viernes, 6 de mayo de 2016

EL VOTO DE OBEDIENCIA

"Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió, y completar su obra" (Jn. 6,34).

- El consejo evangélico de la obediencia, vivido en la fe es un seguimiento amoroso de Cristo, que se hizo obediente hasta la muerte.

VOTOS

El voto según el Catecismo de la Iglesia, es una promesa hecha a Dios voluntariamente, de realizar actos cada vez más perfectos.
Descuidarlo es un delito doble y una maldad, porque si se quebranta un voto, entonces al pecado contra el mandamiento se agrega el pecado de sacrilegio.

Constituyen el fundamento de la vida religiosa, aprobada por la Iglesia, en la que los miembros unidos en una Comunidad religiosa, se comprometen a tender incesantemente a la perfección por medio de los tres votos religiosos de pobreza, castidad y obediencia, según la regla de la Congregación.

VOTO DE OBEDIENCIA

Santo Tomas de Aquino afirmaba que el voto de obediencia es el mas importante de los tres porque sobreentiende los otros. Constituye el holocausto, y es el más necesario porque forma y mantiene en vida toda la estructura religiosa.

Con el voto de obediencia el religioso promete a Dios obedecer a sus legítimos superiores en todo lo que le manden en virtud de la regla. El voto de obediencia hace al religioso dependiente de su Superior en virtud de la regla durante toda su vida y en todos los asuntos. El religioso comete un pecado grave contra el voto cada vez que no obedece una orden recibida en virtud de la obediencia o de la regla.

Los prejuicios y antipatías hacia el Superior, murmuraciones y críticas, la holgazanería y la negligencia son faltas que ponen en peligro el voto. San Ignacio da tres métodos que facilitan [la obediencia]: siempre ver a Dios en el Superior, cualquiera que sea; justificar interiormente la orden o la opinión del Superior; aceptar cada orden como si fuera de Dios, sin discutir y sin reflexionar. El medio general – la humildad. No hay nada difícil para una persona humilde.

Los institutos religiosos están sometidos a la suprema autoridad de la Iglesia de manera particular. Todos los religiosos están obligados a obedecer al Santo Padre, como a su superior supremo, en virtud del voto de obediencia.

El Voto de Obediencia purifica la facultad de la voluntad, promoviendo un desarrollo del amor y dando el fruto del autocontrol, valor, mansedumbre, paz, serenidad y perseverancia. 

El más liberador de todos los Votos es el Voto de Obediencia. Esto no es porque algún otro tome las decisiones y los religiosos meramente sigan las directrices; el papel del superior no es el de una dictadura y Jesús lo dejó muy claro: "Entre los paganos, los reyes de las naciones gobiernan como señores absolutos...pero no así vosotros, sino que el mayor entre vosotros sea como el menor, y el que manda como el que sirve" (Lucas, 22, 25-26). 

El religioso tiene derecho a recibir órdenes humildes si ha de dar una humilde obediencia. Sin embargo la obediencia a la autoridad legítima es sólo una parte del Voto de Obediencia. 

Los religiosos con este voto testimonian al mundo la realidad de la Presencia de Dios en el momento actual. Es el voto de unión y santidad pues busca toda oportunidad para unir la voluntad del religioso con la Voluntad de Dios tal como se revela en el momento actual. 

Como Jesús, la Voluntad del Padre es su alimento diario - un alimento desconocido a los terrenales y mundanos. La Obediencia refuerza la Voluntad porque es libremente ejercitada de manera constante y hecha fuerte por su adhesión a la Voluntad de Dios en el momento actual. 

El alma del religioso, fiel al Voto; se afana en ver a Dios en todas las cosas y en todos. La Voluntad siempre está buscando las muchas oportunidades diarias de ser como Jesús, de vencer su debilidad, de hacerse más fuerte y libre - libre de rebelión - libre de duda, libre de ira, libre de las tensiones de esa lucha interior que busca hacer la propia voluntad. 

No sólo la Obediencia hace libre al alma respecto de sí misma, sino también con respecto al prójimo. Hacer lo que uno puede para aliviar el dolor de los demás y luego estar en paz con la Voluntad de Dios respecto a ellos es también parte de su Voto. 

Un religioso da testimonio al mundo de que ese cumplimiento de la Voluntad de Dios, manifestado en la autoridad legítima, en las tareas de uno, el estado de vida y en el momento actual, es posible, santificante, liberador, santo y fructífero. 

Es el amor de Dios y al prójimo la energía detrás de tal Voluntad. Conforme aumenta el amor mediante la animosa perseverancia, la serenidad y la paz llenan el alma hasta desbordar. Los obedientes son bienaventurados pues ven al Padre en el momento actual e imitan a Jesús en cada acción mientras sus corazones están siempre abiertos al Espíritu del Amor. 

Para ser fiel a estos altos ideales el religioso debe crecer diariamente en una mayor participación de la Naturaleza Divina, en la gracia. Los Votos vacían el alma para que la llene Dios consigo mismo. Debería ser un proceso de crecimiento de constante "vaciar y llenar " hasta que el alma y Dios sean uno. 

Igual que hay tres Votos para vaciar el alma, hay tres fuentes de gracia para llenarla. El Voto de Pobreza vacía el alma de posesiones mientras las Escrituras llenan el alma con la Palabra de Dios, su única posesión. El Voto de Castidad vacía el alma de un amor exclusivo mientras se llena con el amor que todo lo abarca en la Eucaristía. El Voto de Obediencia vacía el alma de terquedad mientras se llena del valor que se logra con la Oración Incesante. 

Los votos tienen valor solamente si nos liberan para cumplir nuestra misión. No han de ser una carga pesada que oprima sino garantía de libertad para caminar ligeros hacia Dios.

5 comentarios:

  1. E leido su articulo padre y me a paresido muy interesante y grato a seguir

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    1. Y la virtud de la tolerancia? No podemos seguir apostándole a la sintonía absoluta del pensamiento como camino de superación.

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  3. El que obedece nunca se equivoca es el lema del OPUS DEI. Era también el lema de algunos obispos conservadores. El punto es que el voto de obediencia se ha convertido estructuralmente en un mecanismo de domesticación de las capacidades críticas del buen pensar. Definitivamente que en la actualidad la toma de decisiones, y, consecuentemente las órdenes derivadas de esa decisión se producen en forma colegiada. No se puede seguir creyendo en que la voz del superior es la voz de Dios. Eso quedó en el pasado. Tampoco podemos extremarnos en creer que la voz del pueblo es la voz de Dios. Dios no trabaja con individuos. Es el sentido del pensamiento colectivo debidamente consolidado el que va enderezando la ruta del fin común. No se debe seguir creyendo que en la jerarquía de las virtudes el "ser humildemente obediente" puede funcionar como camino de santidad.

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  4. Esta página sigue activa? No he leído el artículo porque llegué acá por otro asunto. Solo saludar al autor, esperando se encuentre bien luego de todo lo malo que puede estar pasando. Mucha fuerza por las pruebas que tiene, saludos sinceros de Aarón

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