jueves, 7 de mayo de 2015

SEMINARIO DE INVESTIGACIÓN DE BIOÉTICA: LA PERSONA HUMANA

LA PERSONA HUMANA
1.        Objetos y personas
Las cosas son objetos; los hombres son sujetos personales. No es correcto plantear la pregunta: ¿Qué es el hombre?, sino ¿Quién es el hombre?, porque el hombre no es un objeto, una cosa, algo que se fabrica o produce. Es un sujeto personal, único e irrepetible. Los derechos y los deberes son de los sujetos personales, no de los objetos.
2.        El hombre es un ser material y espiritual
El hombre es un organismo vivo, por tanto es un conjunto de materia formado por átomos y moléculas. Pertenece al mundo visible y es cuerpo entre los cuerpos. Ocupa un espacio y vive en un tiempo determinado. Puede ser medido y pesado.

Sus células y órganos se pueden contar y analizar con el microscopio. Nace crece y se desarrolla, pero sin que cambie la identidad en el tiempo; es la misma e idéntica persona durante toda la vida. Esta sujeto a las leyes de la materia orgánica y no puede evitar la enfermedad ni la muerte. Al organismo material lo llamamos “cuerpo humano”. Este cuerpo es el primer dato de la identidad y diversidad de los otros hombres. Por tanto el hombre es un ser material.
Entre los actos que el hombre desarrolla algunos son causados directamente por el cuerpo: alimentarse, desplazarse, ver, tocar. Estos actos son concretos, particulares, materiales; podemos medirlos. Otros por el contrario no dependen directamente del cuerpo; algunos comportamientos requieren otro tipo de actos, como pensar, querer, elegir, angustiarse, compadecerse. Con el pensamiento el hombre hace “ideas” abstractas, universales, inmateriales. Estas ideas no tienen tiempo, no ocupan espacio, no pueden ser pesadas ni medidas.
Con las ideas abstractas hacemos juicios y razonamientos; a partir de la observación de la naturaleza, formula leyes generales. Ideas, juicios y razonamientos emplean un lenguaje; el hombre habla. El hablar es una característica específicamente humana. Los animales se comunican con los de su especie, pero no hablan. El lenguaje animal usa señales fijas e inmutables en todo el mundo y en todas las épocas. En cambio el lenguaje humano cambia de pueblo a pueblo, de época a época.
Asimismo, el hombre ama y el amor no pesa, no ocupa espacio, no puede ser medido; no por eso es menos real que algo que toco o veo. La capacidad de amar no tiene “espacio limitado”, se puede amar siempre mejor y más, sin tener que liberar espacio.
Cada uno tiene la capacidad de hacer elecciones libres. Después de la decisión nos sentimos responsables, dignos de alabanza o de reproche. Los actos de libertad se confrontan con el valor moral; de este modo las elecciones son buenas o malas.
Todos estos actos suponen y requieren en el hombre una fuerza-capacidad cualitativamente diferente de la materia: abstracta, universal e inmaterial. Puesto que estos actos son espirituales, es decir, no reducibles a las nociones espaciotemporales, dicha capacidad es llamada espíritu o alma espiritual. A diferencia de la materia, la existencia del alma no puede demostrarse científicamente porque no es una realidad empírica; pero tampoco podrá negarse científicamente. La prueba y demostración será racional, de acuerdo con la lógica y exigencias de nuestra racionalidad. Nuestra racionalidad exige que todo efecto tenga una causa adecuada; es decir el efecto no puede ser superior a la causa. Si hay en nosotros actos no materiales, tiene que haber también una causa no material. El hombre es un ser espiritual.
3.        La persona humana
La persona es una unidad sustancial compuesta por el cuerpo material y alma espiritual. La unión es tal que uno no existe sin la otra. Se trata de una unión vital, sustancial, no funcional. El cuerpo es cuerpo humano porque está presente el alma, y el alma es alma humana porque vivifica un cuerpo.
La persona humana es un sujeto individual racional:
Es un sujeto, alguien que pertenece a sí mismo, que existe en sí y por sí y no en relación o con dependencia de otro. Ser sujeto personal es tener valor propio. Ser sujeto personal es la condición real de la presencia de determinadas capacidades, del ejercicio de ciertas operaciones y la manifestación exterior de comportamientos precisos; siempre es el mismo e idéntico individuo, a pesar de los cambios.
Es un individuo que posee una unidad interna en sí mismo y es diferente de los otros. Como individuo, la persona se distingue numérica y cualitativamente de los demás: cada persona es única e irrepetible. Todo hombre es singular, inconfundible, insustituible, irrepetible, único.
Es un ser racional, no solo porque hace actos racionales sino porque su ser es espiritual. La “racionalidad” no es un acto que la persona hace, sino un modo de ser. “Racional” indica todas las capacidades superiores del hombre (inteligencia, amor, sentimientos, moralidad, religiosidad…). No se requiere que la racionalidad este presente como operación en el acto, sino que es suficiente que esté presente como capacidad esencial. Que la persona se nos presenta por las manifestaciones de la racionalidad es verdad, pero no se puede afirmar con verdad que no hay persona donde todavía no se dan manifestaciones de la persona. Un individuo no es persona porque se manifiesta como tal, sino que se manifiesta así porque es persona. Un perro no es perro porque ladra, más bien ladra porque es perro. Cuando vemos un individuo que pertenece a la especie humana, entiendo que tiene la “naturaleza humana”. Este ser que tiene naturaleza humana, naturaleza racional, es una persona.
El ser persona pertenece al orden ontológico, por tanto, la persona o es o no es; el estatuto personal no se adquiere o disminuye gradualmente, sino que es un acontecimiento instantáneo y una condición radical. No se es más o menos persona, no se es “prepersona” o “pospersona” o “subpersona”; o se es persona o no se es persona.
La persona coincide con el ser humano: unidad de cuerpo y alma. Todos los hombres tiene la misma dignidad, aunque de repente, no tienen todavía o ya no tienen la posibilidad de manifestar algunas de sus facultades.
Con “persona humana” se indica todo lo que es especifico del hombre, lo que lo diferencia de los otros seres, en cuanto funda la dignidad y los derechos y existe en un individuo concreto. La “personalidad” expresa la progresiva manifestación de las características de la persona, las mismas que le permiten alcanzar el desarrollo gracias a factores sociales, psicológicos y morales.
La persona tiene valor y dignidad absolutos. El concepto de persona expresa lo más perfecto que hay en toda la creación. Al concepto de persona va ligado intrínsecamente el de dignidad y valor. La razón fundante del valor y dignidad está en el hecho de que la persona humana goza de una interioridad que la constituye como sujeto y la abre al absoluto y, por tanto, es fin en sí misma; esto hace que posea una inviolabilidad y derechos-deberes fundamentales. El valor eminente de la persona, su dignidad y su no disponibilidad a ser medio o instrumento para otro, se basa en la apertura por la que el espíritu es espíritu; por tanto, en el hecho de que el hombre no es solo materia, sino también espíritu, o mejor es un espíritu encarnado.
4.        Origen del cuerpo y del alma
El origen del cuerpo está bien documentado por la ciencia. Tiene lugar en el cigoto, una vez fusionados el espermatozoide masculino y el ovulo femenino. Esta célula que se nos presenta como un nuevo ser humano, que empieza su propio ciclo vital, es el principio de un nuevo y original cuerpo humano.
El origen del alma humana no puede documentarse científicamente pero tampoco desmentirse, porque es una realidad espiritual. Como tal no puede provenir de la materia. Tampoco puede tener origen en el alma de los padres. Queda una respuesta no documentada científicamente, pero si racionalmente probada: el alma espiritual de cada ser humano es creada directamente por Dios en el momento mismo de su concepción. Quien ha proyectado al hombre como una unidad de cuerpo y alma, o sea Dios, se sirve de la materia para formar lo que es material; la realidad espiritual, en cambio, es la huella directa de Dios en el hombre.

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