lunes, 12 de octubre de 2015

El proceso de la relación pastoral de ayuda al enfermo: actitudes, destrezas, fases

La relación pastoral de ayuda es un proceso orgánico en el que la eficacia y la significatividad del diálogo con el enfermo dependen del ejercicio de las actitudes fundamentales del agente de pastoral mediante una serie de destrezas o técnicas que permiten transmitir comprensión, acogida, aceptación incondicional.
            Presentaremos aquí las destrezas que permiten al agente poner en práctica las actitudes fundamentales centrándonos en el proceso de la relación pastoral de ayuda aplicada al enfermo, señalando las fases, actitudes y destrezas propias de cada una de ellas.

1.         Las destrezas en la relación pastoral de ayuda


Permiten que el diálogo del agente de pastoral con el enfermo obtenga su objetivo de forma más eficaz.

La destreza de atender y escuchar


La escucha exige una disposición a la acogida del mundo exterior, del mensaje que se nos envía. Jesús da una gran importancia a la escucha y a la acogida de la palabra eficaz: “El que escucha mi Palabra y cree en el que me ha enviado, tiene vida eterna” (Jn 5, 24). La escucha requiere de atención. Hay tres tipos de atención:
- Atención física, constituida por diversos elementos: la disposición para encontrar al otro y cuidar los aspectos físicos en lo posible, el atender contextual que considera la disposición de las personas y los objetos en el espacio, y el atender personal, hecho del interés por la persona del enfermo que se comunica en gran medida mediante el lenguaje no verbal (distancia prudente, contacto visual proporcionado, pequeña inclinación hacia el otro). Estos elementos son importantes en el diálogo pastoral, son mensajes comunicados al enfermo; sin palabras se le dice que nos interesa, que nos centramos en su persona.
- Observación: habilidad que capacita para ver y entender la conducta no verbal. Es particularmente importante la observación del nivel de energía del enfermo, de sus sentimientos, de su contextura, su postura y su conducta no verbal (movimiento de manos, cuerpo, etc.).
- La escucha: junto con sus acciones las expresiones verbales del enfermo son una fuente de datos que nos pueden ayudar a comprenderlo mejor. Por escuchar, entendemos la atención plena dedicada a la persona para oír todo lo que trata de expresar.

Mediante la observación y la escucha cercana, el agente recibe los datos esenciales del problema y demuestra al enfermo que está interesado en ayudarle. El arte de ayudar al enfermo depende mucho del modo como uno se consigue comunicar con él.


a)      Qué significa escuchar
Escuchar significa poner atención para oír, sobre todo, significa querer comprender. Escuchar supone tener en cuenta que hay un mundo detrás de las palabras y por tanto es querer penetrar en el, a veces no tomando las palabras como tales, sino el significado que creemos que tienen para las personas que las pronuncian.
Escuchar es centrarse en el otro. Supone hacer callar al conjunto de voces que murmuran dentro de nosotros y que se llaman recuerdos, remordimientos, alegrías, preocupaciones, sentimientos diferentes.
Escuchar es acoger las expresiones de la vida del otro, es leer las páginas del libro de la vida de la persona que nos la enseña con confianza si nosotros nos situamos con atención ante ella, con respeto y modestia. El enfermo se encuentra en una situación de especial necesidad de ser escuchado.
“La escucha es una de las formas más eficaces de respeto. Piedra angular en la que se basan todas las respuestas generadoras de ayuda. Cuando uno se siente escuchado, tiene la viva sensación de ser tomado en consideración y de valer a los ojos del interlocutor”.

b)     Cómo se escucha activamente
Se escucha con toda la persona. Especial importancia tiene la mirada pues está en estrecha relación con los sentimientos. Con frecuencia el primer bien precioso que se le puede ofrecer a una persona es una mirada distinta.
La escucha activa en muchas ocasiones se manifiesta mediante monosílabos o interjecciones, que nos hacen estar presentes en el diálogo, sin interrumpirlo, dejándolo hablar, respetando incluso el silencio. El silencio puede revelar el embarazo que siente ante ciertos conflictos personales que quizás se quieren contar y no se encuentra como. Respetar el silencio en el diálogo con el enfermo significa escucharle y ponerle en el centro del interés.
Se escucha haciendo silencio dentro de sí, evitando todo juicio sobre el otro y sobre lo que dice, evitando dejarse llevar por prejuicios, haciendo espacio al otro, evitando las distracciones. Se escucha con los oídos atentos a los sentimientos.

c)      Por qué ayuda / sana la escucha
El que escucha con el corazón, se convierte en instrumento de curación, porque da espacio a los otros para abrirse con creciente confianza y libertad y les permite sentirse comprendidos y afirmados. La palabra de una persona que se hace amiga es medicina, como dice Sirácida: “El amigo fiel es remedio para la vida” (Si 6, 16).
La conversación pastoral supone un cierto hospedaje emotivo: el que sufre encuentra en el que le escucha una posada. Dar a alguien la posibilidad de hablar es concederle la posibilidad de reducir la angustia; hablar supone un “drenaje” emotivo (“me he quitado un peso de encima”).
En muchas ocasiones el calor humano manifestado mediante la atención y la escucha es la única medicina que necesita el enfermo para curarse o para morir en paz.

d)     Obstáculos para la escucha
§  La ansiedad: tiene lugar cuando el agente pastoral está preocupado de sí mismo, por como es recibido y por cómo tiene que responder.
§  La superficialidad, manifestado en la dificultad a ponerse en los sentimientos de los demás. No se personaliza la conversación.
§  La tendencia a juzgar, a imponer las propias ideas y decir lo que es justo y lo que no.
§  La impaciencia, la impulsividad que lleva a algunos a no permitir que el otro se exprese, y que termine a su ritmo de frases.
§  La pasividad, que hace que se tienda a dar siempre la razón al enfermo por el hecho de serlo, no hay capacidad de intervención activa y confrontadora en el momento oportuno.
§  La tendencia a predicar, a proponer “sermones” que deberían dar razón de lo que el otro está experimentando, según el propio criterio.

La escucha como destreza interpersonal, deja de pertenecer a la vida privada del oyente y es observable, evaluable, puede enseñarse y aprenderse.

La destreza de responder y confrontar en el diálogo pastoral


Escuchar al enfermo no es sencillo, tampoco lo es responderle. Existe la tendencia a responder queriendo resolver los problemas del otro, pero no es esta la finalidad de una conversación pastoral de ayuda. Se trata de buscar juntos, razonar juntos, de comprender juntos, de contrastar las distintas posibilidades, de ayudar a descubrir los recursos  que se pueden movilizar. En cualquier caso la experiencia nos dice que son las palabras sencillas las que ayudan, pronunciadas a media voz con los ojos fijos en el otro, reconociendo la dureza de la vida y las serias dificultades que presenta.

a)      Tipos de respuesta
Es importante que el agente pastoral se adiestre en el arte de responder al enfermo. La idea es trasmitir comprensión y empatía.
R. Mucchielli ha presentado diversos tipos de respuesta que nos sirven de ayuda para comprender ciertas tendencias a la hora de responder al enfermo:
1.      Respuesta de valoración o juicio moral: el agente pastoral expresa la propia opinión en cuanto al mérito, utilidad o moralidad de lo que el enfermo comunica; de forma más o menos directiva indica al enfermo como debería comportarse. Esto puede hacer sentir a la persona en desigualdad moral, en inferioridad y producir sentimientos de inhibición, culpa, rebelión o angustia.
2.      Respuesta interpretativa: el agente de pastoral pone énfasis en un aspecto de todos los mensajes recibidos, lo interpreta según su propia teoría. Este tipo de respuesta produce la sensación de haber sido mal entendido y puede provocar desinterés, irritación o resistencia en el enfermo pues su experiencia es vista con criterios diferentes a los suyos.
3.      Respuesta de apoyo-consuelo: el agente intenta animar minimizando la importancia de la situación o de la reacción del enfermo; es una actitud paternalista que favorece en el enfermo la regresión y la dependencia o el rechazo a ser tratado con piedad.
4.      Respuesta de investigación: el agente de pastoral tiende a hacer preguntas para obtener datos y profundizar en la situación del enfermo. Sin embargo, el diálogo no debe convertirse en un interrogatorio pues lo que se busca es tener una conversación de relación pastoral de ayuda.
5.      Respuesta de tipo “solución del problema”: se propone  una idea o resolución para salir inmediatamente de la situación, indicándole la manera, dándole consejos de carácter definitivo que pondrían fin a su problema, y quizás también a la conversación si al enfermo no le satisface o le crea una especie de obligación de adoptarla.
6.      Respuesta empática: se concreta mediante la escucha activa, también mediante la reformulación de cuanto dice el otro para verificar que todo se ha entendido bien. Este tipo de respuesta es probablemente la menos natural y la menos espontánea de las mencionadas, pero es el resultado de un proceso activo que requiere una gran atención. Supone concentrarse intensamente en el enfermo, en lo que dice y en lo que no dice, poniéndose en su lugar y viendo las cosas desde su punto de vista.

b)     La respuesta-reformulación
La reformulación consiste en captar lo que el enfermo expresa (en forma verbal y no-verbal) y presentárselo con claridad, garantizando así que el agente de pastoral participa de su experiencia sin valoraciones, juicios, interpretaciones, soluciones inmediatas.
Es una respuesta estructurada de tal forma que el que habla encuentra el reflejo especular de cuanto dice y siente. La respuesta reflejo es sustancialmente reiteración o reformulación de los conceptos expresados por el que habla o verbalización de un sentimiento del mismo.
A algunos la reformulación y la verbalización de los sentimientos les pueden parecer algo inútiles pues suena a un eco artificial, sin embargo si están impregnada de empatía, son las respuestas más útiles porque permiten tomar conciencia de que se es comprendido más a fondo y de la manera como se comunica la propia experiencia. La persona se siente escuchada y adquiere seguridad para expresar estados de ánimo poco claros para ella misma.

c)      La confrontación
Ser escuchado no es la única necesidad del enfermo. Necesita también recibir respuestas y ser confrontado, corregido fraternalmente por el agente de pastoral.
La confrontación está en estrecha relación con la destreza de responder y con la de personalizar.
En el caso de relación pastoral de ayuda a los enfermos puede significar ayudar  a descubrir los recursos internos y externos para afrontar una situación de sufrimiento o de enfermedad, para adaptarse de modo sereno y vivir en comunión con Cristo, si es creyente, o para afrontar las dificultades surgidas en sintonía con los propios valores o con nuevos valores descubiertos a raíz de la enfermedad y de la crisis. Es una llamada a la propia responsabilidad de la persona ayudada.
Debe hacerse con comprensión y habiendo explorado verdaderamente el problema; una confrontación sin comprensión cae en el moralismo.
Autores como Cibanal (aunque se centra en la relación entre los profesionales de enfermería y los enfermos) apuntan interesantes pistas para el agente de pastoral sobre los contenidos de la confrontación.
Qué es lo que se ha de confrontar:
§  Toda actitud o comportamiento destructor dirigido hacia sí mismo o hacia los otros
§  Las incongruencias entre el lenguaje verbal y no verbal; entre lo que se dice y lo que se da a entender
§  La manera de ver la realidad frente a otras formas de abordarla
§  El no respetar las reglas establecidas o aceptadas durante la conversación cara a cara
§  Los desconocimientos o falsos conocimientos que puedan subyacer en lo que el paciente dice
§  A menudo el paciente subestima o sobreestima la situación, a las otras personas o a sí mismo
§  Las exageraciones
§  Los juegos en la relación interpersonal
§  Las generalizaciones, distorsiones, eliminaciones
§  Los comportamientos que derivan de mensajes estereotipados
§  Las huidas y el rechazo de la responsabilidad
§  Las necesidades no reconocidas o no satisfechas
§  El contenido del mensaje con el sentimiento que le acompaña, etc.

Una buena confrontación debe cumplir una serie de condiciones para que no sea un juicio y pueda tener éxito en el enfermo: debe darse un buen clima de confianza; debe ser específica, evitar hablar en términos generales; no debe atenerse a una descripción inapropiada del comportamiento, sino ir acompañada de un esfuerzo por buscar la manera de superarlos; debe ser propuesta, no impuesta; debe darse en el momento oportuno y ser apropiada; no debe entorpecer otras prioridades en el proceso de relación de ayuda; debe emanar de una voluntad auténtica de ayudar al paciente y no de un deseo de descargar sobre él nuestras propias tensiones; debe ser directa y respetuosa; debe ir acompañada de respeto a la libertad y responsabilidad del paciente.
Se insiste en tres condiciones fundamentales para que la confrontación sea un instrumento terapéutico: debe suponer un compromiso auténtico y primario con el crecimiento de la persona; no tiene sentido sino en el marco de una intensa y profunda comprensión de la persona confrontada; es condición “nunca realmente necesaria y suficiente”.
Mediante la confrontación se puede ayudar a que la vida del enfermo traduzca en actitudes y comportamientos la vida nueva en Cristo, tal como apunta San Pablo (cf Ef 4, 17-32): no vivir según la vaciedad de la mente, excluidos de la vida de Dios, entregados al libertinaje, sino vivir conforme a la verdad de Jesús: despojados del hombre viejo, renovados en el espíritu, revestidos del hombre nuevo, reconociendo que somos miembros los unos de los otros, hablando con verdad, solidarizándose con quien tiene necesidad, haciendo el bien a quien escucha, dominando los sentimientos, haciendo desaparecer cualquier clase de maldad en las relaciones y practicando mutuamente el perdón.

La destreza de personalizar, concretar, especificar

Otra destreza importante es la de personalizar en el diálogo, concretar, ser específico. Se pretende que el ayudado “posea” su propio problema, es decir, que no lo vea como algo ajeno a sí mismo o algo debido a circunstancias externas, fuera de su control, sino que analice su grado de responsabilidad en el problema, su control sobre el, su propia capacidad y el grado en que desea superarlo.

Puede desplegarse a su vez en varias destrezas:
§  Personalizar el significado, es decir relacionar el significado de lo que el enfermo dice con su experiencia, identificando el impacto que la situación tiene en él
§  Personalizar el problema, es decir, concretar como está contribuyendo el enfermo al propio problema, ayudarlo a descubrir su grado de responsabilidad
§  Personalizar el sentimiento identificando el modo cómo se siente la persona al experimentar como propio el problema y su significado
§  Personalizar el fin, ayudando a identificar a donde quiere llegar el enfermo a partir de la situación en que se encuentra

Las funciones que esta destreza del agente de pastoral debe cumplir en la relación pastoral de ayuda son:
1.      Evitar que las intervenciones-respuestas del agente de pastoral se muevan en un plano abstracto y de racionalización, separado de los sentimientos y experiencias concretas del enfermo.
2.      Ayudar al agente de pastoral a ser preciso en la comprensión del enfermo, sin esconderse detrás de intervenciones, intelectualizaciones más o menos defensivas.
3.      Ayudar al enfermo a expresar los elementos fundamentales de sus problemas y conflictos a nivel emotivo, sin encubrirlos con hechos o sentimientos irrelevantes.

Ayudar al enfermo en la conversación a focalizar, a resumir en una frase o en una palabra lo que haya podido expresar de forma difusa, así como preguntar sobre el significado que lo que expone tiene para él, son formas de personalizar. Las preguntas deberían ser hechas cuando se sabe para qué se quiere conocer la información que se solicita; deben estar centradas en el mundo del enfermo y formuladas de forma abierta.

Otras destrezas

Son importantes aunque se puede decir que repercuten menos en la eficacia del diálogo pastoral con el enfermo:
§  La destreza de iniciar: la relación pastoral de ayuda, en ciertos casos debe concluir con un cambio por parte de la persona ayudada. Si un cambio efectivo es posible, puede ser necesario programar un plan de acción, establecer un objetivo general o unos objetivos específicos, identificar los recursos disponibles para afrontar la dificultad, resolverla o aceptarla, si es irreversible, y vivir de una forma nueva a la luz de la fe. El agente debe poner en práctica esta destreza.
§  La auto revelación: consiste en la disposición del consejero pastoral para comunicar al ayudado aspectos personales de la propia existencia, como opiniones, experiencias, tendencias, sentimientos, etc. Contribuye a la eficacia de la relación de ayuda siempre que no distraiga el flujo comunicativo centrado en el ayudado.
§  La destreza de la inmediatez: consiste en la capacidad de ayudar al enfermo a tomar conciencia de su modo de vivir la relación con el agente de pastoral en un determinado momento. El objetivo es que el enfermo tome conciencia de su modo de relacionarse con los demás y pueda corregir su percepción sobre la misma cuando sea errónea.

2.         La relación pastoral de ayuda al enfermo como proceso

Las reacciones que el enfermo experimenta durante cierto periodo están condicionadas por las actitudes del agente de pastoral. A medida que descubre que alguien puede escucharlo cuando expresa sus sentimientos, se torna capaz de escucharse a sí mismo, adquiere la capacidad de percibir sentimientos antes negados, comienza a aceptarse tal como es pues descubre que el agente manifiesta un respeto positivo e incondicional hacia él y sus sentimientos. Cada vez de evalúa menos y se acepta más.

Las fases del proceso de la relación pastoral de ayuda

El proceso de la relación pastoral de ayuda puede ser presentado atendiendo a la función principal del consejero y a la tarea fundamental del ayudado:


Destrezas              ATENDER ®      RESPONDER®  PERSONALIZAR ®         INICIAR
Del consejero       (observar,                      ¯                                   ¯                                    ¯
                               Escuchar)                                       ­                                       ­
                                                               EXPLORAR         COMPRENDER                 ACTUAR
Objetivos
Del ayudado
(proceso)

Se presentan las fases que ha de recorrer el ayudado (el enfermo): exploración, autocompasión y acción; y las destrezas que debe usar el ayudante.

Primera fase
El agente de pastoral tiene como meta responder al enfermo tratando de comprenderlo y penetrar en su punto de vista, estableciendo una relación con él que le facilite su propia autoexploración. No debe usarse la confrontación pues puede haber un corte prematuro de la relación. Lo que es fundamental es la empatía y la concreción.
El agente se manifiesta como el que acoge y comprende, capta los sufrimientos del enfermo, su angustia; percibe el lamento, la soledad y la necesidad de una ayuda eficaz.
La meta del enfermo sería la autoexploración de las propias experiencias y sentimientos, y el reconocimiento de sus modos de vivir y relacionarse, inefectivos y adulterados. Viene a resultar una especie de autodiagnóstico, a través del cual y mediante la respuesta del agente de pastoral, el enfermo llega a tener un conocimiento más comprensivo y profundo de su propia experiencia. En esta fase el enfermo comunica su mundo emotivo, narra su historia, revisa su pasado, comunica su experiencia personal.

Segunda fase
La meta del agente de pastoral es la personalización. Se trata de ir poniendo juntos los datos surgidos de la auto-exploración del enfermo. Es en esta fase donde cobra mayor importancia el aspecto simbólico de la comunicación y el rol de testimonio del agente, que aparece como signo del Dios en el que profesa su fe y testimonio de las palabras y deseos del Señor manifestados en la Escritura.
El objetivo del enfermo es la auto comprensión y la edificación, al ir interpretando los datos de la exploración a la luz de la relación pastoral y de los valores evangélicos que esta evoca. Así irá descubriendo dónde se encuentra, en relación a donde quiere o necesita estar, preparándose para el cambio.
Es en esta etapa donde tiene lugar el discernimiento, la búsqueda de sentido por parte del enfermo, cuando se encuentra confrontado con los propios valores y los representados y comunicados por el agente de pastoral. Es aquí donde la situación del enfermo, marcada por el sufrimiento y la angustia, se encuentra con la experiencia de Dios que le ama y con el mensaje que es transmitido por el agente en nombre del Señor. Es en esta etapa donde el agente, después de haber acogido al enfermo transmite el mensaje de una salud global, que no se reduce a la curación física, sino que se puede experimentar a Cristo como verdadera salud para el hombre.

Tercera fase
El agente de pastoral tiene como meta la de iniciar, es decir, colaborar con el enfermo en la elaboración de un plan de acción. A veces el mismo diálogo con el enfermo ha provocado un cambio real en su modo de concebir lo que le está pasando; en su modo de verse a sí mismo, a los demás y a Dios; en su modo de sentir lo que está viviendo; en sus relaciones. En otras ocasiones se requiere un auténtico cambio que precisa una análisis de las diferentes alternativas.
La meta del enfermo es el cambio, si es necesario. Se trata de determinar las diversas alternativas, operativizar los pasos, lograr metas progresivamente, caminar hacia el crecimiento y la maduración como persona y como cristiano.
La auto comprensión profunda de su problemática delimita el número de alternativas posibles. En muchas ocasiones surge un único camino de solución.
Hay que señalar algunas actitudes sobre las que el agente de pastoral debe iniciar al enfermo, las que confieren salud a la experiencia del sufrimiento:
- eliminar el sufrimiento innecesario generado por el propio pecado y por la manera equívoca de vivir, por los conflictos consigo mismo, mediante la experiencia del perdón
- luchar contra el sufrimiento injusto y evitable provocado por los abusos, la marginación, costumbres, instituciones.
- mitigar en lo posible el dolor y el sufrimiento inevitables
- asumir el sufrimiento que no se puede superar en actitud de fidelidad a Dios Padre y de servicio a los hombres, en comunión con Cristo; asumir la realidad concreta cuando no es superable es fuente de salud.
- afirmarse a pesar de las fuerzas negativas de la vida, y por encima de la finitud de la propia historia

De esta forma se llega a un proceso de “restauración” de la propia persona como fruto de la acción de Dios en el enfermo. Es el término del proceso de la relación de ayuda que supera la angustia mediante la esperanza. En el fondo, el fin último del proceso de la relación pastoral de ayuda es la manifestación de la gloria de Dios a través de su acción regeneradora y de la obra de su gracia. Ayudando al otro podemos hacer nacer en él la experiencia del amor de Dios y ayudarle a descubrir el sentido de su identidad profunda y de la paz interior.

El diagnóstico en la relación pastoral de ayuda

En el campo de la relación pastoral de ayuda, si se quieren usar los medios apropiados, el agente de pastoral debería realizar un diagnóstico de la situación que vive el enfermo. Si bien no es una práctica con la que el agente esté familiarizado, por otra parte es algo inevitable que tiene lugar quizás de modo inconsciente, porque cada vez que se acerca a un enfermo se plantea la pregunta sobre lo que le está sucediendo a dicho enfermo. Responder a esta pregunta es hacer un diagnóstico.
El diagnóstico pastoral es un proceso mediante el cual el agente llega a comprender, en base a los datos provenientes de la observación, de la escucha y de las relaciones, la situación interior de la persona necesitada de ayuda para ayudarla a afrontar mejor su crisis usando los recursos personales y comunitarios. La visión de tal situación es hecha desde una perspectiva teológico-pastoral.
Se ha propuesto un modelo de diagnóstico pastoral según el cual los siete temas fundamentales a tener en cuenta son:
-          conciencia de lo sagrado
-          sentido de la providencia
-          grado y calidad de fe
-          experiencia de la gracia
-          capacidad de arrepentimiento y de reconciliación
-          sentido de pertenencia a una comunidad (comunión)
-          vocación

Son igualmente importantes otros elementos que tienen que ver con el mundo interior y relacional del enfermo: la actitud ante la crisis, ante la enfermedad, el modo de interpretarla a la luz de la fe y sus reacciones, la actitud ante la propia historia, el grado de aceptación de la propia responsabilidad, la coherencia entre su fe y su comportamiento, el mundo de los valores y de los sentimientos, el sentido del pecado, de la salvación, el modo de vivir y el significado concreto de la esperanza, la oración y la modalidad de la misma, devociones particulares, la relación con el agente de pastoral, etc.

La transferencia en la relación pastoral de ayuda a los enfermos

Un elemento a tener en cuenta es la posibilidad de que durante la relación surjan reacciones de transferencia.
Hablamos de transferencia, cuando una persona reacciona ante otra como si esta última fuera un tercero, percibiéndola de un modo no real. Normalmente se transfieren las reacciones emotivas experimentadas hacia una figura de la propia historia, del propio pasado (padre, madre, hermanos, etc.)
El fenómeno de transferencia puede revestir connotaciones positivas o negativas. Aunque algunos terapeutas animan a facilitar las relaciones de transferencia, esto no es oportuno en la relación pastoral de ayuda. En la relación pastoral se pretende promover una relación auténtica con el Señor y el desarrollo y crecimiento de la persona tendrán lugar esencialmente mediante esta relación.
El agente de pastoral debe aceptar la transferencia como cualquier otro sentimiento, favoreciendo en el enfermo la toma de conciencia del mismo mediante intervenciones aclaratorias en el diálogo. Una actitud que previene este fenómeno es la autor revelación por parte del agente, de forma que permite al enfermo percibirle en su unicidad, separado de sus figuras del pasado.
Cuando en el proceso sucede que el agente reacciona de manera inmadura en relación al enfermo considerándole no en sí mismo, sino haciendo una transferencia en relación a él, o cuando responde de manera inadecuada a la transferencia del enfermo, estamos ante una contra-transferencia. Indicios de esto pueden ser la desproporción de las reacciones del agente, por ejemplo excesiva preocupación o un sentimiento exagerado de frustración cuando no consigue efectos positivos en el enfermo.  Cuando se verifican tales reacciones o sentimientos, debe sentirse interpelado a analizar su propio modo de ejercer su ministerio y a trabajar sobre sí mismo para hacer un camino de crecimiento y formación en la relación.
Cuando en la relación se detecta en el enfermo sentimientos desproporcionados de afecto, dependencia, hostilidad o agresividad, es conveniente que se pregunte sobre lo que está sucediendo y resuelva la transferencia si se trata de ella.

Conclusión
Se ha presentado la relación pastoral de ayuda con el enfermo como un proceso de interacción entre el agente de pastoral y el enfermo, basado en el diálogo que se realiza con unas destrezas concretas que favorecen el camino del enfermo hacia una experiencia de la presencia de Dios y de su gracia mediatizada por la relación con el agente y por el propio camino de exploración, comprensión y cambio encaminados hacia una vida nueva en Cristo desde la propia situación del enfermo.

            Este proceso es facilitado mediante las habilidades del agente para escuchar, comprender y transmitir comprensión mediante sus respuestas, así como mediante el uso del diagnóstico y la capacidad de resolver las relaciones transferenciales que pudieran surgir.

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