En los últimos años
y particularmente a partir de la IV Conferencia Mundial de las UN sobre la Mujer , realizada en
septiembre de 1995 en Pekín, ha empezado a introducirse una interpretación
distorsionada de la palabra “genero” que todos conocíamos desde niños como
referida a seres masculinos y femeninos y, en lo que atañe a la especie humana,
expresaba la diferencia y complementariedad de varones y mujeres.
La nueva
interpretación del genero, también llamada “perspectiva de genero”, pretende
hacer salir de nuestro pensamiento esta estructura bipolar para sostener, que
todos estamos en libertad de elegir a que tipo de genero queremos pertenecer,
todos igualmente validos. Según esta ideología, hombres y mujeres heterosexuales, homosexuales,
lesbianas y bisexuales, simplemente desempeñan un comportamiento sexual
producto de su elección personal, libertad que todos deben respetar y aceptar.
Los seres humanos nacerían sexualmente neutrales y la socialización los
“construiría” como varones o mujeres, afectando a la mujer negativa e
injustamente. De ahí la propuesta de eliminar de los textos escolares y medios
de comunicación toda imagen estereotipo que pueda orientar a lo que llama
trabajos “sexo-específicos”.
Frases como “conductas
sexuales alternativas”, “rol de madre” y “opción sexual”, pasan a formar parte
del lenguaje común y asistimos al nacimiento y desarrollo de una suerte de
operativo psicosocial que trata de convencernos de que la naturaleza no tiene
importancia, la diferencia entre los sexos es algo convencionalmente atribuido
por la sociedad y cada uno puede inventarse a si mismo de acuerdo a su opción.
Pero, cuando se
tarta de la perspectiva de genero es necesario precisar ciertas definiciones.
El termino “perspectiva” implica una relativización del conocimiento. Ante la
realidad, lo que vale serian las diversas miradas, distintas perspectivas
acerca de los objetos. La perspectiva de género es una interpretación sobre la
sexualidad humana. Y cuando se dice una mirada, una interpretación o una
perspectiva, se esta desechando la posibilidad de acceder a la realidad
objetiva de lo que se esta tratando. Se busca hacer creer la aceptación de la
pluralidad de opiniones, siendo en verdad la cuestión del género, una nueva dog
matización ideológica. Solo que bajo el engaño del relativismo pluralista.
Con la distinción
entre sexo y género se pretende restringir el aspecto biológico del ser humano
y privilegiar el ámbito sociocultural. No se considera el comportamiento o
personalidad femenina o masculina de acuerdo, o como correlato, de una raíz biológica
–entre otras- de la persona; sino que es, al contrario: lo histórico-social (familia,
educación, crianza, lenguaje, etc.), lo que determina en un individuo la
personalidad y comportamientos (deseos, aptitudes, intereses, modos de conocer
y actuar..) y sustenta el funcionamiento del mismo.
Esta estrategia
social, tiene pasos muy concretos, que podríamos sintetizar en la frase “todo
lo que es construido, puede desconstruirse”. Si aceptamos que el género es una construcción
social, también podría correr la misma suerte. Para esto se hace necesario
identificar que cimientos sostienen el orden natural en la relación entre
varones y mujeres y se descubre que los elementos más fuertes por
“desconstruir” son la religión, la familia y la sociedad misma.
En lo que atañe a
la familia, se cuestiona la relación esposo-esposa; padre-madre; padres-hijos…
es decir todo. Es mas, se empieza a difundir la idea de los varios “tipos de
familia”, incluyendo la formada por homosexuales, las parejas abiertas y las voluntariamente
monoparentales. El deber y el derecho de los padres a ser los primeros
educadores de sus hijos en materia de moral y sexualidad se debilitan hasta
desaparecer ante la exigencia del supuesto derecho de niños y adolescentes a la
información, la privacidad y la confidencialidad.
Respecto a los
social, vista la necesidad de producir cambios radicales en la mentalidad
colectiva para la aceptación de la perspectiva de género, se recurre a un
trabajo en dos niveles: la educación sexual y la utilización de los medios.
La educación sexual
que se propone a partir de la
Conferencia y que ha sido denunciada y rechazada por varios países,
aparece orientada hacia la ambigüedad sexual y la anticoncepción. En cuanto a
los medios en los últimos años hemos tenido un verdadero desfile de
aberraciones en la pantalla chica. Basta citar: un programa de educación sexual
conducido por un señor que públicamente vive con cinco esposas y ha sido
expulsado de un país vecino por conducta inmoral; un espacio de entretenimiento
que estuvo a cargo de dos transexuales, otro conducido por alguien que hace
gala de su condición de gay, etc.
A la luz de lo que
vemos hoy, en la
Conferencia de Beijing, la Mujer fue la excusa para introducir la
perspectiva de género. Este pensamiento –que no resiste el menor análisis científico
– no busca mejorar la situación de la mujer ni un trato diferenciado para ella.
¿Cómo podría buscarlo si lo que le molesta es la diferencia?
La adopción de esta
ideología preocupa a todos los sectores.
Indudablemente, es
grave en lo que atañe a Educación, Salud, Promoción de la Mujer , etc. La carga ideológica
de ambigüedad sexual que la caracteriza y la hostilización –encubierta pero existente-
de la femineidad, augura a niños, mujeres y familias, situaciones inevitables
de conflicto y deformaciones psicológicas.
La perspectiva de género
no favorece a nadie y menos que a nadie a la mujer. Si se toma en términos
absolutos, perdería gracias a ella todo lo logrado en atención a su condición
femenina y a su papel insustituible al interior de la familia. Si se toma solo
en parte y seguimos utilizando el término entonces significa que sabemos que
estamos hablando y hemos decidido cumplir disciplinadamente la agenda ajena que
otros han escrito para nosotros y nuestros hijos.
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