lunes, 12 de octubre de 2015

LOS RETOS DE LA BIOETICA EN AMERICA LATINA: EQUIDAD, SALUD Y DERECHOS HUMANOS

El quehacer fundamental de la Bioética es dilucidar los problemas éticos que se derivan de los descubrimientos y las aplicaciones de las ciencias biológicas. Es a partir del extraordinario desarrollo de esta rama del conocimiento en la segunda mitad del siglo XX que la humanidad se enfrenta con dilemas nunca antes imaginados.
La posibilidad de transformar el patrimonio genético de las especies, de tener procreación sin sexualidad y sexualidad sin procreación, de trasplantar órganos, de prolongar la vida en forma artificial, de crear nuevos seres vivientes mediante la clonación, son “conquistas” recientes. Nunca antes en la historia hubo tantas personas y especies implicadas como agentes o espectadores, como beneficiarios o víctimas del llamado progreso científico.
Hoy en día las ciencias de la vida exigen una reflexión teórica más vasta. Las discusiones más apasionadas se suelen dar en aquellos temas que se abren al futuro como los derivados del estudio del genoma humano, la fecundación artificial y la clonación, el cultivo de órganos, la eutanasia.
A lo largo del desarrollo de la capacidad científico-técnica de la humanidad, ciertos principios (variables según la época y las concepciones prevalentes del mundo), han guiado y formado las actitudes ante la reproducción, el vinculo entre los sexos, el tratamiento de los enfermos, el trance de la muerte, las relaciones entre etnias y del ser humano con el medio y la naturaleza. La bioética es un elemento de la vida cotidiana al alcance de todo ser pensante, de toda mujer y todo hombre, de todo ciudadano.
Si bien Aristóteles puede ser considerado el padre de la ética, fue Kant el que formulo los principios del ethos y el que propuso una concepción autónoma anclada en la razón humana y exenta de cualquier influencia metafísica. Estos principios conciernen a un ser humano que esta por fuerza y por encima de toda evaluación material, un ser que no puede ser tratado como medio sino como fin. Su razón soberana le confiere una dignidad anclada en lo humano y le asegura la autonomía de su voluntad.
La bioética es también una forma de dialogo político, de comunicación constructora de convivencia y consenso, como lo define el kantiano alemán Habermas, quien ha rechazado la racionalidad innata de Kant a favor de una racionalidad esencialmente comunicativa.
Wikler ha descrito cuatro etapas que en su criterio ha recorrido la bioética. La primera, fase deontológico o de ética médica, tiene sus raíces en la medicina hipocrática y la filosofía clásica. Responde a un código de conducta definido por los médicos y otros profesionales de salud con el fin de establecer normas de conducta, derechos y responsabilidades de los profesionales para con los pacientes a su cargo.  La segunda identificada en el contexto norteamericano, abrió el debate sobre temas de la vida y la salud entre los profesionales y el resto de la sociedad. Las implicaciones éticas de los avances científicos obligaron a generar un espacio y un lenguaje compartido para la discusión interdisciplinaria e interprofesional de la vida y de la muerte, en que tanto los derechos y responsabilidades, no solo de los profesionales sino de los pacientes empiezan a ser analizados.
A partir de 1980, se propone que la bioética no puede seguir restringida a los asuntos que se desprenden de la relación médico-paciente. Reconociendo la importancia de esto, se enfatizo que tanto el médico como el paciente escogen conductas alternativas determinadas en gran medida por factores externos, estructura, funcionamiento, regulación y financiamiento de los sistemas de salud. Se concluyo que era necesario introducir el conocimiento de la economía de la salud y la administración. La bioética se convierte en una herramienta adicional para el análisis de políticas públicas de salud. Se plantea que hoy en día se abre una cuarta fase denominada tentativamente bioética de la salud poblacional o salud colectiva. Se incorpora el conjunto de determinantes del Estado de salud de la población. Esta línea de investigación está inspirada en parte por la creciente acumulación de evidencia que vincula los condicionantes socioeconómicos, étnicos y de género con las disparidades de salud observadas en casi todos los países del mundo y surge en respuesta al crecimiento del enfoque de salud y derechos humanos. Los conceptos modernos de la salud se derivan de dos vertientes relacionadas, la de la medicina y la de la salud pública. La primera se enfoca hacia la salud del individuo, la segunda a la salud de la población.
Frente a la medicina que enfatiza la curación y rehabilitación del enfermo, la salud pública tiene metas de promoción de la salud y prevención de la enfermedad, la discapacidad y la muerte prematura. El concepto moderno de salud va mas allá de la atención medica, para abarcar las dimensiones sociales más amplias del bienestar individual y colectivo. Igualmente se propone que la promoción y la protección de los derechos humanos así como la protección y promoción de la salud estén ligados.
La declaración de que todos los seres humanos, sin discriminación alguna, puedan tener acceso a las condiciones mínimas que aseguran tener la oportunidad de vivir vidas sanas y productivas, se convierte hoy en un imperativo tanto para la salud pública como para la vigilancia del respeto a los derechos humanos.
Es necesario profundizar sobre el concepto de equidad en salud y el rol que la reflexión ética puede jugar para alimentar los procesos de análisis de situación y de formulación y evaluación de políticas públicas con impacto en la salud colectiva.
En América Latina y el Caribe al menos tres resultados empíricos motivan el reclamo de que las disparidades en salud entre grupos socio-económicos deberían constituir un problema del desarrollo humano y específicamente una preocupación para la salud pública, los derechos humanos y la bioética:
- los pobres usan menos recursos públicos que los grupos de ingresos medios y superiores.
- existen grandes disparidades de salud entre grupos socio-económicos así como por categorías de género y orden étnico, sugiriendo el vinculo entre las condiciones de salud y una variedad de condiciones de vida material y social.
- las disparidades en la salud y el bienestar general siguen aumentando.
La equidad no es la igualdad de la distribución sino la justicia en la distribución. Enfocar exclusivamente el debate sobre equidad en el tema del acceso los servicios de salud resulta insuficiente para reducir las disparidades en la situación de salud entre los grupos más desfavorecidos.
Muchos otros sectores y aspectos de la vida afectan el estado de salud, incluyendo las condiciones de vida, de trabajo, los temas ambientales, el nivel de educación y el acceso a la participación cultural, social y política. Es necesario que el sector salud reconozca la importancia de otros sectores para determinar la salud y desarrollar mecanismos eficaces para su incorporación en una estrategia de equidad en salud.
La autora británica Margaret Whitehead define las inequidades en salud como “las diferencias en salud que no solo son innecesarias y evitables sino que se consideran incorrectas e injustas”.
Especifica que existen 7 determinantes de disparidades en salud que pueden ser identificadas:
- variación biológica natural
- comportamiento perjudicial para la salud que se elija libremente
- ventaja transitoria en condiciones de salud de un grupo sobre el otro causadas por la adopción temprana de una conducta que mejora la salud, siempre y cuando los otros grupos tengan iguales medios para adoptarla en poco tiempo.
- comportamiento perjudicial para la salud en el cual la libertad de escogencia o el grado de preferencia está severamente restringido.
- exposición a condiciones de vida y de trabajos insalubres y estresantes
- acceso inadecuado a la salud esencial y a otros servicios básicos
- selección natural o movilidad social relacionada con la salud (descenso en la escala socioeconómica de la gente enferma).
Un enfoque guiado por la equidad en la formulación de políticas de salud implica una visión amplia de los determinantes de salud de la población. Es necesario considerar la más amplia acción política requerida para promover la equidad en salud. La preocupación por la equidad conduce a metas políticas más amplias que han de proseguirse a través de la propia política de salud. La búsqueda de la equidad esta necesariamente vinculada al tema de la gobernabilidad y a los procedimientos de toma de decisiones y en la medida en que estos lo permitan, a la amplia representación y ejercicio eficaz elegidos por todos los grupos sociales y los miembros de la sociedad.
El Director de la Organización Panamericana de la Salud manifiesta:
“La equidad se refiere a diferencias que son innecesarias o reducibles y son incorrectas e injustas. Cada persona debe, en función de la equidad tener la oportunidad de acceder a aquellas medida sanitarias y sociales necesarias para proteger, promover y mantener o recuperar la salud”.
La bioética latinoamericana deberá convertirse en la vanguardia del nuevo enfoque sobre los determinantes de la salud, unida a la preocupación por el respeto a los derechos humanos, a la construcción de sociedades civiles y gobernables, a la búsqueda de un desarrollo humano con mayor equidad y justicia, al análisis de las políticas públicas que afectan a la salud y el bienestar de la población, al funcionamiento de los servicios y la calidad y calidez de las interacciones entre profesionales y pacientes, ciudadanos y gobernantes, hombres y mujeres, hombre y naturaleza.

Un medico tradicional del altiplano expresaba que el concepto de salud de los pueblos originarios del continente americano es la conjunción de tres círculos de armonía: la armonía del ser humano consigo mismo, la armonía entre los miembros de la comunidad y la armonía de la comunidad con la Madre Tierra. La nueva bioética latinoamericana va a levantarse sobre las sólidas columnas de los principios de nuestros pueblos, de nuestra diversidad y de nuestra historia. El reto que enfrentamos es el de construir una bioética de la justicia, de la equidad y de la armonía.

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