“Amarás
al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.
Éste es el mayor y primer mandamiento” (Mt 22, 36-38)
Además
de ser el principal precepto divino, este mandamiento incluye a todos;
cualquier transgresión a la Ley de Dios implica ausencia de amor por El. El
mandato de amar a Dios sobre todas las cosas conlleva la necesidad de vivir las
virtudes de la fe, esperanza, caridad y la virtud de la religión.
LA FE
Definición y naturaleza
Es la
virtud sobrenatural por la que creemos que es verdadero todo lo que Dios ha
revelado.
El modo habitual por el que se produce la primera infusión de la
virtud sobrenatural de la fe es el Bautismo. Es requisito fundamental para
alcanzar la salvación, pero que se ha de plasmar en actos concretos. La fe es
muerta sin obras.
Deberes que impone la Fe
a)
Conocerla: todos los hombres deben conocer las
principales verdades de la fe
-
Los dogmas
fundamentales de la fe: el Credo
-
Los Mandamientos de Dios
y de la Iglesia
-
El Padrenuestro (lo
que el hombre debe pedir a Dios)
-
Los Sacramentos
(medios para recibir la gracia)
b)
Confesarla:
-
Manifestándola con
palabras o gestos (al recitar el Credo, al ir a Misa, etc)
-
A través de las obras
de la vida cristiana
-
Por la práctica del
apostolado (acción propagadora o evangelizadora)
c)
Preservarla:
-
Evitar todo lo que
pueda ponerla en peligro
-
Fortalecerla (debe
crecer en nosotros hasta hacerse intensa)
Pecados contra la Fe
a)
Por negarla
interiormente
-
Infidelidad: carencia
culpable de la fe, total (ateísmo) o parcial (falta de fe)
-
Apostasía: abandono
total de la fe cristiana recibida en el Bautismo
-
Herejía: error
voluntario y pertinaz contra alguna verdad de la fe.
-
Dudas contra la fe (el
hombre tiene que creer lo que no ve ni comprende)
b)
Por no confesarla
exteriormente
c)
Por exponerla a peligro:
-
Tratar sin la debida
cautela con incrédulos, herejes o indiferentes.
-
Lectura de libros
contrarios a la fe, que dejan un ambiente insano de duda.
-
Asistencia a escuelas
anticatólicas o acatólicas
-
Negligencia en la
formación religiosa
LA
ESPERANZA
Definición y naturaleza
Es la
virtud sobrenatural, infundida por Dios en el alma en el momento del bautismo,
por la que tenemos firme confianza en que Dios nos dará, por los méritos de
Jesucristo, la gracia que necesitamos en esta tierra para alcanzar el cielo. Se
basa fundamentalmente en la bondad y poder infinitos de Dios, y en la fidelidad
a sus promesas.
Necesidad de la esperanza
Es tan
necesaria como la fe para conseguir la salvación. Lo que al hombre se le pide
es que a pesar de sus muchos pecados, confíe en el Señor, y recurra con
constancia a la oración y a los sacramentos esforzándose por luchar contra sus
defectos.
Pecados contra la esperanza
a)
La desesperación:
juzgar que Dios ya no nos perdonará los pecados y no nos dará la gracia y los
medios necesarios para alcanzar la salvación. Equivale a negar la fidelidad de
Dios a sus promesas y su infinita misericordia. Santo Tomás afirma que procede
de dos pecados capitales: de la lujuria y demás deleites corporales y de la
pereza o acidia
b)
La presunción: exceso
de confianza que nos hace esperar la vida eterna sin la gracia ni las buenas
obras. Su causa principal es el orgullo. Las formas de pecar por presunción
son:
-
los que esperan
salvarse por sus propias fuerzas, sin auxilio de la gracia
-
los que esperan
salvarse por la sola fe, sin hacer buenas obras
-
los que dejan la
conversión para el momento de la muerte
-
los que pecan
libremente por la facilidad con que Dios perdona
-
los que se exponen con
demasiada facilidad a las ocasiones de pecado
c) La desconfianza: no se confía
suficientemente en la misericordia y fidelidad de Dios.
LA CARIDAD
Definición y excelencia
Es la
virtud sobrenatural infusa por la que amamos a Dios sobre todas las cosas y al prójimo
como a nosotros mismos, por amor a Dios. Es la más excelente de todas las
virtudes:
-
por su bondad
intrínseca, pues es la que más directamente nos une a Dios.
-
porque es necesario
que sea la caridad la que dirija y ordene a Dios todas las demás virtudes, que
sin ella estarían como muertas.
-
porque no termina con
la vida eterna, ya que el amor no pasa, pues constituye el contenido esencial
de la vida eterna.
El amor a Dios
a)
Naturaleza del amor a
Dios
La necesidad que el hombre tiene de amar a Dios radica en
tres motivos:
-
Por Si mismo, pues el
objeto del amor es el bien y Dios es el Sumo Bien.
-
Porque El nos lo
manda, y recompensa este amor con un premio eterno
-
Por los múltiples
beneficios que nos otorga
El sumo
amor que Dios pide al hombre, puede ser de tres modos:
-
apreciativamente sumo,
cuando el entendimiento comprende que Dios es el mayor bien
-
sensiblemente sumo,
cuando nuestro corazón así lo siente
-
efectivamente sumo,
cuando se lo demostramos con nuestras acciones
b) Pecados contra el amor a Dios
-
El odio a Dios. De
este proceden la blasfemia, las maldiciones, los sacrilegios, las persecuciones
a la Iglesia, etc.
-
La acedia o pereza
espiritual (tibieza, frivolidad o estupidez), no se encuentra placer en Dios,
se consideran las cosas que a El se refieren tediosas y tristes.
-
El amor desordenado a
las criaturas, que lleva a anteponerlas al mismo dios o al cumplimiento de su
divina voluntad.
El amor al prójimo
a)
Naturaleza del amor al
prójimo
Es una
virtud sobrenatural que nos lleva a buscar el bien de nuestros semejantes, por
amor a Dios. Nuestro amor a los demás debe reunir cuatro características:
-
sobrenatural: amamos a
los demás por amor de Dios, porque todo prójimo es hijo suyo
-
universal: debemos
amar a todos los hombres sin excepción
-
ordenado: ha de amarse
más, al que por diversos motivos, este más cercano a nosotros
-
ha de ser no sólo
externo sino también interno, evitando toda aversión hacia nadie
b)
Las obras de
misericordia
Siete espirituales:
enseñar al que no sabe
dar buen consejo al que lo necesita
corregir al que yerra
perdonar las injurias
consolar al triste
sufrir con paciencia los defectos del prójimo
rogar a Dios por vivos y difuntos
Siete corporales: visitar a los enfermos
dar de comer al hambriento
dar de beber al sediento
vestir al desnudo
dar posada al peregrino
socorrer a los presos
enterrar a los muertos
La
corrección fraterna
Es la
advertencia hecha a otro, para que se abstenga de algo ilícito o perjudicial.
El
apostolado
Designa
la obligación de todo bautizado de promover la práctica de la vida cristiana.
No se exige a todos en el mismo grado, sino que ha de ser realizado de acuerdo
a los personales dones que cada uno recibe de Dios.
c) Pecados contrarios al amor al prójimo
-
El odio: consiste en
desear el mal al prójimo o porque es nuestro enemigo (odio de enemistad) o
porque nos es antipático (odio de aversión).
-
La maldición: que
expresa el deseo de un mal para el prójimo
-
La envidia: es el
disgusto o tristeza ante el bien del prójimo. Es un pecado capital porque es
origen de muchos otros, odio, murmuración, detracción, resentimiento, etc.
-
El escándalo: toda
acción, palabra u omisión que se convierte para el prójimo en ocasión de pecar.
Puede ser directo (si se realiza con la expresa intención de hacer pecar al
otro) o indirecto (si se produce sin mala intención pero arrastra al pecado a
otros).
-
La cooperación al mal,
o participación en el acto malo realizado por otra persona. Puede ser formal,
cuando se concurre a la mala acción y a la mala intención; y material cuando
sólo se ayuda a la mala acción sin intención de hacer el mal.
-
La contienda, la riña,
la guerra injusta y la sedición.
LA VIRTUD DE LA RELIGIÓN
Definición
La religión es la virtud que
nos lleva a dar a Dios el culto debido como Creador y Ser Supremo.
Dios es para el hombre el Único Señor. Lo ha creado y lo
cuida constantemente con su Providencia: la existencia, y cuanto es o posee, lo
ha recibido de El. En consecuencia, el hombre tiene con Dios unos lazos y
obligaciones que configuran la virtud de la religión.
El culto
Esos
lazos y obligaciones se concretan primariamente en la adoración y alabanza
a Dios, y es lo que se conoce como culto.
a)
Culto interno y externo
A la
virtud de la religión pertenecen principalmente los actos internos del alma,
por los que manifestamos nuestra sumisión a Dios, y que se llama culto interno.
El
culto interno se rinde a Dios con las facultades del entendimiento y la
voluntad, y constituye el fundamento de la virtud de la religión, pues “los que
adoran a Dios deben adorarlo en espíritu y en verdad” (Jn 4, 24).
En otras palabras, sería inútil e
hipócrita el culto externo si no fuera precedido por el interno: “Este pueblo
me honra con sus labios, pero su corazón está lejos de mí” (Mt 15,8)
Entre
los actos del culto interno están:
1. La devoción, que es la
prontitud y generosidad ante todo lo referente al servicio de Dios;
1.
La oración, que es levantar el
corazón a Dios para adorarlo, darle gracias, implorar perdón y pedir lo que necesitamos.
Pero no
basta el culto interno, se precisan también actos externos de adoración:
participar en la Santa Misa, arrodillarse ante el Sagrario, asistir con piedad
a las ceremonias litúrgicas... Este culto externo es necesario también porque:
-
Dios es Creador no
sólo del alma sino también del cuerpo, y con ambos debe el hombre
reverenciarlo;
-
Está en la naturaleza
humana manifestar por actos externos sus sentimientos internos. El culto
interno, sin el externo, decae y languidece.
Por
exigir la naturaleza humana – a un tiempo material y espiritual – la necesidad
de rendir culto externo, la Iglesia condenó como herética la proposición de
Miguel de Molinos (1628 – 1696) que consideraba imperfecto e indigno de dios
todo rito sensible de alabanza, queriendo reducirlo a lo interno y espiritual
(cfr. Dz. 1250).
b)
Culto de
latría, de dulía y de hiperdulía
El
culto en sentido estricto se le tributa sólo a Dios por su excelencia infinita,
aunque podemos también tributarlo indirectamente a los santos, en virtud de la
estrecha unidad que tienen con Dios. Es por eso que el culto puede ser:
1.
de latría o
adoración: es el que se rinde únicamente a
Dios en reconocimiento de su excelencia y de su dominio supremo sobre todas las
criaturas.
Con este tipo de
culto se honra a la Sagrada Eucaristía.
2.
de dulía o
veneración: el que se tributa a los
santos, en reconocimiento de su vida de entrega y unión a Dios.
Este culto es
consecuencia inmediata del dogma de la comunión de los santos. En efecto, si
nos podemos comunicar con los bienaventurados del cielo, ¿por qué no honrarlos?;
¿por qué no invocar su patrocinio? Si es lícito encomendarnos a las oraciones
de los fieles vivos (“orad unos por los otros para que os salvéis”, Sant. 5,
16) ¿por qué no lo ha de ser encomendarnos a los santos, que son amigos de Dios
y El mismo ha glorificado?
Se ve, pues, que
la condenación de este culto que hacen los protestantes no está de acuerdo con
el dogma de la comunión de los santos ni con la Sagrada Eucaristía.
3.
de hiperdulía o
especial veneración: el que se rinde a
María Santísima, reconociendo así su dignidad de Madre de Dios.
Por ser
criatura, no se le puede rendir culto de adoración; pero por ser la más
excelente de todas las criaturas – por encima de todos los ángeles y santos –
se le rinde culto de especial veneración. El fundamento clave para entender el
culto eminente tributado a María Santísima, es el hecho de haber engendrado al
Verbo Eterno, Jesucristo Nuestro Señor, y ser por ello verdaderamente Madre de
Dios.
La legislación
eclesiástica señala que “con el fin de promover la santificación del pueblo de
Dios, la Iglesia recomienda a la peculiar y filial veneración de los fieles a
la Bienaventurada siempre Virgen María, Madre de Dios, a quien Cristo
constituyó Madre de todos los hombres” (CIC, c. 1186)
Por eso
los cristianos reverenciamos las imágenes de la Virgen, de los ángeles y los
santos, y conservamos con veneración las reliquias de éstos últimos. Honrando
las imágenes y reliquias honramos a quienes representan o de quienes son.
Los protestantes atacan
el culto a María y a los santos afirmando que Cristo es el único mediador y,
por tanto, no hay necesidad de otros mediadores: “Uno es Dios, y uno es el
mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo” (1Tim 2,5).
La palabra
mediador, sin embargo, tiene dos sentidos: significa redentor, y en este sentido, sólo se aplica a
Jesucristo que nos redimió ofreciendo al Padre sus propios méritos; y significa
también intercesor, y en este sentido la Santísima Virgen y los Santos son
intercesores, ya que ruegan a Dios por los hombres.
Pecados contra la virtud de la religión
Los pecados específicos contra la
virtud son de dos clases: por exceso (la superstición) y por defecto (la
irreligiosidad).
Parecería un
contrasentido pecar “por exceso” contra la virtud de la religión, como si el hombre
pudiera excederse en el culto a Dios. En realidad, más que un exceso
propiamente dicho, se trata de una deformación cualitativa, es decir, del
pecado que se comete “cuando se ofrece un culto divino a quien no se debe, o a
quien se debe, pero de modo impropio” (S. Th II-II, q. 92, a.1).
a)
La
superstición:
La
superstición adopta dos modalidades:
1.
el culto indebido a
Dios;
2.
el culto a un falso
Dios, o lo que es igual, el culto a las criaturas.
Culto indebido a Dios
De dos
maneras puede ofenderse a Dios con un culto indebido:
-
Culto vano o
inapropiado: consiste en la adulteración del verdadero culto por introducción
de elementos extraños, realizándose ceremonias absurdas, extrañas o ridículas
que desdicen del decoro y dignidad del culto a Dios.
“Si las cosas que se
hacen (en el culto) no se ordenan de suyo a la gloria de Dios, ni elevan
nuestra mente a El, ni sirven para moderar los apetitos de la carne, o si
contrarían las instituciones de Dios y de la Iglesia... todos estos actos han
de considerarse como superfluos y supersticiosos” (S. Th. II-II, q. 93, a.2).
Por ello la Iglesia siempre ha velado por la digna
celebración del culto, y el cumplimiento de esas normas obliga sub gravi.
De ahí que
cuando un ministro – bajo pretexto de espontaneidad, acercamiento a la
comunidad, o cualquier otro -, varía estas normas, actúa arbitraria e
ilícitamente (cfr, CIC, c. 838).
-
Culto falso, que
consiste en simular el verdadero culto a Dios buscando inducir al engaño.
Es culto falso,
por ejemplo, el que haría quien pretendiera celebrar Misa sin ser sacerdote, el
que propague falsas revelaciones o milagros, el que ponga a la veneración
reliquias falsas, etc.
Culto indebido a las criaturas
Se cae
en este pecado con toda actividad que directa o indirectamente intenta divinizar
alguna criatura, de la que se pretenden conocimientos y bienes que sólo Dios
puede conceder.
Puede
adoptar las formas de idolatría, adivinación, espiritismo, magia, vana
observancia y otras .
Muy variadas
expresiones adquieren los elementos extraños que se introducen en el culto al
Dios verdadero: desde el empleo de aspectos culturales prehispánicos en el
culto católico, hasta la inclusión de prácticas ridículas (p. Ej. Las cadenas
de cartas que supuestamente hay obligación de enviar) en la devoción a los
santos.
-
Idolatría: tributar directamente culto de adoración a una criatura.
Es un pecado gravísimo que Dios condena severamente en la Sagrada Escritura
(cfr. Ex. 22,20), porque se considera inexcusable (cfr. Sab. 13,8), es decir,
nunca está permitido, ni siquiera para evitar la muerte, adorar a dioses
falsos.
-
Adivinación: consiste en invocar explícita o implícitamente al demonio
para saber cosas ocultas, imposibles de saber por métodos naturales de
previsión.
En general los adivinos no pasan
de ser hábiles charlatanes, pero si se producen de hecho sucesos
extraordinarios no pueden ser debidos
sino a los demonios. Dios o las almas de los bienaventurados no pueden
favorecer doctrinas erróneas y prácticas supersticiosas condenadas desde
antiguo por El mismo (cfr. Lev. 19,27;20,31).
Las consultas a
oráculos, lectura de naipes, buenaventuras, etc. son pecado si se les da
crédito, porque llegan a ser superstición; no son pecado si se hacen por juego
y sin escándalo, aunque de cualquier modo es preferible abstenerse.
-
Espiritismo: es el arte de comunicarse con los espíritus, o mejor, por
lo dicho antes, con los demonios o los condenados. Es gravemente pecaminoso por
la intención de penetrar en los enigmas de la vida y de la muerte de manera
arbitraria; resulta temerario pretender entrar en esos ámbitos, que sólo a Dios
están sujetos, por un afán de curiosidad morbosa.
El santo Oficio
(decreto del 24-IV-1917; cfr. Dz. 2182) prohibió toda participación en sesiones
espiritistas, incluso la mera presencia y la simple escucha.
Por iguales
razones, es ilícita la participación en el juego llamado “ouija”, que pretende
obtener respuestas de los espíritus o fuerzas ocultas.
-
Magia: es blanca cuando se funda en la habilidad del
prestidigitador y en la ilusión o la ignorancia del que observa. Es negra o
diabólica, o bien simplemente brujería, cuando un poder oculto permite al mago
obtener efectos superiores la eficiencia de los medios realmente usados.
Este poder
oculto proviene ordinariamente del demonio, y en tal comunicación se encuentra
el elemento pecaminoso de la magia negra.
En lo referente a la magia
blanca no puede asignarse ninguna reprobación moral.
-
Vana observancia: forma de superstición que atribuye a señales, cosas o
animales fuerzas favorables o nocivas, más allá de su eficiencia propia.
En este inciso
se sitúan multitud de supersticiones más o menos frecuentes; uso de amuletos,
miedo a ciertos números, días, animales, etc.
Origen y Gravedad de la superstición
La
superstición proviene de un falso sentimiento religioso y abunda en personas
ignorantes o irreligiosas. La mayoría de los incrédulos son supersticiosos: por
no creer en Dios creen en las mayores necedades.
La
gravedad de la superstición se mide por la mayor o menor invocación al demonio.
Cuando hay invocación explícita del demonio, el pecado es gravísimos. Si es
implícita – por ejemplo, en el que inconscientemente lo relaciona con fuerzas
ocultas – el pecado también es mortal.
De algún modo
puede haber invocación implícita al demonio en las películas, obras teatrales,
etc., que imprudentemente hacen aparecer intervenciones satánicas, para
infundir terror, manifestar prodigios, etc.
Hay invocación
explícita, al parecer, en las letras de las canciones de ciertos grupos
musicales modernos. En ambos casos – visuales o auditivos – existe la
obligación de no tomar parte como espectador o escucha.
b)
La
irreligiosidad
Incluye
todos los pecados que se cometen por defecto contra la virtud de la religión.
Son los siguientes:
-
La impiedad o falta
de religiosidad. Admite una amplia gama de
actitudes: desde la indiferencia o tibieza para los actos de culto a Dios,
hasta la calumnia, desprecio o ataques a la religión.
-
La tentación a Dios: en sentido propio es pretender con palabras o con hechos
poner a prueba alguno de los atributos divinos (p. ej., decir: si Dios existe,
que me caiga un rayo). En sentido impropio, se tienta a Dios exponiéndose a
peligros si necesidad ni precauciones, confiando temerariamente en la ayuda
divina.
-
El sacrilegio, que es tratar indignamente personas, objetos y lugares
consagrados a Dios.
Ejemplo de
sacrilegios: con relación a las personas, el que atente contra la vida del Romano Pontífice; con
relación a las cosas, robar un cáliz bendecido; con respecto a los lugares, matar
dentro de una Iglesia. El trato indigno de la Eucaristía, o el retener las
especies consagradas con perversa finalidad, además de sacrilegio implica pena
d excomunión (cfr. CIC, c. 1367).
-
La simonía o voluntad deliberada de comprar una cosa espiritual.
Ejemplos de
simonías: pagar por la absolución de un pecado, vender más caro un cáliz
bendecido que uno sin bendecir, la promesa de rezar a cambio de dinero, etc. Su
nombre viene de Simón el Mago, que pretendió comprar a los apóstoles el poder
de hacer milagros (cfr. Hechos 8,18).
La
malicia de este pecado puede considerarse en un doble aspecto:
a)
por la injuriosa
equiparación de los bienes espirituales con los materiales;
b)
por ser ilegítima la
usurpación que de los bienes hacen los ministros, derivándolos a su provecho
temporal en lugar de orientarlos al aprovechamiento espiritual de las almas.
Es importante
distinguir el pecado de simonía del estipendio que se da por la celebración de
la Misa, pues no se paga la Misa sino una remuneración al sacerdote por su
trabajo y para su sustento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario