LA PERSONA
HUMANA
1.
Objetos y personas
Las cosas son objetos; los hombres son sujetos
personales. No es correcto plantear la pregunta: ¿Qué es el hombre?, sino
¿Quién es el hombre?, porque el hombre no es un objeto, una cosa, algo que se
fabrica o produce. Es un sujeto personal, único e irrepetible. Los derechos y
los deberes son de los sujetos personales, no de los objetos.
2.
El hombre es un ser
material y espiritual
El hombre es un organismo vivo, por tanto es un conjunto
de materia formado por átomos y moléculas. Pertenece al mundo visible y es
cuerpo entre los cuerpos. Ocupa un espacio y vive en un tiempo determinado.
Puede ser medido y pesado.
Sus células y órganos se pueden contar y analizar con
el microscopio. Nace crece y se desarrolla, pero sin que cambie la identidad en
el tiempo; es la misma e idéntica persona durante toda la vida. Esta sujeto a
las leyes de la materia orgánica y no puede evitar la enfermedad ni la muerte.
Al organismo material lo llamamos “cuerpo humano”. Este cuerpo es el primer
dato de la identidad y diversidad de los otros hombres. Por tanto el hombre es un ser material.
Entre los actos que el hombre desarrolla algunos son
causados directamente por el cuerpo: alimentarse, desplazarse, ver, tocar.
Estos actos son concretos, particulares, materiales; podemos medirlos. Otros
por el contrario no dependen directamente del cuerpo; algunos comportamientos
requieren otro tipo de actos, como pensar, querer, elegir, angustiarse,
compadecerse. Con el pensamiento el hombre hace “ideas” abstractas,
universales, inmateriales. Estas ideas no tienen tiempo, no ocupan espacio, no
pueden ser pesadas ni medidas.
Con las ideas abstractas hacemos juicios y
razonamientos; a partir de la observación de la naturaleza, formula leyes
generales. Ideas, juicios y razonamientos emplean un lenguaje; el hombre habla.
El hablar es una característica específicamente humana. Los animales se
comunican con los de su especie, pero no hablan. El lenguaje animal usa señales
fijas e inmutables en todo el mundo y en todas las épocas. En cambio el
lenguaje humano cambia de pueblo a pueblo, de época a época.
Asimismo, el hombre ama y el amor no pesa, no ocupa
espacio, no puede ser medido; no por eso es menos real que algo que toco o veo.
La capacidad de amar no tiene “espacio limitado”, se puede amar siempre mejor y
más, sin tener que liberar espacio.
Cada uno tiene la capacidad de hacer elecciones
libres. Después de la decisión nos sentimos responsables, dignos de alabanza o
de reproche. Los actos de libertad se confrontan con el valor moral; de este
modo las elecciones son buenas o malas.
Todos estos actos suponen y requieren en el hombre una
fuerza-capacidad cualitativamente diferente de la materia: abstracta, universal
e inmaterial. Puesto que estos actos son espirituales, es decir, no reducibles
a las nociones espaciotemporales, dicha capacidad es llamada espíritu o alma
espiritual. A diferencia de la materia, la existencia del alma no puede
demostrarse científicamente porque no es una realidad empírica; pero tampoco
podrá negarse científicamente. La prueba y demostración será racional, de
acuerdo con la lógica y exigencias de nuestra racionalidad. Nuestra
racionalidad exige que todo efecto tenga una causa adecuada; es decir el efecto
no puede ser superior a la causa. Si hay en nosotros actos no materiales, tiene
que haber también una causa no material. El
hombre es un ser espiritual.
3.
La persona humana
La persona es una
unidad sustancial compuesta por el cuerpo material y alma espiritual. La unión
es tal que uno no existe sin la otra. Se trata de una unión vital, sustancial,
no funcional. El cuerpo es cuerpo humano porque está presente el alma, y el
alma es alma humana porque vivifica un cuerpo.
La persona humana
es un sujeto individual racional:
Es un sujeto, alguien que
pertenece a sí mismo, que existe en sí y por sí y no en relación o con
dependencia de otro. Ser sujeto personal es tener valor propio. Ser sujeto
personal es la condición real de la presencia de determinadas capacidades, del
ejercicio de ciertas operaciones y la manifestación exterior de comportamientos
precisos; siempre es el mismo e idéntico individuo, a pesar de los cambios.
Es un individuo que posee una
unidad interna en sí mismo y es diferente de los otros. Como individuo, la
persona se distingue numérica y cualitativamente de los demás: cada persona es
única e irrepetible. Todo hombre es singular, inconfundible, insustituible,
irrepetible, único.
Es un ser racional, no solo
porque hace actos racionales sino porque su ser es espiritual. La
“racionalidad” no es un acto que la persona hace, sino un modo de ser.
“Racional” indica todas las capacidades superiores del hombre (inteligencia,
amor, sentimientos, moralidad, religiosidad…). No se requiere que la
racionalidad este presente como operación en el acto, sino que es suficiente
que esté presente como capacidad esencial. Que la persona se nos presenta por
las manifestaciones de la racionalidad es verdad, pero no se puede afirmar con
verdad que no hay persona donde todavía no se dan manifestaciones de la
persona. Un individuo no es persona porque se manifiesta como tal, sino que se
manifiesta así porque es persona. Un perro no es perro porque ladra, más bien
ladra porque es perro. Cuando vemos un individuo que pertenece a la especie
humana, entiendo que tiene la “naturaleza humana”. Este ser que tiene
naturaleza humana, naturaleza racional, es una persona.
El ser persona
pertenece al orden ontológico, por tanto, la persona o es o no es; el estatuto
personal no se adquiere o disminuye gradualmente, sino que es un acontecimiento
instantáneo y una condición radical. No se es más o menos persona, no se es
“prepersona” o “pospersona” o “subpersona”; o se es persona o no se es persona.
La persona coincide
con el ser humano: unidad de cuerpo y alma. Todos los hombres tiene la misma
dignidad, aunque de repente, no tienen todavía o ya no tienen la posibilidad de
manifestar algunas de sus facultades.
Con “persona
humana” se indica todo lo que es especifico del hombre, lo que lo diferencia de
los otros seres, en cuanto funda la dignidad y los derechos y existe en un
individuo concreto. La “personalidad” expresa la progresiva manifestación de
las características de la persona, las mismas que le permiten alcanzar el
desarrollo gracias a factores sociales, psicológicos y morales.
La persona tiene
valor y dignidad absolutos. El concepto de persona expresa lo más perfecto que
hay en toda la creación. Al concepto de persona va ligado intrínsecamente el de
dignidad y valor. La razón fundante del valor y dignidad está en el hecho de
que la persona humana goza de una interioridad que la constituye como sujeto y
la abre al absoluto y, por tanto, es fin en sí misma; esto hace que posea una
inviolabilidad y derechos-deberes fundamentales. El valor eminente de la
persona, su dignidad y su no disponibilidad a ser medio o instrumento para
otro, se basa en la apertura por la que el espíritu es espíritu; por tanto, en
el hecho de que el hombre no es solo materia, sino también espíritu, o mejor es
un espíritu encarnado.
4.
Origen del cuerpo y del alma
El origen del
cuerpo está bien documentado por la ciencia. Tiene lugar en el cigoto, una vez
fusionados el espermatozoide masculino y el ovulo femenino. Esta célula que se
nos presenta como un nuevo ser humano, que empieza su propio ciclo vital, es el
principio de un nuevo y original cuerpo humano.
El origen del alma
humana no puede documentarse científicamente pero tampoco desmentirse, porque
es una realidad espiritual. Como tal no puede provenir de la materia. Tampoco
puede tener origen en el alma de los padres. Queda una respuesta no documentada
científicamente, pero si racionalmente probada: el alma espiritual de cada ser
humano es creada directamente por Dios en el momento mismo de su concepción.
Quien ha proyectado al hombre como una unidad de cuerpo y alma, o sea Dios, se
sirve de la materia para formar lo que es material; la realidad espiritual, en
cambio, es la huella directa de Dios en el hombre.
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