diversos
factores extremadamente complejos:
a)
ha de reconocer los aspectos objetivo y subjetivo del
comportamiento humano como indispensables para el genuino juicio moral
b)
ha de reconocer la complejidad y la unidad radical de
la naturaleza sexual de la persona humana, integrando y armonizando la
dimensión intrapersonal con la
interpersonal
c)
la ley evangélica del amor ha de guiar los
comportamientos y expresiones sexuales, que deben realizar ciertos valores
conducentes al desarrollo y a la integración personal.
d)
La moralidad o inmoralidad radicales de cualquier acto
o expresión sexual está también en el respeto o falta de respeto que evidencia
hacia si o hacia la otra persona.
El confesor debe abstenerse de
exigir en esta materia la integridad material de la confesión. Es en este
sacramento donde hay que guardar recato al hablar de estas cuestiones. No debe
el confesor obligar a una integridad material falsamente entendida que falte al
tacto y delicadeza exigibles. No hay que confundir la confesión con una
narración pornográfica. Las preguntas han de ser genéricas y susceptibles de
respuestas breves y correctas. Ha de evitar colocarse ante la imaginación los
pecados concretos porque con ello se provocarían inquietudes y tentaciones.
Más que el conocimiento preciso
de si hubo pecado grave o leve importa arrepentirse inmediatamente, levantarse
y abandonar el pecado.
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