domingo, 31 de mayo de 2015

PROBLEMAS DEL AMBIENTE SEXUAL Y SUS PERVERSIONES

Observaciones generales

Nuestro deseo sexual puede hacer que el otro sea simplemente un objeto. Hay situaciones que por su propia naturaleza provocan excitaciones sexuales (libros, revistas, películas) pero hay caso en que nuestra actitud subjetiva hace deshonesta una situación normal.

El desnudo

Es el estadio primario del cuerpo humano, sin significado propio, ya que es en función del contexto como el desnudo toma valor.
Una persona normal no debe turbarse ante la vista de un compañero desnudo del mismo sexo; igualmente la intimidad de la entrega en la vida matrimonial permite el desnudo mutuo como expresión de la identificación completa en el amor. Fuera de estos casos el hombre suele llegar al desnudo por alguna de las siguientes razones:
  1. En el caso de enfermedad (enfermo psicótico)
  2. Como expresión de una concepción de la vida: naturismo-nudismo
  3. Como un elemento más del consumismo: pornografía
  4. Por perversión sexual: exhibicionismo

Desde el punto de vista histórico el nudismo ha sido más o menos aceptado y combatido según las épocas. La corriente judeo-cristiana le fue hostil, por ejemplo Adán y Eva: sienten vergüenza de su desnudez (Gen. 3:7) sin embargo los primeros cristianos realizaban el bautismo por inversión totalmente desnudos, y los griegos y los romanos lo admitían en los estadios y baños públicos. Pablo VI manda tapar los desnudos. Creó en conclusión que la bondad o maldad de un desnudo dependerán de todo de la motivación. Que el desnudo integral no es intrínsecamente malo pero tiene el inconveniente de hacer desaparecer una barrera muy útil para el respeto mutuo. Si bien no hay que olvidar que la verdadera barrera protectora no es el vestido que esconde la desnudez, sino el respeto y la confianza. No es posible pro supuesto oponer desnudez y castidad porque se puede estar desnudo y ser castos, o lo mismo estar vestido y ser lujurioso.

La pornografía

Los defensores de la pornografía invocan el derecho en la libertad del arte. Es indudable que no siempre es fácil distinguir entre el arte más o menos erótico, en el que también hay que contar con la evolución y las costumbres, y la pornografía. La pornografía consiste en retirar los actos sexuales de la intimidad de sus protagonistas para exhibirlos entre terceras personas de manera deliberada. Ofende a la castidad porque desnaturaliza el acto conyugal, don íntimo mutuo entre los esposos. Cuando  hablamos de pornografía entendemos esas representaciones de lo sexual que intentan ante todo dar libre paso a nuestros instintos para que sin estorbos ni barreras como el pudor, provoquen en ellos excitaciones y sensaciones. La limitación al aspecto instintivo nos empobrece y reduce nuestra libertad ya que la consideración del sexo como simple objeto de consumo es perjudicial para el desarrollo y madurez de la persona.


¿Qué efecto tiene la pornografía?
Desde luego parece que no es capaz de modificar la tendencia sexual de los adultos como por ejemplo hacer de un heterosexual un homosexual pero si fortifica las tendencias ya existentes. Lo que es especialmente peligroso en caso de perversión. Sus víctimas principales son los sexualmente inmaduros de todas las edades, siendo en lo referente a los jóvenes especialmente peligrosa para los de carácter inestable y por ello incluso en los países en donde es legal, se debiera procurar protegerles de ella. Y es que la responsabilidad pública de promover el bien moral de los jóvenes debe llevarnos a no equiparar libertas con libertinaje.
Dado el volumen de la propaganda sexual y de la pornografía, es inaplazable proporcionar a los menores una capacidad crítica capaz de defender de cuanto pueda dañar su personalidad en la delicada fase de maduración en la que se encuentran con objeto de evitar que sean víctimas del tráfico sexual.
La pornografía como la droga puede crear dependencia y empujar a la búsqueda de un material cada vez más excitante y perverso. La probabilidad de adoptar comportamientos antisociales crecerá en la medida en que se vaya dando este proceso. Desde el punto de vista religioso el juicio es evidentemente muy negativo aunque la escritura no nos hable de ello es evidente que uno de los efectos de la pornografía es el pecado. La participación voluntaria en la producción y difusión de estos productos nocivos han de ser considerados como un serio mal moral (Consejo pontificio para las Comunicaciones Sociales Pornografía y Violencia). La razón está en que la pornografía dificulta el proceso de humanización ya que se interesa solamente por el sexo en su aspecto de satisfacción del instinto siendo los otros solo medios para esta satisfacción y olvidando que la sexualidad ha de vivirse como relación interpersonal responsable frente a los demás que deben ser siempre un tú y nunca objetos.

Los espectáculos

El mirar serenamente sin malicia nunca es impuro aunque sea sobre objetos que fortuitamente puedan ofender. La inmoralidad de ciertos espectáculos no reside tanto en el peligro sexual que encierra sino en la forma de enfrentarse como una persona simple objeto de interés banal, lo único que interesa es lo que menos tiene de persona aquello que la deja difuminada y transformada en un producto apetecible de la sociedad de consumo.

Cine, teatro, radio y televisión

Su valor como instrumento de cultura o más sencillamente de diversión o entretenimiento puede ser inmenso. Pero especialmente las películas son unos de los factores que más contribuyen a la erotización, sobre todo por medio de la protagonista que revela la forma y técnica de caricias, besos y abrazos y desarrolla el mito del amor todopoderoso. “ Los programas de mayor valor se dan en el contexto educativo aquellos que formen a los jóvenes en una actitud crítica y en una capacidad de discernimiento en el uso de los medios de comunicación social. De este modo los jóvenes serán capaces a resistir a las manipulaciones y sabrás luchar contra los hábitos meramente pasivos, en la escucha y visión de estos medios. Además muchos indicios sugieren que la televisión aunque la mayoría de las veces se ve en familia no contribuye a la unión familiar porque ofrece pocas oportunidades para conversar juntos al absorber mucho tiempo impide realizar otras actividades comunes.


El baile

El baile es ante todo para los jóvenes una cosa natural expresión del amor al ritmo que experimentan casi todos, facilita las relaciones chicos-chicas y es un motivo de entretenimiento, pero también tiene sus peligros cuando no se realiza una serie de condiciones:
  1. Hora de volver a casa
  2. Exceso de alcohol
  3. Control de los camaradas con que uno se junta
  4. Elección de los bailes
  5. Falta de información sobre el ambiente real que hay de ellos

Peca ciertamente en el baile quien busca sobretodo el placer sexual, no respetando al otro ni a si mismo. Dado que los jóvenes van a bailar, hay que procurar el que el baile se realice en las mejoras condiciones posibles. La música que incita al placer sexual para que sea un sana diversión y no una ocasión de pecado.

Playas y museos

El ambiente de las playas hace que en lo que otros sitios pueda ser escandaloso en la playa no signifique especial ocasión de peligro. La evolución habida en los trajes de baño que la moral no debe regirse por centímetros de tela, sino por las categorías de respeto y relación interpersonal, aún si hay que cuidar el modo como uno se presenta las playas deben dominar la dimensiones de familias, legítimo descanso y diversión.
En cambio en los museos lo predominante ha de ser el valor cultural y artístico. Por ello podemos ver con tranquilidad lo que ahí se exhibe aunque si nos sentimos morbosamente afectados puede recomendársenos no detenernos ante los desnudos sino el tiempo necesario por su valor artístico.

Lecturas

Puestos en valores culturales, es absolutamente necesario leer si se quiere ser una persona culta, pero es ciertamente malo leer escritos impuros y deshonestos con el fin de despertar la sensualidad. Una persona limpia interrumpe la lectura emprendida si advierte que ofende su pudor. Ante las revistas o folletos hay que seguir la misma norma de no buscar lo sucio, pero tampoco escandalizarse por cualquier cosa. Ante los libros que leen los adolescentes parece aconsejable discutirlos con ellos y enseñarles a leer con sentido crítico.

Las conversaciones

Intentar seducir a otra persona es pecado grave. Muchas veces se habla sin el debido respeto de asuntos sexuales. Quien no sepa hablar de estas cosas con tacto y delicadeza debe saber callarse y hacer lo posible para que no surjan conversaciones impúdicas; pero sería mejor si se preocupara de conocer más la sexualidad como fuente de santidad y vida cristiana para que cuando surjan conversaciones sobre estos temas esté en grado de aportar su ayuda positiva.

El propio cuerpo

La persona es siempre un fin y nunca un medio, lo que supone que hemos de amar y respetar a ese componente esencial de la persona que es el cuerpo, tanto el nuestro como el de los demás. Toda persona normal ha se saber respetar su propio cuerpo. El manipuleo innecesario de las regiones sexuales es deshonesto, en cuanto nos acerca a la masturbación.
El respeto y la honestidad exigen que se guarde la distancia conveniente con el cuerpo de las demás personas.

Las perversiones sexuales

Suponen una alteración cualitativa de la persona humana, cuya sexualidad viene a perder así su significado biológico de medio apto para la reproducción y el psicológico de comunión afectiva y de recíproco enriquecimiento entre dos personas de sexo diverso. Intentan conseguir la satisfacción sexual genital bajo unas determinadas circunstancias que suponen un fallo en el desarrollo de la sexualidad debido a causas constitucionales como psicosociales, si bien parece han de ser consideradas esencialmente como enfermedades.
Se ha supuesto que la causa de la conducta sexual anómala podía radicar en la constitución del individuo y aunque en ciertos casos influyen trastornos endocrinos e intelectuales, en la mayoría de ellos sería en la capacidad de dominar las tendencias a la perversidad, que en mayor o menor grado se dan en todos.
Los psicoanalistas tienden a valorar como causa los traumas de la infancia. Los psicólogos antropólogos dan más importancia a la acción prolongada del ambiente más que a una sola experiencia por traumática que sea. Esta claro en todo caso que la sexualidad inmadura es la base indispensable de la perversión.
No es cierto que las perversiones sean incurables, pero sí que son muy difícilmente curables. En el perverso la pulsión se expresa abiertamente sin ninguna resistencia del yo ya que el paciente se encuentra en armonía con su perversión que es la fuente de las sensaciones placenteras que es capaz de sentir. Es muy importante el deseo de curarse del paciente por lo que se debe animar a estas personas a seguir un tratamiento psiquiátrico. Por supuesto se debe reaccionar ante estos problemas con gran comprensión y caridad venciendo la repugnancia que estas conductas  pueden inspirarnos.

Bestialidad

Este pecado se realiza efectuando la unión sexual con una bestia (perro, oveja, etc). Es una acto antinatural y contra la dignidad de la persona. No es excesivamente rara entre pastores y campesinos pues su causa es a menudo el simple desahogo sexual.

Sadismo y masoquismo

Es sadismo es la inclinación a la satisfacción sexual a través de infligir a los demás dolor, sea físico, sea psíquico. Puede ser considerado como una exaltación patológica de la voluntad de dominio y de la agresividad, o según la concepción psicoanalítica como el permanecer del sujeto adulto en el egoísmo y crueldad que se observan en la edad infantil.
El masoquismo es lo mismo, pero infligiéndose a sí mismo el dolor, consistiendo su esencia en la sumisión completa y absoluta a la persona amada de la que se acepta y desea cualquier insulto y dolor.

El voyerismo

Es la excitación sexual que viene determinada por la visión de personas desnudas o contempladas en el acto de desvestirse. Una de sus formas más conocidas es el streaptease, que aunque en la mayoría de casos no es una autentica perversión, sí supone una desviación del instinto sexual normal al sobre valorar el sentido de la vista.

El exhibicionismo

Consiste en la necesidad de mostrar los órganos genitales u otras partes del cuerpo, que en la sexualidad normal o patológica tienen valor erótico. El elemento psicológico más frecuente es la defensa contra la impotencia o la culpabilidad sexual asustando a los otros por la exhibición de los órganos sexuales: es un sadismo demostrativo.

El fetichismo

Sólo consigue la excitación sexual a través del estímulo de un objeto o fetiche. Los objetos fetichistas más frecuentes son ropa interior o zapatos, botas o adornos de mujer, pues es un fenómeno casi exclusivamente masculino. La persona del otro pasa a segundo plano mientras el objeto asume una importancia preponderante y se hace indispensable para alcanzar la tensión erótica y conseguir el orgasmo. Es por tanto una manera de disminuir y despreciar al otro en la relación sexual, debido a la evocación de una impresión traumatizante recibida en la infancia y vengándose en el socio de hoy con un egoísmo a la vez narcisista y agresivo. Provoca sentimientos de humillación y culpa y decepción o resentimiento en la pareja.

Valoración moral de los actos contra la castidad

Dice la declaración “Persona Humana”: “Según la tradición cristiana y la doctrina de la Iglesia, y como también lo reconoce la recta razón, el orden moral de la sexualidad comporta para la vida humana valores tan elevados que toda violación directa de este orden es objetivamente grave”.
Para que la valoración moral del comportamiento sexual resulte adecuada, ha de hacer justicia a diversos factores extremadamente complejos:
a)      ha de reconocer los aspectos objetivo y subjetivo del comportamiento humano como indispensables para el genuino juicio moral
b)      ha de reconocer la complejidad y la unidad radical de la naturaleza sexual de la persona humana, integrando y armonizando la dimensión intrapersonal  con la interpersonal
c)      la ley evangélica del amor ha de guiar los comportamientos y expresiones sexuales, que deben realizar ciertos valores conducentes al desarrollo y a la integración personal.
d)     La moralidad o inmoralidad radicales de cualquier acto o expresión sexual está también en el respeto o falta de respeto que evidencia hacia si o hacia la otra persona.
El confesor debe abstenerse de exigir en esta materia la integridad material de la confesión. Es en este sacramento donde hay que guardar recato al hablar de estas cuestiones. No debe el confesor obligar a una integridad material falsamente entendida que falte al tacto y delicadeza exigibles. No hay que confundir la confesión con una narración pornográfica. Las preguntas han de ser genéricas y susceptibles de respuestas breves y correctas. Ha de evitar colocarse ante la imaginación los pecados concretos porque con ello se provocarían inquietudes y tentaciones.

Más que el conocimiento preciso de si hubo pecado grave o leve importa arrepentirse inmediatamente, levantarse y abandonar el pecado.

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