La relación pastoral de ayuda es un proceso orgánico en el que la
eficacia y la significatividad del diálogo con el enfermo dependen del
ejercicio de las actitudes fundamentales del agente de pastoral mediante una
serie de destrezas o técnicas que permiten transmitir comprensión, acogida,
aceptación incondicional.
Presentaremos aquí las
destrezas que permiten al agente poner en práctica las actitudes fundamentales
centrándonos en el proceso de la relación pastoral de ayuda aplicada al
enfermo, señalando las fases, actitudes y destrezas propias de cada una de
ellas.
1. Las
destrezas en la relación pastoral de ayuda
Permiten que el diálogo del agente de pastoral con el enfermo obtenga su
objetivo de forma más eficaz.
La destreza de atender y escuchar
La escucha exige una disposición a la acogida del mundo exterior, del
mensaje que se nos envía. Jesús da una gran importancia a la escucha y a la
acogida de la palabra eficaz: “El que escucha mi Palabra y cree en el que me ha
enviado, tiene vida eterna” (Jn 5, 24). La escucha requiere de atención. Hay
tres tipos de atención:
- Atención física, constituida por diversos elementos: la
disposición para encontrar al otro y cuidar los aspectos físicos en lo posible,
el atender contextual que considera la disposición de las personas y los
objetos en el espacio, y el atender personal, hecho del interés por la persona
del enfermo que se comunica en gran medida mediante el lenguaje no verbal
(distancia prudente, contacto visual proporcionado, pequeña inclinación hacia
el otro). Estos elementos son importantes en el diálogo pastoral, son mensajes
comunicados al enfermo; sin palabras se le dice que nos interesa, que nos
centramos en su persona.
- Observación:
habilidad que capacita para ver y entender la conducta no verbal. Es
particularmente importante la observación del nivel de energía del enfermo, de
sus sentimientos, de su contextura, su postura y su conducta no verbal
(movimiento de manos, cuerpo, etc.).
- La escucha: junto con sus acciones las
expresiones verbales del enfermo son una fuente de datos que nos pueden ayudar
a comprenderlo mejor. Por escuchar, entendemos la atención plena dedicada a la
persona para oír todo lo que trata de expresar.
Mediante la observación y la escucha cercana,
el agente recibe los datos esenciales del problema y demuestra al enfermo que
está interesado en ayudarle. El arte de ayudar al enfermo depende mucho del
modo como uno se consigue comunicar con él.
a) Qué significa escuchar
Escuchar significa poner atención para oír, sobre todo, significa querer
comprender. Escuchar supone tener en cuenta que hay un mundo detrás de las
palabras y por tanto es querer penetrar en el, a veces no tomando las palabras
como tales, sino el significado que creemos que tienen para las personas que
las pronuncian.
Escuchar es centrarse en el otro. Supone hacer
callar al conjunto de voces que murmuran dentro de nosotros y que se llaman
recuerdos, remordimientos, alegrías, preocupaciones, sentimientos diferentes.
Escuchar es acoger las expresiones de la vida
del otro, es leer las páginas del libro de la vida de la persona que nos la enseña
con confianza si nosotros nos situamos con atención ante ella, con respeto y
modestia. El enfermo se encuentra en una situación de especial necesidad de ser
escuchado.
“La escucha es una de las formas más eficaces
de respeto. Piedra angular en la que se basan todas las respuestas generadoras
de ayuda. Cuando uno se siente escuchado, tiene la viva sensación de ser tomado
en consideración y de valer a los ojos del interlocutor”.
b) Cómo se escucha activamente
Se escucha con toda la persona. Especial importancia tiene la mirada
pues está en estrecha relación con los sentimientos. Con frecuencia el primer
bien precioso que se le puede ofrecer a una persona es una mirada distinta.
La escucha activa en muchas ocasiones se
manifiesta mediante monosílabos o interjecciones, que nos hacen estar presentes
en el diálogo, sin interrumpirlo, dejándolo hablar, respetando incluso el
silencio. El silencio puede revelar el embarazo que siente ante ciertos
conflictos personales que quizás se quieren contar y no se encuentra como.
Respetar el silencio en el diálogo con el enfermo significa escucharle y
ponerle en el centro del interés.
Se escucha haciendo silencio dentro de sí,
evitando todo juicio sobre el otro y sobre lo que dice, evitando dejarse llevar
por prejuicios, haciendo espacio al otro, evitando las distracciones. Se
escucha con los oídos atentos a los sentimientos.
c) Por qué ayuda / sana la escucha
El que escucha con el corazón, se convierte en instrumento de curación,
porque da espacio a los otros para abrirse con creciente confianza y libertad y
les permite sentirse comprendidos y afirmados. La palabra de una persona que se
hace amiga es medicina, como dice Sirácida: “El amigo fiel es remedio para la
vida” (Si 6, 16).
La conversación pastoral supone un cierto
hospedaje emotivo: el que sufre encuentra en el que le escucha una posada. Dar
a alguien la posibilidad de hablar es concederle la posibilidad de reducir la
angustia; hablar supone un “drenaje” emotivo (“me he quitado un peso de
encima”).
En muchas ocasiones el calor humano manifestado
mediante la atención y la escucha es la única medicina que necesita el enfermo
para curarse o para morir en paz.
d) Obstáculos para la escucha
§ La ansiedad: tiene lugar cuando el agente
pastoral está preocupado de sí mismo, por como es recibido y por cómo tiene que
responder.
§ La superficialidad, manifestado en la
dificultad a ponerse en los sentimientos de los demás. No se personaliza la
conversación.
§ La tendencia a juzgar, a imponer las propias
ideas y decir lo que es justo y lo que no.
§ La impaciencia, la impulsividad que lleva a
algunos a no permitir que el otro se exprese, y que termine a su ritmo de
frases.
§ La pasividad, que hace que se tienda a dar
siempre la razón al enfermo por el hecho de serlo, no hay capacidad de
intervención activa y confrontadora en el momento oportuno.
§ La tendencia a predicar, a proponer “sermones”
que deberían dar razón de lo que el otro está experimentando, según el propio
criterio.
La escucha como destreza interpersonal, deja de
pertenecer a la vida privada del oyente y es observable, evaluable, puede
enseñarse y aprenderse.
La destreza de responder y confrontar en el diálogo pastoral
Escuchar al enfermo no es sencillo, tampoco lo es responderle. Existe la
tendencia a responder queriendo resolver los problemas del otro, pero no es
esta la finalidad de una conversación pastoral de ayuda. Se trata de buscar
juntos, razonar juntos, de comprender juntos, de contrastar las distintas
posibilidades, de ayudar a descubrir los recursos que se pueden movilizar. En cualquier caso la
experiencia nos dice que son las palabras sencillas las que ayudan, pronunciadas
a media voz con los ojos fijos en el otro, reconociendo la dureza de la vida y
las serias dificultades que presenta.
a) Tipos de respuesta
Es importante que el agente pastoral se adiestre en el arte de responder
al enfermo. La idea es trasmitir comprensión y empatía.
R. Mucchielli ha presentado diversos tipos de respuesta que nos sirven
de ayuda para comprender ciertas tendencias a la hora de responder al enfermo:
1. Respuesta de valoración o juicio moral: el agente pastoral expresa la propia opinión en cuanto al mérito,
utilidad o moralidad de lo que el enfermo comunica; de forma más o menos
directiva indica al enfermo como debería comportarse. Esto puede hacer sentir a
la persona en desigualdad moral, en inferioridad y producir sentimientos de
inhibición, culpa, rebelión o angustia.
2. Respuesta interpretativa: el agente de pastoral pone énfasis en un
aspecto de todos los mensajes recibidos, lo interpreta según su propia teoría.
Este tipo de respuesta produce la sensación de haber sido mal entendido y puede
provocar desinterés, irritación o resistencia en el enfermo pues su experiencia
es vista con criterios diferentes a los suyos.
3. Respuesta de apoyo-consuelo: el agente intenta animar minimizando la
importancia de la situación o de la reacción del enfermo; es una actitud
paternalista que favorece en el enfermo la regresión y la dependencia o el
rechazo a ser tratado con piedad.
4. Respuesta de investigación: el agente de pastoral tiende a hacer
preguntas para obtener datos y profundizar en la situación del enfermo. Sin
embargo, el diálogo no debe convertirse en un interrogatorio pues lo que se
busca es tener una conversación de relación pastoral de ayuda.
5. Respuesta de tipo “solución del problema”: se propone una idea o resolución
para salir inmediatamente de la situación, indicándole la manera, dándole
consejos de carácter definitivo que pondrían fin a su problema, y quizás
también a la conversación si al enfermo no le satisface o le crea una especie
de obligación de adoptarla.
6. Respuesta empática: se concreta mediante la escucha activa,
también mediante la reformulación de cuanto dice el otro para verificar que
todo se ha entendido bien. Este tipo de respuesta es probablemente la menos
natural y la menos espontánea de las mencionadas, pero es el resultado de un
proceso activo que requiere una gran atención. Supone concentrarse intensamente
en el enfermo, en lo que dice y en lo que no dice, poniéndose en su lugar y
viendo las cosas desde su punto de vista.
b) La respuesta-reformulación
La reformulación consiste en captar lo que el enfermo expresa (en forma
verbal y no-verbal) y presentárselo con claridad, garantizando así que el
agente de pastoral participa de su experiencia sin valoraciones, juicios,
interpretaciones, soluciones inmediatas.
Es una respuesta estructurada de tal forma que
el que habla encuentra el reflejo especular de cuanto dice y siente. La
respuesta reflejo es sustancialmente reiteración o reformulación de los
conceptos expresados por el que habla o verbalización de un sentimiento del
mismo.
A algunos la reformulación y la verbalización
de los sentimientos les pueden parecer algo inútiles pues suena a un eco
artificial, sin embargo si están impregnada de empatía, son las respuestas más
útiles porque permiten tomar conciencia de que se es comprendido más a fondo y
de la manera como se comunica la propia experiencia. La persona se siente
escuchada y adquiere seguridad para expresar estados de ánimo poco claros para
ella misma.
c) La confrontación
Ser escuchado no es la única necesidad del enfermo. Necesita también
recibir respuestas y ser confrontado, corregido fraternalmente por el agente de
pastoral.
La confrontación está en estrecha relación con la destreza de responder
y con la de personalizar.
En el caso de relación pastoral de ayuda a los
enfermos puede significar ayudar a
descubrir los recursos internos y externos para afrontar una situación de
sufrimiento o de enfermedad, para adaptarse de modo sereno y vivir en comunión
con Cristo, si es creyente, o para afrontar las dificultades surgidas en
sintonía con los propios valores o con nuevos valores descubiertos a raíz de la
enfermedad y de la crisis. Es una llamada a la propia responsabilidad de la
persona ayudada.
Debe hacerse con comprensión y habiendo
explorado verdaderamente el problema; una confrontación sin comprensión cae en
el moralismo.
Autores como Cibanal (aunque se centra en la relación entre los
profesionales de enfermería y los enfermos) apuntan interesantes pistas para el
agente de pastoral sobre los contenidos de la confrontación.
Qué es lo que se ha de confrontar:
§ Toda actitud o comportamiento destructor
dirigido hacia sí mismo o hacia los otros
§ Las incongruencias entre el lenguaje verbal y
no verbal; entre lo que se dice y lo que se da a entender
§ La manera de ver la realidad frente a otras formas
de abordarla
§ El no respetar las reglas establecidas o
aceptadas durante la conversación cara a cara
§ Los desconocimientos o falsos conocimientos que
puedan subyacer en lo que el paciente dice
§ A menudo el paciente subestima o sobreestima la
situación, a las otras personas o a sí mismo
§ Las exageraciones
§ Los juegos en la relación interpersonal
§ Las generalizaciones, distorsiones,
eliminaciones
§ Los comportamientos que derivan de mensajes
estereotipados
§ Las huidas y el rechazo de la responsabilidad
§ Las necesidades no reconocidas o no satisfechas
§ El contenido del mensaje con el sentimiento que
le acompaña, etc.
Una buena confrontación debe cumplir una serie
de condiciones para que no sea un juicio y pueda tener éxito en el enfermo:
debe darse un buen clima de confianza; debe ser específica, evitar hablar en
términos generales; no debe atenerse a una descripción inapropiada del
comportamiento, sino ir acompañada de un esfuerzo por buscar la manera de
superarlos; debe ser propuesta, no impuesta; debe darse en el momento oportuno
y ser apropiada; no debe entorpecer otras prioridades en el proceso de relación
de ayuda; debe emanar de una voluntad auténtica de ayudar al paciente y no de
un deseo de descargar sobre él nuestras propias tensiones; debe ser directa y respetuosa;
debe ir acompañada de respeto a la libertad y responsabilidad del paciente.
Se insiste en tres condiciones
fundamentales para que la confrontación sea un instrumento terapéutico: debe
suponer un compromiso auténtico y primario con el crecimiento de la persona; no
tiene sentido sino en el marco de una intensa y profunda comprensión de la
persona confrontada; es condición “nunca realmente necesaria y suficiente”.
Mediante la confrontación se
puede ayudar a que la vida del enfermo traduzca en actitudes y comportamientos
la vida nueva en Cristo, tal como apunta San Pablo (cf Ef 4, 17-32): no vivir
según la vaciedad de la mente, excluidos de la vida de Dios, entregados al
libertinaje, sino vivir conforme a la verdad de Jesús: despojados del hombre
viejo, renovados en el espíritu, revestidos del hombre nuevo, reconociendo que
somos miembros los unos de los otros, hablando con verdad, solidarizándose con
quien tiene necesidad, haciendo el bien a quien escucha, dominando los
sentimientos, haciendo desaparecer cualquier clase de maldad en las relaciones
y practicando mutuamente el perdón.
La destreza de personalizar, concretar, especificar
Otra destreza importante es la de personalizar en el
diálogo, concretar, ser específico. Se pretende que el ayudado “posea” su
propio problema, es decir, que no lo vea como algo ajeno a sí mismo o algo
debido a circunstancias externas, fuera de su control, sino que analice su
grado de responsabilidad en el problema, su control sobre el, su propia
capacidad y el grado en que desea superarlo.
Puede desplegarse a su vez en varias destrezas:
§
Personalizar el significado, es decir
relacionar el significado de lo que el enfermo dice con su experiencia,
identificando el impacto que la situación tiene en él
§
Personalizar el problema, es decir,
concretar como está contribuyendo el enfermo al propio problema, ayudarlo a
descubrir su grado de responsabilidad
§
Personalizar el sentimiento identificando
el modo cómo se siente la persona al experimentar como propio el problema y su
significado
§
Personalizar el fin, ayudando a
identificar a donde quiere llegar el enfermo a partir de la situación en que se
encuentra
Las funciones que esta destreza del agente de pastoral
debe cumplir en la relación pastoral de ayuda son:
1. Evitar
que las intervenciones-respuestas del agente de pastoral se muevan en un plano
abstracto y de racionalización, separado de los sentimientos y experiencias
concretas del enfermo.
2. Ayudar
al agente de pastoral a ser preciso en la comprensión del enfermo, sin
esconderse detrás de intervenciones, intelectualizaciones más o menos
defensivas.
3. Ayudar
al enfermo a expresar los elementos fundamentales de sus problemas y conflictos
a nivel emotivo, sin encubrirlos con hechos o sentimientos irrelevantes.
Ayudar al enfermo en la conversación
a focalizar, a resumir en una frase o en una palabra lo que haya podido
expresar de forma difusa, así como preguntar sobre el significado que lo que
expone tiene para él, son formas de personalizar. Las preguntas deberían ser
hechas cuando se sabe para qué se quiere conocer la información que se
solicita; deben estar centradas en el mundo del enfermo y formuladas de forma
abierta.
Otras destrezas
Son importantes aunque se puede decir que repercuten
menos en la eficacia del diálogo pastoral con el enfermo:
§
La destreza de iniciar: la
relación pastoral de ayuda, en ciertos casos debe concluir con un cambio por
parte de la persona ayudada. Si un cambio efectivo es posible, puede ser
necesario programar un plan de acción, establecer un objetivo general o unos
objetivos específicos, identificar los recursos disponibles para afrontar la
dificultad, resolverla o aceptarla, si es irreversible, y vivir de una forma
nueva a la luz de la fe. El agente debe poner en práctica esta destreza.
§
La auto revelación: consiste en la
disposición del consejero pastoral para comunicar al ayudado aspectos
personales de la propia existencia, como opiniones, experiencias, tendencias,
sentimientos, etc. Contribuye a la eficacia de la relación de ayuda siempre que
no distraiga el flujo comunicativo centrado en el ayudado.
§
La destreza de la inmediatez:
consiste en la capacidad de ayudar al enfermo a tomar conciencia de su modo de
vivir la relación con el agente de pastoral en un determinado momento. El
objetivo es que el enfermo tome conciencia de su modo de relacionarse con los
demás y pueda corregir su percepción sobre la misma cuando sea errónea.
2. La
relación pastoral de ayuda al enfermo como proceso
Las reacciones que el enfermo experimenta durante cierto
periodo están condicionadas por las actitudes del agente de pastoral. A medida
que descubre que alguien puede escucharlo cuando expresa sus sentimientos, se
torna capaz de escucharse a sí mismo, adquiere la capacidad de percibir
sentimientos antes negados, comienza a aceptarse tal como es pues descubre que
el agente manifiesta un respeto positivo e incondicional hacia él y sus
sentimientos. Cada vez de evalúa menos y se acepta más.
Las fases del proceso de la relación pastoral de
ayuda
El proceso de la relación pastoral de ayuda puede ser
presentado atendiendo a la función principal del consejero y a la tarea
fundamental del ayudado:
Destrezas ATENDER
® RESPONDER® PERSONALIZAR
® INICIAR
Del consejero (observar, ¯ ¯
¯
Escuchar)
EXPLORAR COMPRENDER ACTUAR
Objetivos
Del ayudado
(proceso)
Se presentan las fases que ha de recorrer el ayudado (el
enfermo): exploración, autocompasión y acción; y las destrezas que debe usar el
ayudante.
Primera fase
El agente de pastoral tiene como meta responder al
enfermo tratando de comprenderlo y penetrar en su punto de vista, estableciendo
una relación con él que le facilite su propia autoexploración. No debe usarse
la confrontación pues puede haber un corte prematuro de la relación. Lo que es
fundamental es la empatía y la concreción.
El agente se manifiesta como
el que acoge y comprende, capta los sufrimientos del enfermo, su angustia;
percibe el lamento, la soledad y la necesidad de una ayuda eficaz.
La meta del enfermo sería la
autoexploración de las propias experiencias y sentimientos, y el reconocimiento
de sus modos de vivir y relacionarse, inefectivos y adulterados. Viene a
resultar una especie de autodiagnóstico, a través del cual y mediante la
respuesta del agente de pastoral, el enfermo llega a tener un conocimiento más
comprensivo y profundo de su propia experiencia. En esta fase el enfermo
comunica su mundo emotivo, narra su historia, revisa su pasado, comunica su
experiencia personal.
Segunda fase
La meta del agente de pastoral es la personalización. Se
trata de ir poniendo juntos los datos surgidos de la auto-exploración del
enfermo. Es en esta fase donde cobra mayor importancia el aspecto simbólico de
la comunicación y el rol de testimonio del agente, que aparece como signo del
Dios en el que profesa su fe y testimonio de las palabras y deseos del Señor
manifestados en la Escritura.
El objetivo del enfermo es la
auto comprensión y la edificación, al ir interpretando los datos de la
exploración a la luz de la relación pastoral y de los valores evangélicos que
esta evoca. Así irá descubriendo dónde se encuentra, en relación a donde quiere
o necesita estar, preparándose para el cambio.
Es en esta etapa donde tiene
lugar el discernimiento, la búsqueda de sentido por parte del enfermo, cuando
se encuentra confrontado con los propios valores y los representados y
comunicados por el agente de pastoral. Es aquí donde la situación del enfermo,
marcada por el sufrimiento y la angustia, se encuentra con la experiencia de
Dios que le ama y con el mensaje que es transmitido por el agente en nombre del
Señor. Es en esta etapa donde el agente, después de haber acogido al enfermo
transmite el mensaje de una salud global, que no se reduce a la curación
física, sino que se puede experimentar a Cristo como verdadera salud para el
hombre.
Tercera fase
El agente de pastoral tiene como meta la de iniciar, es
decir, colaborar con el enfermo en la elaboración de un plan de acción. A veces
el mismo diálogo con el enfermo ha provocado un cambio real en su modo de
concebir lo que le está pasando; en su modo de verse a sí mismo, a los demás y
a Dios; en su modo de sentir lo que está viviendo; en sus relaciones. En otras
ocasiones se requiere un auténtico cambio que precisa una análisis de las
diferentes alternativas.
La meta del enfermo es el
cambio, si es necesario. Se trata de determinar las diversas alternativas,
operativizar los pasos, lograr metas progresivamente, caminar hacia el
crecimiento y la maduración como persona y como cristiano.
La auto comprensión profunda
de su problemática delimita el número de alternativas posibles. En muchas
ocasiones surge un único camino de solución.
Hay que señalar algunas
actitudes sobre las que el agente de pastoral debe iniciar al enfermo, las que
confieren salud a la experiencia del sufrimiento:
- eliminar el sufrimiento innecesario generado por el
propio pecado y por la manera equívoca de vivir, por los conflictos consigo
mismo, mediante la experiencia del perdón
- luchar contra el sufrimiento injusto y evitable
provocado por los abusos, la marginación, costumbres, instituciones.
- mitigar en lo posible el dolor y el sufrimiento
inevitables
- asumir el sufrimiento que no se puede superar en
actitud de fidelidad a Dios Padre y de servicio a los hombres, en comunión con
Cristo; asumir la realidad concreta cuando no es superable es fuente de salud.
- afirmarse a pesar de las fuerzas negativas de la vida,
y por encima de la finitud de la propia historia
De esta forma se llega a un
proceso de “restauración” de la propia persona como fruto de la acción de Dios
en el enfermo. Es el término del proceso de la relación de ayuda que supera la
angustia mediante la esperanza. En el fondo, el fin último del proceso de la
relación pastoral de ayuda es la manifestación de la gloria de Dios a través de
su acción regeneradora y de la obra de su gracia. Ayudando al otro podemos
hacer nacer en él la experiencia del amor de Dios y ayudarle a descubrir el
sentido de su identidad profunda y de la paz interior.
El diagnóstico en la relación pastoral de ayuda
En el campo de la relación pastoral de ayuda, si se
quieren usar los medios apropiados, el agente de pastoral debería realizar un
diagnóstico de la situación que vive el enfermo. Si bien no es una práctica con
la que el agente esté familiarizado, por otra parte es algo inevitable que
tiene lugar quizás de modo inconsciente, porque cada vez que se acerca a un
enfermo se plantea la pregunta sobre lo que le está sucediendo a dicho enfermo.
Responder a esta pregunta es hacer un diagnóstico.
El diagnóstico pastoral es un
proceso mediante el cual el agente llega a comprender, en base a los datos
provenientes de la observación, de la escucha y de las relaciones, la situación
interior de la persona necesitada de ayuda para ayudarla a afrontar mejor su crisis
usando los recursos personales y comunitarios. La visión de tal situación es
hecha desde una perspectiva teológico-pastoral.
Se ha propuesto un modelo de
diagnóstico pastoral según el cual los siete temas fundamentales a tener en
cuenta son:
-
conciencia de lo sagrado
-
sentido de la providencia
-
grado y calidad de fe
-
experiencia de la gracia
-
capacidad de arrepentimiento y de reconciliación
-
sentido de pertenencia a una comunidad (comunión)
-
vocación
Son igualmente importantes
otros elementos que tienen que ver con el mundo interior y relacional del
enfermo: la actitud ante la crisis, ante la enfermedad, el modo de
interpretarla a la luz de la fe y sus reacciones, la actitud ante la propia
historia, el grado de aceptación de la propia responsabilidad, la coherencia
entre su fe y su comportamiento, el mundo de los valores y de los sentimientos,
el sentido del pecado, de la salvación, el modo de vivir y el significado
concreto de la esperanza, la oración y la modalidad de la misma, devociones
particulares, la relación con el agente de pastoral, etc.
La transferencia en la relación pastoral de ayuda a
los enfermos
Un elemento a tener en cuenta es la posibilidad de que
durante la relación surjan reacciones de transferencia.
Hablamos de transferencia,
cuando una persona reacciona ante otra como si esta última fuera un tercero,
percibiéndola de un modo no real. Normalmente se transfieren las reacciones
emotivas experimentadas hacia una figura de la propia historia, del propio
pasado (padre, madre, hermanos, etc.)
El fenómeno de transferencia
puede revestir connotaciones positivas o negativas. Aunque algunos terapeutas
animan a facilitar las relaciones de transferencia, esto no es oportuno en la
relación pastoral de ayuda. En la relación pastoral se pretende promover una
relación auténtica con el Señor y el desarrollo y crecimiento de la persona
tendrán lugar esencialmente mediante esta relación.
El agente de pastoral debe
aceptar la transferencia como cualquier otro sentimiento, favoreciendo en el
enfermo la toma de conciencia del mismo mediante intervenciones aclaratorias en
el diálogo. Una actitud que previene este fenómeno es la autor revelación por
parte del agente, de forma que permite al enfermo percibirle en su unicidad,
separado de sus figuras del pasado.
Cuando en el proceso sucede
que el agente reacciona de manera inmadura en relación al enfermo
considerándole no en sí mismo, sino haciendo una transferencia en relación a
él, o cuando responde de manera inadecuada a la transferencia del enfermo,
estamos ante una contra-transferencia. Indicios de esto pueden ser la
desproporción de las reacciones del agente, por ejemplo excesiva preocupación o
un sentimiento exagerado de frustración cuando no consigue efectos positivos en
el enfermo. Cuando se verifican tales reacciones
o sentimientos, debe sentirse interpelado a analizar su propio modo de ejercer
su ministerio y a trabajar sobre sí mismo para hacer un camino de crecimiento y
formación en la relación.
Cuando en la relación se
detecta en el enfermo sentimientos desproporcionados de afecto, dependencia,
hostilidad o agresividad, es conveniente que se pregunte sobre lo que está
sucediendo y resuelva la transferencia si se trata de ella.
Conclusión
Se ha presentado la relación pastoral de ayuda con el
enfermo como un proceso de interacción entre el agente de pastoral y el
enfermo, basado en el diálogo que se realiza con unas destrezas concretas que
favorecen el camino del enfermo hacia una experiencia de la presencia de Dios y
de su gracia mediatizada por la relación con el agente y por el propio camino
de exploración, comprensión y cambio encaminados hacia una vida nueva en Cristo
desde la propia situación del enfermo.
Este
proceso es facilitado mediante las habilidades del agente para escuchar,
comprender y transmitir comprensión mediante sus respuestas, así como mediante
el uso del diagnóstico y la capacidad de resolver las relaciones transferenciales
que pudieran surgir.
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