martes, 18 de agosto de 2015

REGULACIÓN NATURAL DE LA FERTILIDAD Y ANTICONCEPCIÓN ARTIFICIAL

La procreación responsable puede inducir a una pareja de esposos a distanciar los nacimientos o a no tener, temporal o definitivamente, más hijos. Esto se puede lograr de dos modos: siguiendo el ritmo natural de la fertilidad o interviniendo artificialmente con un anticonceptivo.

REGULACIÓN NATURAL DE LA FERTILIDAD
La fertilidad de la mujer es cíclica. Durante el ciclo menstrual se alternan periodos no fértiles con periodos fértiles. La ordenada secuencia de acontecimientos que caracteriza al ciclo menstrual implica la secreción de hormonas y cambios morfológicos en la mujer, que pueden ser observados e interpretados, para discernir si se está en presencia o no de periodos fértiles.

La regulación natural consiste en poder realizar el acto conyugal cuando la mujer está en periodo no fértil y en abstenerse de él cuando está en periodo fértil, si no se desea tener hijos.
Métodos naturales
a)      Lactancia materna. La lactancia retarda el reinicio de la ovulación en la mujer.
b)      Método de la temperatura basal: la ovulación provoca un aumento de la temperatura basal. El método consiste en medir la temperatura y calcular el inicio de la infertilidad posovulatoria.
c)      Método del ritmo: trata de localizar los periodos fértiles basándose en cálculos matemáticos sobre los últimos seis ciclos. Muy inseguro, ha sido abandonado.
d)     Método de la ovulación “Billings”: se puede detectar el inicio y el fin del periodo fértil basándose en las características de la mucosidad cervical, producida por el cuello uterino, como consecuencia de las variaciones hormonales producidas durante la ovulación. Da indicaciones seguras antes y después del periodo fértil.
e)      Método sintotérmico: conjunto de elementos que comprenden análisis técnicos computarizados e integran parámetros de tiempo, temperatura, mucosidad cervical, etc. ofrecen un medio para conocer con mayor seguridad su estado de fertilidad o infertilidad.
Juicio ético
La regulación natural de la fertilidad no presenta problemas éticos en cuanto respeta la naturaleza del acto sexual conyugal. Los cónyuges, tienen que hacer un uso “responsable” de los métodos naturales y no un uso “exclusivamente no procreador”; al hacer o no hacer el acto sexual conyugal, deben estar guiados por criterios de “paternidad responsable”, y no solo por motivos egoístas y hedonistas. La enseñanza de la regulación natural tiene que ir más allá del hecho técnico; no se enseña una técnica, sino un estilo de vida responsable y moralmente licito. Es una de las grandes diferencias con la anticoncepción.
LA ANTICONCEPCIÓN
Toda acción que, en previsión de la realización del acto conyugal, se proponga como fin o como medio, impedir la concepción.
Lo más importante en la anticoncepción, no es la técnica usada, sino la voluntad de impedir la concepción; sin embargo, con frecuencia, muchos de los llamados “anticonceptivos”, no son tales, porque en lugar de impedir el encuentro entre el ovulo y el espermatozoide (concepción), impiden que el ovulo ya fecundado pueda desarrollarse. No son anticonceptivos sino “abortivos”.
La anticoncepción se aplica en el hombre y en la mujer, y puede ser de dos tipos:
-          Anticoncepción mecánica: se impide que los espermatozoides entren en contacto con el ovulo.
-          Anticoncepción hormonal: se modifica el cuerpo del hombre o la mujer con sustancias químicas, de modo que al acto sexual no siga la concepción.
Métodos anticonceptivos
Se presentan los que actúan predominantemente de modo anticonceptivo.
-          Preservativo o condón: lo usa el hombre. Constituido por una envoltura de látex o goma que se aplica sobre el pene con el objetivo de impedir que el líquido seminal sea depositado en la vagina. Existe también la versión femenina.
-           Diafragma: lo usa la mujer. Constituido por un disco de goma, blando en el centro rígido pero flexible en los bordes, que colocado en la vagina, la separa del cuello del útero impidiendo el paso de los espermatozoides.
-          Esponja: lo usa la mujer. Es un aparato de poliuretano empapado de un espermicida que, colocado en la vagina, ejercita una acción mecánica y una acción química contra los espermatozoides impidiéndoles el paso hacia el cuello uterino.
-          Espermicidas: los usa la mujer. Son sustancias químicas que debilitan o impiden la acción de los espermatozoides. Se utilizan en varias fórmulas: óvulos, gel. Se aplican poco antes de la relación sexual.
-          Píldora anticonceptiva: la usa la mujer. Compuesta por dos hormonas, un estrógeno y un progestínico, que interfieren en los mecanismos hormonales que regulan la actividad reproductiva de la mujer. Causa los siguientes efectos:
1.      Bloqueo de la ovulación
2.      Alteración de la mucosidad que impide a los espermatozoides subir hacia las trompas de Falopio.
3.      Alteraciones de las trompas y del útero que impiden el paso y la anidación del embrión. Este último efecto es abortivo.
-          Suministración “depot”: parche. Lo usa la mujer. Inyecciones intramusculares o capsulas implantadas bajo la piel, que liberan gradualmente los estroprogestínicos. Bloquea parcialmente la ovulación y altera la mucosidad y el útero impidiendo a los espermatozoides subir o al embrión implantarse. Este último efecto es abortivo.
-          Coito interrumpido: es el acto de interrumpir la relación sexual, para que la eyaculación ocurra fuera de la vagina.

Juicio ético

El uso de los métodos anticonceptivos es inmoral porque, separando voluntariamente el aspecto unitivo del procreador, contradice la naturaleza intrínseca de la sexualidad humana. Es ilícita toda acción que, o en previsión del acto conyugal o en su cumplimiento o en el desarrollo de sus consecuencias naturales, se proponga, como fin o como medio, impedir la procreación.

La unión conyugal tiene dos dimensiones; unitiva y procreadora. Separar estas dos dimensiones significaría perjudicar la verdad intima de la sexualidad. La procreación responsable consiste en asumir la sexualidad en su verdad. Frente a la elección de tener o distanciar o evitar una concepción, la pareja podrá decidir si hacer los actos conyugales en momentos en que es o no posible una concepción, sin que esto altere la verdad objetiva de aquel acto. En este sentido, no es, en cambio, responsable manipular el acto conyugal de modo que exprese solo la dimensión psicológico-afectiva y no la procreadora, porque la persona es una unidad-totalidad.

Si el objetivo es evitar la concepción, ¿qué diferencia hay entre métodos naturales y métodos anticonceptivos? La diferencia radica en el estilo de vida y en el comportamiento sexual de la persona. No es el hecho de ser “artificial” lo que funda el juicio moral en la anticoncepción. Lo que está en juego no es la “técnica”, sino la dimensión personal del acto conyugal.

En la anticoncepción se exime el comportamiento sexual de su responsabilidad inmediata de poder ser causa de una nueva vida; se exime de su tarea de ser responsable, y de actuar o no actuar sobre la base de esta responsabilidad. En la anticoncepción el acto sexual, llamado por naturaleza intrínseca a realizarse en relación con la decisión responsable, se desliga de ella. El “artificio” actúa por sí mismo y hace inútil la modificación del comportamiento sexual.

Con los métodos naturales, es el sujeto el que tiene que modificar su comportamiento sexual; a través de un acto libre se abstiene de realizar el acto. Este abstenerse es un acto positivo que decide libremente no realizar el acto conyugal, porque se asume la responsabilidad del mismo. Es un verdadero acto de comportamiento sexual responsable. En la anticoncepción, se descarga esta responsabilidad sobre el “artificio técnico”.

El problema no es si los métodos “naturales” son lícitos, porque respetan el ritmo biológico “natural” de la mujer, mientras que la anticoncepción “artificial” es ilícita porque perturba la naturaleza biológica. Lo que está en juego no es la naturaleza en el sentido biológico del término, sino la dignidad personal del amor, y por tanto, la naturaleza humana racional, que es material y espiritual a la vez. El hecho de que el amor humano tome la forma de un intercambio sexual y este estructuralmente tan ligado a la procreación no depende de una elección arbitraria de nuestra libertad. Es un dato de la naturaleza humana racional. Separar esta unión estructural es contradecir no solo la naturaleza “biológica” de la persona, sino también la naturaleza “humana” racional, es decir, la unidad de la persona.

Es lícito, por el contrario, el uso terapéutico de medios anticonceptivos, es decir, utilizados directamente para curar una enfermedad, que tiene como resultado indirecto la anticoncepción. Esta sería una acción con doble efecto.

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